Escribir papers bajo el régimen del management académico: Cuerpo, afectos y estrategias

Writing papers under the academic management regimen: Body, affects and stretegies

  • Carla Fardella-Cisternas
  • Karen Carriel-Medina
  • Verónica Lazcano-Aranda
  • Francisca Isidora Carvajal-Muñoz
Chile es un caso emblemático en la apertura de la educación superior al libre mercado y en la reformulación de las lógicas que regulan la producción científica en las universidades. Esto se traduce en un sistema de gestión del personal académico orientado por bonos de productividad asociados a las publicaciones de alto impacto, distribución de fondos de investigación condicionados a la productividad de investigadores y jerarquización de las tareas académicas. En este artículo presentamos los resultados de un estudio que buscó explorar y comprender cómo académicas y académicos de ciencias sociales, altamente productivas y productivos, describen la escritura científica desde la práctica laboral cotidiana enmarcada en nuevas regulaciones de la producción científica. A partir del análisis de 20 entrevistas, proponemos que hay facetas fundamentales para definir la escritura científica: la afectividad, la fragilidad y la estrategia. Éstas dan cuenta de aspectos cotidianos, así como de tensiones y conflictos presentes en el proceso de escritura científica
    Palabras clave:
  • Publicación científica
  • Cultura científica
  • Universidad
  • Neoliberalismo
Chile is a landmark case in opening up higher education to the free market and in the reformulation of the logics that regulate scientific production in universities. This translates into a management system for academic staff oriented by productivity bonuses associated with high-impact publications, by the distribution of research funds conditional on the productivity of researchers and by the rank of academic tasks. In this article, we present the results of a study that sought to explore and understand how highly productive social science academics describe scientific writing from everyday labor practice framed in new regulations of scientific production. Through the analysis of 20 interviews, we propose 3 categories: affectivity, fragility and strategy. These give an account of everyday aspects, as well as tensions and conflicts present in the process of scientific writing.
    Keywords:
  • Scientific publication
  • Scientific culture
  • University
  • Neoliberalism

1 Introducción

Chile es considerado un paradigma ejemplar en la apertura de la Educación Superior (en adelante, ES) al libre mercado, lo que internacionalmente se ha denominado capitalismo académico (Slaugther y Leslie, 1997). Esto se ha concretado en la introducción de instrumentos de gestión universitaria orientados a mejorar la eficiencia y eficacia de la producción de los cuerpos académicos (Bernasconi, 2009; Ibarra, 2002). En este contexto, actividades académicas tales como la investigación y la escritura de publicaciones científicas se vuelven centrales en la competencia interinstitucional caracterizada por la demanda de limitados fondos y la permanente disputa entre investigadoras e investigadores por financiamiento para sus proyectos (Ibarra, 2003).

A nivel nacional se han realizado estudios en torno a estas transformaciones (Fardella, Sisto y Jimenez, 2015), los cuales se han enfocado en las macrotendencias de la ES chilena, y, en menor medida, en las condiciones e identidades laborales (Bernasconi, 2015). Sin embargo, el estudio de la transformación de la producción y escritura científica no se ha investigado con la importancia que, a nuestro juicio, merece. Entonces, la escritura científica en modo paper se ha establecido como prioritaria en el contexto de transformación de la universidad, lo que requiere debatir acerca de las formas de expresión de la ciencia. Atendiendo a esta discusión, esta investigación tiene por finalidad describir cómo investigadoras e investigadores de diferentes áreas de las ciencias sociales caracterizan la escritura de publicaciones científicas en el contexto de las nuevas regulaciones de la producción de conocimiento en Chile.

En primer lugar, exponemos los antecedentes históricos y contemporáneos de la producción de conocimiento en la universidad y sus consecuencias para la escritura de publicaciones científicas. En segundo lugar, presentamos las estrategias y decisiones metodológicas desarrolladas para abordar la pregunta por cómo las y los investigadores caracterizan la escritura científica. En tercer lugar, reportamos el análisis de 20 entrevistas a académicos de planta del área de ciencias sociales, altamente productivos. Los resultados se organizan en 3 categorías acerca de la escritura científica: la afectividad, la fragilidad y la estrategia. Por último, reflexionamos en torno a la práctica de escritura académica configurada en permanente tensión con la alta demanda de productividad científica, en tanto es descrita como una labor sujeta a los nuevos dispositivos orientados a la maximización de la productividad.

2 Transformación de la universidad en Chile y las formas actuales de producción de conocimiento

Una de las características de la sociedad contemporánea es la centralidad otorgada al conocimiento y, en particular, a los procesos económicos-productivos actuales que se destacan por el uso intensivo de la información (Lim, 2019; Tünnermann y De Souza, 2003; Vinck, 2014). El nuevo escenario para la escritura de publicaciones se dibuja a partir del creciente valor de datos masivos en los sistemas productivos, junto a una serie de cambios de la universidad, en tanto institución social, organizada bajo la gramática managerial. De estos cambios relevamos la búsqueda del autofinanciamiento, la necesaria competencia por fondos públicos y la incorporación de la cultura del accountability y del credencialismo (Menzies y Newson, 2007; Smiet, 2016).

El conocimiento en la ES se está reorganizando en tanto mercancía (Montenegro y Pujol, 2013; Smiet, 2016), donde centros y agencias de investigación también están organizándose en torno al discurso y lógica empresarial (Collins y Park, 2016; Naidorf, 2005). Durante la década de 1980, tanto en la generalidad del territorio latinoamericano como en la particularidad de Chile, la institución universitaria y la labor científica incorporaron paulatinamente las orientaciones de organismos internacionales y, con la avanzada del modelo neoliberal, se posicionó el discurso de la innovación, la eficiencia y productividad como el horizonte común de las instituciones (Quintar, 2007; World Bank, 2016). A más de 30 años de estos cambios el impacto en la producción de conocimiento y en quienes lo producen es ineludible. Sin duda merece atención cómo la producción científica se ha enlazado sigilosamente con los procesos de certificación, acreditación y economía reputacional (Collins y Park, 2016).

Chile, a partir del “plan de modernización” desarrollado en 1975 durante la dictadura militar, reestructura la relación entre Estado y universidad, lo cual se materializa en dos decretos: el Decreto con Fuerza de Ley Nº 3.541 en 1980, y el Decreto con Fuerza de Ley N° 4 en 1981 (Bernasconi, 2015), cuyo objetivo consiste en estimular a las universidades a financiarse a sí mismas, condicionando la asignación de recursos a su desempeño institucional. Con el tiempo esto se traducirá en la instalación y perfeccionamiento de un modelo de administración universitaria teñido de la cultura managerial y sostenido por prácticas de accountability, maximización de la productividad académica, competencia por fondos y estandarización procesos universitarios para la comparación y acreditación (Ibarra, 2002, 2003; Sisto, 2005; Slaugther y Leslie, 1997).

En este contexto, las universidades chilenas deben responder y dar cuenta de su desempeño, a partir de diversos indicadores, los cuales siguen los lineamientos promovidos por organismos internacionales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (World Bank, 1998; 2016), en ámbitos como: formación de pregrado, formación de pregrado y posgrado, gestión institucional y vinculación con el medio e investigación (Comisión Nacional de Acreditación, 2013), surgiendo un conjunto de indicadores que guían la acción institucional. Dentro de estos ámbitos, la investigación constituye un elemento central en el espacio universitario, en tanto los productos de la actividad investigadora permiten la obtención de recursos externos que hacen posible responder el mandato de autofinanciamiento institucional (Sisto, 2017; Gómez, Jódar y Bravo, 2015).

2.1 Formas actuales de gestión de la producción de conocimiento en Chile

Dado el escenario planteado, la producción de conocimiento se ha vuelto central para las universidades chilenas. Esto ha impulsado cambios de diferente orden; ejemplo de ello son la incorporación de grandes contingentes de doctores, el establecimiento de rankings nacionales e internacionales desde donde releer la producción científica, el diseño de instrumentos e indicadores para mesurar y cualificar la actividad científica (Bernasconi, 2009; Sisto, 2017). Adicionalmente, esta cuestión ha suscitado cambios en la valoración y jerarquía de los diferentes académicas y académicos, así como transformaciones en sus tareas, desvalorizando las actividades de pregrado y sobrevalorando la formación de posgrado y doctorado (Bernasconi, 2009). De esta manera, las y los investigadores son el engranaje más preciados por la fábrica de conocimientos (Montenegro y Pujol, 2013) y se encuentran en el corazón de la empresa universitaria, pues sin su desempeño las instituciones no pueden ser consideradas exitosas, en términos de prestigio y autofinanciamiento (Altbach, 2000).

Alineado al proceso de transformación del funcionamiento universitario, las herramientas para gestionar el trabajo académico han ido mutando para organizar minuciosamente la labor de académicas y académicos, en especial el trabajo científico (Bernasconi, 2009). Autores y autoras plantean que la gestión del trabajo académico se ha caracterizado por: la estandarización de sus productos (Gill, 2009; Rowlands, 2017); la maximización de la producción científica, a través de la comparación y competencia de los outputs científicos (Clarke, Knights y Jarvis, 2012; Knights, 2013); y el uso de medidas de control, como la incorporación de ejercicios de medición de la producción permanentes (Lim, 2019) y el financiamiento condicionado a la productividad alcanzada (Deem , Hillyard y Reed, 2007). Esta cuantificación de la producción sería considerada por los estamentos de gestión universitaria como una herramienta para la simplificación de procesos complejos y heterogéneos de la producción científica, volviendo las prácticas laborales cotidianas en índices manejables para los cuadros de gestión y monitoreo (Miller y O’leary, 2007).

Entonces, gran parte de la investigación académica se va haciendo registrable en cifras como, por ejemplo: el número de publicaciones en revistas indexadas de alto impacto — WoS, ISI, SCOPUS, etc.—, el número de búsquedas del autor por internet, y el número de veces que los artículos son citados, entre otras prácticas; todo lo cual favorece el establecimiento de estándares en los criterios de evaluación académica. Articulado a esto, se implementan sistemas de incentivo monetario en función de la productividad individual, los cuales buscan maximizar la producción investigativa (Bernasconi, 2009; Clarke et al., 2012; Gill, 2009). De esta manera, bajo una lógica que privilegia los productos científicos por sobre los procesos de creación y de divulgación por medio de la docencia (Sisto, 2005), se imponen normativas político-económicas ligadas a nociones economicistas de efectividad de la universidad (Montenegro y Pujol, 2013; Tünnermann y De Souza, 2003).

Esta manera de organizar la producción científica se ve reforzada por las políticas gubernamentales de financiación de la ciencia, las cuales buscan distribuir los presupuestos instituyendo estándares de desempeño y logro que aseguren la probidad y percepción de eficiencia de las políticas (Sisto, 2017). La producción previa de quien investiga, la citación de sus trabajos, los fondos previos que se ha adjudicado y sus coautorías internacionales, por mencionar algunos ejemplos, se constituye en un aspecto relevante a evaluar (Collins y Park, 2016; Fardella, Sisto y Jimenez, 2017). Un dato ilustrativo relevante, respecto a la selección de los proyectos, es la ponderación del puntaje, donde el 40 % equivale al currículum de académicas y académicos, y este se calcula mayoritariamente por sus publicaciones en revistas indexadas (Santos, 2012). El carácter oficial de los fondos concursables orienta el quehacer investigativo, distinguiéndose la producción de la no-producción y estipulando qué constituye y diferencia al individuo productivo del no productivo (Fardella, Corvalán, y Zavala, 2019; Fardella, Sisto y Jimenez, 2017).

2.2 El paper como producto de la fábrica de conocimiento

La forma actual de gestionar la producción científica ha instalado el paper como la expresión prioritaria de la investigación, en tanto producto medible y fácilmente rastreable (Santos, 2012). Esto se enmarca en un contexto mundial que ha sido denominado “empresas de conocimiento en red”, que permite la colaboración global entre académicas y académicos (Menzies y Newson, 2007; Shaw y Ward, 2014; Smiet, 2016).

La centralidad del paper también es sostenida por los mecanismos de financiamiento fiscal de la ES, pues determina el monto final entregado según la asignación del 5 % del Aporte Fiscal Directo (AFD). Este aporte utiliza como coeficiente por institución la variable: “número de publicaciones resultantes de la suma total de las publicaciones incorporadas a revistas científicas de reconocimiento internacional más un tercio del número de publicaciones incorporadas en revistas integrantes de la Biblioteca Científica-Scielo Chile” (Decreto Supremo de Educación N° 128, 1991, p. 2). De acuerdo con esto, se advierte que el paper es un producto muy valorado y, por ende, altamente rentable para las instituciones en el contexto del capitalismo académico.

Estudios internacionales (Menzies y Newson, 2007; Shaw y Ward, 2014; Smiet, 2016) reportan que la centralidad dada al paper tiene efectos sobre las maneras cotidianas de producir conocimiento. En primer lugar, uno de los efectos más visibilizados es la hiperindividualización del trabajo científico, siendo la escritura de papers una tarea individualizada e individualizante. En segundo lugar, se reporta la omisión de las condiciones sociomateriales para el logro de los estándares de productividad; es decir, se invisibiliza el proceso y las posibilidades de creación de conocimiento dentro el circuito de revistas indexadas, con el fin de poder responder a las exigencias de productividad individual. En tercer lugar, se propone como consecuencia la estandarización y homogenización de la escritura (Santos, 2012). Dicho de otro modo, la producción de papers está rigurosamente normalizada mediante aspectos formales, lo que establece un modo-paper de escribir, limitando la naturaleza artesanal y creatividad de la producción de conocimiento (Gómez et al., 2015).

A pesar de la categorización de estos efectos, está ampliamente documentado que la producción de conocimiento es una zona de conflictos y tensiones permanentes del trabajo académico (Shaw y Ward, 2014; Smiet, 2016). En ese sentido, las modulaciones en la producción de conocimiento científico están llenas de fricciones, no existiendo una respuesta unívoca y homogénea del cuerpo académico frente a las demandas por productividad. Por ello, consideramos pertinente dirigir una mirada comprensiva a los procesos de producción de conocimiento, visibilizando la transformación del trabajo académico, en su dimensión local y situado, haciendo hincapié en la diversidad de sentidos que habitan y moldean la práctica cotidiana de escritura científica (Fardella y Carvajal, 2018).

3 Método

En este escrito presentamos los resultados de un estudio cualitativo que busca comprender, de manera específica y contextualizada, el fenómeno de la escritura académica a la luz de las actuales transformaciones de la academia (Denzin y Lincoln, 2003; Flick, 2004), comprendiéndola como un espacio específico de académicas y académicos investigadores, situados al interior de las universidades. Optamos por esta perspectiva, pues entendemos la escritura como una práctica enmarcada en un espacio heterogéneo y ágil, a la vez que situada socio-históricamente, lo que requiere una perspectiva sensible a tales cualidades. Así, buscamos generar un conocimiento, dependiente de las y los actores, resultado del diálogo con ellos (Gadamer, 1975; Denzin y Lincoln, 2003).

La muestra se compuso por 20 académicas y académicos de diferentes disciplinas constitutivas de las Ciencias Sociales, como, por ejemplo, psicología, economía y negocios, ciencias de la educación y sociología, entre otros. Las y los participantes pertenecían a universidades privadas y del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), clasificadas como de docencia e investigación y de docencia e investigación focalizada, ubicadas dentro de la Región Metropolitana y la Región de Valparaíso. Asimismo, cumplían con criterios de alta productividad científica, según los criterios de la Comisión Nacional de Acreditación (Comisión Nacional de Acreditación, 2015), por lo que la práctica de escritura para obtener publicaciones científicas representa una experiencia enmarcada en la problemática planteada (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica, 2015). Inspiradas en la técnica de entrevistas activas de Holstein y Gubrium (1995) propusimos a las y los sujetos conversar profundamente sobre la experiencia de escribir un artículo científico en el actual contexto académico. Con el mismo propósito, desarrollamos las entrevistas en los lugares donde las y los académicos escriben, buscando incorporar los elementos socio-materiales del proceso de trabajo a la conversación (pantalla del computador, borradores, impresiones, libros, teclado).

Las entrevistas fueron transcritas con una adaptación del sistema Jefferson (Bassi Follari, 2015; Jefferson, 2004), el cual refiere a una convención de transcripción que consiste en una serie de símbolos que permiten registrar en un texto escrito información no verbal, paraverbal y contextual en situaciones de interacción de dos o más personas (Íñiguez y Antaki, 1994). Luego de la etapa de transcripción, obtuvimos un corpus textual presto para su análisis que, en una primera fase, se caracterizó por el análisis de contenido temático (Vásquez, 1996); así, mediante una lectura repetida y exhaustiva de los textos producidos, segmentamos el material en unidades de significado que se refirieran y/o describieran la escritura científica, a partir del cual elaboramos un libro de códigos. La lectura sistemática de los códigos y sus fragmentos asociados nos permitió construir categorías que abarcaban conjuntos de códigos que, al asociarlos, permitían comprender cómo las personas entrevistadas describen la actividad de escritura científica (Coffey y Atkinson, 2003). En la segunda fase, el material seleccionado fue releído y analizado desde una orientación discursiva pragmática, principalmente desde el trabajo de Potter (1998), lo que permitió reconocer cómo se construye discursivamente la escritura científica a partir de descripciones, juicios, posicionamientos y asignaciones de sentidos por parte de las y los hablantes en torno su práctica laboral.

Como señalamos anteriormente, este estudio buscó explorar y comprender cómo académicas y académicos describen la escritura científica desde su cotidianeidad laboral, atravesada por las nuevas regulaciones del trabajo académico. La potencia epistémica de la descripción yace en ser una actividad demarcadora y performativa (Potter y Wetherell, 1987). En nuestra investigación, la escritura científica podría ser descrita y caracterizada de múltiples maneras, haciendo uso variado de adjetivos y cualidades; sin embargo, una conversación impele a las y los hablantes a tomar algunas decisiones: seleccionar algunas cualidades por sobre otras, enfatizar opiniones y callar aspectos que fueron seleccionados para entrar al espacio compartido, pues conversar también es omitir (Potter, 1998). De esta manera, la conversación es, entre muchas otras cosas, un juego permanente de inclusiones y exclusiones lingüísticas, desarrollado en un puntualísimo espacio conformado por sus participantes, y la situación de entrevista es una solicitud para tomar partido por algunas versiones de mundo y de objetos de experiencia de quien es entrevistada/o. En definitiva, reunirnos para hablar sobre escritura científica implica que académicas y académicos distingan y jerarquicen algunos elementos por sobre otros para dar cuenta de esta actividad.

4 Resultados: La escritura científica según académicas y académicos

A continuación, compartimos los principales resultados organizados en 3 categorías, acerca de cómo las y los investigadores participantes de este estudio describen y caracterizan la escritura científica: (1) la escritura científica como una actividad corporal y afectiva; (2) la escritura científica como una práctica frágil; y (3) la escritura científica como una práctica estratégica. Cada categoría ha sido pensada como una dimensión o faceta de la descripción de escritura científica realizada por quienes conformaron la muestra de esta investigación; las descripciones en su conjunto dan cuenta del objeto de estudio.

Cabe señalar que no son categorías homogéneas y los resultados intentan dar cuenta de los matices que subyacen a cada dimensión. La totalidad de hablantes no da cuenta de la escritura científica de igual manera y este análisis toma como material a analizar las confluencias que emergen en la descripción. A continuación, desplegamos estas categorías e ilustramos su contenido mediante la exposición de fragmentos de las entrevistas.

4.1 La escritura científica como una actividad corporal y afectiva

Convencionalmente, las ciencias han sido construidas como actividades estrictamente cognitivas; no obstante, esta dimensión muestra cómo el afecto es para los entrevistados una cualidad central para caracterizar los procesos de escritura académica. En este sentido, las y los participantes usan con frecuencia descriptores como “gustoso” o “rico” para referirse a ella. De este modo, el ejercicio de escribir desborda su representación clásica asociada al trabajo intelectual, para incorporar categorías asociadas al goce o sufrimiento corpóreo y afectivo.

↑ Pa’ mí la escritura↑ es probablemente el momento más GUSTOSO QUE TENGO. Si yo pienso e:::n grandes momentos ricos (3), <que yo me siento bien>, no sé:::, a gusto, es frente al teclado, ese es mi modo que >me agrada<. (Entrevistado nro. 5, entrevista personal, agosto de 2017) 1

El ejercicio de escritura relatado por académicas y académicos se funde con descripciones acerca del estado de sí cuando se escribe. Y en el estado de sí dispuesto a esta actividad, podemos distinguir un abanico de sensaciones, emociones y disposiciones físicas, tales como “cansancio”, “frustración” y “satisfacción/alegría”. Todos ellos son estados afectivos y corporales seleccionados por las y los hablantes para retratar el proceso de producción científica, lo que ilustra el siguiente fragmento:

Bueno, lo más como eh:::: ºobvio que apareceº primero es la satisfacción cuando se termina ((risas)). Hay también ↓mu:cho:: tedio y cansancio↓ en los procesos <cuando uno ya pasó la parte creativa>. (Entrevistado nro. 11, entrevista personal, octubre de 2017)

En los textos analizados, el afecto y lo corporal son recursos discursivos que aparecen indistintamente, incluso con límites difusos entre ellos, a veces imperceptibles. La escritura es descrita como una sensación física: “tú sientes en tu cuer:po: que la ↓sufres de alguna manera↓” (Entrevistado nro. 11, entrevista personal, octubre de 2017). El cuerpo aparece no únicamente como el instrumento para desarrollar la tarea, sino como el espacio donde se configura la actividad.

El trabajo rea↑ l es la otra parte, porque es la parte que te cue:::::sta, es la labor realmente que te obli:::ga a concentrarte, a encontra:::r cosas, tú sientes en tu cuerpo que la su↑fres de alguna manera ¿no?, eso de repente te puede interesar, ↓en términos emocionales↓, de <la exigencia que uno se pone encima>, como los deportistas de alto rendimiento, soy bien extremista en ese sentido, por lo tanto, ºla labor es lo que uno produce bienº, >la escritura<. (Entrevistada nro. 4, entrevista personal, julio de 2017)

Este fragmento es particularmente ilustrativo, porque se usa la figura de los deportistas de alto rendimiento como metáfora para representar la actividad. Para trabajar esta idea podemos preguntamos por los elementos que ambas figuras, quien escribe de papers y un deportista de alto rendimiento comparten. ¿Qué aspectos del deportista son transferidos al escritor? Lo primero, que se viene dibujando en los párrafos anteriores, es que la escritura es un proceso y producto del cuerpo completo, y no sólo un producto de intelecto, o bien, intelecto y cuerpo son parte de una totalidad creativa. Otro aspecto interesante es la idea de excelencia que parece deslizarse: no es la figura de cualquier deportista la que sirve al hablante para mostrar su trabajo, si no la de uno de alto rendimiento. Por ello, lo común entre ambas figuras no es cualquier actividad corporal, sino una que se distingue de las otras, una actividad de élite y de extrema utilización de los propios recursos.

Y de allí que se defina, explícitamente, la escritura científica como una labor que se aloja y se siente intensamente en el cuerpo. En efecto, caracterizar la tarea de escritura como un proceso afectivo y corporal pareciera ofrecer una imagen más concreta acerca de su intensidad. Intenso, un ímpetu que se dirige hacia dentro, una actividad potente que se desarrolla dentro de sí. Así, parece articulado, en el discurso de las y los hablantes, que la escritura ordena un involucramiento total de sí y del cuerpo en la tarea, a la vez que se trata de una tarea donde el cuerpo, como parte constituyente del sí mismo, se afecta. Esto se ilustra en la descripción que realiza un entrevistado respecto de finalizar un escrito científico: “Sí m:: sí, como el militante que ↑entregaba cuerpo y alma↑ al asunto, bueno es lo mismo <¿te das cuenta?>”. (Entrevistada nro. 4, entrevista personal, julio de 2017)

La descripción de la escritura, con los recursos presentados, nos esboza una particular relación entre la autoría y la tarea, el cuerpo y la creación. Entonces, emerge el texto como el producto de un ejercicio corporal y afectiva del académico. Respecto a esto, Mihaly Csikszentmihalyi (2011) instala la idea de “flujo” en las actividades creativas, que consiste en la experiencia de afectarse por la actividad, a la vez que investir la actividad con el propio afecto. Tal como exponemos a continuación, la escritura es construida en las entrevistas como una experiencia de fusión escritor/a-escritura: “es que ↑yo creo↑ que los investigado:res:: tienen que estar poseídos por sus temas y el que escrib:e(3) es una POSESIÓN”. (Entrevistada nro. 4, entrevista personal, julio de 2017)

En relación con esto, un aspecto interesante de esta forma de definir la escritura de papers, es que deviene función de demarcación de la actividad de la escritura para las ciencias sociales. Es decir, la dimensión corporal y afectiva se constituye en una cualidad necesaria, que condiciona la definición misma de la escritura (“yo creo que los investigadores tienen que estar poseídos”). Y es justamente esta cualidad ineludible lo que permite a la escritura-escritor/a distinguirse de otras actividades de la labor académica.

La construcción discursiva de la escritura como actividad corpóreo-afectiva parece contraponerse a las actuales formas de producción científica. Tal como ha surgido en fragmentos anteriores, se aparejan a la escritura emociones negativas y/o de malestar frente a la exigencia de cumplir con determinados modo-paper (Santos, 2012), consistente en reglas y criterios de producción específicos, como la extensión y estructura del escrito:

Y: nos obligaron a encuadrarlo, o sea, nos dijeron <‘NO, pero es que esto no tiene linealidad’>, cuando lo choro del texto era que no↑ tiene linealidad. Eh:::, ‘no↑ tiene linealidad↑’, º‘no tiene clara la estructura’º, >‘dele una estructura más convencional’<. Yo me enojé::: (4), igual lo hicieron: los otros. (Entrevistada nro. 9, entrevista personal, octubre de 2017)

Pese al malestar con el formato de escritura, para continuar con su carrera, académicas y académicos señalan que deben producir bajo este modo-paper (Santos, 2012). Para toda la muestra la adscripción al género argumental de la escritura científica (con su retórica y reglas propias) es prioritario, en tanto criterio de evaluación, cualificación y calculabilidad de la productividad científica: “si no calzas en ese esque:ma::, entonces >vas a ser rechazado<, ↓lo que puede ser a ve:ces:: ºfrustrante o cansadorº↓”. (Entrevistado nro. 11, entrevista personal, octubre de 2017)

En síntesis, la dimensión corpóreo-afectiva es un recurso central y demarcatorio para definir la escritura científica desde la perspectiva de investigadoras e investigadores. Se trata entonces de construcciones discursivas donde la escritura no reside en un polo de la construcción binaria cuerpo y mente, lo que resulta particularmente interesante si consideramos el contexto de producción de tales textos, donde el trabajo de investigación eminentemente asociado a la presunción de neutralidad intelectual ha ignorado y desterritorializado permanentemente el afecto y el cuerpo.

4.2 La escritura científica como una práctica frágil

Aparejado a la construcción de la escritura como un proceso corporal, creativo y cargado de afectos, surge la fragilidad como otra dimensión para su descripción. La fragilidad refiere a aquellas cualidades que entienden el proceso de escritura como una práctica sensible y vulnerable a las condiciones ambientales y contextuales para su desenvolvimiento. La escritura es relatada como una actividad delicada, frágil y aguda, por ello susceptible a las interrupciones de la circunstancia. De acuerdo con académicas y académicos, la porosidad abierta al exterior de la fusión escritor/a-escritura es lo que torna la escritura científica en una práctica frágil y vulnerable “la otra pega es sú:per:: frá:gil::: en el sentido que ↑no cuesta na’ perderla↑(3), ºperder el hi:lo:º, perder la atmósfera de escritura” (Entrevistado nro. 5, entrevista personal, Sociología, agosto de 2017). Así, las y los hablantes convergen en la necesidad de desplegar mayor concentración e involucramiento como acciones que preservarían la práctica de escritura, protegiéndola de su propia lasitud: “E:: Escribo de noche o::, o también ↑en la madrugada↑ <¿Por qué?> Ehh::, creo que es por el sile::ncio cla:ro:, sino me meto en la mú::sica:, ↓ahí me inoculo↓” (Entrevistado nro. 5, entrevista personal, agosto de 2017). Siguiendo las entrevistas, se dirá que la fragilidad exige cautela. Escoger y señalar la vulnerabilidad como rasgo característico del proceso de escritura, permite a las y los hablantes argumentar que es necesario dedicar un tiempo exclusivo para el despliegue de esta actividad: “ento:nces NO PUEDES estar ahí::: dedicándote a otra cosa en paralelo. Es una ↑exclusividad↑:::, <lo concibo un poco así>” (Entrevistada nro. 16, entrevista personal, julio de 2017).

Considerando que la escritura científica demanda un compromiso intenso por parte de su autora o autor, las y los hablantes mencionan que la tarea de escribir se concreta en flujos temporales particulares y diferentes a sus otras tareas. La construcción de manuscritos científicos es una acción de inmersión profunda que exige continuidad en el flujo de trabajo, el cual, según las y los investigadores no se corresponde con los tiempos formales o tradicionales de trabajo:

Yo, <por ejemplo>, una cosa ºpersonal míaº, ↓me cuesta meterme en un paper↓ así como:: >‘ah:: tengo me:dia hora me voy a meter:’<. No::, NO ME RESULTA, necesito:, o sea, en ↓media hora yo vuelvo↓ como a entrar en on:da:. Eh: es como a ver:: vuelvo a releer, voy arreglan::do: ↑y ahí empiezo como a producir↑. Estoy empezan:do a producir <después de los cuarenta minutos>, ºpor decirte algoº.(Entrevistado nro. 11, entrevista personal, octubre de 2017)

En las entrevistas realizadas, los singulares ritmos de la tarea son evaluados como una dificultad para cumplir con los plazos impuestos por las actuales formas de gestión de la producción científica. Asunto que cobra fuerza por el escaso tiempo disponible que académicas y académicos refieren tener, considerando las labores de gestión y docencia. Así, se advierte que los tiempos para escribir son un recurso agenciado personalmente para producir artículos científicos y, paradojalmente, cumplir con una demanda externa de productividad. Responde en parte al concepto de trabajo temporal (Flaherty, 1999), que comprende al individuo como un ente que intenciona, determina y rediseña una experiencia temporal subjetiva que “trasciende la vivencia del tiempo como un recurso objetivo y externo determinado exclusivamente a partir de las estructuras e instituciones sociales” (Güell y Yopo, 2016, p. 104). A propósito de esto, los tiempos de escritura son definidos por las y los participantes como el “bien más preciado” en el escenario laboral cotidiano, un recurso urgente que se disputa o bien diluye entre otras tareas de la academia:

Y eso me imagi:no: que es lo que les de:be pasar final:me:nte a ↓los otros profesores↓ que cuando andan por los pasillos ↑así ‘oh no doy más, estoy desesperado’↑. Es porque to:das: estas actividades que te quitan tiempo, <la acreditación, no sé qué, y las jornadas no sé cuánto>, to:do: eso es tiempo que un pro:fe:sor en rea:li:dad ºen la cabezaº dice ↑ ‘tengo que escribir, tengo que escribir, no tengo tiempo porque si no en el fondo el (FAD), este bo:no↑::, este º¿cómo se llama?º <No me llega o me lo van a cortar o etcétera>.((Entrevistado nro. 12, entrevista personal, agosto de 2017))

Como el fragmento evidencia, la demanda de productividad, como condición de financiamiento, es vivida por académicas y académicos como una presión cotidiana interna concerniente a la disponibilidad/escasez de tiempos para escribir. Tomando en cuenta que la producción de artículos científicos es medida y evaluada individualmente, se convierte en una responsabilidad personal que justifica la autointensificación y la mágica conjugación de tiempos oficiales y no-oficiales de trabajo: “te obli:gas: a trabajar el fin de semana, a veces en ºlas nochesº, igual ↑quita mucho tiempo↑ a otras actividades, ↓vida familiar o qué sé yo↓” (Entrevistada nro. 4, entrevista personal, julio de 2017). Como vemos, el límite de los tiempos de trabajo resulta difuso y el despliegue de prácticas de cuidado sobre la actividad creativa puede tener como resultante la utilización de tiempos que diluyen la separación con la existencia ajena a la dimensión laboral, para borrar la vulnerabilidad de la tarea y de las condiciones que acentúan su fragilidad, como lo son la multiplicidad de actividades que desempeñan académicas y académicos (Autor/a et al., 2017).

Por otro lado, y como ilustramos con el siguiente fragmento, la fragilidad no sólo emerge en los discursos como un criterio de definición de la actividad, sino que se trata de un enunciado demarcatorio que, a la vez, tiene la facultad de distinguir un saber/hacer tácito de una comunidad particular, en este caso, la académica:

Y eso:: yo creo que ↑sólo lo reconocen las personas que escriben↑ de manera constante y ven que el otro está ahí, y si el otro está: ºen esa escribiendoº oye:::↓ ((hace gesto)) ((risas)) no toquen a ese tipo porque está en una relación ra:ra:↓ con ese computador y con eso, en:ton:ces >déjenlo ahí en su mundo un: ra:to:< y des:pues: aparezcan. (Entrevistado nro. 5, entrevista personal, agosto de 2017)

Dicho de otra forma, la fragilidad como cualidad de la escritura, en tanto aspecto reconocible sólo por quienes llevan a cabo esta tarea, manifiesta y carga la afirmación de una identidad de oficio (Gherardi, 2009).

4.3 La escritura científica como una práctica estratégica

Adicionalmente, se delinea una tercera cualidad de la escritura científica en tanto práctica estratégica, donde se despliegan diversas tácticas, trucos y técnicas para sostenerla. Entre las estrategias relatadas por las y los académicos destacamos la construcción de ambientes controlados de trabajo, es decir, que sean propicios para desplegar la escritura. En general, se narran trucos que buscan favorecer la concentración y un uso eficiente de los tiempos productivos, tales como no trabajar en la oficina y quedarse en su casa o colgar carteles en la puerta de su despacho para evitar interrupciones.

Tengo to:do:: un ritual: de que, pongo aromatera:::pia ;, rome::ro porque me concentro con eso, pongo mú:::sica y como que creo un ambiente propicio y >grato para trabajar<. La aromatera:pia me funcio:na::, ↓ no sé si será un placebo o algo así↓.(Entrevistada nro. 6, entrevista personal, agosto de 2017)

Por otro lado, debido a que las y los investigadores se ven impelidos a conjugar tiempos oficiales y no-oficiales de trabajo para escribir papers, la conciliación de la labor investigativa con la vida familiar emerge como una tensión cotidiana en sus discursos. En este contexto, las y los hablantes describen como estrategia para enfrentar dicha problemática la intensificación de su rendimiento en el horario oficial de trabajo, lo que además les permite resguardar espacios y tiempos no-oficiales de actividad laboral. Es frecuente que esta estrategia se lleve a cabo, sobre todo, por investigadores que son madres o padres, quienes además narran la imposibilidad de escribir en casa dada las constantes interrupciones.

Otro truco compartido por las y los participantes para escribir artículos en el marco de demanda de alta productividad científica corresponde a la decisión de privilegiar la publicación de papers en cierto tipo revistas indexadas, como ISI, WoS o SCOPUS, en desmedro de otro tipo de revistas, tales como Scielo, Latindex, etc. Esto se trataría de una acción estratégica que les reporta mayores beneficios, pues este tipo de publicaciones otorga un puntaje más alto en la evaluación de su rendimiento personal, lo cual se relata como una mayor inversión en el currículum:

Me di cuenta que seguir enviando artí:culos como a revi:stas ↑como:: Scie::lo o pa’ abajo incluso↑, era como per- perde::r (...) enton:ces: yo dije <‘claro, si yo de aquí en adelante quiero postular a nuevos fondos>, evidentemente que el ↑tema del PUNTAJE es importa:nte::’↑ (5) aparte es un tema de prestigio, porque tam:bién como que hay ºuna jerarquía de revistasº, o sea, de indexación, entonces si tú publicai en puros Scielo er- eres como: ↓de otra categoría si publica:i en Scopus o en ISI↓.(Entrevistado nro. 12, entrevista personal, julio de 2017)

Como evidenciamos en la cita anterior, la elección de revistas de bases de datos con mayor índice de impacto es narrado como una táctica que permite aumentar su capital simbólico dentro de la comunidad científica. Llama la atención que las estrategias narradas, dan cuenta de una o un hablante que busca diferenciarse de sus pares, dentro de un ámbito de competencia. Por ello, cabe retomar una figura que mencionamos antes: “el deportista de alto rendimiento”. En los relatos, la distinción respecto del resto de pares se vuelve central, posibilitando que un aspecto en común entre quien escribe y el deportista sea la competencia permanente como base para alcanzar logros, ¿Será que otro aspecto simbólico que permite transferir la metáfora es la del competidor solitario?

Este punto no es homogéneo en todos las entrevistas, pues algunas y algunos investigadores señalan que, para responder a las demandas de mayor productividad laboral, se asocian con sus pares a través de alianzas colaborativas de escritura: “↑he escri:to cosas so:lo también↑, ºpero no es lo normalº, y sobre todo por lo que te digo, ↑de que es tanta pega↑, que es bueno ayudarse” ( Entrevistado nro. 11, entrevista personal, octubre de 2017). Entonces, las prácticas de alianza son retratadas como estrategias de instrumentalización para sostener la producción científica aminorando costos personales. En efecto, estas tácticas son narradas como trucos de solitarias y solitarios para enfrentar las nuevas regulaciones. Así lo ilustra este fragmento:

No es fá:cil:, este mundo se ha vuelto macabro y ↓reconozco que he incorporado autores en los manuscritos a última hora↓ o sé de editores, ºmuy pocosº, <no te digo que siempre sea así>, por el contrario, que ↓priorizan los escritos de sus amigos↓. ( Entrevistado nro. 15, entrevista personal, agosto de 2017).

Al mismo tiempo, las y los hablantes describen la coautoría como una elección personal basada en el beneficio mutuo, pues posibilita el encuentro de perspectivas diversas que enriquecen la calidad de los análisis y permite la repartición de lecturas temáticas entre coautores, reduciendo la cantidad de trabajo individual. A su vez, señalan tener autonomía para decidir con quien colaborar, incluso cuando este trabajo no sea considerado a la hora de evaluar la productividad académica, de modo que la demanda de productividad resulta ser un criterio para articularse con los pares y conseguir beneficio mutuo:

Yo trato siem:pre: de >distinguir a la gente con la que puedo ↑trabajar bien↑ y con la que no puedo trabajar bien<, y rodear:me de la gen:te con la que puedo traba:jar bien. Por suerte, el mundo acadé:mi:co permite eso ¿ah?:::, uno tiene liberta::d, autonomía:: <↓para trabajar con quien tú quieras↓>. (Entrevistada nro. 19, entrevista personal, julio de 2017)

En definitiva, si bien se reporta un trabajo colaborativo, éste no constituye una práctica institucionalizada, sino más bien de acciones espontáneas. La escritura, como una práctica táctica, emerge como un despliegue creativo y estratégico para hacer frente a las nuevas regulaciones. Asimismo, en esta última dimensión aparece una o un hablante distinto que se distancia de las primeras categorías. La escritura ya no es esa actividad fusionada donde él o la autora aparece afectado por la actividad corporal y emocional de la escritura. Paradojalmente, la escritura como actividad estratégica performa un sujeto racional, que controla y predice sus tiempos, cautela sus ambientes para optimizar su producción, aguantando y reforzando así un régimen productivo donde el éxito y fracaso son apreciados como resultado de elecciones personales (Gómez et al., 2015).

5 Discusiones y conclusiones

En síntesis, investigadoras e investigadores describen la escritura científica tensionada con el contexto de la actual organización de la ciencia. Los tiempos de escritura científica y la fragilidad del proceso creativo entran en tensión con la demanda de hiperproductividad científica, contexto donde las y los académicos se narran como responsables de gestionar los espacios para el progreso de sus trabajos, intensificando su labor a fin de responder a la demanda externa. Adicionalmente, la construcción de la escritura como una actividad estratégica, nos presenta un sujeto que despliega trucos y tácticas concretas para cumplir con la producción de papers, tales como la generación de ambientes propicios para escribir, la intensificación del rendimiento dentro y fuera del horario oficial de trabajo y la vinculación con sus pares a fin de colaborar mutuamente. Así, las y los investigadores reordenan las demás dimensiones cotidianas del trabajo académico en función de la escritura científica, desplegando su creatividad dispersa, en tanto son agentes autónomos capaces de negociar, maniobrar y adaptarse en función de las circunstancias (Crozier y Friedberg, 1990; De Certeau, 1996).

Incongruentemente, en un marco de reorganización científica, donde el paper emerge como la expresión fundamental de la ciencia, académicas y académicos caracterizan su escritura como un proceso corpóreo-afectivo indisociable del yo-autor/a, a la vez que se exhibe cómo la escritura es también una operación estratégica, racional y disociada del yo. Esta tensión divide la escritura como un proceso orgánico, vulnerable y contrapuesto a un producto técnico, versus la escritura como herramienta de acumulación de capital simbólico o como medio de ingreso a espacios de autonomía laboral para realizar otras tareas. Esto último nos permite pensar que la escritura científica es, simultáneamente, una expresión creativa de la ciencia y, también, se somete a prácticas de ajuste o tensionada complicidad con los actuales modos de producción científica.

Para Lucía Gómez et al. (2015), se trata de una paradoja de sujeción con agencia, en donde mecanismos de control externo se someten a la voluntad y creatividad de académicas y académicos, al tiempo que él o la autora se ajusta a los modos actuales de escribir y hacer ciencia . Por ende, la producción de conocimiento es una zona tupida de conflictos y tracciones en torno al trabajo y la identidad académica (Menzies y Newson, 2007).

Tanto los discursos de oposición como de ajuste nos indican algo irrevocable: las maneras particulares, locales y singulares de escribir y crear conocimiento se ven afectadas por las nuevas regulaciones de producción del conocimiento, pero sin determinarlas por completo. Si bien se trata de formas locales de producción científica, organizadas históricamente por comunidades de investigadores que se ven desafiadas por las nuevas políticas de educación superior, no se encuentran completamente sujetadas. Junto con ello, los resultados que exponemos indican que el proceso de caracterizar la práctica de escritura científica da cuenta de un saber/hacer tácito reconocido por una comunidad científica y arraigado en la identidad de oficio, a la par que intensamente sujeto por el devenir cotidiano. Es así como la práctica de producción científica no es una acción mecánica, sino que se desarrolla de manera emergente y diversa, a través de una constante improvisación y juego con sus circunstancias (Gherardi, 2015).

La práctica de producción de escritos científicos nos permite una mirada local respecto de la instalación de las nuevas regulaciones de la producción científica en el espacio académico, reflejando las formas heterogéneas y cotidianas con las que académicas y académicos dan sentido a la labor que se ha vuelto central en su quehacer investigativo. En este sentido, este estudio busca el reconocimiento de la voz de quienes localmente performan las transformaciones de las ciencias (sociales), corporizando y sintiendo las modulaciones de ésta a través de su trabajo. Sin embargo, se trata de un estudio exploratorio enfocado exclusivamente en el área de las ciencias sociales, por lo que sus resultados no son aplicables a otras áreas. Además, la escasez de estudios locales (latinoamericanos y sobre todo nacionales) en torno a la temática, dificulta una delimitación más exhaustiva del problema de investigación y la construcción de un ensamblaje conceptual adecuado para abordar dicho problema. Sin duda, resulta fundamental continuar investigando sobre este tema y así ampliar una discusión y reflexión en torno a la reorganización del trabajo científico. Discusión que nos parece tan perentoria como imperativa.

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