Reseña de Rouban (2024) Les ressorts cachés du vote RN

Review of Rouban (2024) Les ressorts cachés du vote RN

Luc Rouban acaba de publicar su obra, titulada Les ressorts cachés du vote RN, en la editorial Les Presses de Sciences Po. Es preciso recordar que el autor es director de investigación del CNRS en el laboratorio CEVIPOF. Sus investigaciones se centran en las transformaciones del sector público en Europa y, en particular, en las mutaciones de la función pública y la reforma del Estado. Se detiene sobre todo en las relaciones existentes entre la administración y la clase política, el trabajo de los funcionarios y la sociología de las élites. Recurre para ello a la sociología del trabajo y al análisis electoral. Sus trabajos actuales consisten en un estudio comparativo de la alta función pública y de los directivos del sector privado, para explicar las nuevas relaciones entre las instituciones y su historicidad y las preferencias sociopolíticas de los actores. Entre sus obras más recientes se encuentran Le paradoxe du macronisme (2018), La matière noire de la démocratie (2019), Quel avenir pour les maires? (2020), Les raisons de la défiance (2022a) o La vraie victoire du RN (2022b).

En el presente libro, el autor intenta contestar a la siguiente pregunta: ¿Cómo comprender la dinámica que ha permitido a la Agrupación Nacional (AN) convertirse en la primera fuerza política en Francia? (p.7) Si bien es cierto que Marine Le Pen ha conseguido en las elecciones presidenciales de 2022 dos millones de votos adicionales que los que obtuvo en 2017, los partidos tradicionales de la V República se han desmoronado, la radicalidad del partido Reconquista ha moderado la imagen de la AN y la crisis de la democracia representativa es patente, tal y como lo muestra el divorcio creciente entre los electores y sus representantes políticos, es también obvio que los resultados cosechados por la lista liderada por Jordan Bardella en las elecciones europeas de 2024 marcan un punto de inflexión. No solamente porque ha ganado 2,5 millones de votos adicionales con respecto a los comicios de 2019, sino porque la distancia que separa la AN de la segunda formación se ha agrandado notablemente, pasando de 207.924 a 4.151.290 votos. Esta tendencia se confirma en los comicios legislativos de 2024 donde la extrema derecha duplica el número de sus diputados (p.8).

Lo cierto es que el centro de gravedad de la política gala se ha escorado hacia la derecha a medida que la derecha republicana se ha radicalizado apropiándose ciertas temáticas históricas de la extreme derecha, especialmente en materia de inmigración y de inseguridad. Esto ha conducido a legitimar las tesis de la extrema derecha y a propiciar el trasvase de votos de Los Republicanos a la AN. En ese sentido, la extrema derecha ha sustituido a la derecha ocupando buena parte de su espacio político y convirtiéndose en el centro de gravedad de las derechas. Numerosos electores e incluso responsables políticos de derechas ven en la extrema derecha el futuro posible y probable del país, y, por lo tanto, un aliado que es preciso cuidar y del que conviene aproximarse para conservar una semblanza de influencia. Tanto por sentido político como por oportunismo, la AN ha sabido aprovechar la debilidad de los partidos tradicionales.

Más allá, la extrema derecha se beneficia de tres crisis concomitantes.

• La primera alude a la crisis del Estado del Bienestar, “no tanto en los términos del liberalismo económico que denuncia el desequilibrio entre los costes y las ventajas del gasto social, sino en aquellos empleados por los participantes en el gran debate nacional de 2019” posterior al movimiento de los Chalecos Amarillos: sea cual sea el dinero público invertido “para garantizar una red de protección social, la regla del juego no ha cambiado, [dado que] la reproducción de la jerarquía social se ha mantenido e incluso reforzado, así como la fragmentación de las [relaciones] solidarias en búsqueda de una solidaridad real, física, palpable, comunitaria” (p.14).

• La segunda crisis hace referencia al desmoronamiento de la idea de comunidad e incluso de territorio nacional, dado que la AN ha conseguido resultados significativos en toda la geografía gala, más allá de las especificidades locales, dado que la geografía ha dejado de tener sentido a la hora de dar cuenta de los comportamientos y de las identidades políticas. Traduce una sensación creciente de vulnerabilidad, de modo que el inmigrante se convierta en la figura principal del peligro, a la vez, “cultural, civilizacional, religioso y económico” (p.55). Con los atentados yihadistas, la pandemia del Covid-19, la segunda guerra en Ucrania o la pérdida de poder adquisitivo, las clases medias y populares se sienten amenazadas.

• La tercera está relacionada con un control cada vez más audaz de la naturaleza. De hecho, “el cambio climático conlleva unas modificaciones muy directas y brutales de [los] modos de vida, pero también de [las] representaciones del mundo. La naturaleza vuelve bajo su forma antigua, la de una amenaza, una fuerza independiente a la cual es preciso someterse. Hay que adaptarse al calentamiento, a la sequía, a la inundaciones, a las transformaciones físicas del entorno que escapan a la toda-poderosa técnica” (p.15). Se difunde la idea según la cual las personas y las sociedades han perdido el control, sin capacidad de predicción y condenadas a paliar sus efectos nefastos.

Esto significa que las razones por las cuales ciertos votantes optan por la extrema derecha son más complejas de lo que parece a primera vista. Ese voto no es reducible al cambio del contexto sociopolítico transformado por el incremento y la diversificación de la inmigración, ni a la reacción ante el auge de la delincuencia y de la violencia. Para comprender los resortes de ese aumento, es preciso, nos dice el autor, escuchar lo que “estos electores dicen de su relación con la política, de sus concepciones de la empresa, de la ecología, del Estado del Bienestar y de la inmigración” (pp. 177-178). Eso hace que sea difícil limitar el fenómeno de la extrema derecha al populismo, porque los electores de la Agrupación Nacional no buscan un líder fuerte y carismático que encarnaría el pueblo en una proyección ideal.

En ese sentido, la AN ofrece una respuesta a la aspiración a recuperar el control del destino colectivo y de la trayectoria individual. Para ello, sus votantes desean volver a encontrar “los medios de la potencia pública y una eficacia de la acción pública perdida en la burocracia y la inflación normativa”. A su vez, aspiran mayoritariamente “a crear sus propias empresas sin ser por ello neoliberales o ultra-liberales y tampoco buscan privatizarlo todo para ahorrar dinero público” (p. 178). Todo ello se compagina con una crítica de la democracia representativa y una aspiración a una mayor proporción de democracia directa. Poco interesados por la propuesta programática del partido lepenista, son especialmente sensibles a los imaginarios movilizados, especialmente aquel representado por el gaullismo que “se compone por un culto del Estado asociado a la derecha social pero también a una separación clara de la esfera de los intereses públicos y lo que depende del mundo privado” (p. 179).

Para los votantes de la AN, “se trata de separar los dos universos con el fin de proteger los modos de vida, las herencias culturales e históricas, de preservar un control voluntario del destino colectivo pagando el precio de un discurso basado en la nostalgia y el paseismo”. El voto en favor de la AN se ha convertido “en un rechazo de la indiferenciación y de lo que significa: la [desclasificación] social de actores que se han convertido en meros consumidores intercambiables y precarios. La indiferenciación se ha transformado en la marca del desprecio social para todos aquellos que, y son numerosos”, no gravitan en torno al poder (p. 180).

Emmanuel Macron encarna precisamente la indiferenciación gestora. “Cuando el Estado está considerado por los responsables políticos como una empresa, la jerarquía pierde su carácter sagrado, el intercambio político se inscribe en un registro privativo [y] el representante político se convierte en comercial. Lo que conduce a ver en el jefe del Estado un mero directivo y en los electos (…) unos delegados del personal”. En semejante panorama, la AN se ha transformado, “en las representaciones del electorado, en el guardián del templo, el del Estado fuerte, respetado, social y que protege” los ciudadanos ante las agresiones externas, las migraciones o las religiones lejanas e indeseadas (p.181).

Al término de la lectura de la obra Les ressorts cachés du vote RN, conviene subrayar el carácter sumamente estimulante de la interpretación propuesta por Luc Rouban a la hora de dar cuenta del auge electoral de la extrema derecha en Francia representada, ante todo, por la Agrupación Nacional. Lejos de limitar su análisis a una mera expresión del populismo de derechas que progresa en numerosos países, sean occidentales o no, pone énfasis en los resortes propios de la progresión de la AN desde sus inicios a mediados de los años ochenta del pasado siglo y su implantación electoral a partir de 2012 cuando Marine Le Pen toma las riendas del Frente Nacional que se convertirá posteriormente en la Agrupación Nacional. Lo explica a través de la apropiación de la herencia gaullista, abandonada por la derecha republicana, y su ideario basado en un Estado nacional, a la vez, fuerte, protector y social.

No en vano, el autor tiende a infravalorar las aportaciones de otros autores que subrayan la incidencia de la desregulación y globalización de la economía, el peso del racismo y de la xenofobia entre los votantes de extrema derecha (Faury, 2024), o la apropiación de ciertos rasgos distintivos del populismo (Ivaldi, 2019; Perrineau, 2021).

A pesar de estas reservas, la lectura de esta obra se antoja ineludible para comprender los resortes del voto a favor de la Agrupación Nacional en Francia.

Referencias