Devenidos Hombres: Narrativas sobre las tensiones entre mandatos de masculinidad y sus posiciones ético-políticas

Becoming men: Narratives on the tensions between mandates of masculinity and their ethical-political positions

  • Daniel Miras Ortega
Esta investigación busca conocer las complejidades y paradojas que emergen de los relatos de hombres críticos con la masculinidad hegemónica y que buscan reconfigurar sus masculinidades. Para ello, dentro de las metodologías cualitativas he usado la técnica de las Producciones Narrativas para co-construir unos textos escritos que reflejen sus experiencias. Posteriormente, partiendo desde una perspectiva crítica de género, se ha hecho un análisis temático seguido de una articulación entre los textos. De esta manera han emergido tensiones entre los mandatos de masculinidad y sus posiciones ético-políticas, tales como el éxito laboral, dimensión emocional, homosocialidad, éxito sexual, paternidad y vejez. Esto me ha permitido concluir que se siguen encontrando gran variedad de mandatos, y que siguen permeando en diferentes espacios de sus vidas, tales como la competitividad y la inhibición emocional. Asimismo, la dimensión emocional presenta una gran centralidad, pues la gestión y distancia emocional con la que vivimos los hombres conlleva efectos muy dañinos. Palabras clave: Masculinidad, Mandatos, Producciones Narrativas, Contradicciones, Transformación Social.
    Palabras clave:
  • Masculinidad
  • Mandatos
  • Producciones Narrativas
  • Contradicciones
  • Transformación social
This dissertation aims to grasp the complexities and paradoxes that emerge from the narratives of men who resist hegemonic masculinity and endeavour to reconfigure their masculinities. To accomplish this, within the quantitative methodologies, I have employed the Narrative Productions technique to jointly create written texts that reflect their experiences. Subsequently, on the basis of a critical gender perspective, a thematic analysis was carried out followed by an articulation between the texts. Thus, it was shown that there were tensions between the mandates of masculinity and their ethical-political stances of job success, emotional dimension, homosociality, sexual success, paternity, and old age. This allowed me to draw the conclusion that a great variety of mandates continue to be found and that they continue to permeate different areas of their lives, such as competitiveness and emotional inhibition. Additionally, the emotional dimension happens to be essential since the emotional management and detachment that we men live with entails serious damaging effects.
    Keywords:
  • Masculinity
  • Mandates
  • Narrative Productions
  • Contradictions
  • Social Change

1 Introducción

La realidad social que vivimos está atravesada por un sistema patriarcal que permea y condiciona todas nuestras prácticas diarias de manera transversal, así generando y perpetuando constantemente relaciones sociales de desigualdad sobre las mujeres y todes aquelles1 que se presentan como la otredad frente a la posición de poder en la que nos encontramos los hombres. De esta manera, el patriarcado sirve como fuente y motor de opresión en todos los niveles —desde lo más íntimo y cotidiano a lo más estructural— y con múltiples formas de expresión.

No obstante, esta posición de privilegio que habitamos los hombres requiere de unas prácticas que permitan mantener estas relaciones de dominación, por lo que la construcción de nuestras identidades masculinas está atravesada por esta necesidad implícita que se presenta como imposiciones sobre cómo vivir(se) y relacionarse. Estas directrices marcadas culturalmente se denominan mandatos de masculinidad, siendo un proceso pedagógico de disciplinamiento que implica valores y fines (Weber, 1992, citado por Ramírez, 2021). Estos acaban conformando una forma de existir hegemónica, entendiendo este concepto Gramsciano en un contexto de género, planteándose así desde una dimensión relacional que responde a una superioridad social que aborda desde la forma en cómo la sociedad organiza sus procesos culturales hasta la vida privada de sus individuos (Connell, 1987).

Raewyn Connell (1987) introdujo el concepto de masculinidad hegemónica como resultado a dicha tendencia homogeneizante que define y regula qué es ser hombre a través de este conjunto heterogéneo de prácticas e imaginarios dominantes. Por tanto, este constructo normativizante regula las acciones de los hombres, imponiendo así un modo particular de configuración de nuestras subjetividades, no solo con la definición del género masculino, sino también de lo que no lo es. Un aspecto central —a la vez que transversal— en esta configuración masculina es el uso de la feminidad como reflejo y contraposición de la masculinidad. Esto viene dado como producto de un proceso histórico de construcción de los géneros y sus características desarrolladas desde unos mecanismos de poder que han producido no solo este binomio identitario, sino también que por medio de esta lógica binaria de la diferencia sexual la relación de géneros queda como “el uno y el otro”, donde “el uno” queda posicionado en una posición jerárquica y de poder, junto con el privilegio de una posición de sujeto, mientras que “el otro” queda en una posición de subordinación y de objeto (Burin y Meler, 2000, citado en Schöngut, 2012).

No obstante, los mandatos de masculinidad pueden variar de una manera u otra a la hora de hacer un trazado del ideal masculino, pues es un conjunto de relaciones complejas y dinámicas marcadas por sus contextos culturales e históricos, y no un estereotipo rígido, cerrado y estable como referencia que, erróneamente, se ha llegado a usar como sinónimo modernizado del antiguo “machismo” (Connell et al., 2021). Estas relaciones complejas surgen de un cruce entre diferentes vectores de opresión más allá del género, como la clase, raza, edad, sexualidad, entre otros, donde entran en juego ciertos aspectos del imaginario occidental actual en el que encontramos aristas tales como la heteronormatividad, la racionalidad, el éxito laboral, la autosuficiencia, etc.

En adición, Demetrakis Demetriou (2001, citado en Schöngut, 2012) desglosa la masculinidad hegemónica en dos formas y funciones. La primera, denominada “hegemonía externa”, da cuentas de la institucionalización de la dominación masculina sobre las mujeres, desde donde emerge una necesidad de entender la masculinidad hegemónica no solo como un marco de referencia abstracto el cual adquirir, sino también un patrón de prácticas. El segundo término es la “hegemonía interna”, la cual se refiere a esta especie de ascendencia social de un grupo de hombres sobre todos los otros hombres, pues dicha pauta a seguir es la que te permitirá situarte en una posición de privilegio relativo al cumplimiento de esta. Esto nos permite entender, como añade Demetriou (2001, citado en Schöngut, 2012), que en el juego de performar e interiorizar esta masculinidad hegemónica también se dan posiciones masculinas subordinadas con relaciones que siguen la misma lógica de subordinación, por lo que “en este sentido la masculinidad no se construye en relación con la subordinación femenina únicamente, sino también por la subordinación de otras formas de masculinidades” (2001, citado en Schöngut, 2012, p. 46).

Por otro lado, incorporando un plano histórico, diferentes sucesos sociales clave como el ingreso masivo de las mujeres en el mercado de trabajo, el surgimiento del Movimiento homosexual y el aumento de las aportaciones del feminismo, conllevaron cambios estructurales en el tejido social provocando una “crisis en la masculinidad” y el consecuente cuestionamiento hacia la condición del hombre. Estas fueron las bases del inicio de una nutrida corriente académica en la que se ponía al hombre como objeto de reflexión y entendiéndolo como, por primera vez, un sujeto generizado socialmente construido. Esta línea de investigación se llama Estudios de las Masculinidades o Men’s Studies —entre otros nombres—, siendo el lugar desde donde presentamos este trabajo de investigación. Este campo de estudio no surge de manera aislada, sino que surge gracias al feminismo, así rompiendo con el gran vacío epistemológico que había en relación con los hombres en cuanto a seres con género y no como sujetos tácitos de la realidad y de la historia (Nureña, 2009). Como explica Olivia Tena (2012), además del hecho de “des-cubrir” a la mujer como sujeto social y generizado, que permitió hacer un paralelismo en los hombres, sino que también lo puso en juego con su propia visión analítica en términos del dominio masculino y el sistema patriarcal.

Este joven campo de estudio —nacido en los años 70— aumentó exponencialmente tanto en cantidad de estudio como en diversificación y heterogeneización de este (Ramírez et al., 2017), pues de la mano del feminismo y de la interpretación de que “todo lo personal es político” (Millet, 2010), se entendió imprescindible expandirlo en diferentes metodologías, grupos poblacionales y desde diferentes epistemologías.

Así pues, en cuanto a diferentes líneas de conocimiento sobre las identidades masculinas y sus posiciones, encontramos un largo recorrido académico frente al constructo “masculinidad hegemónica”, abordándolo tanto en qué es como en sus implicaciones en la vida. Asimismo, más recientemente se ha desarrollado un abordaje de colectivos de hombres que, frente al sufrimiento propio y de las otras personas oprimidas, reconocen sus posiciones de poder y se posicionan ética y políticamente en contra de reproducir la masculinidad hegemónica, pues la reconocen como la responsable de producir y mantener las desigualdades y sus propios privilegios (Cardeñosa et al., 2021). De este modo, buscan deliberadamente una transformación de sus propias subjetividades masculinas hacia patrones menos dañinos y más igualitarios, buscando tanto la liberación propia como la del tejido social que habitan y que está cargado de desigualdades y opresiones (Cardeñosa et al., 2021).

No obstante, pese a que, según Luis Bonino Méndez, sea en estas masculinidades alternativas donde se encuentre el verdadero camino para alcanzar la auténtica igualdad de género a escala global (2002), es fundamental destacar que estas no imponen un modelo a seguir porque no presentan un conjunto de requisitos que te catalogan como más alternativo o menos, sino que se trata de un concepto que reúne diferentes expresiones masculinas que, por sus caracteres comportamentales e ideológicos, son incompatibles con las masculinidades hegemónicas (Boscán-Leal, 2008), de manera que cada hombre se desarrollará en términos de alternatividad de manera individual y subjetiva (Boscán-Leal, 2008).

Es por esto por lo que se debe entender que las masculinidades alternativas no se sitúan como un resultado firme y definitivo, ni mucho menos como una posición final que se habita, sino que es una intención, un proceso y un posicionamiento ético y político en tanto que es un constante ejercicio que constituye, en sí, una lucha, una contradicción marcada por las alianzas de los hombres con el patriarcado y su desvinculación de él (Carabí y Armengol, 2015, p. 20). En consonancia, Àngels Carabí y Josep María Armengol (2015) indican que no es una cuestión dicotómica en la que habitas una posición —masculinidad hegemónica— u otra —masculinidad alternativa—, ya que un hombre no sigue completamente patrones tradicionales o nuevos.

Esta matización, que rompe con el binomio y la idea de que son términos contrapuestos, la nombran Tristan Bridges y Cheri Jo Pascoe como “hibridación” (2014), así pudiendo señalar cómo estas pueden combinar rasgos de masculinidades hegemónicas con otros que se encuentran fuera de la norma como subordinados o alternativos. Este hecho, si bien pudiera implicar una manera de transitar por nuevos espacios, puede que no tenga por qué significar un desafío real al patriarcado, ya que en muchos casos terminan reproduciendo desigualdades de género y manteniendo el poder masculino de maneras más sutiles (Arenillas Meléndez, 2024). En esta línea, han identificado dinámicas implícitas a estos posicionamientos que se dirigen contrariamente al desafío de las desigualdes, siendo tales como el Distanciamiento Discursivo —que busca generar distancia y diferenciación para “parecer estar fuera de las estructuras de poder”—, el Préstamo Estratégico —resignificando símbolos anteriormente propios de la Otredad y que ahora se encuentran en proceso de normativización por usarse para mejorar la imagen masculina— o el Fortalecimiento de Diferencias —de manera que, aunque se presenten cambios superficiales, no se encuentran de manera profunda que atenten contra el sistema de poder— (Bridges y Pascoe, 2018).

Asimismo, se ha señalado esta realidad híbrida como una afección relevante en las tensiones entre sectores feministas en torno a integrar y reconocer a los hombres en sus luchas, así también como la génesis de un profundo malestar subjetivo en los hombres (Marín, 2018), pues derivan estas tensiones y resistencias en lo que Connell señala como un vértigo dependiente del género —gender vertigo (1995, p. 191)— provocado por la posible pérdida de estructura de la personalidad que implica deshacerse de patrones de masculinidad interiorizados (Delgado, 2021).

Es por ello por lo que desde este trabajo me posiciono en un avance feminista en el cual deben tener cabida los hombres y un trabajo conjunto en pro de un horizonte de cambio adecuado para todes, evitando generar una mayor distancia que solo implica más barreras para el cambio social que buscamos.

2 Objetivos de la investigación

Con el fin de trabajar en las líneas de las masculinidades alternativas desde la comprensión de su realidad compleja y paradójica a la hora de abandonar la hegemonía (Carabí y Armengol, 2015), y sin caer en el error de adoptar prácticas implícitas que perpetúen el statu quo, se ha planteado como objetivo principal de este trabajo conocer las experiencias de hombres críticos con la masculinidad hegemónica que transitan hacia nuevos horizontes de masculinidad y las paradojas y complejidades que esto implica.

Asimismo, para ello se mantienen como objetivos específicos:

  • Conocer los cruces entre sus masculinidades, los mandatos de masculinidad y sus posiciones ético-políticas que se dan en sus vidas a día de hoy.
  • Indagar en los cuestionamientos que hacen de los mandatos de masculinidad emergidos a través de sus experiencias
  • Reflexionar de manera transversal sobre las incongruencias, resistencias, dificultades y retos que emergen en sus relatos en relación con los mandatos de masculinidad

3 Apuntes metodológicos

3.1 Método y técnica

Desde las metodologías cualitativas, y partiendo íntegramente de un enfoque narrativo, se desarrolla un proceso metodológico con dos unidades consecutivas:

En primer lugar, se asumen las producciones narrativas (PN) como primera técnica, las cuales se basan en la producción de conocimiento a través de la co-construcción de unos textos narrativos fruto de la articulación que se da entre les investigadores y les participantes. Esta se fundamenta en una serie de encuentros en los que se dialoga en torno al fenómeno a estudiar a la vez que se van elaborando los textos escritos. Simultáneamente a esto, se da una constante negociación entre ambas posiciones para que la versión final del texto refleje lo mejor posible las posiciones y narrativas de les participantes (Balasch y Montenegro, 2003).

En segundo lugar, y haciendo uso de las narrativas producidas, se desarrolla un proceso analítico basado en el análisis narrativo temático (explicado posteriormente en el apartado “segunda fase: análisis narrativo temático”) y una posterior puesta en común de los relatos tematizados entre sí y con el marco teórico propio de los Estudios de las Masculinidades.

En añadidura, como principios epistemológicos y políticos que visten esta investigación, parto de los conocimientos situados de Dona Haraway (1991), así como de su conocimiento parcial y situado, el cual me lleva a reconocer la agencia de los participantes y su conocimiento como material empírico en sí. Es de esta manera que la articulación, que no análisis (Balasch y Montenegro, 2003), con los saberes de las otras personas se debe dar desde una horizontalidad que evoca en un efecto de difracción en tanto que genera nuevas aperturas o profundizaciones en espacios de investigación ya iniciada (Balasch y Montenegro, 2003).

3.2 Muestreo

Para este trabajo se realizó un estilo de muestreo llamado bola de nieve, del cual se completó la plantilla de participantes en un número de cinco hombres2, los cuales, por términos de distancia productiva, he buscado la mayor heterogeneidad posible en términos de rasgos característicos (ver tabla 1). He considerado ejes influyentes tales como: edad, orientación sexual, corporalidad, raza/etnia, diversidades funcionales y tipos de activismo en relación con las masculinidades. De esta manera, mi búsqueda y selección de participantes ha resultado en la siguiente:

  • PN1, Eric: Hombre cishetero blanco de 25 años que no está dentro de ningún movimiento o asociación relativo a las masculinidades.
  • PN2, Chris: Hombre cis, blanco, gay y activista de 27 años, centrado académica y laboralmente en la violencia de género y dentro de la comunidad gay desde el ámbito de la psicología forense.
  • PN3, Carlos: Hombre cishetero blanco de 31 años con un largo recorrido en intervenciones sobre género y masculinidades entre escuelas y prisiones, además de formar parte de una asociación de hombres feministas.
  • PN4, Javier: Hombre cishetero blanco que ronda los 50 años y presenta un tipo de funcionalidad no normativa3, concretamente, un 80 % de discapacidad física y perteneciente a una entidad de hombres feministas.
  • PN5, Hibisco: Hombre cishetero blanco y jubilado, con un largo recorrido personal y activista en relación con las masculinidades.

3.3 Primera fase: producciones narrativas

Posteriormente, se realizó con cada uno de ellos la producción de sus narrativas escritas4, siendo esto considerado, además del proceso metodológico, el primer análisis, en tanto que este proceso de seleccionar y configurar el contenido según su relevancia junto a la incorporación de unos recursos literarios y lingüísticos permiten ordenar, ensamblar y resultar en un primer texto (Schöngut y Pujol, 2015), por lo que el análisis es simultáneo para poder construir las narrativas.

Asimismo, este proceso se llevó a cabo realizando entre 2-3 encuentros en los que, a través de grabar en audio lo conversado, se hacía un trabajo simultáneo de construcción para convertirlo en un texto narrativo. Conforme se iban construyendo con cada encuentro, fuimos adentrándonos en diferentes temáticas, según sus experiencias personales y la pertinencia de estas para el objeto de estudio. Además, paralelamente a este proceso, se llevó a cabo con cada uno de ellos un proceso de devoluciones de los avances del texto para que pudieran corregir o proponer cambios en el texto. De este modo se iban llegando a acuerdos comunes hasta llegar con cada uno a las producciones narrativas finales.

3.4 Segunda fase: análisis narrativo temático y conjugación de los relatos

Si bien las propias PN se elaboraron de maneras diversas, pero generando con mayor o menor explicitud un orden temático en la propia estructura discursiva, posteriormente se llevó a cabo un proceso de análisis narrativo de tipo temático (Riessman, 2008). Este fue desarrollado con el fin de poder acabar de evidenciar el efecto de difracción (Balasch y Montenegro, 2003; Haraway, 1991) consecuente de estas PN, así como facilitar el espacio y estructura para poder poner en diálogo las diferentes narrativas entre sí, conjuntamente con el marco teórico pertinente a los Estudios de las Masculinidades.

Para ello, el proceso de análisis narrativo temático pasa por una primera identificación de las temáticas de los mensajes en las diferentes narrativas, ya fueran exclusivas o comunes en los participantes. Esto se hace sin ningún uso de softwares o herramientas externas codificadoras, pues para ello se ha hecho uso tanto de una organización temática manual, así como se han tenido como amparo y referencia temas propuestos por estudios bibliométricos y estados del arte de los Estudios de las Masculinidades (Ramírez et al., 2017), haciendo así uso de elementos analíticos propios del Análisis del Contenido como las categorías predefinidas (Krippendorff, 2018). Así, teniendo ya un amparo a la hora de comprender categorías, emergieron algunos como el malestar provocado por las rigideces del género, así como diferentes sustratos de las vidas de estos hombres, tales como lo laboral, lo emocional, lo sexual, la paternidad y vejez y la homosocialidad.

4 Resultados

4.1 Tensiones como punto de partida

Las prácticas y discursos adquiridos por el ideal de masculinidad presentan consecuencias nocivas sobre la vida de las otras personas y de la de los propios hombres, tanto en los espacios privados como públicos (Olavarría, 2009), mismo discurso que Chris (entrevista personal, abril de 2023) argumenta con que los hombres buscamos mantener el estatus y las propias identidades masculinas, aunque eso sea a costa del daño de otros. Del mismo modo, Javier añade que:

Asimismo, este indirectamente también nos afecta a los hombres en general. Pienso que se vuelve contra nosotros mismos. […] Este prototipo marcado puede llegar a ser muy peligroso contra nuestra propia salud. Tiene consecuencias sobre nosotros mismos y nuestros cuerpos. (entrevista personal, abril de 2023)

Respecto a este prototipo, conocido como masculinidad hegemónica, Pierre Bourdieu (1990, citado en Ramírez, 2020) indica que el hombre es un Ser que implica un deber ser que, además de proporcionar unos privilegios, también conlleva unos deberes. En relación con estos mandatos, Javier relata lo siguiente:

Y si no eres consciente de esta realidad cultural, o incluso siéndolo, acabas intentando adaptarte y convertirte en este prototipo de lo que es ser un hombre de una manera u otra. Esto te lleva a acabar incurriendo en una gran violencia contra nosotros mismos. (entrevista personal, abril de 2023)

Del mismo modo que Hibisco (entrevista personal, abril de 2023) hace una metáfora sobre el género “como una armadura, ya que te defiende, pero no te deja mover”, Octavio Salazar (2018) la señala como una especie de jaula de masculinidad competitiva, violenta y dominadora. De esta manera, comparto esta analogía, pues nos permite refugiarnos en unas formas de ser protocolizadas, pero a cambio de ser esclavos de ellas.

El malestar generado ha sido para muchos el punto de partida en todo este camino de cuestionamiento y cambio propio. Como dice Chris: “si ser un hombre es algo cerrado, no lo soy ni lo quiero ser” (entrevista personal, junio de 2023), y en este proceso de cuestionamiento, se abre la posibilidad de imaginar una masculinidad más consciente, flexible e inclusiva. En este sentido, Javier (entrevista personal, junio de 2023) también señala cómo reconocer estas tensiones lo llevó a buscar líneas más sanas para él y que le ayudaran a conseguir explorar formas alternativas de ser, fuera de la coerción del ideal hegemónico.

Otro factor que compartimos todos fue el hecho de poder entrar en contacto con el feminismo —con motivos y de maneras diferentes—. Algunos hemos visto cómo habitar espacios politizados y relacionarse con personas feministas nos permitió entrar en contacto con el feminismo, permitiéndonos ver que, como promulga Carlos (entrevista personal, abril de 2023): “todos estamos bajo el mismo sistema patriarcal, y que el feminismo es la respuesta”. En cambio, en el caso de Chris (entrevista personal, abril de 2023) y Javier (entrevista personal, abril de 2023), explican que su acercamiento al feminismo ha sido por habitar unas categorías sociales disidentes, tales como la homosexualidad y diversidad funcional NN, respectivamente.

4.2 La permeabilidad de los mandatos en la vida de los hombres

No obstante, partimos de entender la compatibilidad de configuraciones alternativas y de patrones hegemónicos y a las manifestaciones contradictorias que presentan per se (Goes-Green, como se citó en Carabí y Armengol, 2015, p. 11). Esto se debe a que el Patriarcado ha cultivado todo un entramado sociocultural y pedagógico para integrar estas prácticas hegemónicas y así perpetuar el sistema social, por lo que las masculinidades alternativas son un ejercicio que constituye, en sí, un forcejeo basado en tensiones y contradicciones constantes marcadas por estas alianzas de los hombres con el patriarcado y nuestra intención de desvincularnos de él (Carabí y Armengol, 2015).

Por ello, recorreré diferentes experiencias y relatos de los participantes en los emergen estos mandatos de masculinidad, tensiones y contradicciones relativas a su posicionamiento ético-político. No obstante, es esencial entender que los mandatos no solo están articulados entre sí, sino que también han permeado en diferentes estratos de sus vidas (Ramírez, 2021), haciendo el abordaje sumamente complejo y transversal. Por ende, nos encontraremos a continuación reflexiones que se pueden presentar en términos de “hibridación” (Bridges y Pascoe, 2014) en tanto que señalan posiciones no hegemónicas y prácticas que salen de la norma —en el caso de la feminidad señalada por Chris—, pero a la vez indican que esto no les deja exentos de reproducir patrones hegemónicos o que perpetúan el sistema de opresión, como por ejemplo el activismo llevado a cabo desde la “expansión” y la rabia o el consumo de prostitución (entrevista personal, abril de 2023).

4.2.1 El ámbito laboral

En primer lugar, a raíz de las vivencias de Carlos (entrevistas personales, abril y mayo de 2023), podemos ver cómo uno de los mandatos de primer orden (Ramírez, 2021) como es el ámbito laboral, atraviesa su vida y las implicaciones que genera esto:

Yo sé que esto está superrelacionado con el tema de masculinidad, respecto a cómo se construye también en relación a todo este sistema de competición del estatus laboral y económico, además de, en mi caso, el merecimiento de este. Además, es algo que realmente me ha afectado en mi propia percepción. Los éxitos de los demás, además de la rabia según si es merecido o no, me hacen entrar en un juego de valores en los que, cuando pierdo, me veo menospreciándome a mí y mis esfuerzos. (entrevista personal, abril de 2023)

Tal y como se muestra, Carlos relata una presión generada por medirse con los demás en términos de éxito, dinero y estatus, asociando este primero con la capacidad de ganar, competir y sobresalir. Asimismo, atañendo la procedencia de su familia a la clase obrera, añade que: “sin saber bien bien de qué manera, sé que esto también se entrelaza con mi propia identidad masculina” (entrevista personal, abril de 2023). Esto lo relaciona con algo tan masculino como “un hombre se hace a sí mismo”, de lo que se alimenta este sistema meritocrático con el que juzga, además de a sí mismo, al resto de personas sobre si “merecen realmente sus éxitos”. Además, pese a reconocer esta limitación, explica que este juicio le lleva a una constante comparativa en la que entra en juego su propio valor, afectándole hasta tal punto de hacerle llegar “a sentir muy pequeño” e incluso añade que “Esto me ha llevado a épocas en las que me limitaba incluso a la hora de verme con mis amigos porque no me apetecía pasar por eso” (entrevista personal, abril de 2023), mostrando aquí una constante minimización de sus esfuerzos atado al del resto, pero que también conecta con una desconexión emocional en cuanto a la valoración de los propios éxitos libres de juicios comparativos con sus iguales (Collinson y Hearn, 2005).

Sobre esto, Carlos discierne una posible cuestión de género respecto a los juicios que hace de les otres, pues observa cómo en la mayoría de los casos que se dan son con hombres, y no con mujeres. A esto, argumenta que:

Amigas mías suelen exponer sus logros desde el reconocimiento de su suerte y/o sufrimiento. En cambio, de mis amigos hombres suelo recibir directamente sus alardes y/o los beneficios de sus logros. El ejemplo más claro suele ser que exponen de primeras la cantidad de dinero que van a ganar. Además, que no expresan, contrariamente, la suerte o el esfuerzo que ha habido de por medio. (entrevista personal, mayo de 2023)

Añadiendo que:

Puede ser que haya una competencia masculina por cuestiones de género en la que los hombres inconscientemente tendamos a directamente alardear. Que de esta manera haya un patrón de conducta con una falta de conciencia de la realidad de los demás. (entrevista personal, mayo de 2023)

No obstante, frente a esta tensión que tiene con el ámbito laboral y esta relación tan hegemónica, refleja una lucha interna por desvincularse de estas dinámicas, por lo que explica que la mejor manera de poder deconstruirlo y buscar nuevas formas de vivir este ámbito puede ser:

Ahora que tengo una buena posición laboral y ya no me siento tan incómodo ni pequeño, ya no me importa. […] Aunque sé que, igual que ahora el globo está más deshinchado, es un buen momento para enfrentarme a esto con mayor facilidad. Podría pasar por esta incomodidad y dejar atrás estos patrones hegemónicos hablándolo con aquellos amigos con los que me ha pasado, ya que en su momento no me salía. Como mucho lo dejaba caer. Aunque las ganas de volver a inflarlo y enfrentarme son cero. (entrevista personal, mayo de 2023)

4.2.2 La dimensión emocional

Otro mandato de masculinidad emergido ha sido la dimensión de las emociones o, mejor dicho, la negación de estas, pues la construcción de la masculinidad tiene en el centro de este ámbito la inhibición emocional (Robles et al., 2021). Esto confluye con el relato de Javier, donde comenta que “yo mismo en el pasado inhibía mis emociones, y sé que un factor era esta línea de que si expongo mis emociones puede afectar en mi posición como hombre, en tanto que no se me acepte por ello” (entrevista personal, junio de 2023). Sin embargo, él mismo relata las consecuencias de esto relativas a sensaciones de soledad, mientras que contrariamente explica cómo acercarse a entornos politizados y mostrar su vulnerabilidad le ha permitido vivir espacios de apertura y de compartir, señalándolo como experiencias de gran ayuda y alto valor (entrevista personal, junio de 2023).

En adición, es relevante mencionar cómo la intelectualización pasaba por delante de la vinculación y expresión emocional, teniendo como objetivo lograr sus objetivos relacionales y afectivos. De esta manera se evidencia una idea de base regida por un mandato de la masculinidad propio a la racionalidad como fuente de reconocimiento y autoridad del individuo (Herranz Velázquez, 2023).

Por otro lado, Eric comenta que es un aspecto en el que estamos muy coartados, pues “tenemos una imagen que dar y que, por ende, acabamos convirtiéndonos en eso” (entrevista personal, marzo de 2023). No obstante, también afirma que la frialdad que aparentamos los hombres no se evoca siempre:

Llorar y estar triste no es algo masculino, ya que demuestras esa vulnerabilidad tan temida y escondida. Es algo que no se debe exteriorizar. En cambio, estar enfadado sí que se puede. Sí que está permitido y validado socialmente. De la misma manera que pegar puñetazos a la pared. El enfado y la rabia es algo que sí que podemos demostrar, pero a la vez no tenemos herramientas para poder gestionar esto. (entrevista personal, marzo de 2023)

Este argumento confluye con los de Adriano Meschi (2018), quien expone que en nuestra sociedad patriarcal hay ciertas emociones y sentimientos legitimados por ser hombres —violencia, rabia e ira— mientras que otros no —dolor, tristeza, miedo, angustia, compasión, etc.—, pues se asocian a lo femenino. Del mismo modo, Bergman comenta que los hombres “funcionamos como una olla a presión que estalla violentamente cuando hay situaciones detonantes de todos los sentimientos que no han podido ser comunicados”. (2011, p. 15, citado por Meschi, 2018). Eric es quien describe cómo se ha visto haciendo uso de la violencia como forma de canalizar sus emociones, señalando esta inclinación comportamental tanto por el hábito como por la sensación de familiaridad de aquellas emociones que han estado en contacto predominantemente en él. Esta dificultad de encontrarse fuera de estas dinámicas como hombre las relaciona causalmente a la legitimidad que se dan a según qué emociones y según qué comportamientos, pues “está relacionado con el poder y la imposición” (entrevista personal, mayo de 2023). No obstante, reflexiona y plantea tal incongruencia, pues la vulnerabilidad está inherentemente en tener emociones, de manera que se debería entender de igual manera con el enfado y la ira, pese a que lo camufle una capa de normalización (entrevista personal, mayo de 2023).

En confluencia con lo que explica Carlos, explica que “he llegado a castigarme a mí mismo psicológica y físicamente, hasta el punto de golpearme porque no estaba consiguiendo cumplir la rutina que tenía prevista” (entrevista personal, abril de 2023). Reconoce que esta actitud está muy relacionada con cómo él se trata y gestiona sus emociones cuando entra en contacto con la esfera académico-laboral y sus éxitos, y que debería, comenta:

Ser más benevolente y amable conmigo mismo, pero en esas situaciones me sale tratarme mal. Por no contar con que, para conseguir mis objetivos, no dudo en sacrificar mi cuerpo y mente. (entrevista personal, abril de 2023)

Esta relación entre cómo se trata a sí mismo anteponiendo sus objetivos hace emerger contradicciones, argumentando que “aunque sepa y promulgue que caer es bueno y descansar, pero no para mí”, y lo relaciona con algo tan masculino como el lema de “si me caigo, me levanto” (entrevista personal, abril de 2023). Asimismo, reconoce que, aunque haya intentado trabajar esta parte emocional, solo trata de hacerlo en momentos de “crisis”, pero realmente esto acaba quedando en un segundo plano, hasta el punto de, como explica, “la manera de gestionarlo ha sido asimilar que convivo con ello porque no consigo cambiarlo” (entrevista personal, abril de 2023).

En el caso de Javier, explica que el hecho de tener una funcionalidad NN le ha hecho tener una gestión y convivencia con esta complicada realidad. No obstante, comenta que, pese a estos mandatos relativos a lo emocional, sus vivencias por esta condición, comenta, “me han ayudado a trascender estos mandatos en pro de tratar mi malestar” (entrevista personal, abril de 2023), ya que surgía una necesidad imperiosa, como tensión al cambio, de poder compartir su tristeza con quien pudiera. Sin embargo, comenta que se encontraba con la dificultad de que “compartir la soledad genera más rechazo”. Esta afirmación la relaciona con cómo estas prácticas generan incongruencias de cara a mantener el modelo dominante, los cuales muestran “una vida exitosa en todos los sentidos”, por lo que “hacer emerger la vulnerabilidad confronta, […] donde el ideal se aleja mucho del sentimiento de soledad” (entrevista personal, abril de 2023).

4.2.3 Homosocialidad

Esta realidad frente a la dimensión emocional es algo que permea en el resto de espacios, siendo un claro ejemplo los espacios sociales entre hombres, pues es en estos espacios de homosocialidad (Ranea, 2021) que se reproducen y vigilan estos mandatos, tales como la inexpresividad emocional (Ángeles y Olvera, 2022) o, como precisa Eric, “esa vulnerabilidad tan temida y escondida”, de manera que así se dé un reconocimiento de sus masculinidades (entrevista personal, marzo de 2023).

Sobre esto, Carlos explica que, al comparar dos grupos de amigos, observa cómo en uno de estos ha imperado siempre unas relaciones ajenas a la emocionalidad. Comenta que es en estos espacios donde lo que se comparte son otros ámbitos de la vida como los del ocio o los hobbies comunes (entrevista personal, mayo de 2023). Del mismo modo, Eric añade que suele haber una tendencia implícita a dejar de lado la emocionalidad (entrevista personal, mayo de 2023).

Paralelamente, Carlos pone en evidencia las diferencias que aparecen en comparación con su otro grupo, siendo de hombres sensibles al género y que cuestionan activamente los roles hegemónicos, por lo que “no solo no es un espacio violento, sino que también es de cuidados” (entrevista personal, mayo de 2023). Estas habilidades las relaciona con “haberse trabajado” en tanto que ha habido un desplazamiento activo en las prácticas hegemónicas y las que quieren llevar a cabo.

De este modo, Carlos también relata que no fue hasta conocer este segundo grupo que se dio cuenta de las necesidades y preferencias que tenía frente a sus vínculos sociales. A esto argumenta lo siguiente:

No veía la necesidad de ser emocionales. Estaba en el mismo punto que ellos, solo que yo me he salido de un plano en el que ellos continúan. Estaba mimetizado con ellos. Igual sí que había cosas que me molestaban, como que estuvieran jugando a videojuegos que a mí no me interesaban, pero tampoco le daba mucho valor, o simplemente lo relativizaba. Ahora es diferente porque he conocido y empezado a valorar otras cosas, de manera que veo de otra manera el cómo debe ser un grupo de amigos para mí. Más allá de los “jijis y jajas”. (entrevista personal, mayo de 2023)

Este desplazamiento en valores y creencias da cuenta de cómo habitar otros espacios puede dar cuenta de una transformación de tus relaciones sociales (Ángeles y Olvera, 2022). Para esto, comenta Carlos la importancia de salir de la línea base —siendo los espacios normativos que habitamos— y encontrarse con otras posiciones, más allá de los que están “cortados con las mismas tijeras”. Él mismo usa la metáfora de que “Es como un virus que se va propagando, pero de manera positiva, porque nos vamos relacionando de una manera diferente, y así se va trasladando” (entrevista personal, mayo de 2023).

Asimismo, no solo este espacio es de vigilancia, sino, como comenta Eric, son como “un búnker. […] como si hubiera algún tipo de pacto no escrito entre los tíos que podemos aprovechar y soltar las burradas que queramos que no nos vamos a juzgar” (entrevista personal, marzo de 2023). Personalmente, es una realidad que he vivido de primera mano y coincido con él, pues parece ser que la norma implícita, hasta que nadie la rompe, es como si entre los hombres nos entendiéramos, opinásemos igual y nos fuéramos a cubrir de estas actitudes. Y añado lo disruptivo y violento que puede llegar a ser romper ese pacto. A esto, Eric agrega que “aquí está el punto de inflexión de qué hacer tú también como hombre mantienes la performance y te ríes por sus comentarios de mierda, le sueltas un corte o le confrontas directamente”, a lo que reconoce que “acabas decidiendo según los beneficios que puedas sacar de ahí” y que “a veces, por mi condición, puedo pecar de cómodo sobre el límite que pongo sobre si saltar o no”, mostrando las dificultades y limitaciones inherentes que nos podemos encontrar al vernos envueltos en estas situaciones de homosocialidad (entrevista personal, mayo de 2023).

4.2.4 Éxito sexual

Prosiguiendo, otra implicación que tiene la competitividad y comparación masculina es en el marco del éxito sexual. Sobre esto, Eric reconoce que:

Aunque me diga a mí mismo que no voy a buscar pareja, me frustro porque pienso en que hay otros hombres que son peores que yo, o que les tratan peor —o mal a secas—, y están con ellos antes que conmigo. (entrevista personal, marzo de 2023)

Es en esto que entra en conflicto con su posición ético-política, pues añade que:

No me gustan nada estos pensamientos cuando los racionalizo. Las mujeres no me deben nada por ser como soy o por tratarlas bien. Además, no soy quién para hacer juicios de si deben estar con otro chico o conmigo. (entrevista personal, marzo de 2023)

Además, indica que se “entra en una competitividad entre hombres que es muy dañina”. A lo que Javier, poniendo en el centro su funcionalidad NN, añade lo siguiente:

Por otro lado, el tema sexual es otro gran tema. No es algo que yo haya vivido con frecuencia. Más bien lo contrario. Recuerdo incluso en mi época de estudios que un compañero explicó que ellos, mis compañeros, ya no se hacían pajas, sino que “Nosotros follamos”, me decían. Esa afirmación estaba muy lejos de mi realidad. Y han ido pasando los años y todo sigue igual. Me he encontrado rechazos continuos. Entonces, ¿qué queda de mí en este contexto? (entrevista personal, junio de 2023)

Asimismo, confiesa que “en el fondo, no soy sujeto de deseo”, y que esto “me ha llevado a satisfacer mis deseos sexuales a través de una vía que para mí es muy violenta como es la prostitución”. Javier expone cómo esto es para él una gran tensión ética, pues dice compartir el abolicionismo y presenta todo un discurso en el que expresa que estas prácticas son “una violación” en la que “estoy comprando a una mujer”. No obstante, pese a esto se contraargumenta explicando que “es la única manera de satisfacer mínimamente mis necesidades, aunque realmente tampoco se me satisfacen por todo esto” (entrevista personal, junio de 2023).

Por otro lado, Chris habla de cómo en el ámbito sexual en la comunidad gay, pese a la incongruencia que pueda parecer, se reproducen muchas prácticas y relaciones hegemónicas, ejerciendo mucha violencia dentro de esta. Asimismo, explica que:

Hay una realidad casi psicopática de no reconocer que el otro es más allá de un objeto sexual. Mucho uso de las violaciones como forma de excitarse y otras cosas. También hay un gran culto a una corporalidad hipermusculada y esa hipersexualización. Peña que te toca, accede a tu cuerpo sin tu consentimiento. Acceder a chicos muy jóvenes con los que tener relaciones sexuales. (entrevista personal, abril de 2023)

Del mismo modo que los cánones siguen cediendo espacio a un símil de la masculinidad tradicional, a lo que confiesa que ha podido sentir atracción hacia ellos, entrando, como comenta “en conflicto con mi posición ética” (entrevista personal, abril de 2023).

4.2.5 Paternidad y vejez

Por último, en relación con el ideal de masculinidad, ha emergido el campo de la paternidad y la vejez.

En primer lugar, sobre la paternidad, Hibisco explica que ha sido central en su trayectoria vital en relación con la masculinidad. A raíz de un proceso de retirada de su hija durante tres años como consecuencia de una separación con su expareja, hizo todo un proceso de reflexión y cambio personal donde revisó su configuración masculina. Explica que:

Esto es algo que me ha costado comprender porque pensaba que mi relación con ella era buena. Que no había problema. Pero sí es verdad que en aquellos entonces era muy rígido e intentaba imponer cómo debía ser mi relación con ella. Esta actitud con ella era porque no lograba entender por qué mi hija estaba tan vinculada a su madre, hasta el punto de cuando estaba conmigo, antes de que nos separasen, buscaba hablar con ella cada día. Incluso cuando estábamos de vacaciones. A mí eso me cabreaba mucho y no lograba conectar con una posición empática frente a esta situación. (entrevista personal, abril de 2023)

Explica que tanto la pérdida de su hija como el costoso proceso de recuperación y reconciliación estuvo atado a su dificultad de conexión con los sentimientos de las otras personas:

No fue fácil porque me costaba desprenderme de ciertas maneras como comentarios culpabilización de por qué me había hecho lo que me hizo. Yo estaba dolorido y a veces no lograba gestionar eso. (entrevista personal, abril de 2023)

No obstante, muestra cómo transitar hacia una posición que le permitiera poder relacionarse mejor fue clave, teniendo en el centro la importancia de ser consciente de esta dificultad emocional para poder contrarrestarla, junto a intentar liberarse de esta necesidad tan masculina, comenta, de intentar controlarlo todo. Respecto a esto, lo conecta con unas “prácticas que vienen de algo en lo que se basa la masculinidad tradicional, que es la desconfianza hacia el otro”.

Esta necesidad de conectar con una parte más humana y cediendo paso a la vulnerabilidad es algo que también relaciona Hibisco con hacerse mayor. Respecto a cómo la vejez obliga a reconfigurar la masculinidad, pues la masculinidad hegemónica, comenta:

Se hace desde un perfil de hombre que entra desde que la adultez hasta que te haces demasiado mayor. Esto pasa cuando empiezas a tener achaques, a necesitar que alguien te cuide, dejas de trabajar, entre otras muchas cosas que, por empezar a no cumplir ciertos requisitos indispensables de autosuficiencia y omnipotencia, te van borrando de esta categoría de hombres. (entrevista personal, junio de 2023)

Sobre esto pone como ejemplo una experiencia propia como profesor en la que sentía una tensión entre las prácticas que había llevado a cabo siempre —relativas al poder— y su incipiente sordera, donde decidió evitar la vía de la imposición para mantener un supuesto orden a cambio de exponer su problema auditivo. Sobre esto explica que:

Gracias a exponer mi posición de vulnerabilidad y hacer visible la realidad que estaba viviendo (lo cual fue un grandísimo aprendizaje para mí), no solamente no perdí autoridad, sino que gané respeto. (entrevista personal, junio de 2023)

De esta manera concluye que, gracias a pedir ayuda y mostrar sus emociones y miedos, le permitió sentir un gran alivio, siendo necesario “saber bajar de esa posición de poder tan hermética y separada” (entrevista personal, junio de 2023).

Por último, explica que debería ser objeto de estudio la relación que hay entre la vejez y la masculinidad en relación con la vulnerabilidad. Señala que la tendencia sociodemográfica va hacia una población envejecida y que es, pero sobre todo será, un sector significativo de la población que existe, es y piensa, de manera que “hay que hacer algo con ellos y con la influencia que tienen en la sociedad y en sus propias vidas”. Es por eso por lo que señala que, aunque “está todo por hacer, y esto hace que tampoco se sepa bien bien cómo empezar”, “hay mucha materia” que se debe recorrer (entrevista personal, junio de 2023).

5 Discusión y conclusiones

De este modo, y habiendo conversado y recorrido diferentes ámbitos y repercusiones de la masculinidad, podemos concluir que la construcción de esta, dentro de un paradigma patriarcal, tiene implicaciones muy nocivas hacia las otras personas, pero también hacia nosotros mismos. Sin embargo, esta rigidez de la masculinidad hegemónica, que se presenta como mecanismo coercitivo, abre una dicotomía interesante: por un lado, se visibiliza como un motor de cambio hacia masculinidades alternativas, pero por otro, su persistencia sigue implicando tensiones e incongruencias que dificultan su superación. ¿Cómo podemos desvincularnos realmente del patriarcado cuando estas estructuras continúan permeando y condicionando nuestras vivencias en distintos espacios sociales y personales? La paradoja reside en que, si bien los participantes buscan nuevas formas de ser, es frecuente encontrarse atrapados por los mismos patrones de la masculinidad dominante, en niveles diferentes de concienciación sobre ello.

En adición, vemos cómo aspectos ligados a la masculinidad hegemónica también ofrecen asimismo un reflejo de un sistema de supervivencia más amplio: el neoliberal. En este sistema los hombres compiten no solo entre ellos, sino que compiten dentro y contra un modelo de éxito y reconocimiento que es perpetuado por las estructuras sociales, laborales y económicas. Este patrón no se limita al ámbito personal o privado, sino que se encuentra profundamente arraigado en las dinámicas globales de poder, privilegio y control. ¿Es posible superar esta lógica de competencia y, en su lugar, adoptar formas de relación más equitativas, encontrándose en un modelo social en el que imperan las jerarquías y el sistema de poder? ¿Cómo y hasta qué punto entra en juego, pues, el reconocimiento externo dado por este Sistema a la identidad masculina?

Por otro lado, ha emergido transversalmente una de las dimensiones más complejas y centrales como es la dimensión emocional, no solo como se encuentra expandida en otras esferas de la vida, sino que nos la encontramos gobernada estricta y férreamente por unos mandatos que rigen qué masculinidad es aceptable. Además, encontramos cómo el paradigma actual frente a la emocionalidad masculina dibuja un vivir potencialmente peligroso para la salud física y mental de los hombres, así como en la de la gente que los rodea.

Por último, más allá del efecto de difracción de esta investigación, animo a recoger los temas emergidos para seguir trabajando en ellos, de manera que sigamos avanzando hacia un cambio social que requiere de entendimiento y vías alternativas. En cuanto a futuras investigaciones, se abre un amplio campo de exploración y estudio frente a las masculinidades y su relación con el Patriarcado. Asumiendo lo mencionado en este propio artículo, así como aspectos de gran interés que forman parte de las producciones narrativas de los usuarios (véase el pie de página 4), se proponen temas tales como son la actual ola reaccionaria neomachista, la posible modificación de los mandatos frente a la etapa vital de la vejez, y cómo intersecciona esta con la masculinidad, o los des/encuentros entre los diferentes feminismos y los sectores de hombres dedicados a la revisión de sus prácticas hegemónica. Del mismo modo, se sigue manteniendo como motivo de investigación la incógnita de hasta qué punto las masculinidades alternativas pueden realmente ofrecer una vía de liberación del patriarcado o, por el contrario, terminan siendo absorbidas por él.

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