La Comarca de las Hurdes se encuentra al norte de la provincia de Cáceres, lindando con la de Salamanca, en la vertiente meridional de la Sierra de Francia. Es una zona de carácter montañoso con suelos poco generosos para el cultivo, lo que dificulta la actividad agrícola. Sus características geográficas han dificultado históricamente el tránsito en esta zona, lo que afectó a la dificultad de las comunicaciones y las relaciones con el exterior, por lo que los acercamientos a ella se han realizado desde la imagen de zona aislada y pobre, evocándola en algunos extremos con el apelativo de “leyenda”, por su riqueza en cuentos, chascarrillos, romances, leyendas, etc. (Flores del Manzano, 1998). Acepción que tomaría el documental2 elaborado sobre la visita que realizó el rey Alfonso XIII a la comarca entre el 20 y el 24 de junio de 19223. Hasta las Hurdes viajaron desde finales del siglo XIX algunos eruditos y escritores, como Miguel de Unamuno4, para conocer de primera mano esta recóndita zona de España. La “cuestión de las Hurdes” se convirtió en el símbolo de los problemas políticos, sociales, económicos y culturales del país que “obsesionaron a los regeneracionistas y caracterizaron al Noventayocho” (Arroyo Ilera, 2022, p. 22). Un punto de inflexión fue el viaje de una Comisión Sanitaria encabezada por el doctor Gregorio Marañón en 19225, quien, acompañado de otros tres facultativos, conocieron de primera mano las condiciones de vida de la población de la zona, y las afecciones médicas que padecían. Fruto de ello elaboraron una memoria que entregaron al monarca borbón, y le acompañaron en la referida visita a la comarca. El impacto mediático de su viaje profundizó en los debates públicos sobre las desigualdades sociales en España, y el secular retraso que padecían algunas zonas. Pero fue Tierra sin pan de Luis Buñuel (1933) el documental que, por su proyección internacional, situó a las Hurdes en el foco social al reflejar en sus imágenes las pésimas condiciones en las que continuaba viviendo su población6.
Sobre la comarca de las Hurdes existe una extensa literatura, desde textos acerca de viajes a la comarca hasta producción científica, especialmente desde las disciplina geográfica y etnográfica. No cabe en este trabajo presentar esta producción7, pero sí cabe señalar algunas de las obras más relevantes por la influencia que han tenido en la construcción de la imagen social de la vida en las Hurdes. Por orden cronológico destacan, a finales del siglo XIX, el Diccionario de Madoz (1845-1850), que reproduce acríticamente convencionalismos, la mayor parte poco positivos, sobre las Hurdes; Romualdo Martín Santibáñez, oriundo de las Hurdes y de profesión notario, ofrece un documentado estudio geográfico e histórico de la zona (1876), que pasará desapercibido tras una breve publicación de Pedro González de Velasco8, la cual, por el contrario, contiene aseveraciones prejuiciosas y despectivas mostrando una imagen de los hurdanos como población atrasada a la que es pertinente civilizar. Describe de esta manera a las mujeres hurdanas: “las mujeres, menos aseadas que los hombres y más desidiosas, visten harapos (…), nunca se peinan ni lavan” (González de Velasco, 1880, p. 5), proyectando una mirada aún más reprobatoria que sobre sus homólogos masculinos. Frente a esta mirada, Unamuno (1922) señala cómo la terrible lucha por el sustento afecta el aspecto físico de las mujeres de la comarca, afectando su salud y envejeciéndolas prematuramente. Coetáneo y amigo de Unamuno, Maurice Legendre será una referencia imprescindible para quien se interesa por la historia, la geografía y la etnografía de las Hurdes. La labor investigadora de este intelectual francés, basada en varios viajes y campañas de trabajo de campo a la comarca, fructificó en un amplio estudio (Legendre, 1927/2006). En él, dedicará un capítulo específico a los “pilus”, actividad realizada por mujeres hurdanas que consistía en criar, a cambio de escaso dinero, a niños de las inclusas de las poblaciones cercanas (Plasencia, Ciudad Rodrigo o Béjar); lo que muestra las labores de subsistencia que tenían que desarrollar en una comarca, donde se trabajaba muy duramente la escasa tierra para arrancar exiguos productos con los que alimentarse.
El antropólogo italiano Maurizio Catani recogerá el testigo de quienes se interesaron etnográficamente por la comarca, desarrollando trabajo de campo desde finales de los años 70 para analizar las categorías culturales de la vida hurdana (1989). Señala el carácter endógeno de una comarca que, por su historia y condiciones geográficas y socioeconómicas se caracterizaba en la centralidad en sí misma. Antropólogo también, de origen español, el profesor Enrique Luque (1982) ha aportado análisis sobre algunos aspectos etnográficamente significativos. Subraya la relevancia de la emigración —en gran parte estacional y protagonizada por hombres, quedando las mujeres al cargo de la casa, los huertos y los animales—, en la dinámica social de la vida en las Hurdes, vista más como un “medio inevitable” que como una experiencia deseable, remarcando el carácter endógeno de la zona al permanente deseo de volver a la comarca en cuanto se puede. La explicación, coincidente con lo ya apuntado por Unamuno y Legendre, es la fuerte simbiosis en esta comarca entre el ser humano y la tierra/naturaleza, lo que une a su población fuertemente con su entorno, siendo los minúsculos huertos el símbolo de esta relación “resultado de un largo y continuado esfuerzo por arrancar de la tierra lo que esta apenas concede” (Luque, 1982, p. 13).
La comarca de las Hurdes ha sido foco de interés de diversos estudios y aproximaciones, sin embargo, las mujeres hurdanas adolecieron de trabajos específicos más allá de haber sido enmarcadas dentro de la organización familiar, prácticas como el “pilus” o sistemas de herencia; o bien haber sido objeto de acepciones despectivas o redentoristas. Este sesgo androcéntrico se acentúa al articularlo con la variable edad, pues hasta ahora se ha abordado escasamente la compleja intersección de género, edad, calidad de vida y ruralidad en el contexto de la feminización de la vejez (Olivares, 2025). En el caso concreto de la comarca hurdana, podemos encontrar dos obras más recientes, que desde un cariz más cercano y divulgativo quisieron romper esta invisibilización. En 2019 la asociación Alma Hurdes publica Las Hurdes: tierra de mujeres, que recoge, acompañada de fotografías ilustrativas, las vivencias y recuerdos de algunas mujeres hurdanas. Con la edición en 2021 de La mujer de mi vida (Ayuntamiento de Pinofranqueado y Asociación de Mujeres “Los Pinos”, 2022), el Ayuntamiento de Pinofranqueado quiso homenajear a las mujeres que contribuyeron a la historia más reciente del pueblo, recogiendo breves recensiones elaboradas por familiares (hijas, hermanas, sobrinas, nietas) de cincuenta y cinco vecinas. Aun así, y por el propio formato y objetivos de las publicaciones, adolecen de una explícita orientación que tenga en cuenta una mirada interseccional desde la que comprender cómo las experiencias que enfrentan las mujeres mayores interactúan no solo con el género, sino también con el perfil social, la edad y la zona geográfica en la que viven (Expósito Molina, 2012).
El presente trabajo tiene su origen en el proyecto Nosotras contamos: historias de vida de mujeres de Las Hurdes, financiado por la Diputación de Cáceres, con el objetivo de cubrir la escasez de etnografías centradas en la mujer hurdana, y en particular en la mujer mayor9. Como se ha señalado en apartados anteriores, existen trabajos realizados por asociaciones (Alma Hurdes, 2019) o por ayuntamientos (Ayuntamiento de Pinofranqueado y Asociación de Mujeres “Los Pinos”, 2022). Sin embargo, la literatura especializada se ha aproximado principalmente a la figura de la mujer rural extremeña desde una perspectiva centrada en su papel económico y su capacidad de impulsar el desarrollo endógeno del mundo rural (García y Blanco, 2015; Sánchez-Oro et al., 2011).
En este sentido, el proyecto propone una aproximación desde una perspectiva de género, y teniendo en cuenta un análisis interseccional (Crenshaw, 1991), para comprender cómo, en el contexto hurdano, se han articulado las trayectorias socioculturales, educativas, económicas y laborales de estas mujeres mayores. El estudio se centra específicamente en la experiencia de mujeres con edades comprendidas entre los 63 y los 89 años, pertenecientes a la comarca de Las Hurdes. La elección de esta franja generacional responde al interés por recoger las voces de una generación que ha vivido profundas transformaciones en el medio rural, y cuya memoria vital permite comprender las continuidades y cambios en la vida hurdana desde una perspectiva de género.
Además, considerando que las desigualdades de género afectan más intensamente a las mujeres a lo largo de sus trayectorias vitales (Ramos, 2018, p. 77), resulta imprescindible analizar cómo dichas desigualdades inciden en la experiencia de las mujeres mayores, especialmente en aquellas que viven en entornos rurales, un grupo aun escasamente visibilizado. En pocas palabras, consideramos que la mujer hurdana mayor constituye una pieza clave para comprender los vínculos intergeneracionales, las dinámicas familiares, la transmisión de saberes y el papel activo que sigue desempeñando en su comunidad.
El objetivo de esta investigación ha sido doble. En primer lugar, una aportación de carácter etnográfico a los estudios sobre mujeres del ámbito rural, en este caso, sobre mujeres mayores de las Hurdes, para sumar conocimiento a la historia local, en particular de sus mujeres; y cómo desarrollan estrategias en entornos donde los recursos y las oportunidades pueden ser limitados (Castañeda, 2019). En segundo lugar, a través de una difusión de resultados de carácter innovador como la realización de tres murales, una exposición fotográfica, un vídeo documental (Enclave colectivo, 2022) y postales, se ha pretendido que los resultados de la investigación fueran accesibles y compartidos entre las habitantes y visitantes de las Hurdes. La presentación a la comunidad de dichas conclusiones junto a la exposición, el video documental y las postales se hizo coincidir con el 15 de octubre 2022, Día de la mujer rural (véase Figura 1), para suscribir el énfasis en la necesidad de profundizar y apoyar el conocimiento y las experiencias de las mujeres hurdanas.

Figura 1
Collage de tres momentos distintos de la devolución de resultados a la comunidad
El trabajo que aquí se presenta se basa en una etnografía realizada en la comarca de las Hurdes (Cáceres, España)10 cuyo trabajo de campo se desarrolló entre marzo y julio del 2022. La información recogida se basó en:
En la tabla 1 mostramos los perfiles de las participantes de las historias de vida.
| Pseudónimos | Lugar de residencia | Edad | Migración | Pertenencia asociación de mujeres | Familia |
|---|---|---|---|---|---|
| María | Ovejuela | 67 | Sí, a Cataluña | No* | Casada, 2 hijo/as |
| Carmen | Castillo | 77 | No | No | Viuda, 2 hijo/as |
| Josefa | Caminomorisco | 83 | No | Sí | Viuda, 3 hijo/as |
| Isabel | Caminomorisco | 68 | Sí, a Cataluña | Sí | Casada, 2 hijo/as |
| Francisca | Caminomorisco | 88 | Sí, a Cáceres | No | Casada, 5 hijo/as |
| Celestina | El Gasco | 85 | No | No | Casada, 6 hijo/as |
| Antonia | Cambrón | 82 | No | Sí | Viuda, 3 hijo/as |
| Manuela | Cambrón | 89 | No | Sí | Casada, 3 hijo/as |
| Mercedes | Cambrón | 72 | No | Sí | Casada, 2 hijo/as |
| Encarnación | Cerezal | 63 | Sí, a País Vasco y Cataluña | Sí | Casada, 3 hijo/as |
| Inmaculada | Pinofranqueado | 89 | No | Sí | Soltera |
| Juana | Nuñomoral | 82 | Sí, a Suiza | No | Viuda, 2 hijo/as |
Tabla 1
Perfiles de las mujeres participantes en las historias de vida
Un punto esencial de la etnografía es el acceso al campo y a las personas que componen el ámbito de estudio. Puesto que ninguna de las investigadoras residíamos en las Hurdes decidimos alquilar un piso, como campamento base durante la etnografía, que nos permitiera participar en la cotidianidad de sus municipios. Nuestra presencia en las Hurdes favoreció una serie de encuentros con las personas residentes que nos permitieron presentarnos a nosotras mismas y nuestro tema de investigación. A su vez, las personas que fuimos conociendo nos fueron presentando a otras en distintos momentos y circunstancias, ayudando así mismo a nuestro conocimiento en la zona. Poco a poco fuimos generando una familiaridad, principalmente por las Hurdes bajas, que nos abrió las puertas a un conjunto de actividades y relaciones que de otra forma no hubieran sido posibles.
Una vez generada esa familiaridad comenzamos con la búsqueda de mujeres que quisieran participar en las historias de vida. El reclutamiento de participantes vino favorecido, bien a través de encuentros casuales que se producían durante el trabajo de campo, bien gracias al contacto con la Asociación de Mujeres Alavea de Caminomorisco. La participación en asociaciones de mujeres no fue un criterio para la selección de las participantes, aunque se intentó mantener un cierto equilibrio.
A todas las participantes de las historias de vida se les facilitó y explicó, de la forma más sencilla posible, el consentimiento informado para garantizar que conocieran los objetivos de la investigación y expresaran voluntariamente su intención de participar en ella.
A continuación, se presenta una síntesis de los puntos específicos tratados en las entrevistas:
Todas las entrevistas y encuentros informales fueron grabadas y transcritas para su posterior análisis, previa confirmación del consentimiento informado de sus participantes. Los datos obtenidos en cada una de las entrevistas se analizaron mediante la construcción inductiva de las categorías de análisis. Se llevó a cabo una codificación temática y focalizada basada en la redundancia temática de los discursos de los participantes (Charmaz, 2006).
Todos los datos identificativos y detalles personales de las mujeres fueron eliminados de cualquier documento utilizado durante la investigación, de acuerdo con los requerimientos sobre confidencialidad y anonimato de la comisión de bioética y bioseguridad de la Universidad de Extremadura.
Con nuestro trabajo tratamos de hacer una aportación al conocimiento de la experiencia de la mujer hurdana, desde una mirada interseccional que articulara género, edad y entorno vital. Para ello, los resultados de la etnografía se han organizado en tres ejes de análisis que remiten a las categorías más relevantes en la investigación: el huerto; que refleja la significativa relación que las mujeres hurdanas mantienen con el entorno natural y se materializa en la preparación, cuidado y producción de su huerto. Las relaciones sociales, que engloban las relaciones en sus comunidades y especialmente las relaciones familiares, nodo no solo de sus interacciones cotidianas, sino también de su posición grupal y autoidentificación personal. Y el futuro, como evocación de lo que esperan y temen para el desarrollo de la vida en su comarca; y, en ocasiones, como espejo ante el que resignificar la memoria construida en torno al pasado vivido.
La centralidad en la experiencia social de la población hurdana de su relación con la tierra ha sido referenciada en los diferentes estudios históricos, geográficos y antropológicos. Las características del territorio, con sus estrechos valles, suelos pobres y escarpadas laderas, han dificultado en grado sumo las labores agrícolas. Los pequeños huertos familiares han sido fruto de un intenso y continuado trabajo. La referencia al trabajo duro, al gran esfuerzo desarrollado para salir adelante, es explicitado por las mujeres hurdanas: “aquí el que nace, sabe que el pan no se lo van a dar, y hay que trabajar para ganarlo”. (Francisca, entrevista personal, marzo de 2022). De esta manera se les confiere una significativa valoración: de elemento productivo han llegado a convertirse en símbolos de la vida misma (Luque, 1982, p. 13), pues eran los que podían asegurar la subsistencia de la familia al ser centrales para su alimentación: “para desayunar no teníamos leche, desayunábamos patatas cocidas, y de lo que sembraban en el huerto, si había legumbres, o fruta, higueras o manzanas” (Francisca, entrevista personal, marzo de 2022). La dificultad en las comunicaciones incidía en la imperiosa necesidad de autoabastecimiento. Al preguntar a las informantes de qué vivía su familia, coincidían en la dependencia de lo que se sembraba en el huerto, pues apenas había provisiones que pudieran llegar de fuera:
Se plantaban judías, patatas, y algunos tomates, también habichuelas. Aquí no venía nadie a vender ni nada. (Celestina, entrevista personal, abril de 2022)
Aquí la comida era muy rutinaria, lo que salía del campo, alubias de muchas clases, garbanzos, altramuces, patatas muchas, coles, berza, y se ponía lo que había de temporada. (María, entrevista caminada, marzo de 2022)
En el trabajo de campo pudimos comprobar esta centralidad en la vida de las mujeres hurdanas. Desde niñas, gran parte de sus tareas diarias estaban asociadas al huerto familiar, que en algunas ocasiones se ampliaban al cuidado de un pequeño número de cabras, reproduciendo una labor desarrollada durante generaciones: “así vivieron mis abuelos y mis bisabuelos. Aquí hemos sido trabajadores del campo”. (Francisca, entrevista personal, marzo de 2022). Poco tiempo y ninguna posibilidad han tenido para los estudios, pues a la falta de oportunidades educativas accesibles, se sumaban las carencias económicas y la necesidad de colaborar en el trabajo en las tareas domésticas que incluían el huerto o cuidado de los animales:
A mí me hubiese gustado mucho estudiar, yo hubiese sido médico, me hubiese encantado serlo. Pero mis padres no tenían dinero para estudiar. Yo iba a clase, desde los 6 hasta los 12, que era lo que tenía que estar, después ya no. Y tenía un profesor que me decía “que pena que esa cabecita vaya a estripar tarrones”, eso quiere decir terminar trabajando la tierra. (Mercedes, entrevista caminada, junio de 2022).
Prácticamente, todas las mujeres con quienes entramos en contacto o entrevistamos tenían un huerto, y a él dedican una importante parte de su vida diaria. Aquellas que tienen móviles comparten en sus redes sociales (Facebook y estados de WhatsApp) imágenes relacionadas con el huerto y las cosechas (véase Figura 2).

Figura 2
Fotos de estado de WhatsApp de dos de las informantes
La relación con la tierra sigue siendo intensa y muy valorados los productos obtenidos de ella, a pesar de que, en la actualidad ha disminuido, cuando no desaparecido, la dependencia que antaño las familias tenían hacia la misma. Los siguientes verbatims reflejan esta extensa vinculación que aún hoy las mujeres hurdanas mayores mantienen con sus huertos:
Ahora ya las cosas han cambiado, aunque aquí seguimos teniendo algún huerto, plantamos puerros, calabacines, melones, sandías, flores, puerros, patatas, un poquito de cada. Además, que todo el mundo siembra, y te traen cosas. También hacemos tomate frito natural. (María, entrevista caminada, marzo de 2022)
Yo siembro porque me gusta, mi hija me dice que no siembre tanto, pero ahora vienen los sobrinos y el que quiere, y en el tiempo en el que vengan, les doy lo que quieran. (Mercedes, entrevista caminada, junio de 2022)
Tenemos un huerto. Y ahora podemos vivir mejor de lo que vivíamos, de la huerta y del campo (…) a mí me gusta ir al huerto ahora, siembro patata, cebolla, calabacines, que a mi marido con huevo y harina le encantan, le doy cosas a mis hijos y a mis nietos, y ellos lo aprecian. (Manuela, entrevista personal, julio de 2022)
Lo que se obtiene del huerto no sólo juega un papel importante en la economía familiar como provisiones, sino que además cumple una función tanto de reciprocidad, al intercambiarse productos entre las vecinas; como de don, cuando se regalan a los familiares más cercanos. El huerto sigue siendo un elemento significativo en la vida hurdana, abarcando dimensiones económicas, simbólicas y sociales. El intercambio o regalo de sus productos permea la red de relaciones sociales y familiares en las que las mujeres mayores cobran un papel protagonista.
La baja densidad demográfica y las dificultades orográficas de las Hurdes han facilitado el conocimiento entre sus habitantes y que hayan vivido durante siglos generaciones emparentadas entre sí. Los recuerdos de la infancia de las mujeres entrevistadas ligan la vida en el medio rural con el espíritu comunitario y la colectividad que antes se tejían entre las familias y vecinos/as. Esta perspectiva complejiza las antiguas representaciones negativas de la cotidianidad en Hurdes, visibilizando los aspectos sociales positivos (Rivera, 2004); especialmente significativos en la experiencia de las mujeres:
Aquí nos atendíamos unos a otros, nos ayudábamos, éramos más amables que ahora. Hasta para trabajar, las vecinas que tenían poca familia te ayudaban si tú tenías mucha. (…) No sé si es porque cada vez tenemos más, y tú tienes para ti, y yo para mí, y entonces no nos hace falta, pero antes la gente no tenía, entonces la gente se ayudaba, yo te daba patatas, tú me dabas lo otro. Había poco, pero se repartía. (Celestina, entrevista personal, abril de 2022)
La organización y espacio familiar constituyen un ámbito fundamental de sentido para la mujer hurdana que, como describen, con base en los roles tradicionales de género: “la mujer era exclusivamente de la casa y el huerto” (Encarnación, entrevista caminada, julio de 2022). Las relaciones familiares seguían una clara jerarquía patriarcal en la que la posición de autoridad era ocupada por el hombre (padre), mientras que la mujer (madre) y la descendencia estaban supeditados a él. La mujer debía “atender la casa, los niños, el campo y atenderlo todo. La mujer hurdana ha tenido que trabajar mucho” (Isabel, entrevista caminada, junio de 2022). Si a esta sobrecarga de trabajos feminizados se le añade la ausencia de una sanidad accesible y de una oferta pública para el cuidado de los descendientes, así como la falta métodos anticonceptivos y el peso de la tradición religiosa; se comprende la generación de circunstancias familiares que legitimaban que las hijas mayores sacrificaran su formación académica, en favor de la familia, actuando como cuidadoras auxiliares, reproduciendo así los roles tradicionales.
Mi padre era el aguacil de aquí del pueblo, entonces no había ni taxi, ni coches, ni nada, y claro mi padre tenía un burrito con el que iba al campo y a todo (…), si un día le pedían que fuese a llevar unos papeles, o lo que le mandasen, entonces a mí me cogía mi padre, y yo, pues faltaba a la escuela. (Isabel, entrevista caminada, junio de 2022).
Aun cuando los procesos migratorios ponían distancia entre las familias, no rompían con esta organización familiar y la responsabilidad del cuidado de la prole seguía recayendo sobre las hermanas mayores:
Como mi madre y mi padre habían fallecido, se vinieron mis dos hermanos [eran 11 hermanos/as] conmigo a Barcelona, yo estaba recién casada, para que yo los criase. Los pobres que iban con la ropa totalmente rota al colegio. (Isabel, entrevista caminada, junio de 2022)
Una vez casadas, no generaban una segunda unidad familiar en un hogar independiente, sino que seguían conviviendo en el núcleo familiar previo, generalmente el del hombre. Para muchas de las entrevistadas, al casarse la carga de trabajo aumentaba y es constante la referencia al trabajo continuo en el entorno doméstico y en el campo. Sobre todo, para aquellas mujeres e hijos cuyos maridos o padres hacían jornales en los municipios cercanos, o habían iniciado un proyecto migratorio hacia el norte de España.
Mi padre estaba en Avilés, yo era la número tres, mis hermanos se iban a hacer carbón, y yo me tenía que ir a lavar, todo el día arrodillada en el río. Y ahora nos quejamos, pero yo cuando pienso en la vida de antes, digo madre mía. (Manuela, entrevista personal, julio de 2022)
Además del trabajo constante en el cuidado familiar, muchas de las relaciones de pareja relatadas por estas mujeres reproducían relaciones de dominación y violencia contra ellas. Violencia y agresiones que se acentuaban cuando el alcohol estaba presente:
Había muchos hombres que llegaban borrachos y les pegaban a las mujeres cuando llegaban a casa. Había alguno que le pegaba hasta a la madre de su mujer. Las manos andaban muy ligeras, el hombre hurdano bebía y le daba por calentar, y luego como si no pasara nada. (Isabel, entrevista caminada, junio de 2022)
También han sido las madres quienes se han preocupado de la promoción y educación de sus hijos/as, llegando a migrar a Cáceres, capital de la provincia, para garantizar que tuvieran la educación que ellas consideraban adecuada, y ellas no pudieron tener; así lo señalaban “Yo me fui [a Cáceres] para que mis hijos pudieran estudiar”. (Francisca, entrevista personal, marzo de 2022).
En último lugar, nos gustaría resaltar la importancia de las redes locales o asociaciones de mujeres en los procesos de socialización y de integración de la mujer rural mayor, constatando cómo la participación social en organizaciones de pares representa una fuente de gratificación personal y de refuerzo de su identidad de género en el marco de su biografía rural (Castañeda, 2019); siendo un marco relevante de capital social, de recursos humanos para la ayuda y el apoyo mutuo:
Cuando estamos todas juntas hablamos y nos queremos. Si no sabía hacer una cosa nos ayudamos, para mí me han ayudado mucho, cuando no sabía ellas me echaban una mano y lo hacía igual que ellas. (Josefa, entrevista personal, abril de 2022)
Además, en contextos como el rural, donde los programas y el acceso a profesionales de la salud mental son escasos, estas redes son de gran apoyo en momentos de duelo o en momentos de la vida en que se pasa por distintos problemas emocionales:
El otro día la Presidenta de la asociación me dijo: “vamos a tomar café” pues yo no había ido nunca, a ver, había ido con la asociación y dice “vamos, vente también, no te vayas a casa si estás sola”. Y nos fuimos allí a tomar un café y muy bien me lo pasé, distraída, que es lo que hace falta. (Josefa, entrevista personal, abril de 2022)
Ella fue la que dijo de hacer una asociación de mujeres, porque hace tiempo ya hubo una en Caminomorisco, y me apuntó a mí sin saberlo, porque estaba pasando por lo de mi hijo y pues eso, y ella ha sido siempre, una hija que me ha animado, que quiere que vaya a todos los sitios, si hay una fiesta en la asociación. Al principio yo no iba, porque era por la noche, que era a la 9 y volvía a las 10. Yo soy muy miedosa y volver de Caminomorisco hasta aquí de noche no, sola no vengo. Luego se apuntaron otras compañeras y ya si íbamos, dijimos de cambiar la hora a las 4 de la tarde y se cambió, por dos o tres que trabajaban, y así pues sí participaba. (Mercedes, entrevista caminada, junio de 2022)
En segundo lugar, en contextos donde las mujeres aluden la escasez de oportunidades de relación, ocio y desarrollo, más allá de la familia, estas asociaciones favorecen que las mujeres se organicen en torno a aficiones e intereses comunes, adquieran nuevos conocimientos, ocupen espacios públicos y desarrollen distintas formas de acción colectiva: “Venimos los jueves y hoy que hay costura, yo ya no tengo que hacer nada, pintamos una teja”. (Josefa, entrevista personal, abril de 2022).
Además, algunas de las mujeres que comenzaron participando en asociacionismo femenino, habiendo visto las posibilidades y oportunidades que les han dado, han apoyado la creación de otras asociaciones ligadas con la promoción de su alquería.
Tenemos la suerte de que hacemos muchas cosas. Hace poco hicimos una comida de las setas, luego tuvimos unos talleres de hacer aceite, que son esos botes que están ahí y este sábado tuvimos la comida de los que participamos en Regilandu de mieu. Por la mañana hicimos dulces las mujeres, comimos, merendamos y cenamos, todo aquí. Luego hicimos el sahumerio de San Juan y lo hicimos y toda la gente saltábamos por encima, nos lo pasamos bomba. Decían que había que hacer cada 15 días una comida así. (Mercedes, entrevista caminada, junio de 2022)
La mayoría de las vecinas que participan de forma activa en las distintas asociaciones de mujeres de las Hurdes son de mayor edad y con más problemas de salud que otros movimientos asociativos urbanos. Sin embargo, esto es compensado por el capital social comunitario que son capaces de movilizar y proyectar. Estas mujeres y las asociaciones de las que forman parte son agentes clave para el mantenimiento de elementos de la ruralidad tradicional, la colectividad y las relaciones con el entorno (Ínsula, 2023; Mendoza Pérez, 2023).13
En las entrevistas se puede entrever que una de las principales preocupaciones de estas mujeres es el futuro y la continuidad de la forma de vida conocida en las Hurdes. En primer lugar, destacan una desconexión de mucha de la gente joven con el campo y huerto, que, como comentábamos en apartados anteriores, ha sido central en la experiencia social y adquisición de conocimientos por parte de la población hurdana. Las entrevistadas destacan que sus hijos e hijas siguen valorando los frutos del huerto que ellas les regalan, pero que, sin embargo, no se animan a continuar con el trabajo en el huerto y a adquirir todo el aprendizaje situado que de dicho trabajo se deriva.
Mi hija me dijo el otro día que, si le podía hacer un cuaderno para saber cuándo se siembran las cosas y cuándo no, porque ella no lo sabe. Y yo digo: “mira, a mí no me dijeron cuando se sembraban las cosas, yo cuando veía que la gente lo sembraba, pues yo lo hacía”. Soy una persona que, cuando veía que la gente lo hacía yo también, y cuando los cogían, yo iba a cogerlos. (Mercedes, entrevista caminada, junio de 2022).
En segundo lugar, la mayoría ve “un poco negro”, (Encarnación, entrevista caminada, julio de 2022), el futuro de las Hurdes por la falta de trabajo que propicia la migración constante de los jóvenes hacia zonas urbanas y el envejecimiento de la población.
Aquí el futuro lo tenemos muy visto, se terminará el pueblo. Es una pena porque aquí se está muy bien, muy libre y muy bien, aunque sea pequeñito. (Antonia, entrevista personal, abril de 2022)
Negro, quedamos cuatro gatos en el pueblo y cada vez esto está peor, no miran por el pueblo, estamos abandonados. (Juana, entrevista personal, abril de 2022)
Consideran la creación de empleos estables y de calidad como la solución para dar continuidad y evitar la despoblación de sus municipios y alquerías. Critican aquellos empleos que generan dependencia y vulnerabilidad, y que, en la mayoría de las ocasiones, son realizados por mujeres:
Yo quisiera que todos los pueblos de las Hurdes fuesen para arriba y no se tuviese que ir la gente a trabajar fuera, ya en Madrid no cogerán allí tanto, y está más contaminado, aquí es puro el ambiente, respiras mejor, es naturaleza. Esa es la pena que yo tengo. Que se preocupen un poquito y se acuerden de lo que prometen. (Francisca, entrevista personal, marzo de 2022)
A mi hija de cocinera, por 600 euros, tiene que estar todo el día trabajando. Luego dicen que no encuentran cocineros, pero claro, para que exploten a mi hija. Si no tuviera a sus padres que la pueden mantener… (Isabel, entrevista caminada, junio 2022)
Asimismo, consideran la importancia que está adquiriendo el turismo rural como actividad de desarrollo socioeconómico y valoran el hecho de estar “levantado muchas casas que estaban abandonadas. Así no parece que los pueblos están vacíos”. (Carmen, entrevista personal, marzo de 2022). Sin embargo, también son conscientes de que este tipo de actividades económicas favorecen, en la mayoría de los casos, una escasa participación e implicación por parte de los turistas en las zonas visitadas, “vienen, están aquí a dormir y luego se van”. (Mercedes, encuentro informal, julio de 2022). Aunque no es reconocido, y muchas de ellas no son conscientes, estas mujeres tienen una importante capacidad dinamizadora que hace al turismo rural más atractivo. Charlan con aquellos visitantes que se implican más en conocer la zona, los acompañan en rutas, les cuentan las historias de la zona, les dan frutos del huerto y los frutales, etc. Ponen en valor y dan a conocer el patrimonio sociocultural y natural de las Hurdes y los visitantes que “han estado con nosotras se quedan muy contentos” (Mercedes, entrevista caminada, junio 2022).
No obstante, algunas participantes también destacan aspectos no tan positivos del turismo, aunque en los paseos que hemos dado por la naturaleza tanto con María (67 años, entrevista caminada, marzo de 2022) como con su hermana, nos han transmitido la falta de cuidado y respeto de los turistas por el entorno. María, siempre que sale a pasear lleva una bolsa de basura para recoger de vuelta a casa toda la basura que se va encontrando, lo que refleja la centralidad que en la vida cotidiana de las mujeres hurdanas tiene su relación con la naturaleza, y cómo esta es una de las claves de la proyección de la incertidumbre ante el futuro.
Las condiciones geográficas e históricas de la comarca hurdana han marcado las formas de vida de sus moradores que, en el caso de las mujeres, tienen especificidades por la huella del modelo patriarcal y los roles asignados. La centralidad en sí misma de la zona, que algunos autores analizaron, fruto del aislamiento del territorio y las estrategias para salir adelante desarrolladas por sus habitantes, dejaron una impronta en la que actualmente se visibiliza la feminización y envejecimiento de la zona. Esta singularidad contiene un sesgo de género, desde el que las mujeres hurdanas se identifican y reivindican su comarca de origen. “Ser de las Hurdes” es una manifestación identitaria recogida recurrentemente como expresión de unos modos de relacionarse con el entorno natural, donde la centralidad del huerto y la faena en el campo continúan siendo un eje primordial. Y donde las dinámicas de las relaciones vecinales y familiares, han ido configurando la experiencia vital de sus habitantes que, con sesgo patriarcal, contribuye a la centralidad de la mujer como responsable del cuidado familiar y social. En este sentido, la dimensión temporal —continuidades/discontinuidades— ha permeado lo manifestado por las vecinas, con sus evocaciones sobre “cómo se vivía antes”, en sus años de infancia y primera juventud; y “la vida de ahora”. Las reflexiones sobre sus experiencias vitales entrecruzan los cambios económicos, sociales y culturales acaecidos de modo general en las últimas décadas con las especificidades de sus posiciones sociales como mujeres mayores en el contexto rural.
En el análisis de sus historias de vida encontramos continuidades/discontinuidades en torno a los tres ejes sobre los que hemos centrado nuestro trabajo.
La relación con el entorno natural sigue siendo un núcleo central en sus experiencias de vida. Una relación marcada —teniendo en cuenta sus condiciones etarias— por el gran esfuerzo que se necesita emplear —la dureza de la vida en las Hurdes en general, y de sus mujeres en particular, ha sido expresada a lo largo del trabajo de campo— para cultivar pequeñas parcelas de tierra y habilitar así los huertos familiares.
El huerto, como espacio material y simbólico de esta relación, representa un nodo entre el pasado —donde era fuente principal e imprescindible para la alimentación de la familia— y el presente —en el que la cobertura económica básica está garantizada con las pensiones de jubilación—, como fuente subsidiaria, pues se siguen consumiendo los productos recogidos, aunque ya no se dependa exclusivamente de ellos. Pero, aunque haya desaparecido la dependencia total hacia la producción del huerto, se mantiene la relación simbiótica entre ser humana y naturaleza: “cuido de mi huerto (naturaleza), y me responde con sus frutos”. A ello se añade una importante función para la donación y el intercambio social, pues las mujeres entrevistadas señalaban cómo, cuando reciben la visita de sus familiares —hijos, sobrinos, nietos—, les regalan productos del huerto, como algo muy preciado pues “son totalmente naturales”, y de una calidad que no pueden encontrarlos en las ciudades donde viven. Se enfatiza, así, el valor simbólico de los huertos y la alta estima que las mujeres hurdanas tienen hacia los mismos, siendo un nodo fundamental en su vida material y simbólica. Estas dimensiones se reflejan también en la posibilidad de seguir reproduciendo su función mantenedora y cuidadora de la vida familiar, enfatizando una dimensión de género que identifica con este rol a las mujeres. Así mismo, los productos del huerto son intercambiados y, en muchos casos, también regalados entre las propias vecinas, como un signo más de los lazos estrechos y la interacción vecinal desarrollada entre ellas. Regalarse mutuamente implica reconocerse, valorarse y actualizar las redes comunitarias, contribuyendo a la reproducción de la vida social de la comarca.
Y es que, como segundo punto de conclusiones, podemos señalar que las mujeres hurdanas continúan siendo el nodo desde donde se articulan las relaciones familiares y vecinales. La emigración ha sido una dinámica muy presente en la vida hurdana. Aunque desde mediados del siglo pasado el perfil se haya ido diversificado, incluyendo ambos géneros e incluso grupos familiares enteros, históricamente se ha caracterizado por su estacionalidad y encabezamiento de varones, lo que dejaba a las mujeres al frente de la familia, la casa, los animales y el huerto. En las últimas décadas, la continua emigración de las generaciones más jóvenes a las ciudades donde esperan encontrar mejores oportunidades laborales ha transformado el perfil sociodemográfico de los pueblos de la comarca, con una población caracterizada por altas tasas de envejecimiento y una mayor proporción de mujeres. Son ellas quienes siguen viviendo en la casa familiar, manteniendo los huertos y las tradiciones del lugar. Aunque la red familiar ya no conviva en el mismo lugar, las mujeres mayores siguen actuando como la argamasa que la articula y activa sus relaciones.
Del mismo modo, la vida social de los pueblos hurdanos encuentra en sus mujeres las artífices de su actividad, no solo con la producción de relaciones informales de vecindad y ayuda mutua que implica, entre otras cuestiones, el intercambio de productos, la prestación de favores, el interés por el estado físico y emocional de las demás; sino también la vinculación social formalizada a través del asociacionismo. La presencia y dinámicas de diferentes entidades que tienen en su centro a la mujer hurdana favorecen la creación de espacios para el encuentro y actividades compartidas. Estas dinámicas contribuyen a visibilizar el protagonismo de las mujeres hurdanas en un contexto en el que —además de haber trabajado en espacios económico-laborales compartidos con varones como el cuidado de animales y huertos—, en su rol, se añadía la responsabilidad en exclusiva de todo el abanico de labores domésticas y de cuidado familiar. Roles que siguen desarrollando ajustados a sus nuevas condiciones vitales: mayor o menor capacidad física tanto para el cuidado de huerto y animales como para el cuidado directo de familiares; o en los casos, mayoritariamente frecuentes de tener a sus descendientes emigrados, el cuidado familiar se puede realizar desde “la distancia”: a través del teléfono o redes sociales.
El progresivo vaciamiento de los pueblos de la comarca es una preocupación expresada por gran parte de las mujeres entrevistadas que aluden a un “futuro incierto” para las Hurdes. Desde su momento vital como mujeres mayores, y conscientes de las profundas transformaciones que ha experimentado la sociedad hurdana en las últimas décadas, así como los roles que ellas siguen manteniendo en el desarrollo de la vida en su comarca, temen que se pueda perder el conocimiento culturalmente acumulado sobre el cuidado del entorno o el mantenimiento de los huertos, o que ya no quede quien lo siga haciendo.
Estamos enormemente agradecidas a todas las mujeres que han compartido sus historias con nosotras, y a David Nebril y Laura Escobar por transcribirlas. A Esquíe no solo por la realización y montaje de los vídeos, sino por su paciencia y gran capacidad para el trabajo en equipo. A Oh Brava Sura por la realización de la música del vídeo y a Digo Diego los murales. ¡Gracias!
Proyecto Nosotras Contamos: Historias de Vida de Mujeres de las Hurdes. Proyecto financiado por la Acción V: Proyectos de iniciación a la investigación. Subprograma Diputación de Cáceres.
Las autoras declaran que no existe conflicto de interés.
Karmele Mendoza Pérez: captación de fondos, administración del proyecto, conceptualización, investigación, metodología, redacción, y revisión y edición.
María Adoración Martínez Aranda: conceptualización, investigación, metodología, redacción, y revisión y edición.
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