Reseña de Huerta (2024). Diseño y sostenibilidad

Review of Huerta (2024). Diseño y sostenibilidad

  • Chele Esteve Sendra
Portada libro

Ricard Huerta (2024).
Diseño y sostenibilidad. Tirant lo Blanch.
ISBN: 978-84-1183-224-3

La obra Diseño y sostenibilidad de Ricard Huerta ofrece una perspectiva integral sobre la relación entre el diseño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). A través de diecisiete capítulos, cada uno dedicado a un ODS, el autor explora cómo el diseño puede contribuir a transformar nuestras sociedades desde un enfoque comprometido con la equidad, la justicia social y el respeto ambiental.
El libro se apoya en referencias teóricas, ejemplos históricos y actuales, así como en una serie de ilustraciones del propio autor, que refuerzan el carácter reflexivo y artesanal de la obra. Se destacan temas como la desigualdad social, el impacto del capitalismo digital y la necesidad de educar en diseño para fomentar un pensamiento crítico y sostenible.
Huerta adopta una postura optimista y propositiva, alentando una implicación activa en la preservación del planeta y en la construcción de comunidades más justas. Su ensayo se convierte así en una lectura imprescindible para diseñadores, educadores y todos aquellos interesados en el papel del diseño como agente de cambio en la sociedad contemporánea.
    Palabras clave:
  • Diseño
  • sostenibilidad
  • Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
  • justicia social
  • equidad
Ricard Huerta’s Design and Sustainability offers a comprehensive perspective on the relationship between design and the Sustainable Development Goals (SDGs). Through seventeen chapters, each dedicated to a specific SDG, the author explores how design can contribute to transforming societies with a commitment to equity, social justice, and environmental responsibility.
The book is grounded in theoretical references, historical and contemporary examples, and a series of illustrations by the author himself, reinforcing its reflective and artisanal character. Key themes include social inequality, the impact of digital capitalism, and the necessity of design education to foster critical and sustainable thinking.
Huerta adopts an optimistic and proactive stance, encouraging active involvement in environmental preservation and the construction of more just communities. This book is an essential read for designers, educators, and anyone interested in the role of design as a catalyst for change in contemporary society.
    Keywords:
  • Design
  • Sustainability
  • Sustainable Development Goals (SDGs)
  • Social Justice
  • Equity

Introducción

Este libro recoge las reflexiones, planteamientos e ideas que surgen a partir de combinar la práctica del arte, el diseño y la educación. El esquema del trabajo responde a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, un programa de metas planteado por la ONU en 2015. Para alcanzar estas metas, la implicación debe ser máxima, por parte de los gobiernos, del sector privado, de la sociedad civil, y de la ciudadanía. Algo se ha avanzado, pero no tanto como sería deseable. El papel del diseño, como estrategia, resulta fundamental para alcanzar las metas marcadas. Aquí se presenta un proyecto que pretende crear sinergias entre los ámbitos del diseño y la sostenibilidad. A través de sus diecisiete capítulos nos adentramos en cada uno de los 17 ODS, ya que cada reto significa un desafío. El libro plantea que vivimos en ciudades diseñadas para la comodidad, y debemos ser conscientes del precio que eso comporta. El autor considera que estamos destruyendo el planeta a un ritmo frenético, pero el mensaje debe ser positivo, de futuro, alentador. Desentenderse de los problemas no es ninguna solución, por tanto, impliquémonos al máximo. Diseñar, en este sentido, significa mejorar, aprender, crear, compartir, funcionar, respetar.

Organizar las ideas en función de los 17 ODS

En cada capítulo del libro se aborda un ODS concreto, de modo que vamos conociendo los posicionamientos de numerosos estudios de diseño y de importantes teorías novedosas que inciden en la importancia de diseñar desde el respeto, atendiendo a los retos de la sostenibilidad. Los títulos de cada capítulo contienen el mensaje de cada ODS, al cual se ha añadido un subtítulo desde donde se marca la orientación que se está tomando desde posicionamientos innovadores en diseño. Es por ello que encontraremos títulos sugerentes como el del capítulo 1: “Fin de la pobreza. Diseñando modelos más equitativos”. El autor no solamente establece paralelismos entre las nuevas prácticas de diseño y la posibilidad de mejorar nuestro planeta desde los parámetros sostenibles, sino que además refuerza cada aportación indagando en la tradición del diseño comprometido, algo que no es nuevo, ya que los movimientos más importantes de la historia del diseño siempre tuvieron una marcada vertiente reivindicativa y política. Preocuparse por la salud y el bienestar de la ciudadanía, por una educación de calidad, o por la igualdad de género, utilizando para ellos energías no contaminantes y apoyando el crecimiento económico, son pautas que ya existían en movimientos del diseño como la Bauhaus durante las primeras décadas del siglo XX o los estudios que impulsaron el diseño de la posmodernidad a finales del siglo XX. Encontramos también un deseo por parte del autor para fomentar las alianzas entre instituciones, cooperando con museos y todo tipo de empresas para lograr los objetivos marcados (Huerta, 2021). La preocupación por los patrimonios y los Derechos Humanos constituyen otro aporte emblemático del volumen. Al inicio de cada capítulo encontramos una frase del filósofo Byung-Chul Han, lo cual delata la orientación del ensayo publicado.

Otro atractivo del libro a tener en cuenta es que cada capítulo de la obra viene acompañado por una ilustración del propio autor, un dibujo realizado con grafito sobre papel. El dibujo representa la imagen que mayormente aparece en los buscadores cuando introducimos el nombre de cada ODS. De este modo, el autor incorpora una figura elaborada por él mismo, acentuando así el carácter artesanal que empapa todo el estudio en su conjunto. No en vano, quien suscribe es ferviente seguidor de Richard Sennett.

Un optimismo radical que desborda energía y humanismo

Ricard Huerta asegura que el diseño, como estrategia, resulta fundamental para alcanzar los logros que plantean los ODS. Cada reto significa un desafío, y es en ese sentido que se presenta el aporte. Se trata de reflexionar, siendo capaces de asumir nuestra responsabilidad en todas estas cuestiones que tanto nos afectan, en todo lo que supone la preservación del planeta. Debemos cerrar filas en esta defensa de los ecosistemas, conscientes de la dificultad que entraña, y sabiendo que es la huella humana la que más desgasta los recursos naturales de la Tierra. Es la pobreza de espíritu la que más daño hace a nuestro futuro, por eso debemos actuar con decisión, mediante la concienciación de la ciudadanía, implicando a todos los estamentos sociales, a todas las personas.

Mientras una pequeña parte de la humanidad disfruta de un exagerado nivel de vida, mientras la inmensa mayoría de la población pasa hambre y calamidades, detectamos actitudes que exhiben un absoluto desprecio por los recursos el planeta: eso es una obscenidad. El concepto de obscenidad aparece constantemente en el texto, y se va desarrollando a lo largo del libro. Frente a la obscenidad de las clases más privilegiadas, el autor propone implantar la honestidad como campo de batalla, como estrategia común, siendo honestos, con nosotros mismos y con el resto de la humanidad. Aconseja reforzar la honradez y la implicación, que siempre resultan beneficiosas para quienes las practican. Mirar hacia otro lado nos envilece como personas. Por tanto, conviene implicarnos al máximo en la defensa del planeta, un esfuerzo que requiere integridad, denunciando las malas prácticas, esforzándonos por ser imparciales, cautos y generosos.

Si bien el autor se considera una persona escéptica, es consciente de la necesidad de eliminar la pobreza, distribuyendo equitativamente la riqueza. Es en el equilibrio donde nace la posibilidad de igualdad, de simetría, de mesura, de equidad. Partidario de luchar por conseguir equilibrios, por afianzar una estrategia de igualdad social, nos anima a implicarnos al máximo en ello (Huerta y Navarro Espinach, 2023). Atendiendo a cómo funcionamos en los sistemas capitalistas, pretender un equilibrio entre las clases poderosas y las que padecen pobreza resulta muy complejo. Pero por mucha dificultad que entrañe, estamos en condiciones de alterar y mejorar las cosas. Al menos debemos intentarlo. Entre los referentes que aparecen en el texto, destaca el profesor de economía política Cédric Durand, quien ha impulsado el concepto de “tecnofeudalismo” para referirse al poder que están asumiendo las tecnologías en los sistemas económicos mundiales. Para Durand, los poderosos monopolios privados se yerguen por encima de los gobiernos, al punto de constituirse en feudos. De hecho, las desigualdades se están volviendo abismales, lo cual revierte en una nueva edad de oro del capitalismo, gracias a lo digital. Al mismo tiempo se generan nuevas formas digitales de dominación, lo cual entraña consecuencias económicas vinculadas al desarrollo de los activos intangibles, productos inmateriales movilizados mucho más allá del sector tecnológico, augurando así una nueva edad de los monopolios (Durand, 2021).

El enfrentamiento por el poder tecnológico nos está llevando a una especie de guerra santa en la cual las grandes potencias como USA, Europa, China, Rusia, o India, desarrollan por su cuenta ecosistemas autóctonos extremadamente ricos (motores de búsqueda, redes sociales, sitios de comercio electrónico) que conducen, precisamente, a un mayor aumento de las desigualdades, provocando mayor inseguridad, y superando los excesos que ya de por sí acarreaba el capitalismo como sistema económico. Se ha debilitado el poder igualador de los estados, construyendo un sistema mucho más agresivo (Del Pino, 2024). Dicho sistema penaliza de nuevo a quienes menos poseen, convirtiendo su fragilidad en pobreza extrema. Todos somos finalmente víctimas de esta mutación socioeconómica acelerada y destructiva. Defiende Huerta que, frente a la mercantilización exagerada de la vida cotidiana, podemos atrevernos a recuperar saberes esenciales, enfrentándonos a los prejuicios que conlleva el desequilibrio y la desigualdad dominantes. Sabiendo que en Internet quien manda es el contexto, y no el contenido, podemos recuperar el valor del contenido (Íñiguez-Rueda, 2019). Necesitaremos mucha paciencia que, unida desenfrenadamente a la ironía, puede evocar posibilidades: frente a las desigualdades, complicidades.

El libro viene cargado de un mensaje positivo, una alentadora apuesta de futuro. Si bien las ciudades diseñadas para la comodidad de unos pocos, nos sorprende la capacidad de adaptación que proyectamos. Los elementos de una ciudad hablan de ella, recogen sus cambios, su evolución, sus deseos, determinan su personalidad. De la ciudad nos atrae su complejidad y su eficacia de transmisión. Cada parte de la ciudad dispone de mecanismos comunicativos propios, de entornos peculiares que forman parte esencial de la ciudad. Se trata de lugares donde podemos encontrar una gran profusión de piezas artísticas, árboles y vegetación, flores, arquitecturas, mobiliario y demás elementos que corresponden a la trama urbana. Al referirse a lo urbano el autor nos transmite un mensaje con carga educativa. Se trataría de convertir el mensaje visual de la ciudad en un verdadero relato estético. El diseño es una parte importante de la ciudad, un elemento destacado de su trama. Para disfrutar mejor del diseño que forma parte de la ciudad reivindica el caminar como una de las prácticas estéticas más enriquecedoras (Careri, 2002). Del mismo modo que cuando paseamos por la ciudad podemos detectar una estética particular, cuando pensamos en el diseño que emana de dicha ciudad estamos en condiciones de conocer mucho mejor su tradición artística y los gustos estéticos de su gente. Caminar, observar, ver, leer, disfrutar, entender, relacionar, utilizar, recoger, transmitir, enseñar, … El recorrido que ejercita el cuerpo en su cómplice intercambio con este entorno privilegiado se suma al recorrido de la mirada para describir y descifrar los elementos particulares.

Contrastes y mensajes, alimentación y diseño

Ante la hambruna que tanto sufrimiento provoca en los países más empobrecidos, en los países más avanzados se generalizan escenarios como el auge de la cocina de diseño, o la obsesión por las dietas, las indicaciones sobre alérgenos en restaurantes y productos que compramos en el supermercado, o descompensaciones alimentarias como la bulimia o la anorexia. El autor del libro destaca el hecho de haber optado por denominar cocina de diseño a un modelo de cultura culinaria donde se exalta la llamada “experiencia del comensal” frente a las tradicionales: cocina de mercado, cocina mediterránea, o cocina popular. La cocina de diseño se identifica con el arte y con la experiencia artística. Algunos de los grandes chefs de la cocina de diseño han sabido llevar esta “cultura del diseño” a la experiencia gastronómica, con precios astronómicos. Se trata de demostrar que quienes pueden pagar una experiencia de este tipo, son una minoría muy selecta, una clase privilegiada, un segmento de la población que vive muy por encima del resto de los mortales. La cocina de diseño se convierte así en una forma de distinción social (Bourdieu, 2012).

Los hábitos culturales distinguen y separan las clases sociales, al igual que la gastronomía o los usos alimenticios, convertidos en hábito cultural. En materia de consumos culturales, el autor del libro se refiere constantemente al cine, mediante ejemplos de películas con las que compara cada reflexión que lleva a cabo. En el caso de las desigualdades alimentarias, utiliza La Grande Bouffe, dirigida por Marco Ferreri en 1973, e interpretada por Marcello Mastroiani, Michel Piccoli, Hugo Tognazzi o Philippe Noiret. Para referirse a la cocina de diseño, escoge la película El menú, cuyo argumento versa, precisamente, sobre los abusos de la cocina de diseño. En este film de 2022 dirigido por Mark Mylod, el actor Ralph Fiennes interpreta el papel del chef, un personaje sin demasiados escrúpulos que nos depara tortuosos cambios en cada secuencia, poniendo en tela de juicio las bondades de la alta cocina de diseño. Al igual que en el film, algo de terror hay en esa aureola casi mística que se ha instalado en el imaginario colectivo respecto a la cocina de diseño y sus gurús, una tendencia que pretende la exclusividad, pero viene cargada de presunción, abuso económico, y algo de pretenciosas políticas kitsch.

El mundo del diseño se ha preocupado siempre por los diferentes aspectos de la alimentación: los envases de comida, la preparación de los platos en la cocina, su presentación en la mesa, la decoración de los restaurantes, el orden visual de los supermercados, las etiquetas de naranjas y todo tipo de frutas y verduras, los envases de chocolate, los muebles de cocina, los paquetes de café, el logo de Coca-Cola, los carteles con gráficos indicando los porcentajes exactos de proteínas, hidratos y grasas que necesitamos, y todo un inmenso abanico de posibilidades que nos ofrece el binomio diseño-alimentación. De esta tradición algo barroca, y desde luego interiorizada en nuestra mente, surge una verdadera eclosión. Si como diseñadores pretendemos crear productos que aporten un beneficio real, fácilmente nos topamos una y otra vez con la comida y con la salud.

Un caso a destacar en el panorama artístico internacional, tremendamente vinculado al diseño desde lo conceptual es el proyecto PowerFood del artista Antoni Miralda. La humanidad lleva siglos consolidando el paradigma científico que partió la realidad en sectores, perdiendo la relación entre las partes, y la idea de que somos un todo. Desde los años 1960 se está trabajando en recuperar la atención a los vínculos y el pensamiento del mundo en sistemas de relaciones. El hecho de que nuestros modelos económicos otorgaron enorme beneficio y poder a las clases dominantes, hace que la resistencia que presentan al cambio sea difícil de desarticular. Por ello, la transformación se está produciendo ahora desde la sociedad, que empuja hacia la necesidad de modificar los sistemas si queremos tener un futuro como especie. El autor nos recuerda que en las últimas décadas estamos asistiendo a un exagerado interés por el culto al cuerpo, algo que enlaza con la proliferación de gimnasios y el uso masivo de estos gimnasios y salones de fitness por parte de una elevada parte de la población. Asistimos también a la venta de preparados alimenticios y productos químicos con los que moldear la musculación y evitar la acumulación de grasas, se ha multiplicado el uso por hombres y mujeres de productos de belleza y cremas para la piel, al tiempo que aumentan exponencialmente los salones de tatuajes, las peluquerías o los locales para moldear las uñas y las pestañas. Esta avalancha de locales, profesionales y productos que favorecen el llamado “culto al cuerpo” nos lleva a una situación de atención exagerada hacia lo que comemos, el tiempo que pasamos en el gimnasio, las visitas a salones de belleza, o la obsesión por disponer de datos que cuantifiquen todos estos momentos, como por ejemplo disponer en el móvil de una app en la que se nos indique cuántas calorías hemos utilizado para subir unas escaleras, o cuántos pasos hemos dado durante la mañana. Todos estos modelos de funcionamiento obedecen a pautas de comportamiento que vienen generadas y amplificadas por parte de los medios de comunicación tradicionales, a los que cabe unir el poder de las redes sociales. Frente a todos estos abusos de los que finalmente somos cómplices, Huerta defiende un equilibrio saludable entre comida, cuidado del cuerpo y diseño, atendiendo al factor bienestar. Por eso nos interesa establecer un criterio de valor en el que encajen la salud y la sostenibilidad. Habida cuenta de las presiones a las que estamos sometidos, lo primero que necesitamos sería “escuchar a nuestro propio cuerpo”, y hacerlo con atención, disfrutando desde y con nuestro cuerpo, dotándolo e aquello que necesite, y evitando caer en la trampa de los que se nos impone como norma y obligación en el juego del consumismo a ultranza.

La necesidad de educar en artes y diseño

Huerta lleva cuatro décadas de experiencia profesional detectando una cierta desatención hacia el colectivo docente en todo lo relacionado con la formación en diseño, arte y cultura visual (Huerta y Domínguez, 2020). Frente a la gran fortaleza de la enseñanza del diseño, que es precisamente el deseo de innovación, nos balanceamos en un currículum que evidencia una verdadera incapacidad para formar mejor a las generaciones más jóvenes en cuestión de imagen, artes y diseño, lo cual no resulta sostenible, ya que revierte en un desequilibrio formativo (Huerta, 2022). Los nuevos territorios de la educación en diseño se sitúan en la órbita de la efervescencia tecnológica y de los actuales parámetros de convivencia. Las geografías del diseño y la educación están ahora más que nunca vinculadas a las necesidades de los nuevos públicos. Crear entornos propicios para la educación desde el diseño supone inicialmente atender a las necesidades del profesorado, lo cual repercutirá de manera directa en acciones en positivo con el alumnado. Fomentar la educación en diseño significa promover la participación creativa y los procesos cooperantes, transmitiendo mediante las artes el respeto hacia los derechos y las libertades, reubicando nuestras necesidades sin perder de vista el potencial de la cultura del proyecto (Huerta, 2020). Supone también una postura que viene marcada por pautas sostenibles como la honradez, la integridad y la paciencia. Más allá de las creencias, los dogmas o las imposiciones, siempre podremos desacralizar cada situación, utilizando el arte y el diseño como argumentos creativos para romper con ciertos esquemas del poder (Santamaría, 2019). La preocupación por el logro de resultados concretos en el sistema educativo entronca con las intenciones de las humanidades, cuyos efectos no son visibles a corto plazo. La orientación hacia la profesionalización que predomina en el sistema educativo tiende a formar profesionales para el desempeño de actividades productivas, eliminando cualquier atisbo de pensamiento humanista (Ordine, 2013). Huerta defiende la escuela pública y el modelo educativo de carácter universal, argumentando que todas las personas tienen derecho a la educación, y también al uso y disfrute de las artes y el diseño (Mascarell Palau, 2022). El diseño, al igual que las imágenes, invade nuestras vidas y nuestra memoria. Estamos rodeados de objetos diseñados, de ciudades diseñadas y de anuncios diseñados. Ante tal evidencia, ¿no resultaría beneficioso que este tipo de mensajes visuales fuesen analizados adecuadamente?

Desarrollar un diseño sostenible pasa por entender numerosas cuestiones relacionadas estrechamente con la política, la cultura, los derechos y la cotidianidad. La igualdad entre hombres y mujeres es una de esas cuestiones transversales que planean sobre todo aquello que nos conduce hacia situaciones mejorables. El diseño de hoy lucha por hacer frente a esta herencia de la modernidad, que descansa sobre fundamentos imperialistas, como una práctica profundamente ligada al surgimiento del capitalismo, la cultura industrial de masas, y la explotación de los recursos naturales y del trabajo humano. El diseño tradicional alimenta esta globalización asimétrica en su pensamiento y producción.

El diseño está intrínsecamente ligado a la reinvención y reproducción de la cultura material y la creación de los correspondientes conceptos, métodos, medios y herramientas (Ambrose y Harris, 2015). El concepto de diseño ontológico se basa en la idea de que nosotros, como humanos, intencionalmente o no, diseñamos nuestros hábitats, lo cual a su vez afecta nuestras formas de ser. Por lo tanto, el diseño puede ser visto como una poderosa herramienta ontológica capaz de transformar la realidad social y cultural, modelando la experiencia humana, la subjetividad y estilo de vida, el medio ambiente y los eventos sociales. Existe una creciente voluntad por parte de numerosos diseñadores de todo el mundo por comprometerse más que nunca con las crisis interrelacionadas de clima, energía, pobreza, desigualdad, asumiendo el significado y las cuestiones trascendentales que plantean. Numerosas voces se alzan hoy exigiendo un compromiso más explícito entre el diseño y una serie de cuestiones importantes, incluyendo la democracia, la imaginación especulativa, el activismo, la ampliación de los espacios del diseño para incluir comunidades heterogéneas, siempre mediante procesos colaborativos y participativos. Se trata de construir el futuro con la ayuda del diseño, estableciendo las condiciones para elaborar sociedades poscapitalistas, pospatriarcales y poshumanas, o bien sistemas sociales que se nutren un antropocentrismo responsable más allá del humano moderno (Haraway, 2019). Se trata, finalmente, de cuestiones filosóficas y discursos políticos sobre el diseño, a través de los cuales el diseño en sí mismo se está rediseñando. Frente a la desconfianza y el escepticismo, entusiasmo e ironía.

Este libro es el resultado de una profunda reflexión sobre el papel del diseño en la construcción de un futuro más justo y sostenible. A través de sus páginas, los autores nos invitan a repensar nuestra relación con el entorno, con la sociedad y con la educación, ofreciendo perspectivas innovadoras y estrategias de cambio basadas en la creatividad y el compromiso. Su labor no solo enriquece el campo del diseño, sino que también aporta una mirada crítica y propositiva hacia los desafíos globales, convirtiendo este trabajo en una referencia imprescindible para quienes buscan transformar el mundo desde el conocimiento y la acción.

Referencias

Ambrose, G. y Harris, P. (2015). Metodología del diseño. Parramón.

Bourdieu, P. (2012). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Taurus.

Careri, F. (2002). Walkscapes. El andar como práctica estética. Gustavo Gili.

Del Pino, D. (2024). Reseña de Forti (2024) Democracias en extinción. Athenea Digital, 25(1), e 3790. https://doi.orq/10.5565/rev/athenea.3790

Durand, C. (2021). Tecnofeudalismo. Crítica de la economía digital. La Cebra / Kaxilda.

Haraway, D. (2019). Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Consonni.

Huerta, R. (2020). Arte, género y diseño en educación digital. Tirant lo Blanch.

Huerta, R. (2021). Museari: Art in a Virtual LGBT Museum Promoting Respect and Inclusion, Interalla A Journal of Queer Studies, 16, 177-194, https://doi.org/10.51897/interalia/NQBD3367

Huerta, R. (2022). La Memoria. Investigación Basada en las Artes para la formación del profesorado. Arte, Individuo y Sociedad, 34(1), 27-45. https://dx.doi.org/10.5209/aris.70081

Huerta, R. y Domínguez, R. (2020). Por una muerte digna para la educación artística, EARI Educación Artística: Revista de Investigación, 11, 9-24. https://doi.org/10.7203/eari.11.19114

Huerta, R. y Navarro Espinach, G. (2023). Diseñar un museo virtual. McGrawHill.

Íñiguez-Rueda, L. (2019). Las redes sociales y todo lo demás. La libertad, la ilusión de libertad y la construcción de libertad. Libre Pensamiento, 98, 34-41.

Mascarell Palau, D. (2022). Second Round: Educación, Diseño y Sostenibilidad (ODS) como Proyecto de Innovación Educativa en defensa de la Educación Artística. Tsantsa, Revista de Investigaciones Artísticas, 13, 3-12.

Ordine, N. (2013). La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Acantilado.

Santamaría, A. (2019). Alta cultura descafeinada. Situacionismo low cost y otras escenas del arte en el cambio de siglo. Siglo XXI.