Steven Forti (2024) Democracias en extinción. El espectro de las autocracias electorales. Akal. ISBN: 978-84-460-5611-9
Se acaba de publicar el último libro del historiador italiano Steven Forti, Democracias en extinción. El espectro de las autocracias electorales, en la editorial Akal. La reciente publicación de Forti tiene el objetivo de exponer el desafío que supone el crecimiento electoral de las extremas derechas para la supervivencia de las democracias liberales. A partir de este objetivo se presenta la pregunta que guiará el desarrollo de la investigación: ¿se están extinguiendo las democracias?
La investigación que aquí se reseña expone claramente las características de las familias políticas que están llamadas a poner en riesgo el normal funcionamiento de las democracias representativas en occidente: las extremas derechas. En este sentido, se prestará especial atención a su normalización, pues desde la década de 1980 se ha desencadenado un lento pero irresistible proceso de desdiabolización que ha conseguido que en muchos países relevantes del mundo los partidos de extrema derecha sean la opción mayoritaria entre el electorado.
Este libro es la ampliación de un afamado texto previo: Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla (Forti, 2022). La metodología que se ha empleado es principalmente la investigación histórica, acompañado de otras herramientas como la sociología, la ciencia política, el derecho o los trabajos periodísticos. En palabras del autor: “Como el lector puede fácilmente comprobar, se trata, pues, de un libro de historia del tiempo presente -o historia actual, si se prefiere- que debe lidiar con las dificultades de estudiar y analizar dinámicas que se están desarrollando hoy y que no sabemos cómo ni cuándo terminarán” (p. 11).
Así pues, debemos aclarar que, para Forti, las diferentes experiencias políticas de extrema derecha a nivel global son el resultado más palpable de la profunda crisis en la que se halla la democracia. En este orden de cosas, el libro está dividido en una breve introducción y ocho capítulos.
En el primer capítulo (pp. 19-35), Forti realiza una cartografía pertinente sobre lo que debería ser una democracia y enumera los principales problemas que encuentran las democracias liberales en nuestro contexto histórico. Una de las principales preocupaciones es, precisamente, que en los últimos años ha crecido el número de ciudadanos que cuestionan, reniegan o rechazan el funcionamiento de los sistemas democráticos, abogando por la irrupción de líderes fuertes que generen certezas en un mundo caótico y desordenado: “Así que no es tan exagerado, ni está fuera de lugar ni es fruto de un pesimismo cósmico preguntarse si las democracias son un sistema en riesgo de extinción o, directamente, si seremos la última generación que ha vivido en democracia” (p. 19).
Apoyándose en el último informe que ha emitido el instituto V-Dem, creado en la Universidad de Gotemburgo en 2014, el autor pone de manifiesto el visible proceso de desdemocratización en el que nos encontramos. Algunos de los argumentos que se esgrimen en el informe mencionado son los siguientes: “La democracia está en declive en todo el mundo” o “todos los indicadores muestran un retroceso de los derechos y las instituciones democráticas” (p. 21).
Argumentos que se encuentran íntimamente vinculados con las tesis de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt cuando aseguran que las democracias pueden morir a manos de líderes elegidos democráticamente, completando la paradójica situación de caminar de la democracia al autoritarismo por una vía de competencia electoral legítima (Levitsky y Ziblatt, 2018).
Realmente, el proceso de desdemocratización comenzó tras los gobiernos de Margaret Thatcher en Reino Unido en 1979 y Ronald Reagan en Estados Unidos en 1981. Estos gobiernos neoliberales aplicaron unas políticas muy agresivas contra los pilares que sostenían los Estados de bienestar. El proceso de corrosión de la democracia que impulsaron ambos gobiernos terminó por pulverizar y corroer los lazos de comunidad y fraternidad que articulaban la sociedad en el contexto posterior a la II Guerra Mundial, promoviendo como contrapartida la globalización de la economía mediante la moderación salarial, políticas deflacionistas, la libertad de los capitales o la financiarización de la economía (p. 29).
En el segundo capítulo (pp. 37-93), se presenta la definición de extremas derechas 2.0. Para ello, primero se expone la definición de extrema derecha y, en segundo lugar, los principales motivos del avance de estos partidos a nivel global. Lo primero que habría que señalar, comenta el autor, es lo inapropiado que es definir a estos partidos como formaciones fascistas. El fascismo que conocemos de la década de los años treinta presenta algunas características nucleares que no encontramos entre los principales partidos de la extrema derecha en la actualidad, entre las que destacamos la utilización de la violencia explícita como forma de hacer política, la existencia de un partido convertido en milicia y de unos cuadros transformados en fuerzas paramilitares, el imperialismo o la producción de grandes espacios para albergar a las masas encolerizadas.
Si bien existen algunos paralelismos entre el fascismo clásico y los partidos de extrema derecha en la actualidad, también existen puntos de divergencia que impiden que empleemos esta categoría para definirlos. Dicho esto, el término que ha tenido mayor recorrido académico en las últimas décadas ha sido el de derecha radical, donde generalmente se le añade otro término: populismo. Para Forti, el empleo de esta definición es incorrecto debido a que induce a considerar que de la misma forma que existen expresiones de izquierda radical encontramos partidos de derecha radical. Asumir semejante dictado es un error epistemológico, ya que la izquierda radical no pone en entredicho los derechos democráticos que garantizan las democracias liberales, buscando una radicalización social, no su socavamiento o resquebrajamiento.
En cuanto a las causas del avance electoral de estos partidos, el autor contempla algunas explicaciones, que por sí solas no dicen nada o muestran una simplificación de la realidad, pero que todas unidas pueden otorgarnos una explicación plausible. Una de las causas más aceptadas por los especialistas es el aumento de las desigualdades sociales desde la llegada a los gobiernos de Thatcher y Reagan. Junto a las desigualdades sociales, las políticas de Thatcher y Reagan habrían producido el socavamiento del Estado de bienestar, el debilitamiento de las clases medias y la ruptura del ascensor social. Para amplias capas de la población las perspectivas de vivir mejor que nuestros padres se han visto reducidas.
Junto a estas causas debemos tener en cuenta otros dos elementos: por un lado, el declive del modelo fordista que resquebrajó el sistema de vida tanto de la clase obrera como de la clase media-baja, además de empobrecer a la clase media con la pauperización de los servicios públicos y, por otro lado, la globalización de la economía y la liberalización de los mercados. Además de lo expuesto, otra de las causas ampliamente aceptada por los especialistas para explicar el avance de estas formaciones políticas es el debilitamiento de las democracias liberales articulado sobre tres sentimientos: desconfianza, desalineamiento y atomización (p. 59).
En este contexto, las extremas derechas saben ofrecer seguridad, protección y cierto espacio de certidumbre, sabemos que de forma tramposa y a su manera, pero lo relevante es que muchos ciudadanos así lo creen. En palabras del autor: “Y una parte de la población, preocupada, frustrada, desorientada, desconcertada por lo que está pasando y, desde luego, resentida con quienes han gobernado hasta ahora, acaba por convicción, cansancio o falta de alternativas comprando ese relato” (p. 63).
Dicho todo esto, para Forti el empleo del concepto de extremas derechas 2.0 es superior a otras definiciones por los siguientes cuatro motivos: 1) se subraya su heterogeneidad, ya que figuras como Milei, Le Pen, Abascal o Meloni representan movimientos políticos diferentes; 2) este concepto nos permite resaltar el papel crucial que han tenido las nuevas tecnologías en su auge y consolidación; 3) más allá de sus diferencias todas las formaciones políticas que engloban la definición propuesta comparten referencias ideológicas, estrategias políticas y comunicativas; y 4) este concepto nos permite contemplar que hablamos de una gran familia global y, por lo tanto, que su peligrosidad es enorme, compartiendo líneas políticas e ideológicas.
Entre las referencias ideológicas comunes de las extremas derechas 2.0, podemos mencionar un marcado nacionalismo, una crítica profunda al multilateralismo y al orden liberal, al antiglobalismo, la defensa de los valores conservadores, una visión autoritaria de la sociedad centrada en el lema “ley y orden”, la crítica al multiculturalismo y a las sociedades abiertas, el antiprogresismo, el antiintelectualismo y la toma de distancia formal de las pasadas experiencias de fascismo, sin por esto desdeñar la llamada dog whistle politics (política de silbato para perros), es decir, unos guiños o referencias a los regímenes autoritarios del pasado (p. 70).
En el tercer capítulo (pp. 95-131) se aborda el sistemático avance electoral de los partidos de extrema derecha como consecuencia de un proceso de desmarginalización, pues desde la década de 1980 y 1990 han ido pactando con diferentes partidos de la derecha mainstream. Para uno de los intelectuales más laureados, Cas Mudde (2019/2021), en el nuevo milenio se han sucedido tres momentos de enorme relevancia que han servido como ventana de oportunidad para la desmarginalización de los partidos de extrema derecha: en primer lugar, los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, luego la Gran Recesión de 2008 y, en tercer lugar, la crisis de los refugiados en 2015 y 2016.
A partir de estos tres momentos, las extremas derechas se han asentado incluso en lugares geográficos donde no estaban, como es el caso de Vox en España. Además del fortalecimiento de estos partidos o del surgimiento de nuevas formaciones en lugares donde no estaban, como el caso de España, Alemania, Chipre o Luxemburgo, el suceso más relevante ha sido que la ultraderecha se ha convertido en un fiel socio para la derecha mainstream, con los que llegan a acuerdos de coalición para alcanzar el poder: “De hecho, en la actualidad las extremas derechas gobiernan ya en siete países europeos […] En casi todos los casos se trata de ejecutivos de coalición con partidos de la derecha mainstream o incluso liberales” (p. 116).
Por otro lado, en el cuarto capítulo (pp. 133-167) se presenta la dimensión global del fenómeno, ofreciendo una rica y matizada panorámica de las redes internacionales que han tejido. Los partidos de extrema derecha no solo se han normalizado, sino que llevan décadas organizándose internacionalmente y ofreciendo recetas compartidas. Así pues, líderes y dirigentes de estos partidos participan con cierta normalidad en congresos y fiestas de los partidos afines o en actos en campañas electorales. Un ejemplo de lo presentado es la cumbre Europa Viva 24, encuentro organizado entre Vox y ECR (Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos) en mayo de 2024 en Madrid, donde se dieron cita un elenco de dirigentes y altos cargos de los partidos de las extremas derechas a nivel mundial, destacando especialmente a Marine Le Pen o Javier Milei.
En estas redes internacionales cobran especial importancia la existencia de la red de fundaciones y Think Tanks que tiene repartidos por el globo, siendo sin duda la más conocida la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), donde en su reunión de 2024 tuvieron como invitados estrella a Javier Milei y Nayib Bukele. Estas fundaciones tienen el cometido de dar la batalla cultural, mantra que reiteran una y otra vez. Sirven como escaparate de ideas y formación de cuadros, además de influir en el debate público o las decisiones políticas.
Aquí observamos de manera directa la influencia que ha tenido sobre las extremas derechas a nivel global la figura de Alain de Benoist y las enseñanzas de la Nouvelle Droite francesa, que consideró que tras la II Guerra Mundial la prioridad consistía en la conquista de la hegemonía cultural y el sentido común, proponiendo una lectura alternativa de Antonio Gramsci (De Benoist, 1985).
A lo largo de este cuarto capítulo se destaca la centralidad que ha adquirido Israel para las extremas derechas mundiales. Esto se debe a que el gobierno de Netanyahu se ha convertido en un referente por su incansable lucha contra el mundo árabe, su firmeza y mano dura. Algunos de sus ministros, como el conocido Amichai Chikli han viajado numerosas veces para participar en encuentros donde se dan cita los principales líderes de estas formaciones políticas.
En los siguientes tres capítulos se pone el foco en algunos procesos que han sido novedosos en los últimos años. En el quinto capítulo (pp. 169-192) se exponen las diferentes estrategias adoptadas por las extremas derechas en Europa y su relación conflictiva con las instituciones comunitarias. A pesar de que existen amplias diferencias entre formaciones o familias políticas, ha existido una mayor capacidad para alcanzar relaciones sólidas. Uno de sus principales giros estratégicos ha sido la transición que va de querer resquebrajar la Unión Europea hasta adoptar una posición de “ocupar” o “cambiar” Bruselas. Es decir, han pasado de querer acabar con las instituciones comunitarias a participar de ellas y tratar de cambiarlas.
A pesar de todas sus divergencias, los integrantes de las diferentes familias que componen los partidos de extrema derecha a nivel europeo han esperado a los resultados definitivos de las elecciones norteamericanas que ha dado como ganador a Donald Trump. Dicho resultado es un soplo de aire fresco para estas familias políticas, que verán representados sus intereses y valores desde La Casa Blanca. Seguirán colaborando en temas como la defensa de la familia tradicional, la reivindicación de los valores cristianos, el rechazo de los inmigrantes y la cruzada contra la ideología de género: “Porque, en el fondo, estas fuerzas políticas, como se ha venido explicando en los capítulos anteriores, comparten la mayoría de las referencias ideológicas y de las propuestas programáticas” (p. 190).
En el sexto capítulo (pp. 193-225) el autor se detiene en el caso italiano, ya que podemos considerarlo un laboratorio político ultraderechista. Considerar a Italia como un laboratorio político se ha convertido en un lugar común, aunque es complicado no verlo de esta manera. Fue en Italia donde se creó el fascismo tras la Primera Guerra Mundial o donde entró en escena el primer líder televisivo como es Silvio Berlusconi, siendo un Trump antes que Trump. También fue en Italia donde surgió en la década de los años 70 la experiencia del eurocomunismo o donde surgió la fuerza política del M5S, creado por un cómico.
Uno de los principales factores de la desmarginalización de las extremas derechas fue el ascenso de Silvio Berlusconi tras el proceso de descomposición del sistema de partidos italiano en la década de los 90 conocido como Tangentópolis. La entrada de Berlusconi a la arena política se produjo enarbolando las banderas del anticomunismo y aprovechando la disolución del partido de derecha liberal clásico italiano, la Democracia Cristiana (Ginsborg, 2003; Musso, 2011). En este contexto surge una nueva forma de comprender la vida política en Italia que toma el nombre de berlusconismo: “entendido como una emulsión de populismo y liberalismo de extrema derecha fundado en el mito antipolítico de la sociedad civil, fue la clave de bóveda para la legitimación y normalización de la ultraderecha en Italia a partir de los primeros años noventa” (p. 196).
La transformación de la sociedad italiana tras la llegada de Berlusconi permitió la banalización tanto de discursos como de proclamas fascistas hasta convertirse en mainstream. Desde los años 90 Italia ha señalado el camino hacia la normalización de los partidos de extrema derecha, donde la privatización de las televisiones y su centralidad en el juego político han sido una pieza clave y fundamental para dimensionar la amenaza que corren nuestras democracias (Boni, 2008), donde los partidos de centro-derecha y las élites en Bruselas y Washington los observan como animales de compañía siempre que se declaren atlantistas y no quieran romper los diques de la Unión Europea.
En el séptimo capítulo (pp. 227-272) se compara el caso italiano con otras experiencias políticas similares. De este modo, el autor analiza diferentes casos donde las extremas derechas han alcanzado el poder o están cerca de tenerlo, con el objetivo de señalar el proceso de normalización, además de mencionar el caso de la radicalización de la derecha mainstream, principal motivo que hace agonizar y temblar a las democracias occidentales.
Las experiencias políticas de países tan dispares como Suecia, Países Bajos, Finlandia, Francia, España o Argentina nos enseñan que el camino italiano se puede recorrer por travesías diversas arribando a un lugar común. En la meta compartida por todas estas experiencias políticas observamos un patrón similar: la radicalización de las derechas mainstream, el creciente apoyo electoral de los partidos de extrema derecha, su desmarginalización, su increíble capacidad para marcar la agenda política o mover la ventana de Overton o la creación de redes internacionales.
Ahora, como en el periodo de entreguerras, la desmarginalización y el crecimiento electoral de las extremas derechas se produce por la colaboración entre las elites tradicionales y las nuevas familias extremistas. Este es un rasgo que comparten los fascismos clásicos y las extremas derechas actuales, puesto que tanto en el periodo de entreguerras como en la actualidad su crecimiento solo es posible mediante la radicalización de la derecha mainstream y la aceptación de las elites tradicionales: “es indudable reconocer, de todas formas, que donde los fascistas llegaron al poder hubo siempre algún tipo de acuerdo con las elites tradicionales o, al menos, buena parte de ellas” (p. 238).
En el último capítulo (pp. 273-312), se presenta el modelo institucional que las extremas derechas están construyendo a nivel global: la autocracia electoral. En este último capítulo se cierre el círculo que se abrió al comienzo del libro: la autocracia electoral es un modelo diferente a los totalitarismos clásicos o a las democracias que hemos conocido desde 1945. Son regímenes políticos híbridos entre las democracias que conocemos y las dictaduras. Así, en este capítulo se presta especial atención a la Hungría de Orban como modelo acabado de autocracia electoral o los modelos que están en progreso de convertirse en la Hungría orbaniana como son la Israel de Netanyahu, El Salvador de Bukele o la India de Modi.
En todos los casos nos encontramos con contextos políticos marcados por la búsqueda de afianzar un modelo iliberal, es decir, en sustituir las democracias liberales por modelos alternativos que si bien conservan procesos electorales para designar a sus representantes políticos no existe independencia entre los poderes del Estado o no se respetan las garantías jurídicas o la libertad de expresión.
A diferencia de otros regímenes autoritarios o, mejor dicho, de otros autoritarismos competitivos que se dan en diferentes latitudes del globo, en el caso de los Orbán, los Milei, los Trump, las Meloni, los Netanyahu o los Bolsonaro estas políticas se enmarcan en la construcción de un modelo iliberal y antidemocrático a partir de una ideología bien determinada, la de las nuevas extremas derechas que, como hemos visto, tiene un corpus doctrinal de referencia y redes transnacionales compartidas […] Esto también nos permite recalcar una vez más las diferencias con el fascismo histórico que, en cambio, defendía un proyecto explícitamente totalitario (p. 283).
En definitiva, Forti destaca que los tiempos han cambiado y que ya no estamos viviendo una época definida por las llamadas olas democratizadoras, sino por un sostenido periodo de desdemocratización. El crecimiento electoral de fuerzas de extrema derecha y la radicalización de las derechas mainstream muestra las dificultades para deshacer el camino recorrido por estos partidos con el objetivo ulterior de instaurar una autocracia electoral. El reto es hercúleo, las democracias se enfrentan a un poderoso enemigo que busca acabar con ellas. El resultado de la desdemocratización ha sido posible por la cercanía de las extremas derechas con unas elites globales que han decidido emanciparse de los compromisos sociales aprobados tras la II Guerra Mundial, para quienes las democracias constitucionales les sobran.
Boni, Federico (2008). Il Superleader Fenomenologia mediatica di Silvio Berlusconi. Meltemi.
De Benoist, Alain (1985). Démocratie: le problème. Labyrinthe.
Forti, Steven (2022). Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla. Siglo XXI.
Ginsborg, Paul (2003). Berlusconi. Ambizioni patrimoniali in una democracia mediatica. Einaudi.
Levitsky, Steven y Ziblatt, Daniel (2018). Cómo mueren las democracias. Ariel.
Mudde, Cas (2019/2021). La ultraderecha hoy. Paidós.
Musso, Pierre (2011). Sarkoberlusconisme: la crise finale. L’Aube.