Juana Juárez-Romero, Ma. de Fátima Flores-Palacios y Silvia Gutiérrez Vidrio (Coords.) (2023) Pensamiento y representaciones sociales en Latinoamérica frente a la COVID–19. UAM-Gedisa.
ISBN:
Gedisa: 978-607-8866-62-5
UAM: 978-607-28-2898-8
En el momento actual, uno se pregunta de cara a los textos que ostentan un título como el consignado: ¿En qué medida éste será otro texto respecto de la pandemia?, ¿Qué es lo que vendrá a decir éste que falte decirse, en medio del océano de reflexiones que han sido generadas por propios y extraños en el contexto post–pandémico?
En este orden de ideas, lo primero que el texto aclara, es que no se trata de un texto que ahonde en las dinámicas psicosociales o en las economías simbólicas que se suscitaron en torno a los procesos propios del periodo, por ejemplo la acumulación de dispositivos, despensa, medicamentos, dinero o información, asuntos que tampoco le son del todo ajenos. Como en cualquier estudio simbólico propio de la psicología social y sin importar la genealogía teórica o metodológica, lo que un texto como este trae a la luz son los procesos psicosociales que estuvieron detrás de lo que, aun al día de hoy, constituye la epidemia de COVID–19 que se extendió desde los primeros casos de diciembre de 2019, el reconocimiento de la OMS como asunto internacional en enero del 2020 y hasta mayo de 2023, en que se declara el fin de la emergencia sanitaria.
En ese escenario, no sorprende lo que en el texto que hace de prefacio, Pensamiento y representaciones sociales en América Latina ante la COVID–19, ya plantea Sara Jovchelovitch:
El enfoque de este libro se centra en el pensamiento social sobre la pandemia, pero también es mucho más que eso. Hay aquí un esfuerzo no solo por esclarecer las múltiples doxas del sentido común, sino también por hacer un diagnóstico del presente, de sus representaciones sociales y lo que muestran en cuanto a las múltiples contradicciones que la pandemia ha agudizado y visibilizado, pero que por sí solo nunca hubiera podido provocar. (p. 13)
El conjunto de textos, que se extienden a lo largo de 278 páginas, se divide en tres partes:
Parte 1: Procesos de polarización y narrativas en entornos digitales (tres capítulos, es la parte más extensa).
Parte 2: Género e investigación–acción: retos y desafíos (dos capítulos).
Parte 3: El ejercicio ciudadano y la crianza en el contexto del confinamiento (dos capítulos).
Estas tres partes funcionan como: “tres ejes que nos permiten dar cuenta del pensamiento social y algunas de sus expresiones” (p. 31).
El primer capítulo, La COVID–19 en contextos polarizados: el caso de Brasil y Venezuela, de Angela Arruda y Mireya Lozada, comienza dos veces para hacer recuento de la situación compleja por la que ya atravesaban ambos países cuando la pandemia les golpeó. Ambos casos aparecen semejantes en tanto parajes desolados para la solidaridad y demás dispositivos ciudadanos u oficiales que sí aparecieron en otras latitudes. En Brasil, un presidente que hizo de la hora cero, momento de estrenarse como standupero y ser espontáneo y vacilón con la situación. En Venezuela, otro presidente que apuntaba el dedo a los imperialistas que habían diseñado el virus y enviaban repatriados a los otrora exiliados venezolanos, para que esparcieran el virus. Un Estado brasileño que tapó el virus con un dedo que no dejó de temblarle para tomar medidas de cuidado y de responsabilidad ciudadana. Una Venezuela que encontró en su milagro siempre prometido e inalcanzado del futuro petrolero, el premio de consolación frente a la conspiración que enfrentaba su revolución artificial. Ambos Estados construyeron un hombre de paja para lidiar desde él, al monstruo que resultaba el nosotros que, en cada caso, acababa pulverizado dado el proceso de polarización del que eran presos los públicos debido al aislamiento y a las maniobras mediáticas. El texto concluye en once puntos que resultan importantes, pues resumen el análisis de las autoras. Estos aparecen en las páginas 67–68 y de ellos tomo solo dos, dado que el resto puede inteligirse de la comparación de ambos países.
El primero es la ruptura de los universos simbólicos compartidos, y el segundo es la impostura de cánones para la significación. Ambos, si bien consecuentes en la práctica de modo incluso previsible, coartan de principio las vías para la formación de nuevos horizontes de acción social, pero impactan también el presente y aún el pasado de un grupo. Para entender esto cabalmente, vale la pena traer el recuento que hace Elżbieta Hałas (2008) de los planteamientos de Anselm Strauss en Continual permutations of action (1993):
Los símbolos se generan mediante la interacción.
Los significados explícitos (interpretaciones) constituyen sólo una parte de la simbolización inherente a la acción.
Los resultados de la simbolización anterior (símbolos) se trasladan a la interacción posterior.
Los símbolos tienen carácter sistémico: crean redes de significados.
La nueva simbolización y las acciones subsiguientes generan un cambio social.
Lo que se pierde cuando se coarta la libertad simbólica, es de entrada inefable, pero lo que sí puede alcanzar a decirse es que el riesgo, el embargo es de una magnitud absoluta. Siguiendo a Hałas:
Albert Salomon demostró en 1955 que las representaciones colectivas durkheimianas incluyen tres formas: la representación simbólica colectiva, la afectación simbólica y el recuerdo simbólico (memoria colectiva). Merece la pena recordar una vez más el estímulo de Strauss para considerar estos fenómenos en términos de acciones, es decir, como formas de creación de representaciones, creación de emociones y creación de memoria colectiva, y no sólo en términos de sus resultados. (Hałas, 2008, p. 141)
De modo que el problema no es únicamente que se vea amenazado el patrimonio cultural material de un colectivo, sino que las interacciones que permiten la representación, la identificación, la reflexión del colectivo en emplazamientos materiales, trátese de lugares, personas u objetos, se ven amenazadas. No solo se amenaza la vida, sino también los espacios que la constatan: la capacidad de ligarse afectivamente a algo y de entender esa unión como algo valioso, que merece la pena integrar en la biografía, es lo que se ve comprometido.
De vuelta al capítulo inicial, hay un tercer elemento, que las autoras no mencionan en su recuento de conclusiones, dado que podría estar haciendo de punto de partida para la perspectiva anamórfica que es su ensayo: ambos países, al momento de la escritura del texto, se encuentran en estado de excepción política, por procesos evidentemente distintos, y aunque ambos podrían reconocerse debajo del paraguas del levantamiento de la extrema derecha en LATAM, serían representativos solo en algunos aspectos, del estado del continente. Sin embargo, esto no juega sino a favor de las autoras dado que es en estas circunstancias que las consecuencias de los procesos de polarización y ruptura que son promovidos por sus gobiernos, destacan asuntos que la vieja normalidad había naturalizado en el resto de los países. Brasil y Venezuela son escenarios ejemplares de vejaciones a los Derechos Humanos, e incluso emplazamientos para crímenes de lesa humanidad, pero no por ello, en tanto ejemplos límite, dejan de ser espejos convexos de situaciones que atraviesan todas las realidades que todos vivimos y es justo por ello que no sorprende la reflexión con la que las autoras cierran el capítulo: no es un dato menor, que el público al que la extrema derecha habla, al que se refiere en sus comunicados y a quien dirige sus exiguas políticas de cuidado, sean las nuevas iglesias evangélicas.
El siguiente capítulo, Representaciones, imágenes y narrativas sobre la pandemia de la COVID–19 en el contexto brasileño, de Paulo Afranio Sant’Anna, presenta un panorama más sistemático y pormenorizado de la situación particular en Brasil, por medio de cuatro apartados, el primero, “La pandemia de la contemporaneidad”, en donde el neoliberalismo rampante se convierte en escenario para los cambios en la noción de verdad y en las interacciones que constituyen el vivir juntos que, aunados a la infodemia, se emplazan como telón de fondo para analizar las consecuencias en las subjetividades. Se presentan así, de la cita del estudio de De Rosa et al. (2021), cuatro denominadores comunes que surgieron en varias naciones y en Brasil para identificar el modo como se enfrentó la pandemia:
Culpar o estigmatizar a grupos o naciones externas.
Emplear el uso de metáforas de guerra para referirse a las estrategias.
Dicotomizar por clase (rico/pobre), lo que debía hacerse.
Fomentar la polarización apoyándola en representaciones controvertidas de carácter político.
En el siguiente apartado, que el autor llama “La pandemia del neoliberalismo”, el texto arranca sin concesiones: “La pandemia de la COVID–19 nos presenta un retrato de la sociedad globalizada contemporánea. Un retrato que revela con impresionante claridad aspectos del orden social, económico, psicosocial y cultural del momento histórico actual” (p. 86). A partir de ello, teje su reflexión con varios elementos que traducen en acciones, lo que considera las consecuencias funestas del capitalismo previas a la pandemia y aquello que en menor escala, representa el mismo: desde el cambio de los modelos de gobierno por los de gobernanza, hasta el impacto en las relaciones interpersonales que se da cuando las mismas se traducen, por gracia de las plataformas que las vehiculan, en lógicas de consumo. Todo mediado por las redes, los motores de búsqueda y arbitrado por los algoritmos, de suerte que el mundo a vivir, resulta a la medida del placer de cada uno. La extensión del Yo a través del mundo, rodeado por un escritorio sin fin de servicio al cliente.
El siguiente apartado, que explora la pandemia a través de la desinformación que respaldó el gobierno brasileño, rescata el término “infotoxicación” para referirse al estado de extravío y zozobra que se experimenta en medio de informaciones que solo se sumaban a la bruma de amenazas a las que estaban expuestos los brasileños. No era solo el estado de la cuestión el que se disfrazó hasta el día de hoy, sino el origen de la enfermedad, su gravedad, los cuidados que debían procurarse, la importancia del quedarse en casa y la efectividad de los tratamientos. La información que podía orientar las acciones no compartía perspectivas entre las fuentes (ni siquiera entre los gobiernos municipales), por lo que era común escuchar noticias contradictorias entre las emitidas por el gobierno nacional y el municipal.
En este estado de cosas, observa Sant’Anna, el nosotros se pulveriza. El otro no constituye ya el deslinde del yo, sino un extraño que o bien es parte de esa extensión del yo en que se convierte el mundo en medio de las lógicas neoliberales, o bien el monstruo que amenaza la ciudad allende las fronteras de lo que es conocido, de lo que es normal, de lo que es familiar y de lo que es bienvenido.
Previo a concluir, el autor ofrece una radiografía de lo que constituyó la pandemia particularmente en Brasil y para los asuntos que nos convoca. Las consecuencias de la falta de acciones concertadas por el gobierno frente a la pandemia se hacen sentir hoy: más de 30 millones de personas infectadas, 664000 muertos, ambas cifras, además, mal estimadas. El autor desglosa en la página 95 en cinco puntos, acompañados por comunicaciones públicas del presidente, los pormenores de su postura:
La elección de la sostenibilidad económica en detrimento de la sostenibilidad de la vida.
El intento sistemático de minimizar la gravedad de la pandemia para justificar la falta de una política nacional para enfrentarla.
La exención de la responsabilidad del gobierno sobre los impactos de la pandemia en Brasil.
La politización de la pandemia a través de la polarización derecha–izquierda al referirse a la estrategia de tratamiento defendida por el gobierno.
La narrativa necropolítica que naturaliza la muerte, aunque sea evitable, estimula indirectamente las prácticas de riesgo en relación con la COVID–19.
Y ello es solo el principio, además están las funciones del presidente como ministro del discurso negacionista y del antivacunas. Numerosas apariciones públicas, manifestaciones sospechosas y más comunicaciones oficiales que se esforzaron en colocar el uso de la Chloroquinina en lugar de las vacunas, habida cuenta de su nula efectividad en la prevención de la enfermedad.
Como consideraciones finales, el autor dispara una bengala en medio del mundo fisurado que destapó y confirmó la pandemia: “Estamos en un momento de construcción de nuevas utopías y esta nueva realidad que se está engendrando necesita nuevas imágenes y representaciones que organicen a la sociedad de manera más igualitaria, humana e integrada con la naturaleza” (p. 101) y cierra la serie de preguntas consecuentes con una que condensa sus reflexiones “¿Cuál es el potencial de movilización de estas representaciones en el sentido de promover cambios sociales y culturales en el contexto de América Latina, Brasil y el mundo?” (p. 101)
Y es precisamente sobre la manufactura de representaciones que versa el siguiente capítulo, elaborado por Silvia Gutiérrez Vidrio, Los memes sobre la vacuna contra el coronavirus. Un estudio de representaciones sociales. El primero del texto que analiza el contexto mexicano.
Gutiérrez Vidrio convoca a identificar en los imemes (toda vez que la fuente de los mismos son las plataformas de internet) no solo una serie de índices de las representaciones sociales conformadas como conocimiento ordinario, sino también resultan en indicadores de la apropiación del conocimiento en medio de la infodemia que caracterizó al periodo de la pandemia, toda vez que los mismos son al mismo tiempo producciones y artículos de consumo cultural, llevado a cabo por lo que la autora reconoce como prosumidores. Sus funciones, entonces, son recapituladas como epistemológica, identitaria y de orientación que, en última instancia, “facilitan la creación de espacios discursivos compartidos en los que se vehiculan determinadas creencias, percepciones, actitudes e ideologías” (p. 111).
Posteriormente, la autora revisa el proceso de producción de las vacunas y su efectividad, a la par que hace un recuento de lo que se considera el pensamiento conspirativo, ambos, elementos indispensables que disponen el telón de fondo en el que realiza su análisis. De ahí, la autora declara su andamiaje metodológico: palabras clave en la búsqueda de imemes que en específico se refirieran a la vacuna Sputnik V (i.e.: vacuna coronavirus, memes, imemes, movimiento antivacuna) que culminó con la elección de 30 elementos que circularon principalmente por Facebook y Twitter y para cuyo análisis, la propuesta de Knobel y Lankshear (2007), resultó particularmente útil, dado que a partir de algunas preguntas ponía el foco en el significado del meme (para analizar su sistema referencial o ideacional), en las relaciones sociales (para analizar el sistema contextual e interpersonal) o bien en valores, creencias o cosmovisiones, para el análisis del sistema ideológico o cosmovisión.
De un primer análisis, los resultados se resumen en los siguientes argumentos:
La vacuna Sputnik es eficaz y potente.
Uno de los efectos que produce la vacuna es el regreso al régimen soviético.
El hecho de que la vacuna no está formalmente reconocida por la OMS trae como consecuencia la desacreditación y los prejuicios.
La vacuna revive la competencia entre las naciones poderosas.
A continuación, la autora presenta el análisis pormenorizado de 15 memes, señalando sus alusiones y referencias y los procesos que pueden indizarse a estos: la objetivación y el anclaje. El repertorio de personajes habla del modo en que sus elementos se encuentran presentes en la cultura mexicana: imágenes de Iván Drago, Vladimir Putin, actitudes de regreso al viejo orden soviético, el malestar mínimo de la vacuna frente a lo que presentaban los inoculados por otra, alusiones a los grupos a quienes iba dirigido, dada la coordenada socioeconómica de la delegación en la que serían aplicadas las vacunas, etc. A decir de la autora, “Lo más interesante de los resultados es que permiten observar cómo se reviven ciertos estereotipos, prejuicios y preconstruidos culturales fuertemente arraigados en la población mexicana” (133).
La autora, cierra sus reflexiones señalando que el capítulo representa un esfuerzo pionero en el estudio de cómo las imágenes, íconos o memes, reconstruyen las representaciones sociales. Sin embargo, habría que añadir, que el capítulo se enfila a los esfuerzos de análisis de expresiones que, guardadas proporciones, ya suponían la intertextualidad referida a los memes, como podrían ser los emblemas del XVI o los poemas mudos y los poemas visuales de finales del XVI e inicios del XVII, la caricatura política en nuestro siglo XIX o la producción gráfica utilizada en movimientos y conflictos culturales que dieron diversos frutos. Desde el hijo del Ahuizote, hasta la gráfica del movimiento estudiantil del 68.
Con ello, avanzamos a la segunda parte del libro, que arranca con el texto Entre el conocimiento y la acción: investigar–intervenir con–sobre representaciones sociales, de Jorgelina Di Iorio.
El texto da cuenta de una investigación por demás interesante dado que se interna en uno de los resquicios que las reflexiones suelen dar por sentada: los procesos que ocurren en la población que vive en calle. La autora comienza por revisar la representación social hegemónica que prevalecía previa a la pandemia en torno a la población: una basada en la lógica del déficit que daba lugar a la implementación de intervenciones psicosociales basadas en lo que Foucault denominaba tecnologías de normalización y moralización, organizadas en núcleos de sentido configurados a partir de la narrativa del descuido, la irresponsabilidad y la peligrosidad.
A partir de la irrupción de la pandemia en Buenos Aires y con las medidas de aislamiento obligatorio, la situación de vivir en la calle se hipervisibilizó, cuestionando las certezas que había sobre la situación en cuestión. Frente a las preguntas, el equipo de investigación conformado desde la UABACyT, con sede en la Facultad de Psicología, diseñó acciones para la problematización de las representaciones sociales hegemónicas con tres objetivos:
Problematizar representaciones sociales naturalizadas entre quienes experimentan la situación de calle.
Visibilizar las violencias hacia un grupo particularmente vulnerabilizado en los contextos urbanos.
Reducir los procesos de estigmatización a partir de la circulación de contenidos comunicacionales que achiquen las distancias sociales.
La investigación, se realizó en tres momentos. Definición: que identificaba las representaciones sociales hegemónicas; problematización: que disponía los resultados previos para su discusión y controversia mediante metodologías participativas y, finalmente, la acción, que determinó la incorporación de los sujetos para la reconformación —durante la extensión de la investigación hasta 2022— tanto en definir el tema de la investigación, como para participar activamente en la recolección de datos.
A decir de la autora, el proceso no estuvo exento de reconocer distintas formas de resistencia y re–existencia como respuesta a las distintas formas de violencia que iban desde la indiferencia hasta los ataques específicos. Así mismo, fueron reconocidas tres tramas narrativas o contenidos temáticos en las practicas:
Sin techo no hay cuarentena.
Nadie se cuida solo.
Estar en la distancia.
Las conclusiones de la autora atañen a los procesos de participación y autoría en las investigaciones psicosociales, no solo respecto a la validez y confiabilidad de los resultados, sino también a la ética con que fueron hechas las reflexiones y los intercambios con los sujetos de la investigación. Hay por supuesto una conciencia particular puesta en la interacción que subyace a las representaciones sociales y a las políticas de la investigación que conducen a actuaciones más situadas en el sentido extenso del término.
En ese orden de ideas, el capítulo, además de colaborar con el objetivo del texto, confirma otro de sus objetivos: la no neutralidad. Hay una preceptiva que hace de plataforma compartida por todos los autores: un libro como este, no puede ser la crónica periodística de una mala racha. Desde el señalamiento claro hasta el llamamiento discreto a la militancia, hay una paleta de colores compartidos por los autores, desde donde se espera que el lector se sume; pero el capítulo en cuestión da un paso más allá en la medida que reconoce y aún, examina e interpela el papel que ha venido jugando la misma academia que señala y denuncia gobiernos y estrategias. La reflexión se acerca así al James C. Scott de Weapons of the weak (1985) y The art of not being governed (2009), pero deja cierta deuda pendiente respecto a su distancia epistemológica hasta una perspectiva metacrítica del tipo del Nikolas Rose de Inventig our selves (1996) o la Elizabeth Povineli de Economies of the abandonment (2011).
El siguiente capítulo, Representaciones sociales, género y desafíos feministas en la pandemia de COVID–19: Un metaanálisis cualitativo, suscrito por María de Fátima Flores–Palacios y Janet Gabriela García Alcaraz, elaboró una revisión sistemática de los trabajos académicos latinoamericanos sobre la situación de las mujeres en torno a la pandemia. La estrategia elegida por las autoras para conseguir el objetivo es asumir los trabajos en tanto unidades culturales en sí mismos para tejer al final una integración original.
Para la selección del corpus, las autoras establecieron tres requisitos: (1) que estuvieran situados en diferentes escenarios del contexto lationamericano; (2) que permitieran conocer la diversidad de la situación de las mujeres, pero problematizando el género, el origen étnico la edad y demás datos que fueran sensibles a la interseccionalidad. Con ello y dejando detrás las diferencias metodológicas que subyacían a cada estudio, tanto como las poblaciones y las estrategias, buscarían (3) situar desde los datos una mirada crítica hacia las condiciones de vida que el género determinaba para las muchas mujeres cuyas experiencias serían parte de la revisión de las autoras.
Se eligieron 10 artículos de donde se extrajeron, lo que las autoras nombran Dimensiones de la experiencia generizada de las mujeres durante la pandemia. Se trataba de:
Salud.
Resistencia y transformación.
Trabajo y cuidados.
Movilidad espacial y simbólica.
Mediación tecnológica.
Vulnerabilidad y tolerancia.
Estas mismas son pormenorizadas a lo largo del capítulo para cerrar con algunas reflexiones sobre las condiciones comunes a las que hacían referencia los distintos textos elegidos: pérdida de empleo, afectaciones económicas y emocionales, afectaciones en la salud sexual y reproductiva y condiciones problemáticas previas que se acentuaron durante la pandemia, como la pobreza y las violencias domésticas, condiciones todas las anteriores que confirman el universo de subalternidad y miseria en el que viven actualmente las mujeres latinoamericanas. Un contexto que debe ser denunciado y combatido.
El penúltimo capítulo, Educación cívica y ciudadanía: los mundos políticos y su construcción frente a la pandemia de la COVID–19, de Juana Juárez Romero, Raúl Romero Ruiz y Osusbel Olivares Ramírez, se pregunta a resumidas cuentas, ¿Cuál es la importancia que conceden los jóvenes universitarios a la educación cívica?, pregunta que se responde a través del trabajo con 300 universitarios de la ciudad de México a lo largo de un periodo de un año y tres meses a partir del inicio del confinamiento. Los datos fueron procesados y aparecen en el texto a partir de varias estrategias analíticas:
Índice de polaridad.
Escala de importancia de la educación cívica como realidad problematizada.
Asociación verbal y lematización del corpus de palabras evocadas.
Prototipo de núcleo central de las representaciones sociales.
Núcleos semánticos en torno a la educación cívica.
Similitud de las fuentes que alimentan la representación social de la educación cívica niveles de implicación.
Lo interesante del capítulo es que cada análisis va solidificando los resultados a la pregunta de investigación en la medida que configura, además, lo que distintos autores pertenecientes a la tradición de las Representaciones Sociales proponen como unidades de análisis. Así, las autoras pasan de construir, a partir de los datos, una serie de prototipos de núcleo central de las representaciones sociales, con antecedentes en el trabajo de Vergès, hasta los niveles de implicación, inspirados en las propuestas de Rouquette.
En cuanto a los prototipos, las autoras localizan que entre los núcleos de significados aledaños que fueron identificados por los estudiantes, se encuentran asuntos con un peso grande, como sociedad, educación o derecho, del mismo modo que aparecen otros con menos presencia cono ciudad, seguridad, deber ser y afectividad, así mismo, el nivel de implicación al que más estudiantes se adscribieron fue el más alto, que subraya la importancia del tema de la educación cívica, y una inmersión por parte de ellos, tanto en su responsabilidad como en su capacidad, que llaman la atención.
El texto cumple, por tanto, en mostrar varios modelos de producción de información, análisis de la misma y perfilación de información compleja como parte de las conclusiones, mostrando tanto lo oportuno de su pregunta como las posibilidades de intervención.
Finalmente, como último y séptimo capítulo, Prácticas de crianza en aislamiento obligatorio durante la pandemia de la COVID–19 y sus representaciones sociales en Colombia, por Eduardo Aguirre–Dávila, cierra el texto poniendo en el centro una serie de reflexiones que integran de distintos modos lo que se ha venido aprendiendo acerca de las representaciones sociales y de los modos de supervivencia durante la pandemia de la COVID. En ese sentido, es claro que el escenario doméstico se constituyó en uno que mostró con más claridad los retos a los que las prácticas de crianza y provisión del hogar, se verían enfrentados.
Las afectaciones señaladas por los estudios que integran el texto incluyen un impacto en el sentido de la competencia y capacidad parental; en la regulación emocional y conductual que conformaban la preocupación por la salud familiar y dibujaron los retos que los padres tendrían que enfrentar durante el periodo de confinamiento obligatorio debido a la pandemia.
Se llevó a cabo una investigación en el segundo semestre de 2020 en tiempos de cuarentena obligatoria por la pandemia. El objetivo que la misma perseguía fue indagar las prácticas de crianza que padres y madres de niños en edad preescolar debieron asumir, y la representación social de estas prácticas generadas a partir de la experiencia de confinamiento. La muestra se conformó con 311 padres con niños en edad preescolar escogidos de forma no probabilística.
Ahora bien, el modo de presentar la conclusión, da oportunidad así mismo de cerrar esta reseña. En conclusión, se puede afirmar que el principal hallazgo de la investigación tiene que ver con la representación social de la crianza en tiempos de la pandemia estructurada en torno a una positiva autopercepción sobre su competencia parental y a la diferencia entre madres y padres, cifrada en un mayor nivel de competencia en las madres, lo que puede ser explicado por el hecho de que éstas aún asumen de manera preponderante el cuidado del hogar y de los hijos.
Dicho así, los resultados de la investigación no presentan mayores sorpresas, pero eso es precisamente lo que la mayoría de los textos lega para los lectores que se aventuran. La otra cara de lo aquí expuesto es lo interesante que resulta la medida en que la experiencia puso a prueba a los padres y madres que participaron en la investigación: las dificultades del teletrabajo y la educación en casa. La dificultad de proveer el hogar al tiempo que las condiciones exigían también cuidarlo. Ahí reside la riqueza no solo del capítulo final, sino del libro completo: dispone una serie de claves de lectura que ayudan a estructurar la experiencia caótica del haber estado en la situación de emergencia y confinamiento. Para pensar en distintas coordenadas producidas desde los sextantes y astrolabios académicos, para dar sentido a la experiencia caótica que supuso la pandemia.
Hałas, Elżbieta. (2008). Social symbolism: Forms and functions – a pragmatist perspective. En Norman K. Denzin (Ed.), Studies in Symbolic Interaction (Vol. 30, pp. 131–149). Emerald Group Publishing Limited. https://doi.org/10.1016/S0163-2396(08)30008-8
Povinelli, Elizabeth A. (2011). Economies of abandonment: Social Belonging and Endurance in Late Liberalism. Duke University Press.
Rose, Nikolas. (1996). Inventing our selves: Psychology, power and personhood. Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/CBO9780511752179
Scott, James C. (1985). Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance. Yale University Press.
Scott, James C. (1989). The Art of Not Being Governed: An Anarchist History of Upland Southeast Asia. Yale University Press.