Reseña de Puleo (2019) Claves ecofeministas para rebeldes que aman la tierra y a los animales

Review of Puleo (2019) Claves ecofeministas para rebeldes que aman la tierra y a los animales

  • Elena Lavaroni
Portada libro

Alicia H. Puleo (2019)
laves ecofeministas para rebeldes que aman la tierra y a los animales. Plaza y Valdés.
ISBN: 9788417121121

En el libro Claves ecofeministas para rebeldes que aman la tierra y a los animales, Alicia H. Puleo, a través de un lenguaje claro e ilustraciones evocadoras, explica los fundamentos de la ideología ecofeminista. La autora de este libro es filósofa, escritora y profesora de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valladolid (UVA). Además, forma parte de la Cátedra de Estudios de Género de la misma Universidad y del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y dirige la colección de Feminismos de la Editorial Cátedra.

La obra cuenta con preguntas reflexivas, así como párrafos que subrayan claramente aquellos valores y puntos relevantes para entender los conceptos que la autora quiere transmitir. Para que el libro sea aún más visual, se encuentra enriquecido con dibujos realizados por Verónica Perales Blanco, una artista hipermedia ecofeminista, investigadora y docente en el Departamento de Bellas Artes de la Universidad de Murcia (UM). Precisamente, en el dibujo de la cubierta viene representado “Un árbol del conocimiento para el Ecofeminismo“, donde se señalan todas las palabras claves del libro, los ejes del ecofeminismo, que son nuevos brotes de un árbol. De esta forma, el árbol puede ser entendido como una metáfora donde, para hacer que –el futuro del planeta- sea exuberante y majestuoso, necesita crecer mediante una conciencia que cuestione el presente.

La obra empieza con una introducción donde la autora expone su propuesta de jardín-huerto ecofeminista: un lugar donde no se escapa del mundo sino que se piensa y se predica contra las formas de patriarcado, presentes en la actualidad y en el pasado, que nos conducen a una crisis ecológica. Un jardín donde se promueve un mundo futuro de igualdad entre los sexos y paz con la Naturaleza, sin explotación humana o animal, un mundo donde la diversidad no es sinónimo de opresión. Limitarse a aceptar las consecuencias pasivas del cambio climático y, por esto, “disfrutar todo lo que se puede del presente” (p. 12) lleva a un mundo de desolación, sufrimiento y muerte. Por esto el eco-feminismo promueve un pensamiento crítico que nos hace cuestionar el presente para “encaminarse a un futuro digno de ser vivido” (p. 12).

Continuando con el desarrollo del libro, en el primer capítulo la autora hace referencia a los orígenes del ecofeminismo en los años sesenta del pasado siglo, desde su relación política con la modernidad. Intenta mostrar que, si se defiende la Naturaleza, también se defiende al ser humano; por esto define la sostenibilidad como ecojusticia y sororidad internacional con las mujeres pobres, indígenas y campesinas de los países empobrecidos. Propone un aprendizaje cultural como forma de mejora de todas las culturas.

En el segundo capítulo, trata la cuestión de la autonomía y la libertad con respecto al cuerpo, el rechazo a la maternidad forzada, la autonomía en materia sexual y las nuevas formas de explotación disfrazadas de libre consentimiento. En esta parte, la autora explica cómo las mujeres, por mucho tiempo, han sido consideradas sólo como posesión útil para el placer y la reproducción. Revela que las tristes amputaciones sexuales rituales se realizaron para purificar y corregir a la mujer lujuriosa; lujuriosa incluso pese a ser violada. Gracias a la confluencia del pensamiento, a la acción del liberalismo político, al feminismo y a los movimientos gay y LGBT, la moral sexual ha cambiado, reconociendo también a las mujeres el derecho y la libertad al placer sexual y normalizando la homosexualidad. La palabra écoféminisme fue creada por Francoise d’ Eaubonne, amiga de Simone De Beauvoir, la cual desarrolló su teoría basándose en proyecciones demográficas que plantaban la insostenibilidad del crecimiento indefinido de la población mundial y la imposibilidad de alimentar a tantos millones de seres humanos sin dañar las bases ecológicas de la vida en la Tierra. La autora termina el capítulo criticando la donación de óvulos, una praxis que se ha difundido mucho en los últimos años, sobretodo porque muchas jóvenes estudiantes recurren a ella para recibir el dinero en forma de compensación por las molestias, algo que, en realidad, esconde enormes riesgos para la salud por las fuertes dosis de hormonas que tienen que inyectarse. Gracias a las nuevas tecnologías, el cuerpo femenino está siendo explotado generando beneficio económico, lo mismo que ocurre con la ganadería industrial; la autora misma lo afirma diciendo: “lo que se aplica primero a los animales, comienza a ser aplicado a los humanos, particularmente a los más pobres, porque el reconocimiento de la individualidad y la igualdad depende de las relaciones de poder existente” (p. 63).

En el tercer capítulo, Alicia H. Puelo analiza los valores del cuidado en la tecnología, en la ciencia, en la vida cotidiana, en la salud y en la educación ambiental: muestra la necesidad de su reconocimiento y de su aprendizaje por parte de todo ser humano. La autora redacta otra versión del mito de Ariadna y el minotauro: una versión donde ella es hija del feminismo, del animalismo y del ecologismo. Un ejemplo que apuesta por un presente y un futuro de paz: Ariadna no espera que Teseo entre en el laberinto y mate el minotauro, sino que los dos entran juntos con el hilo y liberan al minotauro (metáfora de una Naturaleza maltratada, incomprendida y sufriente). El hilo es metáfora de los sentimientos devaluados, la empatía y el cuidado. Ariadna demuestra ser rebelde, resiliente y empática. Dureza, carencia de empatía, ideal de guerrero luchador y cazador son posiciones de varón que fueron muy valoradas por la sociedad y fácilmente asimiladas, como igualmente lo fueron los roles del cuidado de la vida asignados exclusivamente a las mujeres y desvaloradas. Por esto, conectar igualdad de género y sostenibilidad rompen las barreras de estereotipos de género.

En el cuarto capítulo se focaliza en las relaciones de afecto que unen los seres humanos a los animales. Sostiene la importancia de la defensa de los animales como transformación de antiguos y enraizados estereotipos viriles. La autora afirma que la violencia contra criaturas indefensas tiene los objetivos de “experimentar la voluntad de poder y afirmar y solicitar el reconocimiento de la identidad de género obtenida por la represión de los sentimientos de compasión” (p. 106). Desarrolla también un análisis de los vínculos entre la violencia de género y la violencia contra los animales. El cuidado y amor por los animales son, para la autora, una rebelión antipatriarcal.

La obra termina con un epílogo donde la autora cuestiona cómo será el futuro y ofrece una introducción del concepto de transhumanismo y lo acerca al ecofeminismo. El transhumanismo tiene una visión optimista del porvenir de la humanidad basado en el progreso de las tecnociencias y, no obstante las varias críticas, ya es parte de nuestra vida cotidiana y nosotros, seres humanos, la aceptamos sin tomar conciencia de los vínculos y significados. La autora promueve un ecofeminismo que no mitifica el pasado, ni es tecnofóbico, sino que apoya algunos aspectos de la tecnología si ésta puede contribuir a mejorar la calidad de vida para todos los seres y evitar las consecuencias nefastas que el presente está creando e, incluso, si cumple con los ideales de igualdad, libertad y sostenibilidad. Finalmente, la autora remarca la importancia de pactos de ayuda mutua entre movimientos sociales, muy en la línea de Pietr Kroptkin, y demuestra cómo es importante construir una cultura ecológica atenta a la igualdad. Para poder llegar a esto, hay que llegar a un diálogo y a sostenerse mutuamente.

Personalmente considero que los valores del ecofeminismo son claros y muy interesantes. La autora recorre autores/as, escritores/as, filósofos/as y sociólogos/as del pasado hasta llegar a la actualidad y, de esta forma, para poder demostrar la importancia de luchar a través de diálogo y tolerancia los valores del ecofeminismo para un futuro mejor y con esto me siento muy de acuerdo con ella. También sostengo que el cambio nace del diálogo; la tecnología y los medios de comunicación pueden ser una ayuda, pero no pueden ser la solución. Nuestras generaciones deben saber que en el ecofeminismo se promueven valores éticos y morales de igualdad, justicia, empatía, solidaridad y amor hacia un mundo que nos alberga. En el mundo no somos los únicos seres vivientes, por esto hay que cuidar y defender la Tierra y a los seres que la habitan y no hacer la guerra contra ellos ya que, de esta forma, nos estaríamos haciendo la guerra a nosotros mismos. Hace falta un cambio; un cambio que viene de todas partes, de todos los sectores.

En el libro la autora propone varias soluciones a los problemas destacados: por ejemplo, aprendizaje cultural, dialogo y ayuda mutua. Lo que la autora propone es muy válido y muy poderoso, pero a la vez, al ser altamente idealista, impide que muchas personas no sepan cómo realmente poner los conceptos del ecofeminismo en práctica. Sería, entonces, pertinente tener una pequeña guía sobre cómo sostener cada día el movimiento ecofeminista; en forma de un dialogo y no de lucha. Las propuestas de Alicia H. Puleo son seguramente viables, incluso su propuesta de crear un jardín-huerto ecofeminista podría realizarse. Sería muy entretenido poder ir a un jardín-huerto donde se pueda debatir de temas como estos, realizar charlas informativas sobre todos los valores ecofeministas, y disfrutar del locus amoenus donde todos sin exclusión puedan comunicar y pensar críticamente.