Del primer contacto a la primera cita. interacciones en páginas de encuentro online en Chile

From the first contact to the first date. interactions on the dating websites in Chile

  • Felipe Tello-Navarro
  • Verónica Gómez Urrutia
Esta investigación analiza las interacciones de los(as) usuarios(as) de tres páginas web de citas en Chile: Badoo, Match y DatingChile. En una aproximación cualitativa, basada en la realización de veintiséis entrevistas semiestructuradas, se analizan las interacciónes “amorosas” que van desde el primer contacto en línea hasta la primera cita. El material de entrevista buscó comparar las experiencias de hombres y mujeres. Nuestros resultados evidencian que las páginas de citas online entregan un mayor espacio de libertad, especialmente a las mujeres, cuya conducta sexual es usualmente más regulada que la de los hombres, permitiéndoles transgredir ciertas lógicas tradicionales de la conducta amorosa. No obstante, estos espacios virtuales conllevan también para ellas un mayor riesgo —en un doble sentido: tanto fìsico (violencia) como moral (ser catalogada de “fácil”)—, lo que sugiere que en las páginas web de citas se utilizarían las mismas lógicas de género que en la “conquista” off-line.
    Palabras clave:
  • Relaciones interpersonales
  • TIC
  • Cortejo
  • Comportamiento sexual
  • Género
This research analyzes users’ interactions in Chile in three dating sites: Badoo, Match and DatingChile. Drawing on a qualitative approach based on twenty-six semi-structured interviews, we analyzed users’ romantic interactions from the initial contacts to the first date. Women’s and men’s experiences were compared. Our results show that dating sites offer individuals the possibility of transgressing some of the traditional social norms regarding courtship and dating. This would be particularly the case for women, whose sexual behaviour is usually more regulated than men’s. Nonetheless, virtual spaces are also considered more hazardous for females, in a double sense: physical (violence) and moral (being labeled as “easy”). This suggests that similar gendered expectations for courtship and datin operate both in the offline and online worlds.
    Keywords:
  • Interpersonal relations
  • ICT
  • Courtship
  • Sexual behaviour
  • Gender

1 Introducción

En la sociedad contemporánea Internet y sus dispositivos se han convertido en herramientas privilegiadas para la sociabilidad romántica (Demonceaux, 2014; Hobbs et al., 2017; Illouz, 2007/2007; Kaufmann, 2010/2012; Lardellier 2012; Rodriguez y Rodriguez, 2016), siendo incluso denominadas como “tecnologías del amor” (García, 2014), debido al amplio uso que se les ha dado como medio para establecer relaciones sexo-afectivas. Un desdoblamiento de estas tecnologías son las páginas web de citas (dating websites), dispositivos que surguen en los países del hemisferio norte, alcanzado allí gran popularidad y que se han convertido en objeto de indagación científica desde hace más de una década, debido a las transformaciones que han generado en las relaciones románticas, tanto hetero como homosexuales (Bergström, 2012, 2013; Ellison et al., 2011; Enguix y Ardevol, 2009; Illouz, 2007/2007; Kaufmann, 2010/2012; Lardellier, 2004; 2012; Marquet, 2009; Parmentier, 2011; Zerbib, 2012).

En América Latina, estos espacios online no poseen la masividad que tienen en los países del norte y las investigaciones sobre el tema son escasas, probablemente debido a que la masificación de estas tecnologías en la región es más reciente. Lo anterior no implica que el fenómeno sea inexistente ni que su estudio carezca de importancia. Por el contrario, este texto argumenta que la investigación sobre las páginas de citas online en Latinoamérica entrega pistas sobre las relaciones sexo-afectivas en un contexto de masificación de las “Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación” (NTIC) en la región. De este modo, el objetivo de este trabajo es analizar por medio de relatos las interacciones digitales y cara a cara (Goffman, 1953/2017; Licoppe, 2012; Miller, 1995) que hombres y mujeres establecen en tres páginas web de citas heterosexuales en Chile: Badoo, Match y DatingChile.

El caso chileno es de interés por tratarse de una sociedad que, tras la implementación de medidas neoliberales en la década de los ochenta del siglo pasado, se ha modernizado económicamente (Araujo y Martuccelli, 2013), pero que en términos de género todavía mantiene rasgos tradicionalistas, particularmente en las áreas de la sexualidad, género y familia (Bernasconi, 2010; Staab, 2017). A pesar de la existencia de un discurso que promueve la igualdad de género en los espacios públicos, no ha logrado permear los espacios de intimidad de manera profunda (Staab, 2017). Por esto resulta de interés investigativo preguntarse por la apropiación que hombres y mujeres hacen de la Internet —un espacio aparentemente desprovisto de la carga normativa de las interacciones cara a cara— como espacio de sociabilidad romántica.

Gran parte de la discusión sobre las págínas de citas online se ha centrado en las consecuencias que estos dispositivos entrañan para las relaciones sexo-afectivas, en términos de la fragilización de los vínculos amorosos (Bauman, 2003/2005), de su mercantilización (Illouz, 2007/2007; Lardellier, 2012; 2014) e incluso de su reificación (Honneth, 2005/2007). Menos se ha dicho sobre la sexualidad y las diferencias de género en estos espacios digitales (Bergström, 2012), a pesar de que ambas cuestiones son clave para entender las formas en que los individuos establecen relaciones amorosas como interacciones que son también organizadas socialmente.

En el plano de las relaciones erótico-afectivas, una cuestión importante que se plantea es la forma en que estas tecnologías se superponen a, o intermedian, relaciones humanas basadas en reglas culturales ya existentes (Lasen, 2014; Newett et al., 2017). Desde el punto de vista de la investigación en el área de las Ciencias Sociales, un aspecto de las relaciones de pareja que ha despertado particular interés son las formas en las cuales las sociedades organizan la expresión de la atracción sexual que se considera “legítima” (es decir, lo que es socialmente aceptable y lo que no) y los códigos de conducta involucrados en los procesos de cortejo. En este sentido, las páginas de citas online se instalan como la mediación tecnológica de un modelo de interacción amorosa, la cita, que se posiciona como hegemónico en la mayor parte de los países de occidente a partir de la segunda mitad del siglo XX (Illouz, 1997/2009).

Entre los códigos socialmente aceptados para las interacciones amorosas, los refereridos al género son especialmente importantes, debido a que las expectativas sociales —respecto de lo que hombres y mujeres son y deben hacer en el plano de la sexualidad— son parte integral de lo que se entiende como femenino o masculino (Schippers, 2018). Si bien los procesos de individuación —entendida como la idea de que, de manera creciente, las personas deben reconstruir, como parte de un proceso personal, los significados colectivos que en el pasado eran determinados socialmente (Araujo y Martucelli, 2010)— han supuesto la re-elaboración, y no necesariamente el abandono, de los códigos amorosos tradicionales (Gross, 2005), es posible plantear la hipótesis análoga de que la utilización de espacios virtuales implica una resignificación de prácticas, más que su desmantelamiento (Neyrand, 2017), puesto que tales prácticas no ocurren en un vacío cultural, como lo imaginaban las primeras investigaciones sobre internet (Flichy, 2001; Vayreda, 2004), sino que son contextuales y locales (Hine, 2000/2004; Jauréguiberry y Proulx, 2011).

Los significados sociales asociados a la sexualidad, que suponen normas diferenciadas para hombres y mujeres en esta materia, constituyen uno de los “núcleos duros” de la desigualdad de género, en términos de ser un conjunto de normas, creencias y actitudes que ha cambiado muy lentamente y que sigue definiendo los espacios más íntimos, como las relaciones de pareja (Heilborn y Cabral, 2013; OXFAM, 2018). Debido a esto, resulta de interés investigar cómo los medios de comunicación digitales han impactado en la (re)constitución de los modos de cortejo y establecimiento de estas relaciones en un contexto en que los discursos liberales sobre género en lo público conviven con prácticas más tradicionales en la esfera privada.

2 Metodología

Para reconstruir las interacciones de los(as) usuarios(as) nacionales de las páginas de encuentros online el método utilizado fue la entrevista, tanto en su formato online como cara a cara. La entrevista (cara a cara) es un método completamente aceptado y prácticamente estandarizado de la investigación social (Ardèvol et al. 2003; Baeza, 2002; Bampton y Cowton, 2002; Kaufmann, 2004/2013; Opdenakker 2006). La entrevista, señala Manuel-Antonio Baeza (2002), implica siempre un contrato comunicativo entre por lo menos dos personas —un(a) entrevistador(a) y un(a) entrevistado(a)—. Que este contrato y su implementación sea elaborado de manera online es una inovación cada vez más aceptada en las Ciencias Sociales (Wieviorka, 2013).

En este estudio se realizaron 26 entrevistas de tipo semiestructuradas, 12 de hombres y 14 de mujeres. El rango de edad de los(as) entrevistados(as) fue de los 20 a más de 60 años, considerando personas mayores de edad y dentro del rango de los(as) usuarios(as) frecuentes de la Internet en Chile (León y Meza, 2020). El muestreo fue teórico o intencionado, bajo el criterio que los participantes fueran usuarios(as) de una de las tres páginas de citas on-line en estudio. Los(as) participantes de la investigación fueron seleccionados vía on-line, por medio de los propios sitios de citas. Y vía off-line, a través del procedimiento bola de nieve. En este sentido, el diseño del muestreo fue secuencial, ya que a medida que aparecía información relevante se seleccionaban nuevos casos (Martínez-Salgado, 2011), por lo cual el N se decidió a partir del criterio de saturación, esto es, cuando una entrevista adicional ya no entrega información nueva para los propósitos específicos de la investigación. Aquellos(as) que fueron contactados de manera off-line son una extensión del entorno social de los investigadores. Mientras que aquellos(as) que fueron contactados vía digital accedieron a entregar información —con probabilidad— puesto habían vivido experencias (positivas o negativas) que consideraban dignas de ser contadas. Lo anterior fue considerado por los investigadores en el proceso de análisis de la información, cuidando de no realizar extrapolaciones ligeras de casos particulares. En todos los casos los/as entrevistados(as) recibieron una explicación detallada acerca de los propósitos de la investigación y se obtuvo su aceptación explícita para proveer datos para este estudio. En el caso de las entrevistas cara a cara los/as participantes firmaron un formato de consentimiento informado; en el caso de las entrevistas on-line la aprobación quedó registrada en el mismo medio de la entrevista en el formato en el cual se realizó.

El método de análisis de la información siguió los siguientes pasos: todo el material de entrevistas fue transcrito construyendo dos corpus, uno para los hombres y otro para las mujeres, con el fin de facilitar la comparación entre los discuros de ambos grupos. Las entrevistas que fueron realizadas a través de medios textuales mantuvieron su literalidad con el fin de conservar al máximo su sentido (Kaufmann, 2004/2013). Se utilizó el código de transcripción de Gail Jefferson adaptado a las Ciencias Sociales (Bassi, 2015), para el paso del relato oral al escrito. Una vez que todo el material fue puesto en un formato homogéneo se realizó una codificación abierta, procedimiento que supone identificar los temas y términos más recurrentes en las entrevistas, agrupándolos en unidades de sentido teóricamente definidas para obtener una representación del contenido de los discursos en un nivel de abstracción superior al de los discursos literales de los(as) informantes, pero todavía cercana a éstos, para asegurar que el proceso de reducción da datos no implicara la pérdida de información relevante (Izcara, 2014; Saldaña, 2009). Los códigos emergieron tanto de la pauta de entrevista, cuyas dimensiones fueron definidas teóricamente a partir de los referentes de uso de TIC en las relaciones personales y de teoría de género, como de la lectura del material textual, a partir del cual se identificaron códigos emergentes (Saldaña, 2009). Los mismos códigos fueron aplicados a ambos corpus. En un segundo momento, la frecuencia de estos códigos en los discursos de hombres y mujeres fue comparada, y se los agrupó en unidades temáticas mayores o categorías (Izcara, 2014), manteniendo el criterio de resaltar los modos en que los(as) usuarios(as) de páginas on-line (re)significan expectativas, códigos de conducta y experiencias asociadas al cortejo cuando éste ocurre on-line y que eran recurrentes en las entrevistas. La relación entre estas categorías (complementariedad, contradicción, justificación, explicación, entre otras) fue establecida con la finalidad de elaborar una representación sintética de la estructura base de los discursos. Una vez hecho, las estructuras de los discursos de hombres y mujeres fue comparada sistemáticamente, con la finalidad de identificar puntos de convergencia y divergencia.

3 Resultados

Como observamos al incio de este trabajo, los códigos sobre sexualidad están muy marcados por el género (Carpenter, 2012), situación prevalente en América Latina (Bozon, 2002/2013; OXFAM, 2018). La comparación de frecuencias de ciertos códigos/categorías, así como las relaciones que se establecían entre las diversas unidades de sentido encontradas en las entrevistas indican diferencias en el modo en que hombres y mujeres describen y significan sus experiencias en las páginas de citas online. Los resultados que se presentan a continuación han sido ordenados en la lógica de explicitar estas diferencias.

3.1 El acercamiento virtual

La promesa de los sitios de citas en linea es encontrar el alma gemela (Lardellier, 2004). Sin embargo, el propósito implícito de estas páginas puede ser interpretado de manera amplia —conocer potenciales parejas para una relación romántica o bien obtener encuentros sexuales en el corto plazo—. Dado que algunos(as) usuarios(as) se encuentran más cercanos a un polo o al otro, las intenciones de cada uno deben ser descubiertas en el proceso de interacción. En este sentido, el acercamiento virtual plantea una cierta ambigüedad que, si bien también existe en los coqueteos cara a cara, es socialmente nueva por ocurrir en un espacio de sociabilidad cuyos códigos no están bien definidos, como sugieren las citas abajo:

Yo creo que incluso las personas que colocan ((en los sitios de citas)), que están buscando una amistad, implícitamente lo que buscan es tener una relación amorosa, y lo ocultan quizá por pudor. Porque suena un poco menos invasivo que decir: “oye, (incomprensible), ¿estoy? buscado pareja”, eso suena a estar desesperado. Yo creo que todos… —me incluyo—, cuando entro a un sitio como ése estamos de alguna forma esperando encontrar algo que vaya más allá que una amistad. (Entrevistado 1, entrevista personal, agosto 2015)

No sé, no sé distinguir si la persona busca una relación estable o un tema sexual, eso no lo sé distinguir. Pero todas las citas buscan tener un vínculo con una chica, yo creo que todos los chat ((las páginas)) son para eso, para un tema sentimental con la persona, todos tienen un tema sentimental, pero no sé distinguir si es por un tema sexual… todos apuntan a la pareja, a la amiga con ventaja, a la polola ((novia)), pero yo no sé distinguir ahí. (Entrevistada 1, entrevista personal, abril 2015)

A pesar que las páginas de citas analizadas explicitan abiertamente su función, los(as) usuarios(as) no exponen directamente sus objetivos de ingreso a ellas. Una explicación plausible es que estos espacios virtuales todavía no se han masificado en Chile, por lo cual no son considerados como un lugar “normal” para buscar pareja (Tello, 2017). En este sentido, el estigma que pesa sobre las tecnologías de búsqueda de encuentros sexuales y/ o sentimentales como lugares donde se procura sexo casual no ha dismuido (Newett et al., 2017). Para los entrevistados, serán las mujeres quienes utilizan en mayor medida la estrategia de enmascarar sus intenciones.

Salía en el perfil ((de las mujeres)) buscando amistad, y después en el relato, tú puedes colocar un breve relato; empiezan a decir: “mi hombre ideal… yo espero a una persona con tales cualidades”. No están haciendo una descripción que están buscando una amistad. Entonces claramente hay una disonancia entre el elemento primario de lo que dicen que buscan amistad, y que después de buscar a alguien que pueda convertirse en su amor. (Entrevistado 2, entrevista digital, mayo 2015)

60 % refiere amistad, 30 % relación estable, 10 % sexo casual... estamos hablando de lo que dicen que quieren ((las mujeres)). Mi visión es que el 90 % quieren una relación estable y ocupan el eslogan de: “quiero conocer amigos” para tantear terreno sin sentirse presionadas. (Entrevistado 3, entrevista personal, diciembre 2015)

Esta diferencia entre los géneros se debe a la desigual posición desde la cual unos y otras acceden a los sitios de citas, en los cuales —como en otros espacios— lo permitido y prohibido en cuanto a afectividad y sexualidad difiere para hombres y mujeres (Bergström, 2012; Casado, 2014; Couchot-Schiex, 2017; Schippers, 2018). Como señala Marie Bergström (2012), las usuarias de los sitios de encuentro deben hacer una gestión cuidadosa de su discurso, para evitar ser tachadas de promiscuas o tener que vivir actitudes predatorias por parte de otros usuarios. Cuestión que no tienen que experimentar los varones.

En lo que respecta a las capacidades técnicas del medio digital, las páginas de encuentro ofrecen la ventaja del anonimato y, con ello, la disminución del grado de exposición personal, lo que tendría un efecto en el uso que, se considera, podría darse a las páginas de citas y lo que se declara como propósito ante otros(as):

Yo creo que sí me atrevería ((a iniciar el contacto)) y sí me he atrevido en un par de ocasiones (incomprensible). Es más fácil en lo virtual y, como te digo, por ejemplo, te apareció alguien interesante, leíste su perfil, yo le hablo y si no responde da lo mismo. Pero si tú te acercas a esa persona ((cara a cara)) y no te pesca ((da atención)), y no hay feeling y no quiere hablar contigo, es plancha ((vergüenza)), es más complicado. (Entrevistada 2, entrevista personal, marzo 2015)

La ausencia de la presencia fisica y el anonimato disminuye el riesgo de “perder la cara” (Goffman, 1953/2017) y permite que en ocasiones sean ellas quienes tomen la inciativa del cortejo, cuestión que históricamente ha estado reservada para los hombres en Chile (Goicovic, 1996; Olavarría, 2001; Valdés et al., 1999). Así, las páginas de encuentro abren un espacio de seducción de mayor libertad para las mujeres, puesto que los riesgos de exponerse al juicio de otros(as) son menores cuando no existe la co-presencia y la interacción puede suspenderse sin necesidad de dar explicaciones o justificarse (Bergström, 2012). Como observamos, en una cultura como la chilena, la asertividad sexual puede ser duramente juzgada si la ejercen las mujeres, por lo cual, lo virtual puede proporcionar mayor espacio para subvertir ese código social, como ilustra la cita siguiente:

En persona no hubiera resultado ((ser asertiva))… porque lo virtual hace que fluya más fácil ((el coqueteo)). Lo hace un poco más… como decirlo, como si lo estuvieras escribiendo en un libro. Lo hace ideal, menos tangible, te afecta menos, te cuesta menos expresarte. Y puedes poner todo lo que sentis’ y que queris’ y todo lo que te pasa lo podís’ escribir, y por eso mismo no es tan fácil cuando tenís’ a la persona al frente. Por ejemplo, yo le decía “cuando te vea te voy a comer a besos” y probablemente no iba a ser así. Entonces sí, sí pasa… (Entrevistada 3, entrevista personal, agosto 2015)

Sin embargo, la oportunidad que entrega el dispositivo de socavar los parámetros socialmente aceptados y el control social en materia de sexualidad tiene también un lado oscuro que aparece como especialmente riesgoso para las mujeres, ya que en las relaciones cara a cara resulta habitual que las personas tengan información del entorno sobre potenciales parejas que preceden a la interacción con fines románticos —redes de amigos o parentesco, lugares de trabajo o estudio comunes—. En los sitios de citas online ello debe ser suplido con la información potencialmente falseable de los perfiles (Ellison et al., 2011; Sharabi y Caughlin, 2018), de lo cual son particularmente conscientes las mujeres, como lo muestran los siguientes relatos:

Es que… igual no sé, anda tanto loco dando vueltas que no sabes con quién te puedes topar. Nada me asegura que la persona que está del otro lado no sea un sicópata. (Entrevistada 4, entrevista personal, marzo 2015)

Eso ((reunirse con alguien a quien se ha conocido en la red)) al final es súper arriesgado, por eso me decían: “eres súper arriesgada”. Tuve los cuidados de juntarme en lugares públicos, entonces yo tuve la prueba de hablar un par de días a lo mejor, una semana a lo más y después conocerse y ahí se dice si hubo o no feeling… (Entrevistada 2, marzo entrevista personal, 2015)

Además de entregar referencias más certeras, los pares en los círculos de relaciones comunes ejercen una función de control social sobre la futura pareja, ya que la expectativa de volver a interactuar con amigos y conocidos de ambos supone que habrá aspectos de la relación que estarán sujetos a la sanción social, lo cual propicia que los “amantes” adapten su comporamiento a las normas de las interacciones socialmente esperadas de la conquista amorosa. La ausencia de este control en los espacios virtuales, donde no necesariamente hay presión de pares, hace que ciertos hombres abandonen el “código amoroso” (Luhmann, 1982/2008), y lo reemplazen por un lenguaje sexual explícito, como muestra esta cita:

Es muy común que los hombres se te abalanzan con solicitudes de sexo casual y no era lo que andaba buscando así que declinaba todo, chao no más… no, no me interesa, no, no ando buscando ((eso)), como que me empecé a aburrir. (Entrevistada 5, entrevista personal, octubre 2015

Este lenguaje explicito desagrada a la mayor parte de las entrevistadas, quienes señalan constantemente en sus relatos que en las páginas de encuentro los hombres están solo en la búqueda de “sexo fácil”, lo cual es una de las razones por las cuales muchas mujeres abandonan estos espacios. Para los(as) que permanecen, el paso siguiente es conocerse cara a cara.

3.2 Pasos para el encuentro cara a cara

Antes del encuentro presencial los usuarios(as) de las páginas de citas tomarán una serie de medidas de evaluación de su interlocutor. Para ello, el perfil de los(as) usuarios(as) se torna fundamental. Este suple información importante que en las interacciones cara a cara es provista no sólo por los individuos, sino también por su entorno y los espacios físicos en los cuales circulan, por ejemplo, el lugar de estudio o trabajo, e incluso el lugar donde tiene lugar las primeras interacciones. De este modo el perfil no sólo tiene por función facilitar el proceso de comunicación (Zerbib, 2012), sino también reducir las incertezas y los riesgos asociados a ellas, proporcionando información sobre la persona —su edad, preferencias, hobbies, trabajo— pero también sobre su círculo social, el lugar donde vive y otros datos que permite situar a los individuos en términos de categorías sociales importantes en la lógica del cortejo, como ocupación y lugar de residencia, como muestran los siguientes extractos:

No respondo los perfiles vacíos, que no dicen nada. A veces tienen foto, a veces no, pero si no dicen nada de nada, no los respondo tampoco. (Entrevistada 6, entrevista personal, junio 2015)

Cuando la gente me habla, veo el perfil, y como la primera cosa que me pongo a ver es la edad y donde vive. (Entrevistada 2, entrevista personal, mayo 2015)

Una de las primeras etapas del proeso de interacción on-line es el paso desde los sitios de citas a otras redes o medios de comunicación digital, lo que suele ser una señal que los(as) usuarios(as) han reducido la incertidumbre y se están estableciendo mayores grados de confianza mutua. Como señala Antonio Casilli (2010), el paso a otros medios digitales implica casi siempre un aumento en el grado de confianza entre las personas, lo cual los habilita para avanzar en el proceso de conocimiento mutuo. En ese sentido, las páginas de citas es el primero de varios filtros para seleccionar amigos o potenciales parejas:

Bueno, básicamente el primer paso es conocerse a través de las páginas… (incomprensible) y de repente agregabai’ al Gmail, o había gente que te enviaba hasta el Facebook, entonces ya diste el primer paso, que es salir de la página. (Entrevistado 4, entrevista personal, julio 2015)

Por su parte, la elección de los medios de comunicación entre los(as) usuarios(as) dependerá de la posibilidad que entrega el dispositivo para que controlen qué y a quién comunican información (Cardon, 2009), y con ello, les permita proteger su privacidad e intimidad. Respecto a este punto son las mujeres quienes adoptan los mayores resguardos.

Varios intentaron con WhatsApp altiro ((inmediatamente)), y como, no, fue (incomprensible) no le doy mi número a todos … (Entrevistada 7, entrevista personal, diciembre 2015)

Es precisamente a través de la conversación por distintos medios de comunicación digital que los(as) usuarios(as) se convierten en lo que Pascal Lardellier (2004; 2012) denomina “desconocidos íntimos”. Es decir, personas que han compartido parte de su identidad, sus gustos, intereses, y en ocasiones esperanzas y sueños, sin conocerse aún en persona. La afinidad y cercanía que establecen los(as) usuarios(as) en sus conversaciones digitales pueden ser entendida bajo el concepto de “disclosure” (Belli et al., 2010), que no es otra cosa que esa fascinación de hablar con un extraño —o con alguien a quien no se conoce demasiado— a través de una pantalla y que permite decir cosas que no se le dirían a alguien cara a cara.

Otro de procedimiento relevante para reducir la incertidumbre del futuro encuentro off-line es la llamada telefónica, que es especialmente importante para los mayores de 30 años, quienes la consideran una fuente de información fundamental sobre la persona a quien se está pensando encontrar. A diferencia del chateo y la comunicación por redes sociales, hablar por teléfono requiere respuestas más espontáneas y rápidas, más reveladoras del carácter de quien está al otro lado de la línea; por su parte, escuchar la voz del otro también es una fuente importante de información. De este modo, el tono de la voz, el uso de las palabras, la forma de dirigirse al otro, son factores a considerar antes del encuentro off-line:

Sí, el teléfono es el mejor filtro. A veces alguien parece ser entretenido por chat y luego al teléfono me muero de lata o lo encuentro un estúpido en cualquier aspecto y claro, también hay hombres que por teléfono me han dejado casi conquistada (Entrevistada 8, entrevista personal, diciembre 2015).

Eh, claro, voces roncas, las odio, quedo mal así o, o sea esa voz, así como de cigarro así de, de no sé ¡grrr! ¡hola, te estoy llamando! ((con voz exageradamente rasposa)) ¿Qué pasó aquí? Claro, y de ahí ese también puede ser un matapasión para mí y ahí me hago el loco no más (Entrevistado 5, entrevista personal, julio 2015).

La llamada telefónica puede venir a corroborar la apreciación que los(as) usuarios(as) han realizado de su interlocutor virtual y propiciar la cita, puede aumentar ese interés y acelerar el encuentro, o bien, puede poner fin a ese interés y evitarlo. No obstante, cabe señalar una diferencia generacional, pues los usuarios más jóvenes ni siquiera mencionan la llamada telefónica como un paso necesario antes del encuentro; posiblemente, debido a que son parte de una generación más habituada a formas de comunicación digitales que las anteriores. Para estas últimas, la conversación telefónica es con frecuencia el último filtro que debe pasar el interlocutor para concretar el encuentro en persona.

3.3 El encuentro off-line

A pesar de los múltiples procedimientos para reducir la incertidumbre previa al encuentro cara a cara, y la confianza generada por los(as) usuarios(as) durante sus interacciones digitales, las mujeres tomarán una serie de resguardos para la protección de su integridad personal (Dreyfus, 2001/2003). De hecho, las referencias al riesgo —de encontrarse con alguien con intenciones predatorias, potencialmente violento o acosador— aparece frecuentemente en los relatos femeninos. Ellas parecen ser particularmente conscientes del debilitamiento de algunos de los modos de control social que operan en las interacciones cara a cara en el caso de las interacciones on-line, adoptando estrategias en consecuencia. Esto lo evidencia el siguiente relato:

No, primera cosa… si fuera a juntarme con una persona que sea en un lugar público, tampoco permito que me vayan a buscar, porque después cada uno para su casa. (Entrevistada 9, entrevista personal, agosto 2015)

Los resguardos que las mujeres toman al concretar el encuentro es una cuestión que aparece en gran parte de los relatos de las entrevistadas. Se deriva de ello que los riesgos asociados a la primera cita es una cuestión sopesada y reflexionada por ellas. Para los hombres, en cambio, los riesgos o peligros que puede entrañar el encuentro cara a cara no es una cuestión que parezca preocuparles. En contraste con lo que ocurre con los relatos femeninos, este tópico no emerge en ninguno de los relatos de los entrevistados masculinos.

En tanto, la definición que los(as) entrevistados(as) hacen del encuentro off-line lo diferencia de una “cita a ciegas” debido a que existe un conocimiento previo, que permite que este primer encuentro sea observado como una especie de continuidad de la interacción digital. Sin embargo, la cita no es una mera continuidad de la conversación en línea, ya que, independiente de las palabras que se hayan escrito o incluso de lo que se hayan atrevido a decir por teléfono, acudir a la primera cita supone una aventura absolutamente nueva (Kaufmann, 2010/2012), dado que la información que haya podido obtenerse por medios digitales debe ser confirmada o revisada en la interacción en el mundo off-line. El encuentro cara a cara implica ir un paso más allá en el proceso de conocerse y reconocerse mutuamente, como lo muestra el siguiente extracto:

Te daban nervios un poco de conocer a alguien que no conocías, aunque hayas hablado mil años por Internet, no la conoces. Entonces te da una sensación de con quién te vas a encontrar, o que va a pensar ella de ti… (Entrevistado 6, entrevista personal, julio 2015)

La emocionalidad que se genera a través de la pantalla es propia del espacio digital (Belli et al., 2010) y no traspasable automáticamente a lo off-line. De este modo, a pesar de todas las etapas vividas previas a la cita, en la mayor parte de los casos no sigue el curso esperado, haciendose rápidamente presente la decepción. Una de las razones es que —en general— hombres y mujeres poseen expectativas diferentes sobre el encuentro. Las entrevistadas señalaron que durante la cita algunos hombres esperan avanzar rápidamente al contacto físico y sexual, actuando con agresividad y violencia cuando sus expectativas no son satisfechas:

Bueno, ahí llegamos, nos sentamos, nos tomamos algo, qué se yo, pero fue una charla amena los primeros 10 minutos (incomprensible), después de los 10 minutos empezó que hay que, eres súper simpática y que te tocan el pelo, que te tocan la mano, que ya como que no (incomprensible). Me dijo que yo lo estaba haciendo perder el tiempo, que yo sabía lo que, para qué eran esas páginas, para qué me juntaba —si no estaba dispuesta—, agarró sus cosas y se fue. (Entrevistada 10, entrevista personal, marzo 2015)

Lo primero que notas es que quieren el café y después el hotel… entonces a mí no me interesa eso, me interesa conversar, si es buena onda, bueno, nos vemos otro día, yo creo que quiero una relación normal, porque uno se va conociendo de a poco… yo no creo en eso de la química. (Entrevistada 11, entrevista personal, noviembre 2015)

El ritmo acelerado de los hombres durante el encuentro sería una señal de que no conduce más que a una relación pasajera, pues dejar durar el periodo de la seducción es una manifestación que se está involucrando en una relación de larga duración (Bozon, 20202/2013). Por el contrario, la búsqueda inmediata de satisfacción sexual es una señal que la relación no conduce a más y que, por lo tanto, no amerita una inversión de tiempo mayor.

El establecer relaciones de corta duración con objetivo sexual puede ser también una opción para las mujeres, sin embargo, la agresividad y violencia masculina es una manifestación de sus intentos de dominación más allá de la voluntad femenina. Como afirma Bergström (2012), uno de los riesgos para las mujeres de participar en algunos sitios de citas —por ejemplo, los de carácter “libertino”— es que los hombres las tilden de “fáciles” o “putas”, asumiendo que ellas no pueden elegir que prácticas sexuales experimentar con igual libertad que ellos. Las mujeres, por su parte, parecen haber internalizado esta dicotomÍa entre una relación de carácter sexual “de una noche” y una relación “seria” de larga duración, asumiendo que una relación que espera ser duradera debe postergar algún tiempo el contacto sexual para dar tiempo a los individuos de conocerse en otros planos, como el intelectual o emocional. Las siguientes citas ilustran dicha dicotomía:

Yo creo que el 90% de los hombres que están en estas páginas creen que somos mujeres desesperadas en busca de tener sexo casual. No sé qué pasará por la cabeza de esos hombres. (Entrevistada 11, entrevista personal, noviembre 2015)

A mí me ha tocado salir con minas ((mujeres)) y la misma noche que he salido tenemos sexo, y ha sido de los mejores que he tenido muchas veces, y he quedado… prendido… Y después ellas dicen no no no, no puedo estar contigo, pero y ¿Por qué no? no, porque nos acostamos al tiro ((inmediatamente)), y tú cachai ((sabes)) el dicho: Si te acostai’ en la primera cita no va a resultar. (Entrevistado 5, entrevista personal, julio 2015)

La interacción romántica en línea le ofrece a las mujeres la posibilidad de socavar ciertos riesgos que tradicionalmente ha implicado la asertividad en el cortejo, tales como el hacerse una “reputación” como alguien de una moral sexual cuestionable (Bernasconi, 2010; Heilborn y Cabral, 2013; OXFAM, 2018). En línea, existe la posibilidad del anonimato o de concertar encuentros esporádicos con alguien que no pertenece al círculo de relaciones sociales habituales (Hobbs et al., 2017) y, de ese modo, eludir la sanción social (Bergström, 2012). No obstante, la idea de que las mujeres deben controlar sus impulsos sexuales si quieren ser “tomadas en serio” parece mantener su vigencia:

Sí, algunas ponen ahí… —que buscan sexo—, jamás me he metido con una así… jamás le he mandado un mensaje a una mina ((mujer)) así porque me da cosita ((resquemor)), pero prefiero un poco más calmado el asunto, pero hay mujeres que ponen ahí que quieren pasarlo bien, ¿cachai ((entiendes))?… Pero la mayoría es piola ((tranquila)). (Entrevistado 4, entrevista personal, julio 2015)

De este modo, la exigencia normativa hacia las mujeres que les impone recato y reserva de su sexualidad (Bernasconi, 2010; Bozon, 2002/2013) se encuentra presente también en las páginas de citas (Bergström, 2012). Esta “doble moral” (Kettrey, 2016) obliga a las mujeres a ser más cuidadosas con sus comportamientos. Aún hoy, independiente de los discursos igualitarios, las prácticas sexuales de las mujeres son objeto de mayor escrutinio público, incluso en espacios virtuales (Bergström, 2012; Casado, 2014; Couchot-Schiex, 2017; Kaufmann, 2010/2012).

Los entrevistados, por su parte, son claros en señalar que en los sitios de citas en línea buscan principalmente “relaciones sin compromiso”, pues para los hombres siempre ha sido más fácil la búsqueda de experiencias sexuales desligadas del compromiso y la afectividad (Kaufmann, 2004/2013). No quiere decir que persigan exclusivamente sexo en estos espacios virtuales, buscan también compartir otros aspectos de una relación amorosa como, por ejemplo, formas de ocio-consumo (Illouz, 1997/2009). En este sentido, para ellos, las páginas de encuentros son una posibilidad más para ampliar sus “redes de intimidad” (Hobbs et al., 2017).

Amigas con ventaja la verdad. No sólo comparto la cama, también salidas al cine, restaurantes. Depende de la chica. (Entrevistado 8, entrevista personal, junio 2015)

En los sitios de citas funciona así un modelo de relaciones que conjuga el sexo con actividades de placer, que persigue el bienestar individual, y que puede crear (o no) lazos de afinidad emocional. Este modelo de relaciones ha sido conceptualizado por Jean-Claude Kaufmann (2010/2012) como “sex@mor”, es decir, un modelo de “amor individualista” propio de la sociedad contemporánea. Por su parte, Lardellier (2012) señala que quienes más disfrutan de las páginas de encuentro son aquellos(as) que comprenden que subyace un modelo lúdico de relaciones sexo-sentimentales, el cual persigue principalmente la satisfacción personal. Sin embargo, este modelo no parece igual para todos(as). Como se ha demostrado, en los sitios de citas online en Chile, al igual que en otros espacios off-line, lo prescrito y proscrito en términos de sexualidad y afectividad se encuentra diferenciado para hombres y mujeres, reflejando de algún modo la normatividad basada en el género que opera en el mundo de las relaciones cara a cara.

4 Discusión y conclusiones

Las interacciones de los(as) usuarios(as) de los sitios de citas en Chile pueden ser entendidas en el marco de las prácticas de la “conquista amorosa” en el país. Si bien la masificación de los dispositivos de “sociabilidad romántica” —entre ellos las páginas de citas, pero también redes sociales y aplicaciones— ingresan nuevos espacios para las relaciones sentimentales y/o sexuales en América Latina, esto no implica, necesariamente, una transformación de los códigos tradicionales, especialmente aquellos que diferencian los comportamientos esperados de hombres y mujeres. Uno de los hallazgos más interesantes que evidencia el caso analizado son las marcadas diferencias en las prácticas amorosas online desde la perspectiva de género. Como se intentó demostrar, estas diferencias tienen una raigambre cultural anterior, que sirven como un marco de referencia para las prácticas de búsqueda de pareja y cortejo en el espacio virtual.

Desde el punto de vista teórico, las narrativas analizadas en este trabajo sugieren que, efectivamente, los espacios virtuales propician el relajamiento o la flexibilización de ciertas normas sociales —en el caso que nos ocupa, las del cortejo romántico—, pero no su alteración radical. La posibilidad de establecer contactos anónimos o fuera del círculo de relaciones habituales —familia, amigos(as), conocidos(as)— conlleva, también, la oportunidad de re-negociar los límites que la sociedad pone para uno y otro sexo en el terreno de las conductas amorosas. Sin embargo, este proceso se da un contexto de relaciones de poder desiguales, en el cual las normas referidas a lo que es socialmente aceptable en el plano de la sexualidad son todavía mucho más restrictivas para las mujeres que para los hombres. Bajo este prisma, los recursos simbólicos y de poder con que hombres y mujeres llegan a la interacción virtual no son los mismos. Esto plantea la potencialidad de que los intentos de re-definir este espacio sean más riesgosos para ellas que para ellos, en el doble sentido del riesgo moral de ser considerada “fácil”, no adecuada para una relación con pretensiones de estabilidad, o del riesgo físico y moral de enfrentar agresividad e incluso violencia.

Al mismo tiempo que se multiplican las posibilidades de interacción con los/as otros/as, los medios digitales expanden el riesgo de exposición personal de un modo que las interacciones cara-a-cara jamás podrán alcanzar. Del mismo modo, si bien el espacio virtual puede suponer el relajo de algunas normas sociales, también supone el debilitamiento de los mecanismos de control social que eventualmente podrían minimizar los riesgos que las mujeres declaran percibir en las interacciones habituales orientadas al establecimiento de relaciones erótico-afectivas (por ejemplo, que el otro intente forzar una situación sexual no deseada o que no acepte la negativa a un segundo encuentro). La referencia al riesgo es notoriamente más presente en las narrativas de las mujeres que en las de los hombres, en todos los grupos etarios. Estas ideas y temores se evidencian en los relatos femeninos como la construcción más cuidada de las señales que se envían en los sitios de citas y la mayor protección respecto de la información personal que se entrega, tales como el lugar de vivienda o de trabajo (no permitir que se las pase a buscar o a dejar en los primeros encuentros son ejemplos), así como la preocupación constante por conductas agresivas de los hombres que pudieran darse cuando la expectativa del encuentro sexual no se concreta o la relación se frustra.

Aquí es también necesario considerar que —a diferencia de otros espacios de interacción virtual— los sitios de citas parten del supuesto de que los participantes en la interacción, si el sitio es exitoso, tendrán interés en conocerse cara a cara en algún momento. El espacio virtual, como hemos argumentado, ofrecería una “antesala” que permite a los(as) participantes explorar parejas potenciales en una situación de mayor distensión de las normas sociales. No obstante, si existe interés de conocer al otro(a) cara a cara, hay ciertos límites mínimos que deben respetarse. De no hacerlo, puede que el encuentro off-line nunca se concrete. Una muestra es que, si bien las mujeres en general rechazan que el interés en el sexo casual sea demasiado explícito, los hombres tampoco parecen sentirse cómodos frente a mujeres que se salen del rol tradicional y son abiertamente instrumentales en el plano sexual, un rol que se percibe como tradicionalmente masculino. La primera cita constituye una experiencia diferente del coqueteo online —donde pueden mantenerse la propia identidad y las intenciones respecto de la relación en un plano de ambigüedad con mucha más facilidad—, pero también del flirteo tradicional cara a cara, donde la adhesión a las normas sociales vigentes es influenciada no solo por las convicciones personales de los individuos respecto de la validez de esas normas, sino también —en alguna medida— por la presencia de familiares y amigos(as) que son conocidos comunes a los miembros de la pareja, y que pueden representar una fuente potencial de control social.

Estas diferentes actitudes y comportamientos entre hombres y mujeres, así como la normatividad que los rige, no son evidenciadas por la literatura especializada del hemisferio norte, la cual parece tener un sustento teórico que supone un carácter más igualitario de las relaciones entre los géneros. Estas características socioculturales propias de América Latina, creemos, deben ser consideradas en futuras investigaciones sobre los usos de las “tecnologías del amor” en la región.

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