Reseña de Guattari (2019). Escritos para el Anti-Edipo. Textos agenciados y presentados por Stéphane Nadaud

Review of Guattari (2019). Escritos para el Anti-Edipo. Textos agenciados y presentados por Stéphane Nadaud

  • Domenico Uhng Hur
Portada libro

Félix Guattari (2019)
Escritos para el Anti-Edipo. Textos agenciados y presentados por Stéphane Nadaud. Cactus.
ISBN: 978-987-3831-40-9



En el segundo semestre de 2019 fue publicado en la lengua castellana el libro en que contiene las cartas, reflexiones, registros y notas de diarios del psicoanalista, analista institucional y activista político Félix Guattari, intitulado “Escritos para el Anti-Edipo”. Estas cartas fueron parte de la materia-prima para la elaboración del Tomo 1 de Capitalismo y Esquizofrenia, el libro Anti-Edipo (AE) (Deleuze y Guattari, 1972/1976), escrito en conjunto con el filósofo francés Gilles Deleuze. El libro “Escritos para el Anti-Edipo” fue coordinado por uno de los principales comentadores y estudiosos de la obra de Félix Guattari en la actualidad, el francés Stéphane Nadaud1. Nadaud ha coordinado otras obras de Guattari, como por ejemplo el libro “¿Qué es la ecosofía?” (Guattari, 2015), que también recibió una reseña nuestra (Hur, 2015).

Nadaud seleccionó del “Fondo Guattari” del IMEC (Instituto de Memoria de la Edición Contemporánea) gran parte de las cartas que Guattari envió a Deleuze en un período de un poco más de tres años (1969-1972). Están presentes en este material tanto las ideas y proposiciones de Guattari, previas a la edición del libro fundador del esquizoanálisis, así como algunas de sus reflexiones tras la publicación del libro. Una parte del método para la producción del AE, y para la formación de Guattari como autor de libros, fue la consigna que recibió de Deleuze, de escribir todas sus ideas y enviarlas para su amigo filósofo sin revisarlas (Dosse, 2010). Este proceso de producción se queda claro en el libro. Guattari escribe sus ideas y envía las cartas a Deleuze. Fanny Deleuze, la esposa de Gilles, revisa y dactilografía las cartas. Deleuze las lee, hace notas y las reformula radicalmente para el borrador del capítulo. El filósofo reenvía el texto a Guattari, que hace sus nuevos comentarios, y que Deleuze puede aprovechar o no para la versión final. Vale decir que, además de las cartas, los dos se reunían en sesiones presenciales, a veces semanales, en que conversaban largamente, y uno escuchaba el otro, con poca discusión o interrupciones (Deleuze, 1992, 2007).

En ese sentido, el material compilado en el libro se trata de textos en estado bruto, sin una revisión más rigorosa, con ideas y proposiciones en desarrollo. Aquí me pregunto si al autor de las ideas de las cartas le gustaría saber que tal material fue publicado en estado bruto y no revisado. Nunca sabremos si agradaría a Guattari, pero seguramente es una obra que agrada a sus estudiosos. Por lo tanto, la publicación de este libro es una gran contribución para la comprensión de como una obra filosófica es producida, y principalmente por dos autores tan heterogéneos.

Como investigador del esquizoanálisis y, por consiguiente, de la obra de Deleuze y Guattari, y autor de algunos artículos y libros sobre esta perspectiva teórica (Baremblitt et al., 2020; Hur, 2013, 2016, 2018a, 2018b, etc.) debo admitir que al adquirir este libro tuve el interés, posiblemente un poco reductor, en discriminar cuáles partes del AE fueron escritas por Guattari, y cuáles por Deleuze. Interés que probablemente no es solo mío, pues el primer apartado del libro, escrito por Stéphane Nadaud (2019), recibe esta interrogación. Este mi interés ya entraba en contradicción con lo que los propios autores afirman en entrevistas sobre su método de producción y escrita (Deleuze, 1992, 2006, 2007), o mismo en el clásico texto “Rizoma” (Deleuze y Guattari, 1980/1988). Es una producción que no fue hecha solo por dos, sino por muchos, pues cada uno ya era una multitud.

Por lo tanto, no es posible descubrir claramente de quién es la idea original que está presente en las cartas de Guattari. Por ejemplo, el comienzo de la primera carta trata del tema de la conexión, disyunción y conjunción, discusión que ya está presente en “La lógica del sentido” (Deleuze, 1969/2003). Se constata en esta carta, o en las entrevistas de los dos (Deleuze, 1992, 2006, 2007, 2016), que cada uno leyó los antiguos libros y artículos del otro. Guattari hace alusiones a “La lógica del sentido”, así como a “Diferencia y repetición” (Deleuze, 1968/2006), tanto en las cartas, como en su primero libro “Psicoanálisis y transversalidad” (1972/2004), publicado en el mismo año de AE y prologado por Deleuze. Se puede percibir que cada uno intenta apropiarse de los conceptos e inventos del otro, tratando de captar su potencia y de atribuir más sentidos y posibilidades al concepto original, en una especie de ejercicio de multiplicación en sus idas y vueltas, o entonces de “multiplicitación” de la proposición (Baremblitt, 2019), en performatizar sus múltiples posibilidades y variables. Así no solo vemos a Guattari manejar distintos conceptos y discusiones atribuibles a Deleuze, como las referencias a la temporalidad de Cronos y Aión, o a Alice en el otro lado del espejo, como también vemos Deleuze desarrollar muchas discusiones originalmente de Guattari, como la cuestión de la máquina, de la antiproducción, etc. (Deleuze, 2006). Hay un zigzag, un juego de desterritorializaciones y reterritorializaciones en la composición entre los dos que remite a la relación entre la orquídea y la avispa (Deleuze y Guattari, 1980/1988), discutida abajo.

Nadaud dividió el libro en seis apartados temáticos y no siguió una lógica cronológica de las cartas: 1- Textos para El Anti-Edipo; 2- Intermedio: correcciones de El Anti-Edipo; 3- Psicoanálisis y Esquizoanálisis; 4- Incidencias militantes; 5- Lingüística Pragmática; y 6- Plano de consistencia. También escribe una presentación intitulada “Los amores entre una avispa y una orquídea”, en que discute el proceso de agenciamiento entre dos del AE. Evidentemente, dentro de las cartas, muchas veces Guattari alude a innúmeros temas y no se queda solo en el tema que el apartado general propone.

El primero apartado, Escritos para El Anti-Edipo, es muy interesante, pues se puede comparar las proposiciones de Guattari con el formato final que fueron publicados en el AE. Hacer tal comparación es rico, pero también es de lectura difícil para el estudioso acostumbrado a la obra de Deleuze y Guattari. Pues, como él ya tiene estos conceptos consolidados en su repertorio personal, puede sentir una dificultad al encontrar los mismos conceptos con distintas significaciones. Entonces se constata un tratamiento distinto adjudicado a las relaciones de filiación y de alianza. El concepto de cuerpo sin órganos es articulado a una proposición antigua de Guattari, a la cuestión del fantasma de grupo. Incluso vale decir que este concepto tiene diferencia significativa entre AE (Deleuze y Guattari, 1972/1976) y Mil Mesetas (Deleuze y Guattari, 1980/1988), y que Deleuze y Guattari nunca lo comprendieron “de la misma manera” (Deleuze, 2007, p. 217). También hay un cambio en la historia universal, con la presencia de una otra diagramática. La tríada salvajes, bárbaros y civilizados es presentada de otra forma. En vez de tratar de las tres máquinas, de la alianza territorial primitiva, de la máquina despótica-imperial y de la formación capitalista-civilizada (Deleuze y Guattari, 1972/1976), Guattari (2019) la propone como: sociedades primitivas, sociedades urstaáticas y capitalísticas, y la tercera, sociedades audiovisuales (cf. p. 83). Se constata que la versión final de AE dividió en dos el segundo diagrama de fuerzas propuesto por Guattari, y no trabajó con la tercera, sociedades audiovisuales, que aparece de formas distintas en “Cartografías esquizoanalíticas” (Guattari, 1989/2000), o en la compilación “¿Qué es la Ecosofía?” (Guattari, 2015). Vale destacar que, en el final de la obra de Deleuze (2014), él filósofo francés pasa a rechazar la idea de una Historia Universal y defiende la transición entre innúmeros, múltiples, diagramas. En las cartas también aparece otro tema interesante, que es la emergencia de los arcaísmos de todo tipo en el campo del capitalismo, fenómeno que es objeto de análisis en toda obra de Guattari, principalmente en la discusión de los microfascismos. “Retorno, y fijación militante a los arcaísmos. En esas condiciones: cuanto más se desarrollan las fuerzas productivas, más se refuerzan los arcaísmos (y más deben reforzarse)” (Guattari, 2019, p. 77). Resalto que también hay una insistencia en la discusión de las síntesis conectivas, disyuntivas y conjuntivas, en sus modalidades limitativas e ilimitativas, tema que dejará de tener tanta importancia tras la publicación del AE.

El segundo apartado, intermedio: correcciones de El Anti-Edipo, posee las impresiones y correcciones de Guattari acerca de los textos reformulados por Deleuze. Desafortunadamente solo hay una carta, que empieza con la admiración de Guattari por el trabajo de articulación y creación de Deleuze: “Acabo de recibir su último envío. Es realmente excelente. ¿Por qué piensa que soy impaciente? Al leerlo, tengo la impresión de que encuentro potentemente orquestados ritornelos de todo tipo que yo le propuse, orquestados en vuestra temática” (Guattari, 2019, p. 103). Esta carta expresa el talento que Deleuze tiene de extraer los mecanismos de funcionamiento del pensamiento de cada autor investigado, que muchas veces lo hace hablar más, en comparación a lo que había dicho anteriormente. Eso también se puede ver en sus libros sobre Nietzsche (1962/1976), Bergson (1966/1999), Foucault (1986/1988), etc. Las correcciones presentadas son pocas y casi se refieren más a cuestiones de redacción, que discusión de ideas. Y el propio Nadaud afirma que “Deleuze no toma muy en cuenta las correcciones propuestas por Guattari” (2019, p. 20). Como Deleuze tenía la función de dar la forma final a la escritura del texto de los dos, a lo mejor prefirió seguir su estilo de escrita, en vez de modificarlo con las correcciones de Guattari.

En el tercero apartado, Psicoanálisis y Esquizoanálisis, se percibe todavía una gran influencia del lacanismo en el pensamiento de Guattari, sea utilizando las proposiciones del objeto a, u otras discusiones y conceptos lacanianos, un énfasis que Deleuze trató de depurar de su obra conjunta. Guattari en esta época era uno de los principales lacanianos y tenía gran respeto, y tal vez devoción, al Maestro Jacques Lacan. Algo que Deleuze intentaba quitar. En una de sus cartas a Guattari, Deleuze escribió lo siguiente sobre su relación con el gran psicoanalista: “con todo eso reconocerá además que usted es su propio maestro y ya no es su discípulo” (2016, p. 54).

Pero, al mismo tiempo que se ve en las cartas de Guattari su filiación a Lacan, se constata su necesidad de creación de su propia perspectiva teórica y clínica. Para tanto, hace una articulación con la política, agenciando la clínica con una cuestión revolucionaria que lucha contra la castración, la molarización de los procesos y los arcaísmos resultantes del desarrollo del capitalismo. En vez de trabajar con la transferencia, prefiere la proposición de transducción. Esta opera con una transversalidad que articula distintas materialidades, buscando una polivocidad máxima en los procesos. Una esquizofrenización de las máquinas, de los flujos, del análisis, de la neurosis, etc. Guattari escribe de forma bien humorada: “Hay una finalidad del esquizoanálisis: es la desterritorialización, la esquizoidización del deseo. Todos los medios artificiales, las sugestiones, son buenas para llegar al resultado, ¡incluidas las patadas en el culo!” (2019, p. 40, cursivas del original).

Para Guattari (2019), el proyecto esquizoanalítico es de saltar el Edipo y otras estructuras coercitivas. Ser propositivo y no defensivo, regresivo.

La revolución esquizoanalítica propone no permanecer en el ‘splitting’ del yo, en las explosiones kleinianas. Ya no conformarse con una lucha defensiva, sino pasar a la ofensiva. Antes que padecer el splitting, ir hacia adelante, hacia el lugar de sujeto de la enunciación; no reclamamos erigir escenas de recambio, escena psicodramática, escena psicoanalítica, sino abolir el sujeto mediante la construcción de agentes colectivos de enunciación. (p. 41)

Para tanto, Guattari tiene una predilección por el uso del infinitivo y convierte el término multiplicidad, derivado de la discusión de Deleuze (1966/1999) sobre Bergson, de sustantivo a verbo: “multiplicitar. Proliferación productiva del signo de potencia” (2019, p. 360). Proposición que seguramente influenció al argentino-brasileño Gregorio Baremblitt (1998, 2019) a crear uno de los constructos más creativos referenciados por el esquizoanálisis: el esquizodrama.

En el cuarto apartado, Incidencias militantes, se discuten los temas más reconocidos como políticos, como el Estado, el fascismo, la burguesía, el movimiento obrero, la lucha de clases y el capitalismo, denominado aquí como máquina semiótica del capital. Guattari (2019) aún no operaba con el concepto que se volvió mundialmente famoso con el AE, lo de axiomática del capital (Deleuze y Guattari, 1972/1976). Yo, personalmente, como lector, esperaba que este fuese un apartado más largo. Por otro lado, para Guattari la cuestión política está difusa en todos los campos, estando presente en casi todas las otras cartas, siendo así es un contenido transversal a sus reflexiones sobre psicoanálisis, clínica, lingüística, etc. Para él debe haber una lucha generalizada contra todos los aparatos de coerción. En sus palabras: “Lucha de clases generalizada a escala de las multiplicidades más insignificantes” (Guattari, 2019, p. 405).

Algo interesante en este apartado es la inclusión de la discusión sobre la relación entre la avispa y la orquídea, muy famosa en Mil Mesetas (Deleuze y Guattari, 1980/1988). Guattari escribe “Intermedio - Ejemplo gracioso de plusvalía de código: la perversión en las orquídeas” (2019, p. 220), en que desarrolla de modo muy didáctico estas complejas relaciones de desterritorialización y reterritoralización entre la avispa y la orquídea, su relación de “perversión y sexualidad” entre heterogéneos, siendo uno de los momentos más hermosos del libro. Así, se quedaba para el lector alguna duda sobre esta relación tras leer el capítulo-meseta “Rizoma” (Deleuze y Guattari, 1980/1988), este pasaje es muy aclarador.

El quinto apartado, Lingüística Pragmática, expresa la gran influencia que Guattari tiene de la lingüística para sus reflexiones y que vemos, por ejemplo, en su obra “El inconsciente maquínico” (Guattari, 1979/1988). Hay mucha referencia al lingüista danés Louis Hjelmslev, que los influenció radicalmente para que trabajasen en Mil Mesetas (Deleuze y Guattari, 1980/1988) con la idea de forma de contenido y forma de expresión, en vez del clásico significante/significado, planteado por Ferdinand de Saussure. Guattari también se preocupa con el riesgo del factor limitativo del lenguaje, que puede remeter al régimen de captura de poder del Urstaat (el Estado originario). Propone así la idea de signo de potencia, que fomenta procesos que se refieren al carácter productivo de los códigos, signos maquínicos que promuevan la desterritorialización. Por lo tanto, contrapone el significado al diagrama, y la producción arcaica a la producción esquizo-revolucionaria. Este tema del signo de potencia fue abordado en diversas de sus cartas.

En este sentido, refuerza el rol de la transducción. Para Guattari (2019), la transducción: “Es la actividad de los puntos-signos sobre una superficie de consistencias en tanto que es a la vez producción y representación, acción y pasión o más bien contemplación deseante: es la expresión del signo de potencia” (p. 301). Su propuesta es enfocar en el factor productivo, en la composición maquínica de las potencias, en multiplicitar los procesos y no en la representación del vacío, o de la falta, en clara alusión a las prácticas instituidas de un psicoanálisis estructuralista.

En el último apartado, Plano de consistencia, lo que llama la atención del lector es que hay dos líneas generales de discusión. Primero, la elaboración teórica sobre el plano de consistencia en esquizoanálisis. Segundo, la propia construcción de un plano de consistencia personal para la obra posterior de Guattari, considerando los efectos y reflexiones tras la publicación de AE.

En sus cartas, el concepto de plano de consistencia se desarrolla poco a poco. Este se instaura cuando “hay conexión de las máquinas deseantes, hay un mínimo de referente, el cuerpo sin órgano” (Guattari, 2019, p. 335). Es el plano de la “producción conectiva” (Guattari, 2019, p. 337), “un lugar de conjunción de todos los maquinismos” (Guattari, 2019, p. 367). Se constata que es un desarrollo de un plano de la sustancia espinozana, en que Guattari (2019) sustituye la sustancia por “la consistencia” (p. 315). Así hay ensayo de distintas definiciones. Citamos dos:

El plano de consistencia es entonces a la vez real e incorporal. Es la puesta en acto de la potencia, de la conjunción posible de códigos, en un tiempo dado de la historia. Sin falta ni ausencia por ‘relación’ a un fin último de la perfección del código. (p. 317)

El plano de consistencia es aquello que les permite al conjunto de los estratos del socius, de las técnicas, etc., ser atravesados, investidos, desinvestidos y transferidos. ¿Un saber absoluto al final de la historia? ¿Una racionalidad superior? (p. 393)

Se constata que Guattari atraviesa un momento fértil de reflexiones, en que el concepto va tomando forma y está en una zona intermedia y no final. Se percibe también que este plano no se refiere solo al real, sino también a lo que Baremblitt (1998) denomina como Realteridad. Un plano que conecta las diferencias y multiplicidades, tanto actualizadas, como virtuales.

La segunda línea de este apartado se refiere a la propia construcción de un plano de consistencia personal de Guattari. Hay dos capítulos que Nadaud intituló con el mismo nombre “Notas y diarios”. En estas notas, Guattari escribe sus reflexiones tras la publicación del AE. Primero, es interesante constatar que Guattari intenta parar de escribir cartas a Deleuze así que el AE está concluido, pero no lo logra. Él resuelve continuar a escribirle misivas con nuevas proposiciones, que se configuran como ideas para los futuros ‘capítulos’ de Mil Mesetas (Deleuze y Guattari, 1980/1988). Entre estas, podemos citar las cuestiones del agenciamiento colectivo de enunciación, del cuerpo sin órganos, de la máquina militar del ejército, de las armas y de los herreros, discusión germinal para los capítulos-mesetas del Aparato de captura y del Tratado de nomadología (Deleuze y Guattari, 1980/1988).

Pero en el plano de constitución como autor, tras la publicación del AE todo cambió. En sus escritos ya no hay la herencia tan marcada de Lacan, por más que aún le preocupe su relación con el Maestro. “Lacan se queja de la ingratitud de sus alumnos a la hora de su muerte (…) ¡Siempre me he envenenado con eso! No entiendo. Qué va a pasar” (p. 373). No obstante, no es Lacan que le preocupa, sino su relación con Deleuze, que le “arrastra demasiado lejos” (Guattari, 2019, p. 365). En sus cartas aparece la gran admiración que siente por su amigo y por su potencia de escrita. Y eso le bloquea, le preocupa, en relación a su propia potencia de crear y escribir. François Dosse interpreta, a través de la lectura de los mismos documentos, que Guattari pasó por un proceso de “descompensación, (…) pérdida de identidad” (2010, p. 20). En nuestra lectura no seguimos este camino por la vía de la patologización de la conducta de Guattari, sino por la preocupación y dificultad concreta de empezar otra obra, después de la publicación de un excelente libro, con un compañero tan talentoso: “Deleuze se preocupa porque no produzco nada. (…) Gilles prepara un gran artículo… Él trabaja mucho. ¡No pertenecemos a la misma dimensión!” (Guattari, 2019, pp. 405-406). Guattari se rebaja al compararse con Deleuze: “Me faltan demasiadas cosas. Se acumularon demasiados retrasos. Se adquirieron hábitos de los que no me consigo despegar. Todo lo que hago queda en desorden” (2019, p. 410)

Además de la comparación con la capacidad de producción del amigo, Guattari expresaba la dificultad de escribir una obra tan buena cuanto el AE (carta de 06/10/72):

Es así que me siento un poco sobrecodificado por El Anti-Edipo. Tengo que rendir cuentas del tomo I y el tomo II en el horizonte no deja de vigilarme. ¡Compromiso tanto más pesado cuanto que ahora sé a qué atenerme! (…) Lo que me gustaría es decir tonterías. Publicar este diario, por ejemplo. Decir guarradas. (2019, p. 406)

Así considero que sus posibles dificultades vienen más de un desafío concreto que ambos habían acordado, de escribir el segundo tomo de Capitalismo y Esquizofrenia, y que se convierte en su obra-maestra: “Mil Mesetas” (Deleuze y Guattari, 1980/1988). Es por ello que Guattari dijo que prefería escribir tonterías, que son un contenido más fácil de producir. Entonces no es algo del campo de la patología, sino de expectativa, estilo y método de trabajo. Una semana después, Guattari (2019) escribe:

Conservar mi estilo, mi manera propia. Pero yo no me reconozco realmente en el AE. Es necesario que renuncie a correr detrás de la imagen de Gilles y detrás de la terminación, de la perfección que le ha aportado a la última posibilidad del libro. Atreverse a ser estúpido. (…) Digerir el AE. Liberarse de él. Es la condición previa para escribir lo que sigue. (p. 411)

Sin embargo, no es solo Mil Mesetas que está en juego, como las otras obras de Guattari. En la carta de 06/10/72, Guattari está agobiado en el trabajo de revisar las pruebas de “Psicoanálisis y transversalidad” (Guattari, 1972/2004). Su preocupación en constituirse como autor singular, con nombre propio, le hace que opte por publicar él solo2 sus libros siguientes, como “El inconsciente maquínico” (Guattari, 1979/1988) y “Cartografías esquizoanalíticas” (Guattari, 1989/2000). Deleuze (2016) en sus cartas esperaba que parte del Inconsciente maquínico fuese parte de Mil Mesetas (en el capítulo “Postulados de la lingüística”), y propuso que Cartografías esquizoanalíticas pudiese ser un material en lo cual retomasen su trabajo conjunto antes de ¿Qué es la Filosofía? (Deleuze y Guattari, 1992/1993).

He releído el conjunto de sus capítulos actuales sobre territorios, universos, etc.: es un conjunto esplendido, proliferante. Pasará una de dos: o bien usted va a impulsarlo solo, o bien vamos a reunirnos y a recobrar nuestras sesiones. (…) ¿Qué es la filosofía? tiene necesidad de vuestro tema Territorio-Universo-Máquina. (Deleuze, 2016, p. 64)

No he encontrado las razones, pero Guattari prefirió publicarlo solo. Él también transitó por diversos otros campos, distintos de la clínica y del activismo político, como la publicidad (Guattari, 2015), e incluso en el cinema, en que escribió un guión de ciencia-ficción que nunca fue filmado: “Un amor de UIQ” (Guattari, 2016).

Concluimos que este libro es lectura recomendable a los estudiosos y lectores de la obra de Deleuze y Guattari y a todos que quieran reflexionar como se elabora una producción filosófica y académica colectiva a dos cabezas, o a muchas cabezas y cuerpos. Y también es una oportunidad de visibilizar más las reflexiones de Guattari, que muchas veces se quedan a la sombra de Deleuze. Terminamos con una frase de Deleuze a Guattari, que sintetiza nuestra impresión sobre Félix al leer este libro: “Creo que usted es un prodigioso inventor de conceptos ‘salvajes’. Lo que me seducía tanto en los empiristas ingleses, usted lo tenía” (Deleuze, 2016, p. 64).

Referencias

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