“Identidad del lugar” en Trinitat Nova. Un acercamiento discursivo

“Place Identity” in Trinitat Nova. A discursive approach

  • Victoria Sedkowski Nowak
En el presente trabajo analizo, desde una perspectiva discursiva y narratológica, la “identidad del lugar” de los habitantes del barrio barcelonés de Trinitat Nova. En primer lugar, realizo un recorrido crítico del concepto “identidad del lugar”, desde las definiciones tradicionalmente manejadas en psicología ambiental hasta otros planteamientos alternativos, señalando sus fortalezas y debilidades. Trinitat Nova ha sufrido y está sufriendo profundas reformas urbanísticas, lo que permite incorporar la dimensión temporal al estudio al tomar en consideración el fenómeno del cambio. Con la recopilación de relatos a través de entrevistas semiestructuradas a los habitantes y su posterior análisis, pongo de manifiesto las tensiones que atraviesan estas construcciones identitarias y las configuraciones sociales particulares que permean su articulación. Esta perspectiva, que enfatiza la dimensión social, podría permitir un mejor entendimiento de las relaciones de poder en juego posibilitar transformaciones que contemplen la situación de los grupos en posición de marginación.
    Palabras clave:
  • Identidad del lugar
  • Configuración social
  • Identidad narrativa
  • Trinitat Nova
In this work I analyze, from a discursive and narratological perspective, the “place identity” of the inhabitants of Barcelona’s neighborhood Trinitat Nova. First, I make a critical review of the concept “place identity”, from the definitions traditionally employed in environmental psychology to other alternative approaches, pointing out their strengths and weaknesses. Trinitat Nova has undergone and is undergoing deep urban reforms, which allows incorporating the dimension of time to this study when taking into account the phenomenon of change. With the compilation of narratives through semi-structured interviews with the neighbors and their subsequent analysis, I show up the tensions that go across these identity constructions and the particular social configurations that permeate their articulation. This approach perspective, which emphasizes the social dimension, could be useful for a better understanding of the power relations at stake and open the possibility to transformations that contemplate the situation of groups in marginalized position.
    Keywords:
  • Place identity
  • Social configuration
  • Narrative identity
  • Trinitat Nova

1 Marco teórico

Antes de abordar el análisis del concepto que aquí nos convoca, esto es, “identidad del lugar”, se comenzará planteando una cuestión previa: ¿cómo delimitar el rango de estudio que abarca el concepto “identidad del lugar” ?, ¿por qué el barrio, y no la casa, la ciudad…? (Hidalgo y Hernández, 2001). Más aún, ¿qué se entiende exactamente por barrio? La definición de este concepto resulta problemática, no existiendo consenso entre los propios investigadores. Tras revisar diversas definiciones de carácter extracadémico, buscando un reflejo de lo que comúnmente entendemos por barrio a fin de obtener una visión lo más amplia posible sin excluir intuiciones ordinarias, parece especialmente interesante, por su omnicompresividad, la proporcionada por la tan controvertida1 Wikipedia en su versión castellana:

Toda subdivisión, con identidad propia, de una ciudad, pueblo o parroquia. Su origen puede ser una decisión administrativa (en cuyo caso equivale a un distrito), una iniciativa urbanística (p. ej. el conjunto de casas que una empresa construye para los obreros de una de sus fábricas) o, simplemente, un sentido común de pertenencia de sus habitantes basado en la proximidad o historia, y muchas veces reforzado por el antagonismo con otro barrio contiguo. (Barrio, 2017)

En primer lugar, contempla las diferentes tipologías de barrio según su origen, que no son excluyentes —pueden darse todas o varias al mismo tiempo—, pero sí independientes como categorías de barrio, recogiendo tanto la decisión meramente jurisdiccional como el aspecto más subjetivo de “sentimiento común de pertenencia”, siendo este el que más nos interesa. Además, el carácter diferencial, incluso antagónico, como se contempla en la definición, de unos barrios respecto de otros, también es un elemento clave a considerar. Esto no sólo se da en el plano del “sentimiento de pertenencia”, sino también en el administrativo y urbanístico, resultando significativo a la hora de construir tanto la identidad del propio barrio como tal, como la “identidad del lugar” personal de cada habitante. Las identidades se construyen a través de la diferencia, no al margen de ella, sólo a través de la relación con el Otro (Hall y du Gay, 1996/2011). Necesitan, dependen, por tanto, de un exterior constitutivo del que diferenciarse para consolidarse, pudiendo incluso entenderse que precisamente lo más propio es su relación respecto a aquello que las limita. En el caso de Trinitat Nova, la identidad propia del barrio surgiría de las tres esferas —administrativa, urbanística y emocional— mencionadas. Pero, ¿todos los habitantes de Trinitat Nova construyen su “identidad del lugar” de la misma manera?, ¿existen, dentro del propio barrio, tensiones en las construcciones identitarias?, ¿qué ejes las articulan?

Para profundizar en estas cuestiones, siguiendo el modelo propuesto por Norbert Elias y John L. Scotson en su estudio recientemente publicado en castellano Establecidos y marginados. Una investigación sociológica sobre problemas comunitarios (1965/2016), se considera que podría ser interesante adoptar un acercamiento figuracional, esto es, tomar en consideración la configuración formada por los grupos involucrados en la relación, su naturaleza de interdependencia. Desde esta perspectiva, la pieza central de las configuraciones es un equilibrio desigual de poder y las tensiones que le son inherentes. La cuestión no es, entonces, determinar la veracidad o la bondad de uno u otro grupo, sino ver qué características estructurales permiten que esa configuración particular se sostenga, así como desentrañar el doble nudo en el que están enlazados: es la manera de vincularse, no las características particulares de cada grupo, lo que verdaderamente importa.

No hay que obviar tampoco el carácter temporal de esta configuración. Poner estos vínculos de manifiesto no implica que formen parte de la naturaleza inmutable de los grupos o de las personas que los conforman. Estos vínculos tienen un carácter diacrónico y evolutivo. Como ya se ha mencionado anteriormente, desde un enfoque discursivo, la identidad tanto individual como grupal, y su consiguiente posición de dominación o estigmatización, es construida y lingüísticamente mediada a través de los significantes culturales y contextuales disponibles (Rosa y Blanco, 2007), con un desarrollo histórico y social. Las estrategias de proyección y dominación de los establecidos sobre los marginados, que estudiaron Norbert Elias y John L. Scotson (1965/2016), tienen eminentemente un carácter discursivo. En un entorno cambiante, como el que existe en Trinitat Nova, este carácter temporal de las identificaciones y configuraciones adquiere especial importancia.

Precisados estos puntos, y volviendo a la pregunta sobre por qué el barrio, encontramos que pueden aducirse motivos pragmáticos: parece que, efectivamente, basándonos tanto en nuestra experiencia cotidiana como en las definiciones, el barrio es un lugar importante para nosotros —no necesariamente el más importante—, al que nos apegamos y con el que nos identificamos. Las personas establecemos relaciones cuando vivimos juntas en el mismo lugar, tanto entre nosotras como con el propio entorno. Esto no descarta la existencia de otros vínculos con otro tipo de categorías de emplazamientos, sin embargo, el vecindario parece ser un lugar donde se entrecruzan y emergen con especial intensidad las dimensiones físicas y sociales —si tal distinción tiene sentido— ya que existe una relación tanto material como simbólico-discursiva socialmente construida. Las comunidades vecinales, los barrios, los vecindarios, son tipos particulares de configuración por las cuales las personas nos vemos afectadas en el día a día, viéndonos ubicadas, tanto por nosotras mismas como por los demás integrantes de la comunidad, en las tensiones existentes, y estas configuraciones están así mismo espacialmente ubicadas. A este respecto, tan artificial es establecer una separación individuo-sociedad como la separación individuo/sociedad-entorno.

Centrándonos ahora en el concepto principal que articula toda la investigación, esto es, “identidad del lugar”, comenzaremos por referir a Carl-Friedrich Graumann (1983), que aborda este concepto desde una triple división: en primer lugar, la identificación del lugar; en segundo lugar, la identificación de uno mismo con el lugar; y, por último, la identificación por el lugar, es decir, la categorización social como perteneciente a un determinado grupo en función del entorno. Sin necesidad de aceptar la radical separación que realiza entre los diferentes niveles ni la preexistencia del “uno mismo” ni del lugar a la interacción entre ambos, esta división es útil como estrategia metodológica. Nuestro interés se focaliza sobre todo en la segunda de ellas, aquella en la que el individuo se identifica a sí mismo con un lugar determinado, lo que, además, incluye la primera perspectiva —para identificarse uno mismo con el lugar, tiene que existir un lugar previamente identificado con el que hacerlo— y puede dar lugar a la tercera2.

No podemos hablar de “identidad del lugar” sin mencionar el clásico artículo de Harold M. Proshansky, Abbe K. Fabian y Robert Kaminoff (1983), en el que realizan una revisión de los procesos sociales y culturales involucrados en el desarrollo de la identidad, revindicando el papel que desempeñan los espacios y lugares en los mismos, además de su carácter cambiante. Definen la “identidad del lugar” como una subestructura de la identidad general, formada por cogniciones sobre el mundo físico en el que el individuo vive. En la base de esta estructura se encontraría el “pasado ambiental” del individuo, es decir, la experiencia ambiental acumulada con determinados tipos de lugares que configuran las preferencias y sentimientos presentes y futuros hacia ambientes concretos. Esta característica definitoria es lo que permitiría la evolución y cambio de la “identidad del lugar” personal con el transcurso del tiempo. También es destacable la introducción de la amenaza: mientras que normalmente esta “identidad del lugar” permanece en un estado latente ajeno a la consciencia inmediata, es cuando se ve amenazada o en peligro cuando emerge de manera consciente para el individuo. Identidad del lugar y sentimiento de amenaza serían, así, dos caras de la misma moneda.

Pese a los apuntes “construccionistas” y a la importancia que atribuyen al entorno social y de las significaciones para la formación de la identidad del lugar, planteando incluso que diferentes grupos sociales desarrollarán de manera diferente su “identidad del lugar” —ya que los valores, significados e ideas que median su experiencia con el entorno físico son diferentes—, Harold M. Proshanky et al. (1983) no dejan de definirla como una estructura cognitiva: mental, individual, apolítica. Este discurso sobre la “identidad del lugar” no deja de tener consecuencias materiales, sociales, políticas: la gente interacciona, organiza, se apropia del espacio y los lugares de determinada manera en función de esas consecuencias (Di Masso, Dixon y Durrheim, 2013).

Otros autores como Yi-Fu Tuan (1991) subrayan, desde una perspectiva fenomenológica, la importancia del lugar para el desarrollo de un sentido de pertenencia y de apego. Estos vínculos con el lugar son creados a través del discurso y pensamiento sobre el mismo, manteniéndose, del mismo modo que para Harold M. Proshansky et al. (1983), en un plano inconsciente a menos que se vean amenazados, por ejemplo, por una modificación sustancial del entorno. Es precisamente este acercamiento desde el lenguaje la parte del trabajo de Yi-Fu Tuan que más nos interesa aquí. En su artículo Language and the Making of Place: A Narrative-Descriptive Approach, Yi-Fu Tuan (1991) analiza el papel del lenguaje en la construcción de los lugares. Cuando hablamos, nombramos, definimos, describimos, caracterizamos, traemos a nuestra percepción, y por tanto a la presencia, lo anteriormente diluido en el todo, fenomenológicamente inexistente. Es especialmente relevante el análisis de las dimensiones morales de esta creación (o destrucción) del lugar: los lugares públicos compartidos, como el vecindario, son también construidos mediante el lenguaje, por tanto, tenemos una responsabilidad en el uso del mismo, en el modo de emplearlo para referirnos a esas realidades, pues se relaciona directamente con cómo interactuaremos con él. El lenguaje no sólo sirve para expresar el sentimiento subjetivo de identificación o pertenencia, sino como recurso simbólico orientado a la acción social (Dixon y Durheim, 2000). Los relatos sobre el lugar no son meras descripciones neutras o juicios estéticos, tienen una carga moral —podríamos decir ideológica, aunque Yi-Fu Tuan no utiliza ese término— de la que, como usuarios del lenguaje y como investigadores, debemos ser conscientes. Esta idea también supera e invierte la concepción del ambiente como un mero telón de fondo o como un condicionante externo invariable que condiciona nuestro comportamiento de manera unidireccional. El modo de entender y de estudiar los espacios y lugares puede ayudar a mostrar desigualdades o sistemas de exclusión ocultos o naturalizados, innombrados y, por tanto, invisibles, inexistentes para otras aproximaciones (Low, 2014).

Para enfocar este trabajo hemos decidido aproximarnos sobre todo a la propuesta de Theodore R. Sarbin (1983), tomando la “identidad del lugar” como un componente de la identidad personal, pero en lugar de tomarlo desde una postura cognitivista, desde una perspectiva discursiva. Así, este sería el proceso —la narración— a través del cual una persona se describe a sí misma como perteneciente a determinado lugar formando un relato identitario coherente a través de actos epistémicos dirigidos a ubicarse a uno mismo en el espacio. El “yo” se carga de significado a través de ese proceso, de los significados que se le atribuyen —por el propio narrador y por el público destinado a recibirla— en el mismo acto narratológico. De este modo se supera una de las limitaciones de propuestas anteriores, como es un acercamiento eminentemente individualista, pues los discursos que utiliza el individuo para construir su narrativa identitaria no surgen de la consciencia de un individuo aislado, sino que provienen de los discursos socialmente vigentes, compartidos, creados y disputados (Di Masso y Vidal, 2008). La “identidad del lugar” podría entenderse entonces más bien como una narración que la persona forma —a través de los discursos y prácticas colectivas— y que da sentido a su vinculación con los lugares.

La definición de “identidad del lugar” que se manejará queda vacía si no se precisa también el significado de “lugar”. Se parte en este caso de la definición proporcionada por Setha Low e Irwim Altman (1992), que entienden el lugar como un espacio que ha sido imbuido de significado a través de procesos personales, grupales y culturales. Hasta que no se produce la interacción, no existe lugar, pero tampoco existe “yo”, ambos surgen en la relación: “There is no place without self; and no self without place” (Casey, 2001 p. 684). Son las acciones —incluyendo las discursivas, performativas— sobre los espacios las que les aportan significado convirtiéndolos en lugares, y son esas mismas accionas las que permiten que “la persona se haga a sí misma” (Vidal y Pol, 2005), originándose en el sujeto los fenómenos de apropiación e identificación. El lugar, por tanto, nunca es neutro, nunca es transparente, está siendo constantemente disputado y preñado de significados ideológicos.

Profundizando en esta idea, Setha Low (2003) —en una aproximación que busca construir teorías sobre el cuerpo y el espacio próximas a la experiencia que permitan, sin embargo, una vinculación con procesos sociales y culturales por encima de ellos— teoriza sobre lo que denomina “embodied spaces”, en castellano: espacios encarnados. Parte de la idea de interseccionalidad e interpenetración conceptual y material de cultura, cuerpo y espacio. El cuerpo es conceptualizado como una entidad física biológica, que no puede entenderse sin la experiencia vivida y la agencialidad, el actuar y el proferir discursos en el mundo. Los seres humanos somos y tenemos cuerpo, que media nuestra experiencia cotidiana a la vez que está mediatizado por la sociedad y la cultura: en él se inscriben las relaciones sociopolíticas y culturales vigentes que se reflejan en los usos del espacio. A su vez, el lugar como espacio social y cultural no es independiente ni de la simbolización, ni del lenguaje, ni del movimiento, interacción y prácticas corporales que en él se llevan a cabo a la vez que lo crean. Este sería un modelo para entender la creación de los lugares a través de la orientación espacial, el movimiento y el lenguaje, que se haría cargo del cuerpo, tan a menudo pasado por alto por las teorías tradicionales, y de cuyo olvido han sido a veces acusadas las aproximaciones de cariz discursivo. Esta perspectiva integradora lo presenta como un espacio en movimiento, dialogante, cultural, en sí mismo y sobre sí mismo, permitiendo trazar puentes entre los análisis a nivel micro —centrados en el cuerpo y espacio particular— y los análisis macro, centrados en el ámbito social y político.

2 Breve descripción e historia de Trinitat Nova

A continuación, se presenta una breve descripción, acompañada de un mapa (ver figura 1) del barrio en el que se ubica el estudio, lo que permitirá situar y entender de manera más rica las narrativas, la simbolización del espacio, en definitiva, la mutua influencia entre los lugares físicos habitados, discursivamente mediados y construidos, y la elaboración identitaria en su contexto espacial.

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Figura 1

Mapa de Trinitat Nova

Trininat Nova es uno de los trece barrios que forman el distrito de Nou Barris en Barcelona. Su origen puede establecerse en torno a los años 50-60, a raíz de la enorme demanda de trabajo que originó el desarrollo industrial y que atrajo a un gran número de inmigrantes en busca de empleo, sobre todo de las zonas rurales y del sur de España. Se construyeron más de 3 000 viviendas sociales a cargo del Patronato Municipal de Vivienda, El Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar (Gea 21, 2004).

Los bloques, con viviendas de tamaño reducido (la mayoría no superaba los 50 metros cuadrados de superficie) y de una calidad cuestionable (mala insonorización, deficiente aislamiento térmico, servicios mínimos y mal resueltos), se construyeron sin seguir ningún tipo de planificación ni diseño de espacios públicos: el acceso a las viviendas era precario, la racionalidad en la red viaria y la distribución de los bloques, ausente, pasando a ejemplificar lo que se denominó como “barraquismo vertical”. El parque de viviendas no tardó en deteriorarse, llegando un tercio de los edificios a desarrollar carbonatosis y aluminosis por el uso de cemento aluminoso —fraguaba más rápido, pero sufría alteraciones estructurales con las altas temperaturas y la humedad— en su construcción. Debido a esto, en 1966 la Asociación de Vecinos puso en marcha un Plan Comunitario para resolver la situación, y remodelar o sustituir las viviendas deterioradas, además de la creación de un sistema viario que facilitara la comunicación tanto dentro del propio barrio como con barrios aledaños. Su punto de partida fue diagnosticar el estado del barrio contemplando los ámbitos urbanísticos, educativos, económicos y sociales, de modo que la actuación no se limitara únicamente al parque de viviendas afectadas, sino que fuera una acción integral que incluyera el punto de vista de los propios habitantes.

A raíz de esta movilización, el Ayuntamiento encargó en 1998 un estudio para afrontar la situación, identificando los edificios más afectados y, recogiendo las demandas de los vecinos, propuso un año más tarde la “Modificación del Plan General Metropolitano”, que contemplaba la demolición y sustitución de los bloques afectados por viviendas de nueva construcción. Posteriormente, en 2002, se presentó el “Plan Especial de Reforma Interior”, a partir de las directrices participativas reflejadas en el documento de trabajo “Per un nou barri sostenible”, que recogía la alineación y volumen de las manzanas. Los vecinos participaron durante todo el tiempo activamente en la toma de decisiones a través de diferentes procesos participativos, convirtiéndose en un referente sobre la participación ciudadana en las reformas urbanas. Pese a ello, no todas las propuestas han sido ni están siendo implementadas.

Entre 2003 y 2013 se construyeron y entregaron 504 viviendas, y en 2013-2014 se inició una nueva fase de construcción que, a día de hoy, está todavía sin terminar.

3 Objetivos

Los objetivos del presente trabajo podrían desglosarse en los siguientes 4 puntos, necesariamente interrelacionados:

  1. Analizar la “identidad del lugar” de los habitantes de Trinitat Nova desde el punto de vista de su construcción narrativa.
  2. Investigar cómo influyen y son incorporadas las transformaciones debidas a las remodelaciones urbanísticas al relato identitario de los individuos.
  3. Investigar cómo influyen y son incorporadas las transformaciones debidas a las remodelaciones urbanísticas a la configuración social de la zona.
  4. Realizar una discusión crítica del concepto “identidad del lugar”.

4 Método

Dado el enfoque teórico y la perspectiva epistemológica que defiende este trabajo, tanto para la recogida de la información como para el análisis de la misma, se han empleado técnicas de carácter cualitativo. Para obtener las narrativas que permitieran analizar cómo y mediante qué discursos socialmente disponibles construyen su “identidad del lugar” los habitantes de Trinitat Nova, además de su vínculo con la configuración social de la zona, se realizaron, colaborando con el proyecto PROHABIT, entrevistas semi-estructuradas a los vecinos. Posteriormente, se analizaron las mismas con ayuda del programa informático Atlas.ti.

Las entrevistas fueron diseñadas por el grupo de investigación PROHABIT que, como se especificó anteriormente, realizó un análisis del entorno habitado para promover el derecho a la ciudad en los barrios de Trinitat Nova, Vallcarca y Plus Ultra. Aunque el grupo no estudiaba el tema específico sobre el que trata esta investigación, contemplaba toda una serie de apartados con preguntas sobre el sentimiento de pertenencia, la interacción con el entorno del barrio, las dinámicas de uso del espacio público, la experiencia subjetiva de la evolución del barrio, la interacción con otros barrios, la interacción con los vecinos del propio barrio, etc. que han permitido abordar desde diferentes perspectivas el tema central de este trabajo. Más adelante, en el apartado “técnica de recogida”, se desarrollará brevemente el contenido y estructuración de las entrevistas.

4.1 Participantes

Buscamos que los perfiles escogidos para estas entrevistas contemplaran todo el abanico de posibles “afecciones” debidas al proceso de remodelación, entrevistando tanto a vecinos realojados como a vecinos sin realojar pendientes o no del realojo, y también a una ex-vecina que había vivido el proceso, aunque actualmente no residiera en el barrio. Del mismo modo, buscamos que también hubiera perfiles de diferentes edades y sexos. Lo ideal sería haber podido recoger, además, relatos de vecinos de diferentes etnias y procedencias, pero por cuestiones pragmáticas —por ejemplo, la técnica para contactar con los entrevistados, que fue la de la “bola de nieve”— sucedió que los perfiles fueron más homogéneos de lo que nos habría gustado. Aunque respecto al género hubo paridad, la franja de edad también fue más reducida de lo deseable. Este hecho, en cualquier caso, resulta ya de por sí significativo a la hora de analizar las configuraciones sociales del barrio. En total, se realizaron 13 entrevistas tanto individuales como grupales (con un máximo de 3 participantes por entrevista), de las cuales he escogido 9 que abarcan todo el espectro de perfiles y posicionamientos encontrados. Dos de los entrevistados aparecen en dos entrevistas diferentes, por lo que el número total de participantes es 11 (ver tabla 1).

  Nº participantes Edad aprox. Género Perfil
Entrevista 1 3 60 Varones No realojados
Entrevista 2 2 60 Varón y mujer Realojados
Entrevista 3 1 30 Mujer No residente
Entrevista 4 2 32 y 60 Varones Realojados
Entrevista 5 1 65 Mujer No realojada
Entrevista 6 1 60 Varón No realojado
Entrevista 7 1 70 Mujer Realojada
Entrevista 8 1 65 Varón Realojado
Entrevista 9 1 54 Mujer Realojada

Tabla 1

Participantes

En total, en las entrevistas seleccionadas participaron 4 no realojados (3 hombres y una mujer), 6 realojados (3 hombres y 3 mujeres) y una ex-residente.

4.2 Procedimiento

Las entrevistas fueron realizadas por diferentes investigadores involucrados en el proyecto, grabadas, y posteriormente transcritas para su análisis. La duración de éstas era variable, entre 1 y 3 horas, y los lugares así mismo cambiaban en función de las preferencias y disponibilidad del entrevistado. Algunas se realizaron en cafeterías o bares, otras en las casas de los propios entrevistados o en el local de la Asociación de Vecinos de Trinitat Nova.

El esquema de las entrevistas era orientativo, con modificaciones en función del tipo de entrevistado (realojado o no), y flexible para cambiar el orden y el grado de profundidad de los apartados.

4.3 Técnica de recogida

Las entrevistas comenzaban con una introducción en la que se explicaban los objetivos de la investigación, en qué consistía la entrevista y el compromiso de confidencialidad respecto a la información obtenida.

Tras completar los datos básicos correspondientes al entrevistado -lugar y tiempo de residencia, edad, condición-, procedíamos a la entrevista, que contemplaba 4 grandes apartados:

  1. Experiencia en la vivienda actual. Preguntas relacionadas con el interior de la casa, las relaciones con la comunidad de vecinos y las relaciones con el barrio. Principalmente buscaban ver cuáles eran los cambios que habían acontecido a raíz de las remodelaciones y, en el caso de los realojados, con el cambio de vivienda.
  2. Situación previa. Preguntas similares al punto 1, pero referidas a las condiciones previas al proceso de reforma urbanística. De este modo, pueden compararse ambos relatos y experiencias, y valorar cómo afecta a, entre otras cosas, la identidad del lugar.
  3. Imagen del barrio. Buscaba obtener información sobre los sentimientos y vinculaciones hacia el barrio, contemplando aspectos emocionales, y cómo se representaban los propios vecinos Trinitat Nova (los límites, los lugares simbólicos, etc.) También incluía preguntas sobre cómo creen que son vistos desde el exterior.
  4. Balance. Este bloque estaba destinado a que los vecinos expresaran su opinión razonada sobre las remodelaciones.

La información referente a la “identidad del lugar” aparecía de manera de manera transversal a lo largo de toda la entrevista, por lo que para aislarla y analizarla en profundidad hubo que esperar a completar el primer paso del análisis, que se explica a continuación.

4.4 Técnica de análisis

Para analizar las entrevistas seleccionadas, en primer lugar, se realizó un análisis temático, junto con el equipo PROHABIT, utilizando el soporte informático Atlas.ti. Este método de análisis cualitativo pretende identificar y analizar patrones de significado en los datos obtenidos, organizando y sistematizando la información (Braun y Clarke, 2006).

En la figura 2, adaptada del artículo de Virginia Braun y Victoria Clarke (2006), se presentan resumidos los principales pasos seguidos (ver figura 2).

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Figura 2

Fases del análisis temático

Se utilizó este procedimiento a modo de “herramienta descriptiva” para organizar y sistematizar la información pudiendo profundizar, en una segunda fase, en un análisis más extendido de carácter marcadamente crítico-interpretativo, siendo conscientes de que una categorización temática no es inocente e inevitablemente está ya interpretativamente cargada, constituyendo de por sí una técnica de análisis. Realizamos un análisis deductivo partiendo de categorías y códigos elaborados a priori de modo que todos los miembros del equipo pudiéramos compartirlos, aunque para la elaboración de las mismas realizamos una revisión de las entrevistas y los bloques temáticos contemplados en las mismas. Estos códigos eran flexibles y se fueron reformulando, eliminando o añadiendo a medida que avanzaba el análisis para adaptarlos a la información “real” que obteníamos. Los códigos se agrupan en 4 grandes bloques:

  1. Diseño y uso de espacios: busca identificar y describir los usos del espacio a través de sus diferentes escalas y descubrir las complementariedades que entre ellos se dan.
  2. Significados y procesos de simbolización: abarca todos aquellos códigos referidos a la comprensión de la dotación de significados al espacio en el orden individual y colectivo.
  3. Procesos de formación de la identidad: códigos sobre la formación de la identidad colectiva y personal ligada al sentido del lugar.
  4. Procesos de gestión del cambio urbanístico: refiere tanto a los procesos “top-down”, es decir, la gestión institucional, como “down-top”, la gestión realizada por los propios vecinos, en el proceso de reforma urbanística.

Una vez codificadas las entrevistas en estas 4 categorías, para la articulación de este trabajo en particular, se seleccionaron aquellos ámbitos que realmente aportaban información para nuestros propósitos, es decir, el punto 3, y algunos aspectos de los puntos 1 y 2 —sobre todo del 2— interrelacionados, realizando un análisis de cariz más crítico-interpretativo a partir de la categorización temática primera.

5 Resultados

A continuación, se expondrán las categorías en las que se agruparon los códigos dentro de cada tema, acompañados de algunas citas extraídas de las entrevistas a modo de ilustración. Por cuestiones de espacio y fluidez en la lectura, sólo se incluirán un par de citas por cada categoría en este texto, aunque el análisis real comprende un número mucho más elevado. Para preservar el anonimato de los entrevistados, se utilizarán para identificarles únicamente las dos primeras letras de su nombre, o tres, en caso de que haya dos iguales. En este apartado se ofrecerá sólo una descripción breve de los temas, realizando el análisis interpretativo en el punto de la discusión.

Aunque el tema central del presente trabajo es la “identidad del lugar” —por tanto, de manera más general, la identidad—, si entendemos que se sirve de los significados cultural y socialmente creados, no podemos analizar la construcción de la misma sin contemplar la simbolización del espacio, la función e importancia que adquiere en los relatos de los individuos. Por este motivo, también se incluye en el análisis el apartado 2: significados y procesos de simbolización.

En esta categoría, “significados y procesos de simbolización”, se encuentran los códigos “apropiación y territorialidad” (usos territoriales de los espacios: ocupaciones, intervenciones de transformación, defensa, control, gestión y mantenimiento); “procesos narrativos” (frases hechas, palabras clave, metáforas, narrativas culturalmente familiares desde las que se representa el significado de un lugar); “hitos simbólicos” (edificios, acontecimientos, calles…); “modos de participación y niveles de implicación en los procesos que atañen a la forma y vida del barrio, incluida la propia transformación urbanística”, “significados” (representaciones concretas del entorno, incluyendo la percepción que se tiene del propio barrio, componentes emocionales) y “evidencias visuales” (elementos de comunicación/significación ambiental).

Y... lo que hizo la dictadura es poner por delante otros pisos de más categoría que taparan a las barracas verticales, entonces esos pisos se les llamó pisos pantalla. La pantalla, porque claro entras por La Meridiana, sobre todo el turismo, y ves el bunker y dices hombre no ... tapa eso... tápalo porque... (Pe, 60 años, no realojado, entrevista personal, 09/2016)

Hombre, a ver, todavía no es mi hogar eh. No, no hay calor. No hay calor. El calor lo haces con los años. Y ahora lo tengo todo nuevo. Es mi casa, pero no es mi hogar, todavía. (Es, 54 años, realojada, entrevista personal, 09/2016)

La casa de la bruja. Quiere hacer un acto reivindicativo, poner una carpa. Dice: “¿Estáis de acuerdo?”, digo: “Yo sí, encantado con la casa de la bruja”, y pidió al distrito que a ver si la podían salvar, que está en ruinas y remodelarla que tampoco sería tanto poner... poner techo de madera. La casa de les bruixes és l'edifici que hi ha passada la casa de les aigües, que era de fet, era la casa de mostra de quan en teoria van fer les cases dels carters. (Ra, 60 años, realojado, entrevista personal, 07/20153)

La categoría principal, “procesos de formación de la identidad”, incluye a su vez otros 6 códigos: “sentido de pertenencia” (identidad colectiva de los vecinos y el sentimiento de pertenencia, positivo o negativo, al barrio); “expresiones de resistencia a cambios que amenazan la identidad”; “expresiones que hacen referencia a cómo es y cómo ha cambiado la identidad de los vecinos del barrio”; “expresiones de reconocimiento externo al barrio y auto-reconocimiento en el espacio”; “expresiones de cohesión-fragmentación social relacionados con el cambio del entorno” y “otros elementos identitarios” (por ejemplo, relatos de vida sobre cómo llegaron al barrio).

No, más bien al revés. Algo que me ha sorprendido mucho, en la historia, en la memoria histórica es que los vecinos nos sentimos muy de la Trinidad y la defendemos. Y la defendemos. Y eso que cuando estudias la historia dices jolines pues después de todas las patadas que nos han dado en el culo estamos aquí defendiendo al barrio. ¿Vale? Fue así. (Pe, 60 años, no-realojado, entrevista personal, 09/2016)

Mira la suerte que hemos tenido... Exacto, que hemos luchado porque los 13, son los primeros que dieron en los míos, fuéramos los mismos vecinos. Entonces hemos ido los mismos, cogieron de la parte de abajo 4 más, pero son también como nosotros de toda la vida. Entonces nosotros somos 13 y en los 25 también ha ido muy buena gente. Y por ahora estamos muy bien. (Es, 54 años, realojada, entrevista personal, 09/2016)

Yo nací en la Barceloneta, en la plaza de Medinaceli, que era la clínica del Mercat central de fruitas y verduras, que el meu para trabajaba al Born. Y vivía en la Barceloneta, el carrer Vinarós. Pero por una enfermedad que cogió mi hermano, el médico le recomendó clima seco. Mi padre como trabajaba en el Born, estaban haciendo estos pisos de la Obra Sindical, que recibían sindicatos, trabajadores, policías…Y en 7 meses nos vinimos al barrio. Esta es mi historia. Rocky ya sabéis que nació aquí. (Mi, 60 años, no realojado, entrevista personal, 01/2017)

Pero a ver, yo si antes había persona que me necesitara, la conociese o no, yo corría a ayudarla si le pasaba algo. Aquí, si pasa algo, o una vecina me necesita o algo, yo corro igualmente. Aunque a esa persona la conozca ahora. Es decir, yo…sigo siendo la misma, a ver, soy sincera…Otros no, otros tengo que decirlo que no, pero bueno…eso…eso cada cuál, va con la persona. Es verdad, es que somos los mismos… (Ca, 60 años, realojada, entrevista personal, 10/2016.)

6 Discusión

Tras presentar los resultados del análisis temático, se realiza una discusión crítico-interpretativa de los mismos. Este “mapeo” previo, aunque quizá no se vea explícitamente reflejado en la estructura de la discusión, ha sido imprescindible para profundizar sobre los diferentes aspectos de la construcción de la “identidad del lugar” de los vecinos y armar un relato interpretativo basado en la información categorizada. Sobre todo, ha servido para encontrar los puntos de tensión más destacados y, de este modo, los principales ejes que articulan los diferentes discursos que conforman las narraciones identitarias de los habitantes del barrio.

La discusión adopta la forma de una tríada, que contempla tres perspectivas: 1) la espacial, 2) la temporal y 3) la diferencial. Los tres ejes están relacionados y vinculados entre sí, no pudiendo ser entendidos de manera aislada. Esta separación es un recurso analítico que busca profundizar y comprender un fenómeno complejo, una instantánea fotográfica que se sabe artificial.

6.1 La cuestión espacial: divisiones territoriales dentro del barrio

Como el mismo título explicita, en este eje se abordan los discursos identitarios emergentes a raíz de la estructuración espacial presente y pasada dentro de Trinitat Nova. Antiguamente, los “pisos pantalla” —pisos construidos por el Instituto Nacional de la Vivienda para que ocultaran los “barracones verticales” desde la Meridiana, destinados, sobre todo, a funcionarios— tenían unas condiciones superiores —un mayor tamaño, mejores prestaciones, etc— que los demás. Los ocupantes de estos pisos eran percibidos como privilegiados por los demás vecinos, originándose una cierta fragmentación identitaria entre ellos, podría decirse una jerarquización de estatus, en función de la zona y la tipología de vivienda poseída que se ve reflejada e interiorizada en las narrativas recogidas. Actualmente, los barracones verticales no existen, habiendo sido derribados debido a la aluminosis y produciendo este hecho una cierta evolución hacia una presunta homogeneización de estatus: cuando los vecinos se refieren a esas diferencias, siempre hablan en pasado.

Además de esta división, “Trinitat Sindical” (zona de pisos de la Obra Sindical del Hogar) desde su constitución es percibida por los habitantes de las demás zonas como una entidad casi externa al barrio, separada del resto por un muro, aunque sigue siendo el mismo barrio. Esta suerte de exclusión, además de estar simbólica y físicamente representada por el muro y reflejada en la construcción identitaria de los vecinos, tiene, como no podía ser de otra manera, consecuencias materiales tales como la malversación de fondos europeos destinados a mejorar los “interblocs” de Trinitat: en un primer momento “Trinitat Sindical” se quedó sin recibir su parte de los fondos y, por tanto, sin reformar (aunque actualmente, tras las quejas y luchas de los vecinos, se esté llevando a cabo dicha reforma).

Otra diferenciación que está bien presente en las narrativas elaboradas por los vecinos es la ya pasada división del barrio en las zonas de “Villarriba” y “Villabajo”. Aunque por el nombre pueda parecer una diferencia meramente espacial, como veremos más adelante el núcleo de tal separación simbólica es de índole principalmente étnica, por lo que será abordada en el tercer apartado del análisis. No existía ninguna barrera física entre las dos zonas, simplemente en la parte alta residía una mayoría de personas de etnia gitana.

6.2 La perspectiva temporal: nuevos vecinos y nuevas generaciones

Este punto engloba dos cuestiones relacionadas pero distintas, como son el cambio generacional y llegada de nuevos vecinos a los pisos construidos, incluidos inmigrantes de procedencias diversas. Los antiguos vecinos establecen una clara diferenciación entre ellos —los vecinos de toda la vida que han luchado por y para el barrio, que “lo llevan en la sangre”— y los jóvenes y nuevos vecinos, con especial énfasis en aquellos con procedencias, culturas o costumbres diferentes. Ni participan ni se implican en la vida comunitaria y vecinal, y los acusan de tener una actitud individualista e interesada.

Para intentar comprender este discurso hay que tener en cuenta varios puntos. En primer lugar, la mayoría de numerosas asociaciones existentes están formadas por los vecinos más antiguos, efectivamente aquellos que llevan implicados desde el inicio de los movimientos vecinales del barrio. Esta implicación les proporciona un signo de estatus y reconocimiento entre los antiguos vecinos, formándose lo que Norbert Elias y John L. Scotson (1965/2016) denominarían “red de viejas familias”. Esta red estaría sostenida por matrimonios endogámicos entre los habitantes del propio barrio, que crecieron y vivieron en Trinitat Nova experimentando todo el proceso de lucha y mejora. La relación con el barrio de estos vecinos es muy diferente a la de los recién llegados, Trinitat Nova impregna todo su relato biográfico. Comparten una serie de significados culturales comunes que han ido creando en el transcurso de su historia personal, que se ha ido materializando a lo largo de la historia del barrio, significados a los que los vecinos nuevos —por edad o por procedencia— no tienen acceso, o su acceso es muy limitado. En las narraciones se repite constantemente la referencia a los “viejos buenos tiempos”: antes estaban como en un pueblo, todos se conocían y los vecinos tenían fuertes vínculos incluso familiares, además de un estilo de vida muy abierto. No eran familias cerradas y autosuficientes, sino que se complementaban entre ellas: si venía algún familiar, podía dormir en casa del vecino dado el reducido tamaño de las viviendas, compartían la comida, la vigilancia de los niños, etc. Además de esto, como también describen Norbert Elias y John L. Scotson (1965/2016) en su estudio, “las labores de las familias individuales y las actividades de aglomeraciones de familias individuales se mezclaban entre sí y parecían inseparables” (p. 133). Las familias tenían unos objetivos comunes más allá de ellas mismas: la lucha por la mejora de las condiciones del barrio. Aquellas familias que no desempeñan un papel destacado en las asociaciones locales no forman parte de este tipo de relaciones con el mismo grado de cohesión y sentimiento de grupo interno ni tampoco dan lugar a nuevas relaciones. De hecho, la participación en las asociaciones parecía a veces principalmente una forma de mantener y reforzar los lazos sociales, quedando en un segundo plano las reivindicaciones oficiales, como queda ejemplificado en esta cita de Es, vecina realojada de 54 años (entrevista personal, 09/2016):

A ver, yo a la Asociación de Vecinos empecé a ir muy joven. Bueno, cortábamos la carretera... sí, cortábamos la carretera... carretera, esta misma calle. La Meridiana un montón de veces. Pero yo era muy jovencita, ya no sabía ni exactamente por qué era.

El hecho de que los “nuevos miembros” no actúen de la misma forma como solían hacerlo los antiguos vecinos, no compartan su sistema de valores, provoca un rechazo y un sentimiento de diferencia identitaria profundo en ellos. No comprenden que el apego y la vivencia del lugar es completamente diferente:

No podían distanciarse lo suficiente de las exigencias de su sistema de valores y creencias para ver que los recién llegados no podían sentir de manera automática el mismo apego hacia Winston Parva [Trinitat Nova], y todo lo que representaba para sus antiguos residentes, quienes habían crecido allí (Elias y Scotson, 1965/2016, p. 142)

Esos valores compartidos y la sensación común de pertenencia podrían desarrollarse con el tiempo si los antiguos residentes “facilitaran” la llegada de los nuevos, pero sus exigencias parecen llevarles al rechazo automático de quien no las comparta. Los elevados grados de organización, tanto formal como informal, de los antiguos residentes frente a la aparente desorganización de los recién llegados se manifiesta en diferenciales de poder entre los grupos, al ser percibidos como una amenaza a la forma de vida establecida y valorada por ellos.

El discurso sobre el sentido común de pertenencia, de responsabilidad y dedicación a la comunidad sirve para mantener una fuerte unión y cohesión entre las personas que han crecido y vivido, incluso nacido, en Trinitat Nova, que se sitúa por encima incluso de las diferencias personales —aunque como veremos más adelante, hasta cierto punto— viéndose superadas por la identidad compartida como grupo constantemente manifestada en las entrevistas como ese “nosotros” subjetivo. Este sentimiento, “reforzado por los lazos familiares y la membresía entre asociaciones, debió [y debe] de presentar una barrera social formidable” (Elias y Scotson, 1965/2016, p. 135) para los recién llegados, los cuales por una cuestión temporal y experiencial no tenían ese grado de cohesión ni con los antiguos vecinos ni entre “ellos” mismos, al provenir de diferentes lugares.

Cabría realizar aquí un apunte sobre la relevancia de las condiciones materiales y sociales para la inversión de tiempo y recursos en asuntos comunitarios, y la precarización de las condiciones laborales, que afecta en mayor medida cuanto más baja sea la clase económica. En Trinitat Nova la gran mayoría de vecinos son de clase obrera, pero los “viejos vecinos” ya han adquirido el hábito y las herramientas para la participación comunitaria. En cambio, los inmigrantes, la mayoría de los cuales son nuevos vecinos, se encuentran muchas veces con mayores dificultades en regularizar y estabilizar su situación y más expuestos a condiciones laborales abusivas, pudiendo verse privados en mayor medida de los mínimos recursos para establecer un verdadero compromiso participativo con el barrio. En cuanto a las nuevas generaciones, la precarización laboral y económica también afecta con especial crudeza a las franjas más jóvenes. A todo esto, podría sumarse una mayor individualización y fragmentación de la sociedad, producida por los cambios en las coordenadas básicas espaciotemporales. No deja de ser relevante que la entrevistada más joven, de 30 años, a pesar de decir sentirse muy vinculada al barrio, es la única que no sigue residiendo en él. Los demás, mayores, pese a la variedad de opiniones, no se plantean irse.

6.3 El problema diferencial: la cuestión étnica y el miedo a la contaminación

Este eje surge a raíz de la problemática referida por parte de muchos vecinos respecto a las personas de etnia gitana del barrio, tema recurrente en la mayoría de las entrevistas. Antes de la remodelación y proceso de reforma, los diferentes grupos ya estaban localizados en el barrio, pero cada uno en una zona concreta, cada uno en su lugar —Villarriba y Villabajo—, situación que, tras los realojos y reubicaciones, se ha visto modificada al eliminarse esa separación tan marcada. Para muchos vecinos, esta desestructuración y contacto con lo anteriormente recluido supone una amenaza a su identidad, pone en peligro su modo de vida, referido narrativamente como “nuestro” modo de vida, en oposición al “suyo”. Esta narrativa del peligro y la amenaza, que como decían Harold M. Proshansky et al. (1983) y Yi-Fu Tuan (1991) trae a un primer plano la “identidad del lugar”, apela a cuestiones como el respeto y las costumbres, tildándolas de incompatibles y esencializando tanto la identidad atribuida a las personas gitanas como la considerada “nuestra”. Las respectivas identidades se definen así por oposición, reduciendo el posible contacto al choque y al conflicto. Pocas veces se proporcionan definiciones positivas del contenido de esas diferencias, recalcándose sobre todo la existencia de las mismas. Es en este sentido en el que las características físicas —por ejemplo, el color de la piel, la forma de vestir, el acento, etc.— cobran relevancia, como elementos simbólicos que permiten categorizar a los individuos dentro de un grupo concreto asumido como anómico, ejerciendo una función en la distribución de oportunidades de poder existentes, así como una función justificadora de tal status quo (Elias y Scotson, 1965/2016). Las oposiciones por parte de algunos entrevistados, por ejemplo, a la construcción de viviendas sociales por miedo a atraer una mayor cantidad de personas pertenecientes a estos grupos anómicos, y la reivindicación de las mismas para el grupo que tiene el poder suficiente como para permitirse vetar o negociar el acceso de determinados sectores a los mismos, resulta un ejemplo significativo.

7 Conclusiones

El anterior análisis muestra cómo la “identidad del lugar” es construida de diferentes maneras sirviéndose de determinados discursos en función de aquello que se pretenda legitimar —prácticas o posiciones privilegiadas— y su carácter de oposición y diferencia con ciertos grupos dentro del barrio de Trinitat Nova. Es decir, pone de manifiesto que no se trata de un concepto neutro ni apolítico, sino que está atravesado por diferentes ejes de tensiones y conflictos (Di Masso, Dixon y Durrheim, 2013). De este modo, aparecen opiniones contradictorias en función del proceso vivido, de la zona y del objetivo concreto del hablante: desde visiones casi utópicas (“una relación de vecinos perfecta”) hasta visiones catastrofistas y radicales (“haberlos puesto todos [los gitanos] en un bloque y pegarle fuego por los cuatro “costaos””). Discursos que no dudan en revindicar la unidad, cohesión y espíritu compartido del barrio frente a otros que hacen hincapié en el cambio acontecido y el individualismo creciente. Estos últimos están relacionados con cambios a nivel macrosocial: cambios de la subjetividad debido a las modificaciones de las coordenadas espaciotemporales, globalización y des-localización. La eliminación de símbolos, como pudiera ser en este caso la “Torre del Reloj”, ayudan, a la vez que son consecuencia, de estos cambios, debilitando la vinculación identitaria con el lugar de los narradores pues carecen de elementos para articularla. Otras intervenciones, como exposiciones fotográficas o documentales históricos, en cambio, proporcionan puntos de anclaje para una memoria compartida y una narración identitaria vinculada con los hitos y espacios del lugar. Este tipo de intervenciones, sin embargo, podrían dejar fuera a todas esas nuevas generaciones y recién llegados que no participan del discurso colectivo sobre “los buenos viejos tiempos”.

De este modo, en la segregación de los vecinos de etnia gitana u otras procedencias no es tan importante cómo sea el “nosotros” privilegiado realmente, sino que existe una diferencia respecto a “ellos”. Podemos verlo claramente reflejado en las expresiones empleadas a la hora de elaborar la narrativa identitaria, marcando claramente la escisión simbólica nosotros-ellos y enfatizando discursivamente todas las diferencias, desde las costumbres y modos de vida hasta los orígenes. Estos discursos y narraciones tienen consecuencias materiales directas, como el uso y la distribución de los espacios, por ejemplo, los vecinos no querían que se colocaran bancos debajo de los pisos, para que no vinieran personas gitanas a hacer uso.

Una estrategia comúnmente utilizada para sostener estos discursos es tomar a la minoría anómica del grupo marginado como representativa del grupo completo, mientras que los “mejores” miembros del grupo dominante se convierten en representativos de éste. En el caso de Trinitat Nova, esos “mejores” vendrían a ser los viejos buenos residentes, participativos, dialogantes, luchadores, mientras que los “peores”, si bien esas minorías se han multiplicado —inmigrantes, nuevos vecinos individualistas, jóvenes no implicados, etc.—, compartirían las características opuestas. Esta imagen no necesita coincidir con la realidad para ser efectiva:

Pueden conocer el cambio como un hecho, mientras que su creencia en el carisma especial del grupo y sus actitudes, la estrategia de comportamiento que lo acompaña, se mantiene como un escudo de fantasía que evita que sientan el cambio y, por lo tanto, que sean capaces de ajustarse a las condiciones transformadas de su imagen y su estrategia de grupo (Elias y Scotson, 1965/2016, p. 63)

Como en el caso de Winston Parva, la comunidad analizada por Norbert Elias y John L. Scotson (1965/2016), “la exclusión y estigmatización de los marginados fue un arma poderosa que utilizaron para conservar su identidad, afirmar su superioridad y mantener a los otros firmemente en su lugar” (p. 31). En las narrativas de los antiguos residentes, los nuevos habitantes carecen de la virtud humana superior y el carisma característico del grupo, que el grupo dominante se atribuye a sí mismo. Los grupos más poderosos se consideran a sí mismos mejores en términos de humanidad. A través de este discurso legitimado y de la interacción cotidiana mediada por el mismo, el grupo en la situación de poder inferior puede llegar a interiorizar ese sentimiento de inferioridad en términos humanos, desarmándose y debilitándose para disputar ese discurso hegemónico y construir una narrativa alternativa empoderadora. Si se atribuye mala fama a un colectivo, es probable que cumpla con las expectativas, sabiendo que cumpliendo con ellas molesta precisamente al grupo que les excluye. El discurso refleja a la vez que crea.

Habría que evitar explicar este fenómeno en términos de prejuicio, pues esto supondría poner el foco en los individuos particulares; no puede entenderse, en cambio, sin el nivel grupal, sin la configuración social de interdependencia en funcionamiento ni los discursos que la mantienen. Estudiar al individuo aislado para después estudiar el grupo, como si este último se formara a través de la manifestación y suma de individuos particulares, es un error. Más bien, el proceso es el inverso. Las narrativas personales se alimentan de un discurso social determinado, son variaciones sobre creencias y actitudes comunes vigentes, que necesitan de la relación con los marginados para mantener una cohesión interna del grupo de los establecidos.

Respecto al modo en que los cambios de la estructura física afectan a la estructura social y, a su vez, a la formación de la “identidad del lugar”, parece evidente que hay una conexión. Antiguamente, Trinitat Nova era conceptualizada como un pueblo. Ahora, el pueblo ha devenido ciudad. También se han reestructurado las zonas en las que, antiguamente, parece que se dividía el barrio: “Villarriba”, “Villabajo” y Trinitat Sindical, aunque esta última está todavía presente en el imaginario colectivo y se refleja en los relatos vecinales. Los discursos identitarios disponibles, colectivos y personales, se han hecho cargo de la amenaza que esos cambios suponen para la “identidad de lugar” vigente hasta entonces, ejerciendo una función defensiva que justifique, explique o se oponga a esos cambios, e intentando legitimar una posición de dominancia frente a los nuevos agentes sociales que advienen junto con las modificaciones.

Así, la “identidad del lugar” revela su vertiente orientada a la acción social y al mantenimiento de cierta estructura que beneficie a los grupos dominantes. Esta profundización en su construcción y funcionamiento en el territorio concreto de Trinitat Nova puede servir para intervenir de manera más ajustada, teniendo en cuenta que los sectores a los que esos discursos deslegitiman y perjudican pueden experimentar una situación de humillación y sufrimiento bien real. Centrarse en la intervención sobre los discursos, escuchando previamente a los vecinos y las problemáticas referidas, promoviendo nuevas narraciones que fomenten un clima de respeto y tolerancia entre ellos, puede ser una estrategia de intervención complementaria a otras que ayude a garantizar sus buenos resultados y la mejora de la convivencia e integración social de todos los miembros y grupos de este y otros barrios. Remitiendo a los ejes anteriormente analizados, desde una perspectiva espacial sería interesante una colaboración interdisciplinar —arquitectos, urbanistas…— que garantizaran una distribución y acceso justos e igualitarios para todos los vecinos a los servicios, a la vez que tuviera en cuenta la simbolización del espacio ya elaborada. En cuanto al eje temporal, promover intervenciones que contemplaran tanto el pasado del barrio como una proyección de futuro en la que estuvieran incluidos los jóvenes y nuevos residentes ayudaría a crear una narrativa —pasada, presente y futura— compartida y un mayor sentimiento de cohesión e identidad común. Respecto al tercer eje, quizá el más delicado, como ya se ha dicho, promover discursos —en sentido amplio: políticos, sociales, culturales— integradores que cuestionen y desarmen los vigentes, de la mano con las intervenciones materiales pertinentes podría resultar una estrategia adecuada.

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