En un contexto de rápida evolución, los debates académicos sobre la ciudadanía sexual han abierto un nuevo campo discursivo para la comprensión de cómo las democracias liberales son fundamentalmente heteronormativas. Es decir, democracias estructuradas de acuerdo a reglas y normas que otorgan mayores privilegios a los heterosexuales que a los individuos no normativos. La ciudadanía sexual (Bell, 1995; Bell y Binnie, 2000; Evans, 1993) es un término usado para describir las interconexiones entre los derechos y obligaciones sexuales y políticos en un contexto específico, especialmente en lo que respecta a la vida de las minorías sexuales y de género.
La ciudadanía no sólo es un conjunto de obligaciones y garantías asignadas a los individuos en virtud de ser miembros de un Estado, sino también una variedad de prácticas culturales, simbólicas y económicas a través de las cuales los individuos y los grupos formulan y reclaman nuevos derechos o luchan para expandir o mantener los existentes (Isin y Wood, 1999, p. 4). Este tipo de formulación permite un mejor abordaje de los aspectos dinámicos de las disputas sobre la ciudadanía que protagonizan diferentes colectivos y reconoce la existencia de grupos sociales que pugnan por transformar los términos mismos de las versiones dominantes de la ciudadanía, como es el colectivo LGTBI+.
Si una vida no tiene elementos para sostenerse, si social y políticamente dicha vida ha sido arrojada al aislamiento, podemos señalar que su vulnerabilidad no ha sido reconocida, que dicha vida no es entendida como vida habitable (Castro, 2014). Vemos cómo la vida de algunas personas se cuida más que las de otras, cómo la vulnerabilidad originaria se puede traducir en el desamparo, la pobreza y discriminación o en la protección, cooperación y sustento de otras vidas (Butler, 2006/2009). La viabilidad de la vida está determinada e impuesta por diversas normas que nos indican qué vidas deben ser reconocidas, qué vidas pueden habitar su cuerpo y qué muertes pueden ser lloradas (Butler, 2009). Para las personas que no responden al criterio heteronormativo, habitar su cuerpo se convierte en algo peligroso; aquellos cuerpos que no corresponden con la norma que se establece en el espacio social y político, corren el riesgo de no tener ninguna significación (Poch y Francisco, 2014).
Mediante la utilización del término ciudadanía sexual se desafían las nociones tradicionales respecto a las prácticas sexuales, el género e identidades sexuales de la gente como cuestiones “privadas”, fuera del ámbito de la cultura pública y la economía política. Al demostrar cómo las nociones de intimidad son socialmente producidas y, por tanto, debatibles y cambiantes, podemos pensar en la ciudadanía en términos más generales, a fin de incluir a aquellos que no encajan dentro del modelo tradicional heteronormativo (Moreno, 2006). En el núcleo de las múltiples aproximaciones a la ciuda
danía reside una tensión entre inclusión y exclusión, acerca de quién es considerado/a titular de derechos, capaz de cumplir obligaciones y competente para actuar como un/a ciudadano/a. Como señala Ruth Lister, inclusión y exclusión son las dos caras de la moneda de la ciudadanía (1997, p. 42).
Por todo ello, consideramos prioritario trabajar junto con los colectivos fuera de la heteronormatividad para visibilizar las exclusiones que el sistema provoca y lograr una transformación que permita a todas las personas disfrutar de una ciudadanía plena. En este sentido, las historias de vida son una herramienta fundamental para introducir los discursos y narrativas no hegemónicas en el debate público. De hecho, los relatos facilitan la construcción de visiones sistemáticas referidas a un determinado grupo social (Pujadas, 1992).
Al mismo tiempo, teniendo en cuenta la diversidad del colectivo LGBTI+, nos hemos centrado en las mujeres lesbianas y bisexuales. El género es una categoría social que juega un papel decisivo en las vivencias de las personas. Nos encontramos con que las mujeres con deseos y prácticas sexuales fuera de la heterosexualidad se encuentran con una doble opresión. De hecho, en los estudios como los de Natacha Chetcuti (2010), Melissa Corlouer (2013) o Eduarda Ferreira (2011), se describe cómo las lesbianas y bisexuales vivencian los espacios LGTBI+, los cuales son habitualmente vistos como más amigables para los hombres, reproduciendo la necesidad de lugares específicos para ellas. Es más, Jen Jack Gieseking (2016) muestra en sus investigaciones la marginación de las mujeres en espacios para hombres o marcados como ‘amigables’ para las personas LGTBI+.
La investigación en ciencias sociales ha estado tradicionalmente ligada a una vertiente más cuantitativa y positivista. Al mismo tiempo, en las últimas décadas han ido aconteciendo una serie de cambios y giros en este sentido. A lo largo de los años 90, la investigación narrativa empezó́ a considerarse como una modalidad de investigación cualitativa (Hernández- Hernández y Aberasturi, 2014; Kholer Riessman, 2008) en cuya vertiente, las experiencias personales pasan de ser un elemento anecdotario a concebirse como el tema o eje central de la investigación. De esta manera, elementos como el denominado por Norman Denzin (1997) como “narrativas del yo” empiezan a entenderse como el eje central de la investigación y la experiencia singular de las personas en su dimensión temporal constituirá́ el núcleo de tematización y análisis de sus narraciones (Bolívar, Domingo y Fernández, 2001).
Una de las causas del potencial empoderador de las historias de vida es que la sociedad la definimos a partir de nuestra propia conceptualización y del sentido que interponemos en los límites de la estructura social. En este sentido, nuestras narrativas pueden señalar y resignificar estos límites. Según Pablo Cortes (2013), se observa como tradicionalmente la concepción de la exclusión, la marginación o la pobreza, están vinculadas a nuestra concepción sobre los espacios de poder, desigualdad social... Este autor nos advierte de una nueva realidad socio-cultural en la que la marginación se sitúa dentro de un término más amplio como es el de exclusión. Por ello, debemos formar parte de la visibilización de estas situaciones, cada persona con las estrategias que le den esta posibilidad. Esta valoración de lo vivido por uno mismo o por otras personas, nos lleva a entender los relatos de vida en su dimensión formadora, pero también transformadora del individuo y con ello, de su propia realidad (González Monteagudo, 2009). De esta manera, consideramos los relatos narrativos como una construcción para la visibilización y empoderamiento, así como para el aprendizaje y el cambio social. Por todo ello, en el presente estudio nos hemos situado en un enfoque biográfico-narrativo de la investigación.
El objetivo de este artículo es mostrar los resultados del análisis de 19 historias de vida de mujeres no heterosexuales. Concretamente, 14 de las participantes se identifican como lesbianas y 5 como mujeres bisexuales. En el momento de realizar la investigación, 8 de ellas residen en Castellón, 7 entre Barcelona y municipios de las cercanías y 4 entre Valencia y alrededores.
La investigación pretende indagar cómo estas identidades sexuales han influido en su experiencia en diferentes ámbitos de su vida y visibilizar sus estrategias para transformar personal y colectivamente la exclusión derivada del sistema heteronormativo. Por otra parte, somos conscientes de la complejidad de estas identidades, que estas experiencias están también atravesadas por otras identidades como son la clase social, la nacionalidad, la etnicidad o la diversidad funcional y que no hemos podido abordarlas en toda su amplitud.
El análisis de las historias de vida lo hemos realizado partir del modelo Encontrando vidas (Francisco y Moliner, 2015), un modelo de investigación que se enmarca en la Investigación Biográfico Narrativa (IBN) y está basado en las aportaciones sobre las historias de vida de Natasha Mauthner y Andrea Doucet (1998), Coralie McCormack (2004), Joan J. Pujadas (1992) y Marcela Cornejo, Francisca Mendoza y Rodrigo Rojas (2008). Concretamente, el modelo Encontrando Vidas basa su análisis de las historias en el modelo Voice-centred relational method of data analysis creado por Mauthner y Doucet (1998). A partir de este método de análisis, se han de realizar tres lecturas diferentes de las trascripciones para profundizar en toda la información recogida. La primera lectura aporta la estructura del argumento y la respuesta a la narrativa. Permite saber cuáles son los eventos principales, los protagonistas y las subtramas; qué imágenes, metáforas, palabras y contradicciones son las más recurrentes del discurso. La segunda lectura sirve para focalizar a la investigadora en la voz del “Yo”. A través de esta lectura se da respuesta a cómo la protagonista experimenta, siente y habla sobre sí misma. La tercera y última lectura tiene como eje las relaciones interpersonales de la protagonista para así situar a las personas en los contextos culturales y en las estructuras sociales. En esta lectura, se ubican las ideas y experiencias de la protagonista en su contexto social, político y cultural. Después de las entrevistas y construcción colaborativa de la historia de vida y de su análisis a partir de las tres lecturas, se vuelven a compartir los resultados de la investigación con la protagonista de su historia de vida y se matizan los episodios y el contexto del relato final. Por otra parte, en esta última fase se hace una lectura global de todas las historias de vida.
Una vez codificado el contenido de todos los documentos y realizado el informe individual o historia de vida, se procede a una nueva relectura de la información buscando ahora regularidades y recurrencias en la información de los distintos relatos. Los elementos compartidos nos sirven para encontrar categorías sobre las estrategias que han utilizado a lo largo de sus vidas para transformar situaciones de exclusión derivadas del contexto heteronormativo. Estos indicadores surgen de la saturación de la información en los relatos de vida, que es uno de los elementos que otorgan validez a la investigación biográfico-narrativa (Pujadas, 1992).
De esta fase se obtienen dos productos: las historias de vida y el informe de análisis e interpretación de las mismas. En este artículo nos centraremos en los resultados del análisis de las estrategias transformadoras que aparecen en las 19 historias de vida de mujeres lesbianas y bisexuales incluidas en los proyectos Afrodita ha llenado mi corazón (2011-2011) y Reapropiándonos de nuestras vidas (2014-2016)1.
Tras analizar de las estrategias que las participantes han utilizado en sus vidas para vivir una vida vivible en una sociedad heteronormativa, hemos encontrado 10 categorías principales que hemos agrupado en tres niveles: social, interpersonal e intrapersonal. En el primer nivel hemos incluido las cuestiones referentes a los sistemas culturales y religiosos, política e instituciones. En el segundo nivel nos hemos centrado en el ámbito interpersonal, relativo a las cuestiones asociadas con los vínculos de las personas de su entorno cercano. Por último, en un tercer nivel, el intrapersonal, hemos abordado las cuestiones que relacionan a la protagonista consigo misma (ver tabla 1).
Niveles | Categorías | |
---|---|---|
Social | Buscar referentes culturales | |
Internet | ||
Contextos facilitadores | ||
Espacios de encuentro | ||
Interpersonal | Lazos afectivos | |
Activismo | ||
Intrapersonal | Contar la experiencia | |
Salir del armario | ||
Crítica a las instituciones de poder | ||
Sin prejuicios ni etiquetas | ||
Autoestima |
Tabla 1
Niveles y categorías de análisis
En este nivel, hemos incluido todas las estrategias que las protagonistas han identificado en su experiencia vital que están relacionadas con los valores sociales y culturales. Las protagonistas identificaron como una estrategia de empoderamiento clave, la necesidad de buscar referentes culturales LGTBI+. Desde el primer día, una de las cuestiones que las participantes abordaron en sus relatos fue la invisibilidad que habían experimentado en la infancia y la adolescencia. Habían pasado sus primeros años buscando, entre rincones oscuros, respuestas a su forma de sentir. Por una parte, se habían visto obligadas a ocultar su propia orientación sexual o identidad de género por miedo al rechazo social. Por la otra, crecieron con una absoluta falta de referentes tanto en su entorno inmediato como en los relatos producidos por los medios de comunicación. En la adolescencia, esta falta de visibilidad de personas o relatos lésbicos y/o bisexuales les supuso un hándicap en el proceso de aceptación y en el disfrute de su sexualidad. Ese sentimiento de aislamiento y de creer ser “la única persona en el mundo” ha sido uno de los puntos más frecuentes en los relatos incluidos en los estudios sobre las vidas de las personas LGTBI+ (Weston, 1995). En este sentido, los referentes son básicos para poder construir una sexualidad de forma abierta, tranquila y sana (Pulecio, 2015).
En varias ocasiones, las protagonistas destacan el descubrimiento de referentes de la cultura popular como un momento altamente significativo en su vida:
La otra referente, un poco más lejana pero no por eso menos esperanzadora, fue la cantante Sandra Mihanovich. A finales de los 80, este icono de la televisión e hija de la periodista más importante y famosa de Argentina, salió del armario con su pareja, otra cantante llamada Celeste Carvallo. Para muchas de nosotras esto fue muy valioso, tenías la posibilidad de verte en alguien, alguien que además era valiente y se sentía feliz con su amor. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)2
Concretamente, fue en el foro de una página de Internet dedicada a la gran pareja lésbica, Maca y Esther, de la serie de televisión ‘Hospital Central’, que emitía Tele5. (Entrevistada Nº11, historia de vida, octubre de 2011)
En esta búsqueda de referentes y de “otros en el mundo” como yo, hay una herramienta que ha contribuido de forma significativa a reducir el aislamiento y a crear redes de apoyo. El nacimiento de Internet ha transformado la forma de relacionarnos con los otros y con el espacio. Para las minorías sociales, Internet proporciona inestimables oportunidades para la autoexploración y para la construcción de comunidades (Barnhurst, 2007; Cassidy, 2013; Florida, 2002; Gross, 2007; Tudor, 2012)
Año 1999 y en el mundo se estaba produciendo una revolución que lo cambiará todo. Era la revolución digital. Con la expansión de Internet en lo cotidiano, mi vida privada e íntima también iba a transformarse. La red de redes me permitió comenzar a transitar ese camino que estaba ahí hacía mucho, pero que sólo entonces era capaz de verlo con claridad” (Entrevistada Nº11, historia de vida, octubre de 2015)
Además de la importancia de la búsqueda de espacios simbólicos y del uso de los espacios virtuales para conectarse, las protagonistas destacan la necesidad de encontrar contextos facilitadores para la libre expresión de su sexualidad en el espacio físico. El espacio puede convertirse en un facilitador o en una fuente de exclusión social. Como destacan los estudios sobre geografía de la sexualidad (Duncan, 1996; Longhurst, 2001), el lugar y el espacio son centrales en la producción de los cuerpos sexuados, de los deseos, de las prácticas y de las identidades. Partiendo de la idea de que no hay nada innato o natural ni en los espacios ni en las sexualidades, los geógrafos de la sexualidad han mostrado cómo el sexo y las sexualidades son creadas a través de los espacios, los lugares y los ambientes.
Por una parte, los espacios son habitualmente entendidos como heterosexuales, presentaciones no complicadas de la heterosexualidad es lo que se espera que se visibilice en el espacio, reforzando la heteronormatividad (Brown y Browne, 2016). Los que no acatan esas normas son detectados y repudiados, a menudo con violencia verbal y/o física (Browne, 2004; 2007).
Al mismo tiempo, los espacios son también dinámicos y potencialmente transformadores. El fenómeno de migración de las comunidades rurales a las grandes urbes durante la industrialización en el Norte Global contribuyó a la emergencia de una subcultura sexual y a las identidades LGTBI+. El hecho de que las personas LGTBI+ pudieran estar más cerca y perdieran las ataduras con su comunidad y familia de origen fue clave para la creación de nuevas formas de identidad sexual (Hubbard, 2011). Los estudios sobre los “barrios gay” en las grandes ciudades muestran la importancia de la proximidad y el territorio en el establecimiento de identidades colectivas y la reclamación de poder político (Lauria y Knopp, 1985; Knopp, 1987;1990; 1992).
Para las participantes, las grandes ciudades se tornan espacios de libertad. Se pasa de la claustrofobia que provoca la vivencia de estar en “el armario” a la sensación de apertura al mundo. “Es verdad que he tenido suerte, ser de capital abre muchas puertas, saber elegir tus relaciones, incluso en ésos tiempos de invisibilidad” (Entrevistada Nº16, historia de vida, febrero 2016). De hecho, algunas de las protagonistas han elegido migrar a lugares que consideraban más abiertos a la diversidad sexual.
Me dio un buen consejo: “Si te sientes segura, lo que tienes que hacer es irte de tu casa. Vivimos en un país que es demasiado cerrado y si la gente es cerrada, tu familia también es cerrada. No tienes por qué vivir la vida de los demás. Vive tu vida, vive lo que sientes”. Tenía pensado irme a vivir a Cali, pero el psiquiatra fue el que me dio el empujón. (Entrevistada Nº10, historia de vida, junio de 2015)
Estoy muy contenta, muy feliz en esta ciudad. Puede que no gane el dinero que ganaba en Buenos Aires, pero aquí estoy a cinco minutos en bicicleta del trabajo y no tengo que llevar traje a la oficina; y eso, para mí, es calidad de vida. Mi orientación sexual la vivo con total libertad y siento que existe una gran aceptación social en comparación con la que se vive en Argentina. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)
Estos relatos migratorios coinciden con las investigaciones que se llevan realizando durante las dos últimas décadas en los campos de la geografía, la antropología y los estudios culturales: las experiencias de vida de las minorías sexuales están, posiblemente, apuntaladas por varias experiencias de movimiento, desplazamiento y relocalización dentro de un contexto social heteronormativo (Fortier, 2002; Puar, Rushbrook y Schein, 2003; Knopp, 2004).
Por lo anteriormente apuntado, las protagonistas buscan a lo largo de sus vidas espacios de encuentro donde pueden conocer a otras personas mujeres lesbianas y bisexuales. En este sentido, conocer los colectivos o los equipos deportivos es una estrategia habitual:
Practicaba el fútbol, un deporte de hombres donde las lesbianas encontrábamos un espacio de encuentro y de convivencia” (Entrevistada Nº12, historia de vida, octubre de 2015); “Ella formaba parte de una asociación de la universidad que se llamaba Sin Vergüenza, donde se encontraban jóvenes LGTBIQ. Ese viernes se hacía una cena de todo el grupo y dije: esta es la mía. (Entrevistada Nº15, historia de vida, febrero de 2016)
Entre los lugares de encuentro, una mención destacada son los bares y locales de ambiente.
En medio de todos esos años conocí el ambiente lésbico de la ciudad. (…) Habían pocos sitios y menos de mujeres —igual eran 2 o 3 garitos—, pero la dinámica era muy divertida. (…) Al llegar en el tren y adentrarme en el pueblo sentía como si estuviese en una película ambientada en San Francisco, nunca me había imaginado que esto se pudiera vivir así. Tanta fue la emoción y las ganas de conocer más, que tras regresar a Barcelona y dejar al brasileño, volví sola a Sitges por la noche. (…) Tomé el metro dirección Chueca y, mientras iba subiendo las escaleras mecánicas que me llevarían al centro del barrio LGTB por excelencia, sentía que estaba entrando a otro mundo, a otro planeta. ¡Y flipé! Me moría, no podía creer que la gente viviera con esta libertad, caminando de la mano, entrando en esos garitos. La sensación fue indescriptible. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)
La importancia de estos espacios de ocio para las protagonistas es algo que coincide con otros estudios similares. Para Jen Jack Gieseking (2016), la relevancia de estos bares y discotecas se debe a que son de los pocos espacios de encuentro para mujeres lesbianas y bisexuales de diferentes clases sociales, trayectorias y generaciones. Aunque las ciudades han sido transformadas por los “barrios gays” y se ha asociado el desarrollo de la homosexualidad moderna con la expansión de la población urbana (Abraham, 2009; Bech, 1997), el género ha jugado un papel relevante en la configuración de estos lugares. Las mujeres lesbianas y bisexuales no han tenido la misma trayectoria ni el mismo acceso a ocupar el territorio que los homosexuales (Podmore, 2016) y, como hemos apuntado anteriormente, en algunos casos han vivido exclusiones en el mismo “barrio gay” (Chetcuti, 2010; Corlouer, 2013; Ferreira, 2011; Gieseking, 2016).
En este nivel, hemos destacado las estrategias basadas en las relaciones afectivas tanto de amistad como de amor, de familia biológica o elegida, de compañeras de lucha colectiva y de referentes adultos próximos.
Las relaciones de pareja han sido un pilar importante dentro de las vidas de las protagonistas. La centralidad de las biografías amorosas para la vida de las mujeres es un fenómeno que investigadoras feministas han señalado reiteradamente (Esteban, 2011; Esteban y Távoda, 2008; Herrera, 2010), vinculándolo a la construcción social del amor romántico dentro de la lógica binaria de sexo-género donde las subjetividades son producidas de manera diferenciada, suponiendo una mayor centralidad y especialización de las mujeres en el terreno amoroso (García y Montenegro, 2014). Los enamoramientos y las relaciones afectivo-sexuales son eje central de los relatos que analizamos y su vida, en ocasiones, se estructura a partir de estas experiencias. “Vivimos un gran proyecto. Fue uno de los períodos más importantes y felices de mi vida. El apoyo de Andrea me permitió comenzar a abrirme” (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011). En esta línea, la primera relación afectiva deseada se torna en un hito destacado porque, en ocasiones, es el antes y después en la construcción de su identidad fuera de la heteronorma: “En este justo momento empecé a vivir. ¿Cuál fue el motivo? Ella” (Entrevistada Nº14, historia de vida, noviembre de 2015).
Otro punto de apoyo fundamental son los lazos de amistad. En muchas ocasiones, son el motor y la fuerza para vivir la vida que desean “Hasta que decidí salir del armario con mi mejor amiga” (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011); “Con mis familiares y la mayoría de mis amigas me sentí más cercana, me escucharon y sentía que querían que yo estuviera bien y fuese feliz” (Entrevistada Nº7, historia de vida, mayo de 2015). Tan importante es ese apoyo, que cuando no se ha encontrado con las amistades de toda la vida, la estrategia ha sido buscar otras relaciones donde no se viva la exclusión: “No fue fácil pero empecé a hacer nuevas amigas y entendí que, antes de construir una relación de confianza, yo debía confiar en mí misma, aceptarme sin importarme tanto lo que las otras personas pensasen de mí” (Entrevistada Nº9, historia de vida, junio de 2015).
Por otra parte, destacan también la importancia de los referentes adultos cercanos, como son los docentes.
Un profesor de educación física que tuve, muy hippie él, en sus clases además de hacernos ejercicios nada convencionales como la iniciación al Tai chi, nos recomendaba que exploráramos nuestros cuerpos, que nos masturbáramos, y hacía especial mención hacia las chicas ya que para nosotras era una cuestión más escondida. (Entrevistada Nº19, historia de vida, abril de 2016)
Esto es una muestra más de la importancia de trabajar la inclusión en los contextos educativos.
Los estudios y estadísticas recientes muestran que, a día de hoy, uno de los motivos que más pie da a ser víctima de acoso escolar o bullying es la transexualidad y homosexualidad, como han señalado en su estudio Raquel/Lucas Platero y Emilio Gómez (2007). Nos encontramos con datos como que el 16% de los chicos y chicas entre los 15 y 16 años todavía piensan que es una enfermedad. El trabajo de Melani Penna y Mercedes Sánchez (2015) nos muestra algunas de las investigaciones que evidencian un alto grado de homofobia en el estudiantado de Secundaria. Por ejemplo, en el estudio coordinado por José Ignacio Pichardo (2009) se describe cómo el 83% del estudiantado encuestado había presenciado insultos o burlas por cuestiones de orientación sexual, solo un 14% apoyaría a una persona que sufriese acoso por homofobia, casi un 40% se intentarían cambiar de sitio, un 37% habían presenciado palizas por homofobia y el 90% pensaban que las personas homosexuales sufrían peor trato que los demás. Es necesario y urgente que desde los sectores educativos se realicen intervenciones a largo plazo que transformen las escuelas y los institutos en espacios seguros e inclusivos para las personas LGTBI+.
En muchas ocasiones, el observar o sufrir los comportamientos y actitudes LGTBIfóbicas ha supuesto una motivación para acercarse y formar parte de colectivos o asociaciones LGTBI+ para implicarse en la lucha colectiva por una mayor justicia social e inclusión de la diversidad. Esta pertenencia al movimiento LGTBI+ supone para muchas de las protagonistas no sólo una ampliación considerable de la red de afectos sino también un cambio de mirada de la sociedad y de la vida.
Cuando me fui reconciliando con la palabra “lesbiana”, me acerqué al activismo. Las redes y amistades que he tejido en los espacios feministas y bolleros me han cambiado la vida. Junto con otras mujeres con sexualidades y expresiones de género fuera de la norma me he sentido acompañada, comprendida y con la fuerza para vivir la vida que quiero. (Entrevistada Nº5, historia de vida, abril de 2011)
Esta implicación en algunos casos ha sido un proceso progresivo donde, primero, lo importante ha sido conocer a otras personas, y posteriormente ha supuesto la asunción de responsabilidades dentro de las asociaciones. En los relatos encontramos que estos espacios son facilitadores de la construcción de una fuerte red afectiva que, en ocasiones, se convierte en una familia elegida. El compartir el activismo y la motivación por cambiar las injusticias y el poder transformar colectivamente la exclusión vivida, se convierte en una experiencia altamente significativa y empoderadora:
Mi entrada en el colectivo Lambda de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales se produjo al año de estar aquí. Para mí fue muy importante, siempre lo digo y lo resalto. Aparte de María José, que era mi familia, yo no tenía amigas ni amigos cuando llegué. Y Lambda me permitió, además de crecer como activista, encontrar esa piña, ese grupo de amigas y compañeras que ha sido hasta hoy el núcleo de gente con la que convivo. En el colectivo he descubierto un espacio de socialización entre iguales, pero diversas, he encontrado referentes, personas a las que quiero y admiro, y he sentido la necesidad de comprometerme personalmente por las causas políticas y las reivindicaciones del movimiento LGTB. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)
En el ámbito más íntimo, es decir, en el nivel intrapersonal, nos encontramos diversas estrategias: contar la experiencia, salir del armario, ser crítica con las instituciones de poder, sin prejuicios ni etiquetas, y, sobre todo, fortalecer la autoestima. Una primera experiencia de liberación, comentada por muchas de las protagonistas, es el momento donde compartieron sus deseos o sentimientos con otras personas que les escucharon y les apoyaron:
Pero siempre hay alguien. Siempre hay una persona con la que puedes hablar. Para mí, esa persona fue mi profesora de educación física. Yo intuía que le gustaban las mujeres y, sobre los 16 años, comencé a conversar con ella. Recuerdo que un día me dijo: “Mariana, lo tuyo es cuestión de tiempo, nada más. Llegarás al punto en que lo tendrás claro y lo vivirás tranquilamente”. Yo jugaba con estas ambigüedades de “me pasa esto pero luego salgo con Jorge” y, con excepción del terapeuta homófobo, ella era la única persona con la que podía conversar acerca de mis sentimientos. Para mí, ha sido alguien muy, muy importante. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)
El segundo paso en esta dirección para algunas de las personas participantes fue la salida del armario. El armario funciona como analogía de algo que está escondido, que está cerrado en un espacio oscuro. La sensación de estar encerrado está relacionado a la vivencia de las personas que tenían que disimular o esconder su deseo para no ser descubiertas y estigmatizadas. Salir del armario sería como “sacar a la luz” un aspecto fundamental de su vida que estaba escondido. La experiencia de vivir dentro del armario es algo que atraviesa las vidas de las personas LGTBI+ de alguna u otra forma.
Descubrí que salir del armario es algo que tienes que hacer, aunque lo tengas que hacer una y otra vez, aunque tengas el temor de cómo van a reaccionar las personas que tienes delante: tus hermanas, tus amigas, tus compañeros de la oficina, tus vecinos...Y eso cuesta, cuesta mucho. Aun así, después de esos momentos, comprendí que tenía que sincerar mis relaciones y comenzar a confiar en las personas importantes para mí. (Entrevistada Nº11, historia de vida, octubre de 2015)
Por otra parte, otra de las estrategias para vivir en una sociedad heteronormativa que excluye y patologiza tus deseos y prácticas constantemente, es construir un pensamiento crítico respecto a las instituciones de poder. Cuestionar la norma que te invisibiliza o penaliza es transformador y liberador. Cabe recordar que la homosexualidad como problema social, político y médico desde el siglo XVIII fue parte de la implantación de las perversiones operada por el dispositivo de sexualidad y por el poder-saber de la scientia sexualis (Foucault, 1976/2009). Lo que se buscaba con la imposición de una moral sexual cristiano-burguesa, represiva y conservadora, apoyada en categorías médicas, pedagógicas y judiciales, era ajustar el cuerpo a una sexualidad genital y reproductiva apta para el trabajo útil y enajenado del capital. A finales del siglo XIX, con la invención del término ‘homosexualidad’, por un médico húngaro, la homosexualidad pasa de la opresión religiosa a ser parte de la opresión científica del discurso médico y psiquiátrico. Son precisamente los razonamientos médico-psiquiátricos respecto de la patologización de la homosexualidad los que se encargarán de fundamentar la aparición de un aparato represivo legal, responsable de justificar la discriminación y la violencia contra los homosexuales, esta vez en alianza con el poder jurídico-legal estatal (Espinosa, 2012). De hecho, hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó la homosexualidad de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud y la transexualidad continúa apareciendo como trastorno sexual. Todo lo dicho anteriormente deja huellas profundas en la vida de muchas personas y la reflexión crítica de la sociedad LGTBIfóbica permite otra mirada:
Años después me enteré de que él (psicólogo) era catedrático de la Universidad Católica Argentina, con lo cual entendí muchas más cosas. Pero todavía hoy me duele recordar cómo esta persona condicionó unos años de mi vida y, de seguir sus consejos “profesionales”, hubiera puesto en serio peligro mi desarrollo sexual y afectivo. En definitiva, mi felicidad. Creo que las personas tenemos que tener una ética a la hora de actuar con el otro y una responsabilidad cuando ejercemos una profesión. ¿Qué pasaría si un médico con prejuicios raciales fuera recomendando a sus pacientes una operación de cambio de piel? Me pregunto si le dejaríamos seguir ejerciendo libremente su profesión. Todo esto fue mi punto de partida. Verme en un espejo donde se me nublaba permanentemente la imagen, donde me costó mucho poderme encontrar reflejada. No sólo por mi propio proceso interno sino también porque los factores jugaron en mi contra, haciéndomelo más difícil. (Entrevistada Nº1, historia de vida, marzo de 2011)
Cuando le hablé al cura de mi condición sexual, no supo entenderlo, sólo me dijo que eso era un pecado. Siempre me metían eso en la cabeza, y yo me preguntaba, si es pecado ¿por qué nací así?, ¿por qué tengo que sentir lo que siento? Ese día salí de la Iglesia más desorientada de lo que entré, y desde entonces, siempre digo que soy creyente, creo en Dios, pero no en un cura, ni en un pastor. (Entrevistada Nº10, historia de vida, junio de 2015)
El pensamiento crítico ha permitido a muchas de las protagonistas ser capaces de vivir sin etiquetas ni prejuicios y liberarse de la presión y control social. La experiencia como personas fuera de la heteronormativa ha hecho que se cuestionen las construcciones sociales, la cultura, los roles sociales y el orden establecido; un fenómeno que se ha mostrado en otros estudios (Esteban, 2011; Francisco, 2013). El aceptar y vivir plenamente una sexualidad no “normativa” les ha permitido ser más críticas con esas normas, con quienes las construyen y con las razones de su existencia. Ese ir a contracorriente ha permitido cuestionar esos discursos mediáticos y las ideas de amor romántico que trasmiten.
No querer que te marquen el camino ni cumplir lo que se espera de ti (aunque sea ser lesbiana), a ser uno mismo, a no enmarcarse en las directrices sociales. No celebres el día de los enamorados sólo porque lo marque el calendario, no estés con un hombre o una mujer sólo porque tu entorno lo marque. (Entrevistada Nº23, historia de vida, junio de 2016)
Todo lo expresado en este nivel lo resumen las protagonistas en un aspecto fundamental: el trabajo personal para tener una alta y sana autoestima, algo clave para el bienestar psicológico (Branden, 1993, Campbell y Lavallee, 1993; Gardner, 1995).
Ahora me siento más fuerte, más independiente. Reivindico mi condición de mujer y mi orientación sexual. He aprendido que he de respetarme y quererme a mí misma. He comprendido que éste es un buen antídoto para “resistir” en un mundo hecho y conducido por unos pocos que no miran ni respetan a la individualidad ni la diferencia. Una tiene que aprender que tiene el derecho a dirigir su propia vida, pues esto es lo que nos da la dignidad moral de nuestra existencia. (Entrevistada Nº10, historia de vida, junio de 2015)
Comprender y aceptar que la única forma correcta de vivir es aquella que te hace feliz. Seguir a tu corazón, aunque te lleve por sitios por los que jamás has estado. Tomar mis propias decisiones, sin barreras, asumiendo la responsabilidad de mis sentimientos y haciéndolo con orgullo. Vivir con lo que sientes es vivir como realmente eres (…) Solamente a partir de esta conexión, de aceptarme a mí misma, de tomar mis propias decisiones siguiendo únicamente mi propio criterio, he conseguido alcanzar la paz interior y la felicidad que necesitaba para afrontar mis retos personales. (Entrevistada Nº13, historia de vida, noviembre de 2015)
Tras el análisis de las 19 historias de vida se evidencia cómo el sistema cultural y social influencia las experiencias interpersonales e intrapersonales. Así pues, el sistema heteronormativo, entendido como eje de opresión de cualquier identidad, rol, práctica u orientación que se salga de la norma, atraviesa las vivencias personales a todos los niveles. Al mismo tiempo, destacar cómo las estrategias puestas en práctica por las 19 protagonistas para transformar sus múltiples exclusiones pueden ser de utilidad. Visibilizar aprendizajes, estrategias y prácticas alternativas puede servir de referencia o de cuestionamiento y puede contribuir a iniciar acciones tanto a nivel personal como colectivo.
La búsqueda de referentes ha sido una de las principales estrategias. El descubrimiento de “no ser la única en el mundo” es un momento crucial en las narrativas. Si bien en los últimos años ha habido un aumento de la visibilidad LGTBI+ tanto en el espacio público como en las producciones culturales, especialmente significativa es la aniquilación simbólica de las relaciones lésbicas en los discursos culturales tradicionales. El lesbianismo contiene un vacío de signos, una ausencia de significaciones que ha privado de referentes culturales a las mujeres que desarrollaban su sexualidad en relación con personas de su mismo sexo (Francisco y Moliner, 2011). La reciente emergencia de relatos que contienen historias de amor entre mujeres parece responder a una demanda social de respeto a la diferencia sexual. Sin embargo, es importante analizar el contenido de tales historias ya que, solo a través del conocimiento sobre las prácticas culturales que operan en la representación y en las respuestas que dan las comunidades interpretativas sobre esas producciones, podremos saber si estamos avanzando en el terreno de la igualdad o ante una mera renovación de los viejos esquemas patriarcales con nuevas máscaras. Los medios de comunicación pueden marcar la diferencia incluyendo la diversidad sexual en sus discursos, pero es importante que las representaciones vayan más allá del estereotipo y no acaben siendo fagocitadas por el esquema visual femenino tradicional que las hace existir para ser miradas (Nair, 2008; Platero, 2008).
Por otra parte, hemos observado cómo el espacio físico puede convertirse en un facilitador o en una fuente de exclusión social. El espacio suele reforzar la heteronormatividad y el espacio sexual tiende únicamente a ser visible y nombrado cuando no es heterosexual. Como apuntan Gavin Brown y Kath Browne (2016), las sexualidades resignifican cada día los espacios como “normales” cuando se adhieren a las normas de género o a la heterosexualidad, mientras que excluyen y marginan al resto.
Dentro de los espacios facilitadores, la ciudad ha sido definida como un espacio con una alta densidad y diversidad. En la concepción moderna, la ciudad acarrea valores urbanos como pueden ser la libertad, la emancipación y el encuentro con la otredad (Lees, 2004). Estos atributos, por lo tanto, juegan un rol a la hora de facilitar más diversos rangos de comportamientos sexuales (Hubbard, 2011; Knopp, 1998; Podmore, 2006). No queremos simplificar las experiencias, ni reforzar la dicotomía urbano/rural con la narrativa de la ciudad como el único lugar posible o la del “barrio gay” como un lugar idílico e inclusivo para toda la comunidad LGTBI+, ya hemos apuntado cómo, tanto en las ciudades como en los espacios LGTBI+, se encuentran dinámicas de poder, rango y exclusión (Chetcuti, 2010; Corlouer, 2013; Ferreira, 2011; Gieseking, 2016). Al mismo tiempo, en las historias que hemos analizado aparece como una estrategia la movilidad hacia ciudades, hacia lugares más inclusivos o hacia espacios donde no hubiera lazos familiares. Como Jasbir Puar et al. argumentan, la sexualidad no normativa es a menudo el equivalente al desplazamiento espacial (2003, p. 386). Como destaca Larry Knopp (en Waitt y Johnston, 2013) es importante tomar en serio las narrativas migratorias de las vidas de las personas no heterosexuales por cómo sus subjetividades sexuales están enlazadas con y mediadas por la movilidad espacial.
La búsqueda de espacios facilitadores está motivada por la necesidad de encontrar a “otras como yo”. Tanto si es para encontrar amigas, vínculos afectivos-sexuales o compañeras de lucha, los espacios de encuentro son fundamentales en las narrativas. En este sentido, los amores, las amistades y el activismo son centrales en la construcción de la familia elegida que abre las posibilidades de una vida libre y vivible (Butler, 2009).
Cabe destacar la relevancia que tiene la salida del armario en este proceso. Los silencios son impuestos en muchas ocasiones por la heterosexualidad obligatoria, algo que han mostrado diversos textos de autoras como Judith Butler (1990), Gayle Rubin (1984/2012), Adrienne Rich (1980), Raquel/Lucas Platero (2008) o Monique Wittig (1980/2005), entre otras. Dependiendo de lo fuerte que sea la presión social, la vida en el armario es más o menos duradera. Cabe recordar que no es una acción puntual, en la práctica es un proceso dinámico y complejo relacionado con el contexto político, social y personal. La salida del armario es entendida como acto de liberación que muchas veces se cruza con el activismo y pone en cuestionamiento la tradicional división entre la esfera pública y la esfera privada, entre lo que pertenece al espacio de la intimidad y lo que está relacionado con la vida social.
Esta relación entre lo personal y lo político está muy presente en las reflexiones de las participantes y en la base del concepto de ciudadanía íntima (Bell, 1995; Bell y Binnie, 2000; Evans, 1993). Consideran que sus experiencias les han facilitado el cuestionamiento de la “norma” y esto a su vez les ha permitido desarrollar su pensamiento crítico y su autoestima. Estar en la periferia, en el margen, sienten que les ha dado libertad y poder para decidir sobre sus vidas sin estar tan condicionadas por la posibilidad de castigo social. El aprendizaje de quererte más allá de la mirada del otro o a pesar de la mirada del otro, les ha dado la oportunidad de conectar con su autenticidad y con la aceptación personal de quiénes son. Aunque ese camino no ha sido igual para todas ni en términos de distancia ni de velocidad ni de dificultad ni de intersección con otras identidades, estas vivencias nos permiten abrir el debate sobre la heteronormatividad, las exclusiones que genera y las capacidades personales y sociales que tenemos para construir alternativas.
Abraham, Julie (2009). Metropolitan Lovers: The Homosexuality of Cities. Minneapolis: University of Minnesota Press. https://doi.org/10.1017/s0963926810000453
Barnhurst, Kevin G. (2007). Media Q: Media/quered: Visibility and its Discontents. New York: Peter Lang. https://doi.org/10.1177/0196859907313678
Bech, Henning (1997). When Men Meet: Homosexuality and Modernity. Chicago: University of Chicago Press.
Bell, David (1995). Perverse Dynamics, Sexual Citizenship and the Transformation of Intimacy. En David Bell y Gill Valentine (Eds.), Mapping Desire: Geographies of Sexualities (pp. 304-17). London: Routledge.
Bell, David & Binnie, Jon (2000). The Sexual Citizen: Queer Politics and Beyond. Cambridge: Polity Press. https://doi.org/10.1086/343207
Bolívar, Antonio; Domingo, Jesús & Fernández, Manuel (2001). La Investigación biográfico–narrativa en educación. Enfoque y metodología. Madrid: La Muralla.
Branden, Nathaniel (1993). El poder de la autoestima: cómo potenciar ese importante recurso psicológico. Barcelona: Paidós.
Brown, Gavin & Browne, Kath (2016). An Introduction to the Geographies of Sex and Sexualities. En Gavin Brown y Kath Browne (Eds.), The Routledge Reseaarch Companion to Geographies of Sex and Sexualities (pp. 1-12) New York, Routledge.
Browne, Kath (2004). Genderism and the Bathroom Problem: (Re)materialising Sexed Sities, (Re)creating Sexed Bodies, Gender, Place and Culture, 11(3), 331-46. https://doi.org/10.1080/0966369042000258668
Browne, Kath (2007). (Re)making the Other, Heterosexualising Everyday Space. Environment and Planning A, 39(4), 996-1014. https://doi.org/10.1068/a38165
Butler, Judith (1990). Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity. New York: Routledge.
Butler, Judith (2006/2009). Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Paidós: Buenos Aires.
Butler, Judith (2009). Dar cuenta de uno mismo. Violencia ética y responsabilidad. Amorrortu Editores: Buenos Aires.
Campbell, Jennifer & Lavallee, Loraine (1993). Who am I? The Rol od Self-Concept Confusion in Understanding the Behavior of People with Low Self-Esteem. En Roy Baumeister (Ed.), Self-Esteem. The Puzzle of Low Self-Regard (pp. 3-20). New York: Plennum Press.
Cassidy, Elija (2013). Gay Men, Social Media and Self-presentation: Managing Identities in Gaydar, Facebook and Beyond. Tesis doctoral sin publicar. Queensland University of Techology.
Castro, Ximena (2014). La propuesta de responsabilidad moral de Judith Butler desde la Filosofía para hacer las Paces. Tesina de Máster Universitario en Estudios Internacionales de Paz, Conflicto y Desarrollo sin publicar. Universitat Jaume I.
Chetcuti, Natacha (2010). Se dire lesbienne. Vie de couple, sexualité, representation de soi. París: Payot.
Corlouer, Melissa (2013). Quelle places pour lesbiennes?. En Arnaud Alessandrin & Yves Ribaud (Eds.), Géographie des homophobies (pp. 1954-5). París: Editions Armand Colin:
Cornejo, Marcela; Mendoza, Francisca & Rojas, Rodrigo (2008). La Investigación con Relatos de Vida: Pistas y Opciones del Diseño Metodológico. Psykhe,17(1), 29-39. https://doi.org/10.4067/S0718-22282008000100004
Cortés, Pablo (2013). El guiño del poder, la sonrisa del cambio. Estudio pedagógico sobre identidad resiliente en situaciones de desventaja social, cultural y jurídica. Málaga: Servicio de Publicaciones Universidad de Málaga.
Denzin, Norman (1996). Interpretive Ethnography. Thousand Oaks: CA, Sage.
Duncan, Nancy (1996). BodySpace. London: Routledge.
Espinosa, Yuderkis (2012). La política sexual radical autónoma, sus debates internos y su crítica a la ideología de la diversidad sexual. En Actas Jornadas Pensando los feminismos en Bolivia (pp. 113-129). La Paz: Conexión Fondo de Emancipación.
Esteban, Mari Luz (2011). Crítica del pensamiento amoroso. Barcelona: Bellaterra.
Esteban, Mari Luz & Távora Rivero, Ana (2008). El amor romántico y la subordinación social de las mujeres: revisiones y propuestas. Anuario de Psicología, 39(1), 59- 73.
Evans, David (1993). Sexual Citizenship: The Material Construction of Sexualities. London: Routledge.
Ferreira, Eduarda (2011). Geographies of (In)equalities: Space and Sexual Identities, En Regina Salvador, Ana Firmino, Cristina Ponte & Eduarda Ferreira (Eds.), Proceedings of Geographies of Inclusion: Challenges and Opportunities (pp. 36-60). Lisboa: e-GEO.
Florida, Richard (2002). Rise of the Creative Class. New York: HaperCollins.
Fortier, Anne-Marie (2002). Queer Diaspora, En Diane Richardson y Steven Seidman (Eds.), Handbook of Lesbian and Gay Studies (pp. 83-197). California: Sage.
Foucault, Michel (1976/2009). Historia de la Sexualidad I. La voluntad de saber. Madrid: Siglo XXI.
Francisco, Andrea (2013). El Banquete de Safo. Una tertulia dialógica sobre los discursos mediáticos del amor y los modelos de atracción con mujeres lesbianas y bisexuales. Tesis doctoral inédita. Universitat Jaume I de Castelló.
Francisco, Andrea & Moliner, Lidón (2011). Porque la visibilidad importa. Una propuesta para trabajar la diversidad sexual en la ESO a través de la educación en medios. Revista de Educación Inclusiva, 2, 147-168.
Francisco, Andrea & Moliner, Lidón (2015). Descripción del modelo Encontrando Vidas a través de una investigación con mujeres migrantes lesbianas y bisexuales. Artículo inédito.
García, Nagore & Montenegro, Marisela (2014). Re/pensar las Producciones Narrativas como propuesta metodológica feminista. Athenea Digital, 14(4), 63-88. https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1361
Gardner, Howard (1995). Inteligencias Múltiples. La teoría en la práctica. México DF: Paidós.
Gieseking, Jen Jack (2016). Dyked New York: The Space between Geographical Imagionation and Materialization of Lesbian-Queer Bars and Neighbourhoods. En Gavin Brown & Kath Browne (Eds.), The Routledge Reseaarch Companion to Geographies of Sex and Sexualities, (pp. 29-36). New York: Routledge.
González Monteagudo, José (2009). Historias de vida y teorías de la educación: Tendiendo puentes. Cuestiones pedagógicas, 19, 207- 232. https://doi.org/10.15572/enco2007.06
Gross, Larry P. (2007). Foreword. En Kate O’Riordan & David J. Phillips (Eds.), Queer Online: Media, Technology and Sexuality (pp. 259-72). New York: Peter Lang.
Hernández-Hernández, Fernando & Aberasturi, Estibaliz (2014). Las historias de vida como alternativa para visibilizar los relatos y experiencias silenciadas de la educación. Tendencias Pedagógicas, 24. http://hdl.handle.net/10486/663115
Herrera, Coral (2010). La construcción sociocultural del amor romántico. Madrid: Fundamentos.
Hubbard, Phil (2011). Cities and Sexualities. London: Routledge.
Isin, Engin & Wood, Patricia (1999). Citizenship and Identity. London: Sage.
Kohler Riessman, Catherine (2008). Narrative Methods for the Human Sciences. California: Sage.
Knopp, Larry (1987). Social Theory, Social Movements and Public Policy: Recent Accomplishments of the Fay and Lesbian Movements in Minneapolis, Minnesota. International Journal of Urban and Regional Research, 11, 243-61. https://doi.org/10.1111/j.1468-2427.1987.tb00048.x
Knopp, Larry (1990). Some Theoretical Implications of Gay Involvement in an Urban Land Market. Political Geography Quarterly, 6(4), 337-52. https://doi.org/10.1016/0260-9827(90)90033-7
Knopp, Larry (1992). Sexuality and the Spatial Dynamics of Capitalism. Environment and Planning D: Society and Space, 10, 651-69. https://doi.org/10.1068/d100651
Knopp, Larry (1998). Sexuality and Urban Space: Gay Male Identity Politics in the United States, The United Kingdom and Australia. En Ruth Fincher & Jane M. Jacobs (Eds.), Cities of Difference (pp. 149-76). New York: Guilford Press.
Knopp, Larry (2004). Ontologies of Place, Placelessness and Movement: Queer Quest for Identity and their Impacts on Contemporary Geographic thought. Gender, Place and Culture A Journal of Feminist Geography, 11(1), 121-34. https://doi.org/10.1080/0966369042000188585
Lauria, Mickey & Knopp, Larry (1985). Towards and Analysis of the Role of Gay Communities in the Urban Renaissence. Urban Geography, 6(2), 152-69. https://doi.org/10.2747/0272-3638.6.2.152
Lees, Loretta (2004). The Emancipatory City? London: Sage.
Lister, Ruth (1997). Citizenship: Feminist Perspective. Basingstoke: Macmillan.
Longhurst, Robyn (2001). Bodies: Exploring Fluid Boundaries. London: Routledge.
Mauthner, Natasha S. & Doucet, Andrea (1998). Reflections on a Voice Centred Relational Method of Data Analysis: Analysing Maternal and Domestic Voices. En Jane Ribbens & Rosalind Edwards (Eds.), Feminist Dilemmas in Qualitative Research (pp. 413-431). London: Sage.
McCormack, Coralie (2004). Storying stories: a narrative approach to in-depth interview conversations. International Journal of Social Research Methodology, 7(3), 219-236. https://doi.org/10.1080/13645570210166382
Moreno, Aluminé (2006). Ciudadanía y sexualidad en la ciudad de Buenos Aires. Revista Nómadas, 24,118-128.
Nair, Sridevi (2008). Hey good lookin’! Popular culture, femininity, and lesbian representation in transnational regimes. Journal of lesbian studies, 12(4), 407- 22. https://doi.org/10.1080/10894160802278531
Penna, Melani & Sánchez, Mercedes (2015). Evaluación de la homofobia en los futuros docentes de educación secundaria. Revista de Investigación Educativa, 33(1), 83-98. https://doi.org/10.6018/rie.33.1.179671
Pichardo, José Ignacio (Ed.) (2009). Adolescentes ante la diversidad sexual. Homofobia en los centros educativos. Madrid: Catarata.
Platero, Raquel/Lucas (2008). Lesbianas. Discursos y Representaciones. Madrid: Melusina.
Platero, Raquel/Lucas & Gómez, Emilio (2007). Herramientas para combatir el bullying homofóbico. Madrid: Talasa.
Poch, Laura & Francisco, Andrea (2014). Reapropiándonos de nuestras vidas. Un espacio para el empoderamiento y la visibilización de mujeres lesbianas, bisexuales y pansexuales. Kult-ur, 1(2), 209-2016. https://doi.org/10.6035/kult-ur.2014.1.2.11
Podmore, Julie A. (2006). Gone Underground? Lesbian Visibility and the Consolidation of Queer Space in Montréal. Social and Cultural Geography, 7(4), 595-625. https://doi.org/10.1080/14649360600825737
Podmore, Julie A. (2016). Disaggregating Sexual Metronormativities: Looking Back at `lesbian´ Urbanisms. En Gavin Brown & Kath Browne (Eds.), The Routledge Reseaarch Companion to Geographies of Sex and Sexualities (pp. 21-28). New York: Routledge.
Puar, Jasbir K.; Rushbrook, Dereka & Schein, Louisa (2003). Sexuality and Space: Queering Geographies of Globalization, Environment and Planning D: Society and Space, 21(4), 383-7. https://doi.org/10.1068/d2104ed
Pujadas, Joan J. (1992). Método Biográfico. El uso de las Historias de vida en Ciencias Sociales. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.
Pulencio, Mauricio (2015). Cuando Oliver se dio un beso con otro niño, con su mejor amigo, Dick. Lenguajes literarios y lenguajes violentos dirigidos a jóvenes LGBTQ en el sistema escolar. Santiago de Cali: Universidad Icesi: Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. http://hdl.handle.net/10906/78110
Rich, Adrienne (1980). Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence. Signs: Journal of Women in Culture and Society, 5, 631-60. https://doi.org/10.1353/jowh.2003.0079
Rubin, Gayle S. (1984/2012). Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality. En Gayle S. Rubin, Deviations: A Gayle Rubin Reader (pp. 137-181). Durham, NC: Duke University Press.
Tudor, M. (2012). Cyberqueer Tecno-practices: Digital Space-making and Networking among Swedish Gay Men. Stockholm: The Department of Journalism, Media and Communication (JMK).
Waitt, Godorn & Johnston, Lynda. (2013). It Doesn’t Even Feel Like It´s Being Processed by Your Head: Lesbian Affective Home Journeys to and within Townsville, Queensland, Australia. En Andrew Gorman-Murray, Barbara Pini & Lia Bryant (Eds.), Sexuality, Rurality and Geography (pp. 143-158). Maryland: Lexington Books.
Weston, Kath (1995). Get Thee to a Big City: Sexual Imaginary and the Great Gay Migration, GLQ: A Journal of Lesbian and Gay Studies, 2(3), 253-277. https://doi.org/10.1215/10642684-2-3-253
Wittig, Monique (1980/2005). El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Barcelona: Egales.