Génesis de los deportes urbanos

Genesis of Urban Sports

  • Sebastian García Guerrero
  • Juan Carlos Fernández-Truan
El objetivo del presente estudio pertenece al campo histórico y el tema de revisión es analizar el origen y evolución histórica de los llamados “Deportes Urbanos”. El procedimiento empleado ha sido una metodología descriptiva por medio de la documentación a través de la observación directa, utilizando fuentes secundarias por diferentes autores que han estado contribuyendo con sus conocimientos y experiencias en la materia. Los resultados obtenidos han establecido que algunos de los más populares Deportes Urbanos practicados no de manera regulada sino libre, son: baloncesto callejero, el patinaje y el ciclismo urbano. Éstos han sabido cubrir las necesidades e intereses que han ido surgiendo en ciertos círculos sociales durante el siglo XX, como un medio para mejorar su calidad de vida dentro de su entorno inmediato, la urbe. En muchos casos el alejarse de las federaciones y las prácticas institucionalizadas ha permitido un aumento de la creatividad.
    Palabras clave:
  • Deportes urbanos
  • Historia
  • Deportes
The aim of the present study is to analyse the origin and historic evolution of the so called “Urban Sports”. In order to achieve this goal, a descriptive methodology has been applied by means of documenting through direct observation, using secondary sources by different authors who have been contributing their knowledge and experiences on the matter. Following the obtained results it has been established that some of the most popular Urban Sports, stripped of their regulated, more customary way of doing them, are street basketball, skating and urban cycling. These have been known to cover the needs and interests arising in certain social circles during the 20th century, as a means to improve their quality of life within their direct surroundings. In many cases moving away from federations and institutionalized practices has permitted an increase in creativity.
    Keywords:
  • Urban Sports
  • History
  • Sports

1 Introducción

La práctica de actividades físico-deportivas dentro de las ciudades surgió prácticamente desde la propia aparición de las urbes, puesto que en su interior se desarrollaron como parte de los ritos o fiestas que se celebraban. Para su estudio se ha aplicado una metodología descriptiva usando una técnica histórica de observación documental directa, mediante fuentes secundarias de diferentes autores que aportaron sus conocimientos y vivencias sobre la materia. En ese sentido, encontramos que no sería hasta el siglo XIX cuando nacieron los espectáculos deportivos al trasladar su práctica a salas cerradas o instalaciones específicas, en muchos casos, a las afueras de las ciudades con tal de controlar el acceso de espectadores y garantizar su celebración en horarios más tardío, así como en días de mala climatología, tan habituales en los países anglosajones, surgiendo, con su creación, los espectadores del deporte moderno.

2 Inicios del deporte en las Urbes

En términos históricos, podemos encontrar los orígenes de algunos deportes urbanos en su práctica dentro de ciudades griegas y romanas, pero no podemos denominarlos propiamente como deportes urbanos, sino como ejercicios físicos que en sus orígenes se desarrollaban en honor de los dioses en lugares específicos de concentración ciudadana dentro de las urbes, como por ejemplo, en los foros romanos o en lugares sagrados en los que dedicaban su esfuerzo físico a los dioses, como sucedía en la cultura griega.

El juego Ba, una versión popular del fútbol medieval en Escocia, se jugaba dos veces al año en las calles de Kirkwall en las Islas Orcadas (Escocia), una el día de Navidad y otra el de Año Nuevo. Era una mezcla de fútbol y rugby, continuador del antiguo Soule que ya se practicaba en Normandía en el siglo XII. Cada una de las dos partes en las que se dividía un pueblo tenía que conseguir que la pelota llegara de un lado del pueblo al otro extremo, dependiendo de la parte de la ciudad en la que jugara, que por lo general era en la que había nacido, en la que vivía, o a la que le debía alguna lealtad. La pelota era maltratada y a menudo se organizaban grandes alborotos. El juego se desarrollaba dentro de la ciudad, por las calles, callejones, patios y hasta por el interior de las tiendas, lo que provocaba grandes destrozos.

Ashbourne (Derbyshire, Inglaterra), Jedburgh (Roxburghshire, Escocia) y Workington (costa de Cumbria, Inglaterra), son tres ciudades británicas en las que se celebraba un tradicional encuentro por las calles de las ciudades entre dos equipos de los respectivos pueblos, que se disputaba el Martes de Carnaval y el Miércoles de Ceniza. Estos encuentros de football medieval dejaron de celebrarse en 1349, cuando Eduardo III prohibió su práctica porque interfería en la práctica del tiro con arco, que tan necesario era para la defensa del país. La referencia más documentada sobre este juego trata

de 1683, cuando Charles Cotton escribió sobre el desarrollo de este juego (Marples, 1954).

3 La Recreación Urbana

Los deportes urbanos son las actividades físico-deportivas desarrolladas en las calles y en los entornos de las ciudades, aprovechando para su desarrollo los elementos y mobiliario urbano. Algunos de esos deportes también se practican con un carácter plenamente competitivo e incluso federativo. Los deportes urbanos son una expresión de lo espontáneo, lo recreativo, la improvisación y la creatividad del deporte, adaptados al medio ambiente urbano.

Desde 1760 ya se venía practicando el patinaje sobre ruedas, cuando en esa fecha el belga John Joseph Merlin inventó el primer patín a imitación de los patines sobre hielo, y que en la década de 1930 se convertiría en el patinaje por muchas calles norteamericanas y europeas. Sin embargo, tampoco podemos definir a esas primitivas actividades como deportes urbanos, a pesar de desarrollarse plenamente en las calles de las ciudades, puesto que tal consideración solo la recibirán a partir del siglo XX, con aquellas actividades deportivas que se van a desarrollar con un carácter plenamente recreativo y organizadas en forma de competición, en algunos casos, utilizando los equipamientos o mobiliario urbano para poder practicarlos.

La Revolución Industrial produjo un cambio importante de población dada la emigración hacia las ciudades, pero, tras la segunda guerra mundial, se estableció una diferencia entre aquellos deportes que se practicaban en las ciudades dentro de espacios cerrados y preparados para la práctica deportiva, aunque incluso fueran al aire libre.

En ese sentido, la primera bicicleta de rueda alta, que había creado el inventor inglés James Starley en 1873 y que llegó a Norteamérica en 1879 con los emigrantes franceses a New Orleans, llevó a la creación de los primeros clubes velocipédicos en las ciudades de ese país a partir de 1880, como fue el New Orleans Bicycle Club, y se organizaron las primeras carreras ciclistas en 1883. Asimismo, ya por esas fechas, surgieron los primeros autores que hicieron referencia a la práctica del ciclismo como forma de recreación urbana. En ese sentido, encontramos que, en 1887, Harry Hodgson, un famoso abogado y hombre de negocios de New Orleans, escribió en septiembre de 1887:

Ahora hay una mejor sensación que nunca hacia la salud en la ciudad y el Estado, puesto que los ciudadanos que antes consideraban la bicicleta como un juguete, o como una práctica de niños, han comenzado a darse cuenta de que también es un medio de transporte práctico y una recreación para el público en general… De la Avda. de St. Charles a los suburbios a una milla del centro de negocios de la ciudad, decenas de empleados, empresarios y estudiantes universitarios la utilizan cada mañana. (Citado en Musgrove, 2013, p. 22, traducción propia)

Una de las actividades físicas deportivas más relevantes que se desarrollaron en las calles en esa época fue el Baloncesto, que ya había celebrado su primer partido de competición en 1891, pero que a partir de la década de 1930 comenzó a practicarse en las calles de New York llamándole “Juego de la ciudad” para diferenciarlo del deporte reglamentado.

En 1934 ya había en New York 119 canchas para la práctica de esta actividad y en 1960 habían llegado a los 770 terrenos de juego. Esta práctica mucho más libre no tenía árbitros ni reglas escritas, acordándose las normas y faltas entre los propios participantes.

Las primeras canastas fueron cubos de basura y, como en principio no había jugadores suficientes, se jugaba por parejas o incluso, en algunos casos, jugando individualmente tirando a encestar en el cubo. Poco a poco se iban incorporando jugadores hasta poder llegar a 5 contra 5 en media pista. Posteriormente se comenzaron a realizar apuestas sobre juegos específicos que empezaron a surgir, utilizando canastas de Baloncesto mucho más reforzadas para evitar el vandalismo. Algunos de esos juegos eran el “Sundance” (tiros sucesivos desde 15 posiciones); el “reloj”; el “eliminador”; el “horse” (consistente en realizar un tiro desde cierta distancia del aro y en una postura complicada y el otro debía repetirlo); el “culo arriba” (uno contra uno y el que perdía se apoyaba con las dos manos en una pared o verja, mientras que el ganador le humillaba golpeándole con la pelota en el culo); “5 contra 2” (se realizaba un tiro a canasta de 5 puntos desde la línea de 6’25 y el siguiente tiro valía 2 puntos si encestaban, tirando la pelota desde donde se cogía. Si se encestaba se iban sumando los puntos y si se fallaba pasaba el balón al contrario. Ganaba el primero en llegar a 52 puntos, llevándose así el dinero. En este sentido, lo importante era continuar con la posición del balón).

A mediados de los 60 se añadieron las defensas al 5-2 y se incrementó el número de jugadores, pasando a convertirse en el “21 americano”, también conocido como el “Utah”, llegando a haber, en algunas ocasiones, hasta 4 y 5 defensas frente a un solo jugador que atacaba, con lo que empezaron a fomentarse los tiros a distancia y el dominio del balón para poder entrar a canasta.

Por esta época empezaron a surgir grandes figuras del Baloncesto callejero como Isiah Thomas, Malloy, o James “Fly” Williams, quienes practicaban este deporte en canchas míticas como la “Rucker”, llamada así en honor de Holcombe Rucker, quien creó los primeros torneos callejeros entre jóvenes en 1946, consiguiendo colocar a muchos jóvenes de Harlem en buenas escuelas con becas deportivas. El primer lugar en celebrarse este tipo de torneos fue en la cancha de la calle 138, entre la 5ª avenida y Lerox. En la década de los 50, Rucker organizó otros dos nuevos torneos, uno en la calle 127 y la 7ª avenida y después en la 130 con la 7ª avenida. En estos torneos jugaban también universitarios y profesionales, que servían de aliciente para los jugadores y espectadores. El objetivo era ridiculizar al contrario, por lo que eran necesarias unas altas dosis de imaginación, como el “Crossover” o cambios de dirección (Gil, 2012).

Desde los años 60, la pista más famosa en New York fue la del West 4th, donde se jugaba al Baloncesto callejero más duro. De 1974 a 1998 hubo un delirio por el Baloncesto callejero no solo en New York sino en todo EE.UU.

Hoy en día, se considera que la mejor manera de entender los deportes urbanos es precisamente a través del prisma de la ecología de la ciudad, viéndola como un ser vivo y bullicioso que ayuda a comprender su propia naturaleza a través de las actividades que desarrollan en ella sus ciudadanos. Es solo con la llegada de esta perspectiva relativamente moderna de la ciudad cuando ha sido posible hablar del término de deporte urbano, mientras que antes, por ejemplo, era posible practicar el patinaje o el ciclismo como necesidad de transporte, o como forma lúdica llevada a cabo en el entorno urbano. Con la introducción de los deportes urbanos en las calles, se ha creado un fenómeno cultural urbano mucho más amplio y de mayor complejidad en las ciudades, dando lugar a diversidad de formas de patinaje o ciclismo dentro de la ciudad, en función de los intereses y motivaciones culturales y personales de sus practicantes. Con ello, aparece un primer grupo de deportes urbanos, basados en juguetes infantiles, que se van a convertir en deportes callejeros.

4 Deporte Urbano como identificación social

Un segundo grupo de deportes urbanos surgió como consecuencia de la práctica de los deportes en las calles, propios de deportes tradicionales de las comunidades de inmigrantes en los EE.UU., o adaptados por ellos. El Stickball, relacionado con el Béisbol convencional y el Streetball, una variante de Baloncesto tradicional, son dos ejemplos muy claros de esas adaptaciones y mezclas.

Esa práctica de actividades deportivas en las calles surgió en los Estados Unidos en la década de 1960, adaptando las reglas de juego a las dimensiones y características del espacio en el que se desarrollaba. Sin embargo, no sería hasta finales de esa misma década cuando los deportistas se apropiarían de esos espacios, hasta ese momento compartidos, comenzando así un fenómeno que cada vez se iría incrementando más y más en todas las grandes ciudades del mundo occidental.

Algunos de los deportes urbanos identificados como deportes extremos, como la escalada libre urbana, encuentran sus precedentes en las muchas y múltiples formas híbridas de los deportes convencionales y tradicionales que han surgido en el entorno urbano desde principios del siglo XX. Entre ellos, los más significativos fueron diversas variantes deportivas de otros deportes reglamentados como béisbol, baloncesto, cricket, fútbol, petanca, hockey y frisbee, que se practican a diario en cada pueblo y ciudad en todos los continentes del mundo.

La evidencia histórica sugiere que, antes de que los deportes evolucionaran hacia una forma profesional y más tarde comercial, se originaron culturalmente, incrustados en espacios próximos a donde la gente habitaba, convirtiéndose en aspectos importantes de su vida cultural. En palabras del artista Sebastien Foucan, los deportes callejeros son una filosofía de vida, preocupada por la búsqueda de la realización personal y social; los considera un “arte físico” (Foucan, 2008). Un punto de vista similar se puede encontrar en la noción sobre la filosofía de la escalada urbana en solitario, que el francés Alain Robert consideraba una cuestión de identidad personal, de supervivencia espiritual y de evolución del mundo contemporáneo, como una cuestión de pura actividad deportiva. Los deportes callejeros deben ser entendidos principalmente y, ante todo, como un reflejo de la adaptabilidad humana y la interacción con el entorno urbano.

5 Deporte Urbano como reacción contracultural

Las transformaciones que sufrió el sistema social del deporte postmoderno, no sólo aparecen reflejadas en los estudios de Klaus Heinemann (1994), sino también en otros autores como: Manuel García (2001), Nuria Puig y Klaus Heinemann (1991), y Francisco Ruiz (2001), que hacen hincapié en el incremento del sistema abierto que se produjo en el deporte como consecuencia de la evolución que sufrió la sociedad de su época.

La sociedad industrial dignificaba y exaltaba lo productivo y el resultado, pero en la sociedad post-industrial tardía, surgió una decadencia del orden establecido, incrementando la dignificación de los valores de realización individual y de conservación ambiental, que en el ámbito deportivo acercaron al individuo a los valores del deporte como forma de ejercicio físico saludable y desarrollo personal, frente a su consideración como medio de socialización y selección de los mejores.

A partir de la década de los 60 del siglo XX, comienzan a difundirse por toda la sociedad occidental esos cambios en el modelo de deporte, asociados a los movimientos contra-culturales e inconformistas, que surgieron en la sociedad norteamericana a finales de la década de 1950 y que según Alain Loret (1995), surgieron en el ámbito deportivo a partir de tres acontecimientos de relevancia mediática, que reflejaron ese sentimiento de romper con las reglas deportivas establecidas:

  1. La película “La soledad del corredor de fondo” (1962), basada en la novela de Alan Sillitoe (Sillitoe, 1959), que narra cómo un joven internado en un centro de rehabilitación de delincuentes, renuncia a ganar una carrera representando a su centro, como afrenta al sistema establecido.
  2. Otro acontecimiento fue la renuncia a ganar la vuelta al mundo de vela en solitario de Bernard Moitessier en 1968, cuando prácticamente ya era el vencedor y se negó a desembarcar en Inglaterra, cambiando el rumbo y dirigiéndose hacia la Polinesia.
  3. Igualmente, en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, se produjo otro hecho de desprestigio hacia la solemnidad y el protocolo del máximo exponente de eventos del deporte tradicional reglamentado y competitivo, cuando en la llegada de la prueba de Maratón entró en el estadio un corredor que no participaba en la prueba, teatralizando una exhausta llegada y con ello ridiculizando el actual espíritu olímpico, que ha perdido todo su carácter lúdico.

Estos son, para Loret, los acontecimientos que iniciaron ese cambio de mentalidad hacia el deporte como forma de vida y no como medio de competición, que había sustituido en su día a su consideración como forma lúdica y educativa.

La evolución de la consideración deportiva durante la década de 1980 surgió en las zonas marginales de la periferia de las grandes ciudades en Francia, una perspectiva de nuevo deporte individualizado como forma alternativa, que adquirió el nombre de “fun” (divertido), y en algunos casos de “glissé” (deslizamiento), que sería la base para numerosos deportes no homologados ni reglamentados, que a partir de ese momento denominaríamos como “deportes urbanos”, como por ejemplo el “parkour”.

Hasta ese momento en el desarrollo de las actividades deportivas prevalecía un modelo básico reglado y competitivo, cuyas características diferenciadoras eran la competición, el rendimiento y la obtención de resultados, que requerían una preparación continuada y disciplinaria. Frente a este modelo de carácter cerrado, autónomo y homogéneo que consumimos como deporte espectáculo, el nuevo sistema de deporte urbano tiende hacia un modelo abierto, más diversificado y complejo, con múltiples alternativas y en permanente evolución, que responde a nuevas demandas más amplias y heterogéneas, basadas en la idea de desarrollo y realización personal. De ahí “la eclosión de toda una serie de nuevos modelos deportivos a la que estamos asistiendo (salud, ocio, recreación, relación social, aventura, culto al cuerpo, riesgo...)” (Rebollo y Martos, 1998, p. 184). Estos nuevos grupos y sectores de población van a demandar la amplia gama de nuevas prácticas que coexisten en la actualidad, adaptados a las diferentes necesidades del contexto, lo que obliga a la conversión de la oferta deportiva por parte de los agentes sociales implicados (Durán, 1997).

6 Comercialización del Deporte Urbano

El proceso de comercialización del deporte urbano ha sido más reciente que el de profesionalización (Gómez y Opazo, 2006). La actividad comercial que surgió como consecuencia de la venta y personalización de los monopatines (Skateboarding) en las tiendas de Surf de las costas californianas durante la década de 1960, dio lugar a la aparición de grupos de exhibición, formados por los mejores especialistas, para realizar demostraciones que fomentaran entre los jóvenes la venta de monopatines. Con ellos surgieron los primeros profesionales de los deportes urbanos, como una estrategia de marketing. Esta comercialización de los deportes urbanos trajo consigo la conversión del deporte de ocio en un negocio que crearía toda una industria vinculada con la divulgación de actividades deportivas en el ámbito urbano (Chadwick y Beech, 2004), que daría lugar a su conversión en espectáculos callejeros, que poco después se convertirían en estructuras organizativas competitivas de gran repercusión mediática, vinculadas con los deportes urbanos, como serían por ejemplo los llamados “X Games” (Deportes Extremos).

El aprendizaje autodidacta de muchos de los deportes urbanos en sus inicios empezó a dar lugar a la aparición de escuelas y clubes, en los que los mejores profesionales y numerosas revistas especializadas empezaron a enseñar y reglamentar la realización de técnicas concretas de ejecución, que convirtieron aquellas primeras prácticas imaginativas, creativas y clandestinas, en actividades normalizadas y reglamentadas.

La comercialización del deporte urbano trajo consigo tanto ventajas como inconvenientes. Por un lado, su difusión comercial atrajo a numerosos jóvenes que encontraron en estos deportes momentos de emociones, riesgos dramáticos y aventuras insospechadas, que el deporte de competición tradicional ya no les aportaba, con lo que el número de participantes se vio incrementado notoriamente.

Esas nuevas prácticas alternativas urbanas también reportaban una mayor autoconfianza y desarrollo de la personalidad, que en los deportes federados solo se convertía en un proceso de selección de los mejores. En la práctica deportiva urbana se encontraban valores morales que en el deporte tradicional de élite se habían perdido.

La gran difusión de los deportes urbanos obtenida mediante su comercialización, ha producido, como resultado de su vinculación con los medios de comunicación de masas, una conversión en eventos mediáticos rentables (Mieth, 1989). Han perdido con ello su carácter de actividad independiente e individualizada de desarrollo personal y se han convertido en espectáculos competitivos, que Robert Simon denominó “tesis de la corrupción” (Simon, Torres y Hager 2014, p. 172), donde el esfuerzo y la motivación se corrompen en beneficio del rendimiento y el resultado. Con ello, la comercialización del deporte urbano lo transformó en un producto de compra y venta para obtener beneficios, incorporando los valores del mercado, como la rentabilidad, las ganancias, o la fama, olvidando los verdaderos valores morales del deporte (Morgan, 1994, p. 128). No obstante, varios autores consideran que esa misma comercialización puede reportar también aspectos positivos, siempre y cuando se sea capaz de establecer un equilibrio ético entre los medios y los fines, que le permitan adquirir un compromiso para desarrollar sus valores personales y sociales (Sebastián, 2012, p. 99).

7 Institucionalización del Deporte Urbano en las políticas culturales

Las culturas urbanas pasaron de considerarse actividades incivilizadas, clandestinas e ilegales, a formar parte de las políticas culturales de las instituciones públicas. Las sociedades evolucionan interaccionando constantemente con el medio en el que habitan. Según Sergio Quiroga (2002), las ciudades son los espacios geográficos donde viven la mayoría de los hombres en el siglo XXI, y el deporte es considerado en ellas como uno de los más destacados fenómenos sociales, culturales y mediáticos de los dos últimos siglos.

Debemos recordar que el modelo de deporte que ha predominado en el siglo XX ha sido el homologado y reglado, donde la competición adquiere gran relevancia, surgido del florecimiento de las primeras urbes después de la primera revolución industrial, entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. En este periodo, Gran Bretaña primero y posteriormente el resto de Europa, sufrieron el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, desde el neolítico.

A principios de la década de 1990, se produjo un proceso de cambio social debido al aglutinamiento de personas en las ciudades, que pasaban del medio rural, donde la actividad física era fundamentalmente una necesidad laboral, a un medio urbano, en el que cada vez más la fuerza de trabajo tendía a disminuir debido a la industrialización y la falta de espacios naturales próximos donde ocupar su tiempo de ocio de forma saludable. Para compensarlo, surgieron los deportes como forma de control de ese ocio activo de los trabajadores en espacios más reducidos.

Desde la década de 1980 se pusieron en funcionamiento algunas iniciativas institucionales en los barrios marginales de las grandes ciudades de toda Europa, con numerosos programas de integración y socialización de los jóvenes de esas zonas problemáticas, como un intento de solucionar el malestar reinante entre la juventud de los barrios periféricos con gran cantidad de población inmigrante, de gran diversidad intercultural y étnica, así como con un elevado nivel de desempleo. Esta situación ya había comenzado desde la llamada “Marcha por la Igualdad” de 1983, y se demostró que las medidas adoptadas no fueron suficientes cuando en la revuelta urbana francesa del 2005, se produjeron disturbios en los llamados “banlieues” (suburbios), o como allí las denominan: Z.U.S. (zonas urbanas sensibles), en París, y que rápidamente se extendieron por los barrios marginales de otras ciudades francesas y de otros países como Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Países Bajos y Suiza.

En muchos de aquellos programas de integración, el deporte estaba presente como una de las actividades más eficaces, pero ante la falta de instalaciones deportivas adecuadas, o el mal estado de mantenimiento de las pocas existentes, se optó por la elección de deportes urbanos que pudieran desarrollarse en las mismas calles. En este sentido, encontramos proyectos como el “Soziale Stadt”, que llevó a cabo el Instituto Alemán de Urbanismo (D.I.F.U.) en barrios obreros y de ciudades dormitorio, así como el desarrollado en Flensburg, al norte del país, que con la propia participación de los vecinos se rehabilitaron espacios del barrio para uso deportivo (Santos y Balibrea, 2004).

Igualmente, en Italia funcionan desde 1997 los “Contratto di Quartiere” (contratos de barrio), mediante los cuales el Ministerio de Obras Públicas Italiano rehabilita espacios en zonas desfavorecidas, siempre que vengan acompañados por programas paralelos participativos del vecindario, para desarrollar intervenciones socio-culturales y deportivas. Por ejemplo, con el contrato de la ciudad de Padua, llevado a cabo en dos barrios periféricos, donde, en los bajos comerciales vacíos, se han instalado ludotecas, laboratorios de fotografía y salas de reuniones para practicar el tenis de mesa, además de habilitar parques urbanos con zonas deportivas y diferentes recorridos ciclistas de paseo (Santos y Balibrea, 2004).

En el barrio de Arquata (Turín), con la participación vecinal se han rehabilitado espacios para la práctica del ciclismo, el tenis de mesa, los bolos y zonas al aire libre para la realización de gimnasia de mantenimiento.

En 1999 se creó en Francia la Federación Nacional de la Cultura Urbana (F.N.C.U.), para llevar a cabo diferentes proyectos musicales, artísticos y deportivos en las ciudades. En ese país, las revueltas de los barrios marginales dieron los primeros problemas, a pesar de que desde 1998 ya venía funcionando un proyecto de integración que incluía 247 programas, desarrollados desde el 2000 al 2006. Estos programas estaban divididos en dos grupos: Los de “Opérations de renouvellement urbain” (O.R.U.) y los “Grands Projets de Ville (G.P.V.). Los O.R.U. son de menor dimensión y van destinados a la recuperación de viviendas, mientras que los G.P.V. se enfocan en la búsqueda de la socialización de los vecinos del barrio. En este programa, el deporte está resultando ser el medio más eficaz para construir las identidades urbanas que consigan aunar a los vecinos de esos barrios, conjugando al mismo tiempo los valores educativos con las necesidades de empleo, ya que muchos jóvenes han encontrado en sus propios barrios, nuevas profesiones relacionadas con la animación deportiva, especialmente en deportes urbanos no sujetos a estructuras federativas. En este sentido, por ejemplo en el barrio Fort-Nieulay de Calais, se organizó en el 2000 un torneo de fútbol denominado “Le Mondial”, en el que cada equipo de vecinos del barrio representaba a un país: paralelamente a los encuentros deportivos, debían realizar trabajos vinculados con la cultura de ese país, con lo que se fomentaba la diversidad y el respeto multicultural (Santos y Balibrea, 2004).

Con estas y otras actuaciones similares, se han replanteado la revitalización de barrios marginales mediante el empleo de los deportes urbanos como vehículo para mejorar la calidad de vida en los barrios problemáticos de las grandes ciudades.

En Francia, Fabrice Bach, como Presidente de la Federación Nacional de Culturas Urbanas, inició en 2007 una serie de contactos a nivel interministerial con Bernard Laporte, Secretario de Estado para el Deporte en Francia, con el fin de poder reconocer oficialmente en su país la práctica del Parkour. Su proyecto fue continuado por la Secretaria de Estado de origen senegalés, Rama Yade, quien le sustituyó en 2009 en el cargo y que el 15 de diciembre de 2010 organizó con Fabrice Bach una Asamblea General de Deportes Urbanos en el Stade Pierre de Coubertin de Paris, en la que se constituyó la Federación Francesa de Deportes Urbanos (LFSU) presidida por Bach. No obstante, no se consiguió el reconocimiento de la Federación Francesa de Parkour, a pesar de que en mayo de 2010 ya se había reconocido oficialmente el primer club de Parkour en Colomiers, el Streetjump Parkour. Posteriormente, el Ministerio de Deportes les obligó a cambiar su denominación, puesto que las siglas de “F.F.S.U.” pasaron a corresponder a la Federación Francesa de Deporte Universitario, por lo que pasaron a denominarse como Liga Francesa de Deportes Urbanos (L.F.S.U.). Uno de los objetivos prioritarios de esta asociación fue rechazar la identificación y el uso de marcas comerciales para denominar a las modalidades deportivas, lo cual estaba empezando a suceder para fomentar y divulgar algunas de esas modalidades deportivas, apartando todo interés mercantilista en beneficio de un deporte libre y universal del que nadie pudiera apropiarse.

Ese modelo sería copiado por numerosos países europeos, e incluso por el Magreb: en Marruecos se creó la Federación Marroquí de Deportes Urbanos en 2008, que desde entonces organiza los Encuentros Anuales de Deportes Urbanos, con competiciones de Parkour, BMX y Skatebaord.

El 12 de mayo de 2001, la L.F.S.U. aprobó el listado de las modalidades deportivas que se incluían en dicha asociación: Parkour, Breakdance, Capoeira, Patinaje, BMX, Baloncesto en la calle (Basket Street), Ciclismo urbano, Golf urbano, Atletismo urbano, Kambal, Urban Street Jam (grupos de danza urbana), Malabares (Juggling), Plumfoot (golpeos con el pie de indiacas, hakis, volantes, etc.), Fútbol callejero, Balón-Tenis, caminatas (Walking), 360 ball, y saltar con zancos (García, 2015).

En abril de 2014 se volvió a celebrar otra asamblea general de la L.F.S.U. en Toulouse, en la que se establecieron las líneas básicas del futuro de los deportes urbanos, como prácticas físicas innovadoras y alternativas, que puedan ofrecer a los jóvenes, a menudo con problemas sociales y de zonas marginales, una actividad que les aporte el necesario equilibrio personal y social para su desarrollo personal, convirtiéndose con ello en un importante medio de integración.

Al mismo tiempo, las culturas urbanas consideradas como incivilizadas, se han ido integrando en las políticas culturales institucionales y el deporte urbano ha tenido un gran protagonismo en su desarrollo. Un ejemplo de ello lo encontramos en los practicantes del monopatín (Skateboard), que en ese intento de regulación de su práctica urbana, vieron cómo en 1976 se construía el primer skatepark al aire libre en Florida, en un intento de controlar su uso en espacios acotados para ellos, evitando que sus practicantes se adueñasen de otras zonas urbanas de forma clandestina. Sin embargo, muchos prefirieron seguir practicándolo de forma libre en espacios públicos de forma ilegal, rechazando su realización en espacios regulados (Chiu, 2009). Con ello comprobamos cómo las culturas deportivas urbanas actuales, participan también de las culturas populares que entran en conflicto con el negocio y la comercialización deportiva al que tienden otros sistemas deportivos cerrados y reglamentados. No obstante, todos los deportes urbanos no evolucionan de la misma manera; mientras unos van tendiendo hacia su “deportivización” y estructuración, otros mantienen sus señas originales de identidad del inconformismo y la clandestinidad.

Si nos acercamos más a nuestros días, vemos que el fenómeno social que entendemos desde la revolución industrial bajo el término de “deporte”, se ha caracterizado, según los sociólogos Norbert Elias y Eric Dunning (1992), por la tendencia hacia una triple orientación: la búsqueda de sensaciones miméticas para adaptarse al entorno, la catarsis (liberación emocional, corporal, y mental), y la pérdida de la rutina evitando la monotonía. Tomando estas tres características como factores desencadenantes de la práctica deportiva, y situándolas en el contexto de la sociedad actual, encontramos que adquieren una importancia muy relevante cuando hablamos de la masificación de las ciudades, puesto que el desarrollo de las mismas está íntimamente vinculado al medio donde se desarrollan. Según Javier Durán (1997), sólo podemos comprender el deporte moderno en toda su complejidad y profundidad cuando lo analizamos en el contexto social y cultural en el que se desarrolla, considerándolo en la actualidad como un fenómeno de masas y un campo privilegiado en el que poder conocer nuestra sociedad.

Revisando las aportaciones de Klaus Heinemann (1991) sobre este aspecto, podemos establecer que las más profundas transformaciones sociales en el último siglo se han producido en el ámbito deportivo, que de ser un sistema cerrado ha pasado a ser totalmente abierto, con la aparición de una mayor diversidad de modelos deportivos.

Según queda recogido en la Carta Europea del Deporte (1992), se debe garantizar la práctica deportiva como derecho de los ciudadanos de la Unión Europea. Las directrices están reflejadas, pero no son tan claras las líneas de actuación que hay que llevar para que se consiga el objetivo, puesto que las tendencias actuales no van en sintonía con las medidas adoptadas por la oferta deportiva. Por ello, creemos que se hace necesaria cada vez más, la búsqueda tanto de la integración en el medio urbano, como de las vías para la práctica de actividades deportivas sostenibles que permitan su acceso a la mayor cantidad de habitantes de las ciudades; no solamente como consecuencia de un requisito legal, sino especialmente por los múltiples beneficios, tanto físicos como psicológicos, que aporte a sus practicantes. La búsqueda de nuevas vías deportivas, con un carácter eminentemente libre, público y alternativo de las actividades físico-deportivas en el medio urbano, puede tener un alto impacto en los hábitos de vida de las sociedades actuales, ayudando a la prevención de enfermedades y obteniendo beneficios indirectos de ello, como puede ser un menor gasto sanitario por habitante.

8 Futuro del Deporte Urbano

Algunos autores como Salomé Marivoet (1998), o Loret (1995), hacen referencia a la percepción en las dos últimas décadas del siglo XX, de ciertos niveles de incomodidad en el panorama deportivo, especialmente entre algunos responsables de organizaciones deportivas, quienes han comenzado a replantearse si sus actuaciones se ajustan o no a las nuevas sensibilidades y expectativas de los deportistas de nuestra época. Alain Loret (1995, p. 10) hace referencia, en su obra “Génération Glisse” a un comportamiento de ruptura inesperado entre los protagonistas de los eventos deportivos, entre los que hasta ese momento reinaba de forma permanente un ambiente de tradición y homogeneidad, y que ahora tienden hacia la heterogeneidad y el pluralismo (Pigeassou y Miranda, 1995).

Igualmente, Klaus Heinemann (1994) descubre esos mismos argumentos de inseguridad en la organización deportiva, cuando afirma:

Cada vez es más difícil, si no imposible, planificar las instalaciones, los programas y otras ofertas deportivas en general. La demanda cambia influida por las tendencias de moda y, por ello, es difícil hacer pronósticos. ¿Cuál será el deporte deseado en el futuro? ¿Cuáles serán las necesidades de movimiento? ¿Qué culturas corporales emergerán? ¿Qué prácticas desaparecerán? Esta dificultad de pronosticar la demanda hace muy difícil la planificación de las instalaciones deportivas, cuya duración puede ser de 50 o más años, y que se adaptan a determinadas formas de práctica, pero que impiden otras. En síntesis, hay que señalar que nos hallamos ante una situación según la cual se debe planificar para una demanda desconocida. (Heinemann, 1994, p. 56)

9 Conclusiones

Estudios sobre el valor pedagógico de los deportes urbanos, indican que la perspectiva alternativa se erige como la orientación más educadora del fenómeno deportivo. “Quizás no consigamos que todos ganen, pero sin duda conseguimos que todos jueguen” (Hernández Pérez, 2007, p. 4). Con lo que además lograremos mayores niveles de participación en situaciones más educativas. Lo que hay que resaltar como un elemento más positivo de la práctica deportiva en el medio urbano. Mientras que los practicantes en las competiciones de Atletismo en pista descienden, el número de ciudadanos que participan en carreras populares urbanas va incrementándose cada vez más y más.

Resumiendo brevemente, el enfoque actual sobre los sistemas deportivos es una vuelta a los orígenes del ser humano, en los que el deporte y la actividad física no era un ámbito separado de la rutina, susceptible de ser trabajado separadamente del resto de facetas, y de un modo muy específico en función de la actividad que se realizase, sino que la tendencia actual es la integración de la actividad física en el estilo de vida como parte fundamental de la rutina, evitando el trabajo específico de algunas disciplinas convencionales y cambiándolas por actividades menos estructuradas, más abiertas y libres, que se realicen por una gran parte de la población de manera menos controlada y alejada de la competición, con una motivación de mejora del bienestar físico y mental, así como de socialización. Ese rol lo deberá asumir cada vez más el deporte urbano.

10 Referencias

Chadwick, Simon & Beech, John (2004). The business of sport management. Essex, England: Prentice Hall.

Chiu, Chihsin (2009). Contestation and conformity: street and park skateboarding in New York City public space. Space and Culture, 12(1), 25-42. https://doi.org/10.1177/1206331208325598

Durán González, Javier (1997). La actividad física y el deporte como medio de integración social. El caso de los jóvenes socialmente desfavorecidos. En Actas II Jornadas sobre Sociología del Deporte. Instituto Andaluz del Deporte, Málaga, mayo 1997.

Elias, Norbert & Dunning, Eric (1992). Deporte y Ocio en el Proceso de la Civilización. México DF: Fondo de Cultura Económica.

Foucan, Sebastien (2008). Freerunning; find your way. London: Michael O'Mara Books Ltd.

García Arjona, Noemi (2015). Iniciativas institucionales y asociativas destinadas a la integración sociocultural a través del deporte en Paris y Madrid. Tesis Doctoral no publicada, Universidad Politécnica de Madrid.

García Ferrando, Manuel (2001). Encuesta sobre hábitos deportivos de españoles, 2000. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Gil García, Antonio (2012). El partido que cambió la historia. Madrid: Clementine.

Gómez, Sandalio & Opazo, Magdalena (2006). Sports organizations structure: trends and evolution in the research field. En 14th EASM Congress (European Association of Sport Management. Nicosia, Chipre, septiembre 2006.

Heinemann, Klaus (1991). Tendencias de la investigación social aplicada al deporte. En Actas Congreso Políticas deportivas e investigación social (pp. 5-42). Pamplona, Gobierno de Navarra, abril 1991.

Heinemann, Klaus (1994). El deporte como consumo. Apunts Educació Física i Esport, 37, 49-56. Recuperado el 26 de octubre de 2015 de http://www.revista-apunts.com/es/hemeroteca?article=885

Hernández Pérez, José María (2007). El valor pedagógico de los deportes alternativos. Revista Digital-Buenos Aires, 12(114). Recuperado de: http://www.efdeportes.com/efd114/el-valor-pedagogico-de-los-deportes-alternativos.htm

Loret, Alain (1995). Génération glisse dans l´eau, l´air, la niege… La révolution du sport des´années fun. Paris: Autrement ED.

Marivoet, Salomé (1998). Aspectos sociológicos do desporto. Lisboa: livros horizonte.

Marples, Morris (1954). A History of Football. London: Secker and Warburg.

Mieth, Diemar (1989). Ética del deporte. Concilium, 225, 241-255.

Morgan, Wiliam John (1994). Leftist theories of sport. A critique and Reconstruction. Chicago: University of IllinoisIl., Press.

Musgrove, Lacar Ernestine (2013). Knights, dudes and shadow steeds: Late Victorian Culture and the Early Cicling Clubs of New Orleans, 1881-1891. Tesis doctoral sin publciar, University of New Orleans. New Orleans.

Pigeassou, Charles & Miranda, Julian (1995). Deporte y Ocio: Evolución y Tendencias. Revista Española de Educación Física y Deporte, 1, 5-14.

Puig, Nuria & Heinemann, Klaus (1991). El deporte en la perspectiva del año 2000. Papers, Revista de Sociología, 38, 123-141. https://doi.org/10.5565/rev/papers/v38n0.1613

Quiroga Macleimont, Sergio Ricardo (2002). Ciudad, cultura y espacio deportivo. En IV Encuentro Deporte y Ciencias Sociales. Buenos Aires, noviembre 2002.

Rebollo, Socorro & Martos, Pilar (1998). Práctica físico-deportiva y género. Aproximación a una realidad marginal. Revista Motricidad, 4, 183-202.

Ruiz Juan, Francisco (2001). Análisis diferencial de los comportamientos, motivaciones y demanda de actividades físico-deportivas del alumnado almeriense de Enseñanza Secundaria Postobligatoria y de la Universidad de Almería. Tesis Doctoral sin publicar, Universidad de Almería.

Santos Ortega, Juan Antonio & Balibrea Melero, Enriqueta (2004). Barrios desfavorecidos y prácticas deportivas: integrar el deporte en la política urbana. Arxius de sociología, 10, 137-158.

Sebastian Solanes, Raúl Francisco (2012). La comercialización del deporte desde la ética de la competición deportiva. Veritas, 26, 83-105. https://doi.org/10.4067/s0718-92732012000100004

Sillitoe, Alan (1959). La Soledad del corredor de fondo. Barcelona: Debate.

Simon, Robert, Torres, Cesar & Hager, Peter (2014). Fair Play. The ethics of sport. Boulder: Avalon Publishing.