Ciencia ficción política y construccionismo

Political Science Fiction and Constructionism

  • Carlos Andrés Sánchez Jaramillo
  • Nelson Molina Valencia
Este artículo establece relaciones entre la construcción de la realidad y una forma de ciencia ficción de corte político, en las que prima la creación de mundos posibles, reales o no reales. Sabiendo que la ciencia ficción es una forma de explorar al ser humano a través de la pregunta: “qué pasaría sí”, con lo que imagina futuros y presentes diferentes. Para establecer la relación entre los elementos planteados, se emplean fragmentos de obras de ciencia ficción de corte político, cruzando conceptos sobre la cancelación de verdades universales, y aprovechando aspectos del relativismo y el construccionismo. Para concluir que la Ciencia Ficción de corte Político opera como una forma de construcción de la realidad.
    Palabras clave:
  • Ciencia ficción
  • Construcción de la realidad
  • Relativismo
  • Construccionismo
This article establishes relations between the construction of reality and a form of science fiction of political cut, in which the creation of possible worlds, real or not real. Knowing that science fiction is a way of exploring the human being through the question: “what would happen if”, whit what imagining different futures and different presents. In order to establish the relationship between the elements proposed, fragments of works of science fiction of political cut are used, crossing concepts about the cancellation of universal truths, and taking advantage of aspects of relativism and constructionism. To conclude that Political Science Fiction works as a form of construction of reality
    Keywords:
  • Science Fiction
  • Construction of the Reality
  • Relativism
  • Constructionism

1 Introducción

En este artículo discutimos la construcción de la realidad a partir de la ciencia ficción, en especial aquella de mayor corte político, que optaremos por llamar Ciencia Ficción Política (CFP), teniendo en cuenta que la ciencia ficción describe la posibilidad de otros mundos o de otras formas de comprender éste, con lo que consideramos, comparte ciertos aspectos con formas de construcción de la realidad, lo que nos lleva en este artículo, a revisar referentes de la CFP, con el fin de establecer conexiones con postulados del construccionismo.

El tejido de argumentos que presentamos se sustenta en una propuesta de análisis documental que se pregunta si todas las versiones de la realidad son ficcionales y que al revisar algunos contenidos de la literatura de CFP —frente a argumentos del construccionismo— propone un análisis que no se limita al campo de la psicología social, las humanidades, las ciencias sociales o la literatura, pues consideramos que se trata de un análisis político en general, que busca puntos de unión entre elementos, explícitamente no relacionados y cuya adscripción disciplinar es mejor que sea definida por quien lea esta propuesta.

Para discutir la relación entre elementos de la CFP y la construcción de la realidad, se hace necesario establecer qué se entiende por tales conceptos.

Así, para Alfonso Muñoz (2009), la ciencia ficción es una forma de explorar al ser humano, sus sentimientos y producciones, colocándolo en un mundo diferente al propio, trastocando los supuestos que rigen la cotidianidad, con el fin de verse fuera de sí mismo y comprenderse de otra manera.

De hecho, la ciencia ficción hace una crítica a las posibles consecuencias de la vida que estamos llevando, a través de un mundo imaginado, contrastando ambas realidades, asumiendo un mundo real y otro ficticio, presentando lugares o eventos no cotidianos que desfiguran lo real, originando una sociedad imaginada pero convincente.

Desde esta perspectiva, la ciencia ficción permite acceder a sí mismos a través de elementos que, para Adolfo Vásquez Rocca (2007), son la simulación, la imaginación y el engaño, aunque para Thomas Pavel (1986/1995), el mundo de la ficción y el real se cruzan, debido a la combinación de elementos posibles para ambos mundos, aunque buena parte de la ciencia ficción ha surgido de la modernización, la industrialización, la redefinición de la idea de progreso centrado en lo tecnológico y la mecanización de la economía. Elementos que escritores y académicos han criticado, mientras otros tantos han alabado.

Lo que nos lleva a afirmar, como lo hace Antonio Pantoja (2012), que la ciencia ficción trata sobre lo que puede ser posible bajo determinadas circunstancias, que es la

misma idea del escritor Philip Dick, quien decía que la ciencia ficción es la transformación de un mundo real en otro mundo que aún no existe.

Y es que la ciencia ficción es una proyección de la vida, basada en argumentos y combinaciones narrativas del presente, no en vano Pablo Capanna (2008), plantea que este género se centra en formas que hasta el momento no se habían explorado, por lo que pueden llamarse ficciones.

Estos aspectos son, probablemente, los que le permiten a Miquel Barceló (1990), definir la ciencia ficción como:

Una rama de la fantasía caracterizada por el hecho que facilita la suspensión voluntaria de la incredulidad por parte de los lectores, al presentar una atmósfera de credibilidad científica gracias a la especulación imaginativa en los campos de las ciencias físicas, el espacio, el tiempo, las ciencias sociales y la filosofía. (Barceló, 1990, p. 25)

Se trata pues, como lo afirma Barceló (1990), de especulaciones que suceden debido a la suspensión momentánea de la lógica y la aceptación de situaciones imaginarias, que son acompañadas por explicaciones aparentemente científicas, lo que permite ampliar su definición de la siguiente manera

Un género que desarrolla su argumento de forma coherente según premisas pretendidamente plausibles con los conocimientos científicos que se poseen en la época en que se creó la obra y que, o difieren notablemente de algún aspecto concreto de la realidad tal y como es (o de su pasado tal y como fue), o sugieren un hipotético futuro derivado de tal realidad. (Alt+64-Enciclopedia de Ciencia Ficción, 2012, párrafo 1)

2 Consideraciones sobre ciencia ficción política

La ciencia ficción, entonces, tiene que ver con “las cosas que le ocurren a los humanos en situaciones de cambio y mutación, interna y externa […] siendo cualquier obra que sea capaz de responder al interrogante qué ocurriría sí” (Vel Hartman, 2006, p. 7), de hecho, la posibilidad de responder a dicha pregunta es uno de los elementos que puede relacionarse con la construcción de la realidad, pues implica la movilización del límite de lo imaginado a lo posible.

Esto puede encontrarse en la novela Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley (1932/1998), de la que sus editores de la versión mexicana de 1998 afirmaban:

Representa una evolución clave de la ficción literaria […] encarna el modelo actual de Distopía, visión en negativo de la Utopía, donde lo político y lo científico se unen para generar solamente lo peor. Un lugar donde se reunía un estado médico que selecciona a los niños, los forma dentro de sus moldes, para así controlar a la sociedad desde la raíz de sus deseos. (Editores Edivision, en Huxley, 1932/1998, p. 13)

Así, podemos ver que la ciencia ficción, al mostrarnos otros mundos posibles, intenta tener cierto carácter predictivo, pues presenta posibilidades que lentamente se han vuelto reales. Para evidenciar esta idea basta con citar a Isaac Asimov (1950/1986), quien afirmaba:

La ciencia ficción tiene ciertas satisfacciones peculiares. Es posible que al tratar de expresar la tecnología del futuro se acierte, si después de haber escrito una historia se vive lo bastante, se puede tener la satisfacción de comprobar que tus profecías eran razonablemente acertadas y que a uno se le considere como un profeta menor. (Asimov, 1950/1986, p. 5)

Ejemplos de tal predictibilidad pueden encontrase en obras de Jules Verne, Herbert George Wells, Isaac Asimov, Arthur Clark y Philip Dick. De hecho, el mismo Asimov, en la Feria Mundial de Nueva York de 1962, propuso varios escenarios posibles que extrajo de obras de ciencia ficción, propias y ajenas, obteniendo un conjunto de realizaciones que superaron la virtualidad y que hoy son escenarios presentes e incluso pasados.

En 50 años, la gente escuchará y verá a su interlocutor a través del teléfono convencional […] La pequeña pantalla no solo servirá para conversar, sino también para consultar documentos y guardar fotografías. Con la gran cantidad de satélites artificiales en el espacio, además, se podrá llamar a cualquier lugar del mundo. ¡Ja! ¡Ojalá que estuviéramos en el 2014 ya mismo! (Villalobos, 2014, párrafo 12)

En el mismo artículo, Roberto Villalobos (2014), cita otros ejemplos de predictibilidad, hechos por Asimov en 1962, como los siguientes.

En el campo de la Medicina, se habrán inventado aparatos para reemplazar corazones o riñones con problemas. La esperanza de vida al nacer, en algunas partes del mundo, se elevará a 85 años (Villalobos, 2014, párrafo 15)

Pero no todas son buenas noticias. El planeta tendrá reveses en la medida en que su tecnología avance. El problema principal será la contaminación. (Villalobos, 2014, párrafo 17)

Retomando la idea de predictibilidad en la ciencia ficción, hay una pequeña e interesante extrañeza colombiana, la novela Barranquilla 2132, de José Antonio Osorio, escrita en 1932, afortunadamente reeditada en 2011, donde se incluye este fragmento

Las maquinas lo hacían todo. Pero no era posible obtener lo que hacían las maquinas. Las antiguas teorías habían establecido que los hombres podrían encontrar la felicidad definitiva cuando no les fuera preciso trabajar, cuando todo pudiera lograrse mecánicamente […] Pero, no pudieron evitar que un día las maquinas constituyeran la desventura definitiva. (Osorio, 1932/2011, p. 44)

A este proceso, de presagiar futuros y pensar pasados posibles Adolfo Vásquez (2007), lo denominó ficcionalización, siendo el medio por el cual se convierte la realidad en ficción, favoreciendo el surgimiento de la curiosidad, la invención y permitiendo trascender los límites del conocimiento.

La ficcionalización, así como la vinculación de temas relacionados con el poder, han llevado a Capanna (2008), a afirmar que la ciencia ficción excede la literatura, pues como género literario configuró el imaginario sobre el futuro durante todo el siglo XX, ya que al establecerlo a través de imaginaciones también ayudó a construirlo.

Y aunque hay múltiples formas de ciencia ficción que van desde la ópera espacial, como la novela Galactica, de Glen Larson y Robert Thuston (1978/1979), al ciberpunk, como la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip Dick (1968/2008); sin embargo, en este artículo, enfatizamos en aquella forma que denominaremos Ciencia Ficción Política (CFP), y que comprende obras ficcionales, literarias y cinematográficas, en las que los dispositivos materiales, operativizados en las ciencias sociales y exactas, ejercen poder, control y vigilancia sobre sus protagonistas, virtualizando los descubrimientos científicos, haciendo que su elemento clave sea el poder y cómo se coloca en funcionamiento.

Dentro de la CFP pueden incluirse obras literarias como: Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932/1998); Barranquilla 2132 de José Antonio Osorio (1932/2011); 1984 de George Orwell (1950/1983); Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (1953/2002); El hombre en el castillo de Philip Dick (1961/2010); y Neuromante de William Gibson (1984/2012); y obras cinematográficas como Blade Runner (Deleey y Scott, 1982), y Gattaca (DeVito y Niccol, 1997), por solo nombrar algunas.

También, hay que decir que la ciencia ficción no trata únicamente sobre el futuro, pues no toda es futurista ni sobre máquinas, por lo que no puede confundirse con tecnologización o futurismo, aunque siempre trata sobre mundos posibles y puede ser pensada como una forma de construcción de la realidad a través de alternativas utópicas, distópicas y ucrónicas, entendidas como imaginaciones, sobre un futuro diferente o un pasado distinto al existente.

De hecho, la enciclopedia de ciencia ficción Alt+64 (2012), define Utopía como un escenario social ideal, irrealizable e inalcanzable y le da por antónimo Distopía, que aborda lo indeseable y alienante, usualmente en relación con la tecnificación excesiva o el uso bélico de la ciencia, y que surge como crítica al futuro positivista producto de la modernidad y el advenimiento de la ciencia exacta como único marco de referencia para el desarrollo y el progreso; por lo que en las obras distópicas se presenta la ciencia, no como salvadora, sino como herramienta de opresión y dominación.

Ejemplos de distopías son la novela 1984, de Orwell (1950/1983), tal vez una de sus novelas más famosas y la distopías más conocida. Otra novela, menos conocida pero igual de influyente, es Nosotros, de Yevgeni Zamiatin (1924/2010), basada en la Rusia de la revolución comunista, en la que una sociedad futura es contralada represivamente por el Estado Único a través de la destrucción de la intimidad y la aniquilación de la individualidad.

Dicen que la novela de Zamiatin sirvió de inspiración a Orwell para escribir 1984, y aunque son bastantes los paralelismos que pueden encontrarse en ambas, cada una tiene una propuesta distópica diferente, de hecho, en uno de los fragmentos de Nosotros, Zamiatin muestra el reemplazo de la individualidad por una colectividad opresiva.

Cada mañana nosotros, una legión de millones, nos levantamos como un solo hombre, todos a una misma hora, a un mismo minuto. Y a un mismo tiempo, todos, como un ejército de millones, comenzamos nuestro trabajo y al mismo tiempo lo acabamos. Y así fusionados, en un solo cuerpo de millones de manos, llevamos todos al unísono, en un segundo determinado por la Tabla de las Leyes, la cuchara a los labios, y al mismo segundo paseamos, nos reunimos en torno a los ejercicios de Taylor en los auditorios y nos acostamos. (Zamiatin 1924/2010, p. 29)

Estos elementos ficcionales nos han permitido definir, de manera amplia, la ciencia ficción, y lo que vamos a entender por ciencia ficción política, permitiendo a su vez, establecer puntos de unión con el construccionismo.

3 Construccionismo y su relación con la ciencia ficción política

Si hemos considerado la ciencia ficción como una forma de construcción de la realidad basada en condiciones de posibilidad efectivas, y que puede responder a la pregunta “qué pasaría si…” entonces, se pueden establecer relaciones específicas con el construccionismo y sus principales premisas, entendiendo que el construccionismo:

No se circunscribe a un área específica de conocimiento ni campo de aplicación de la psicología, sino que está en condiciones de abordar preguntas acerca de la sociedad y la interacción humana siempre y cuando se adopten, como puntos de partida, la puesta entre comillas de la objetividad de la realidad, se asuma que todo conocimiento acerca de ella (la realidad), es producto de una ubicación histórica atravesada por un conjunto de intereses de aquellos quienes construyen ese saber, y que el lenguaje demarca la constitución de todos los fenómenos que pudiésemos llamar psicológicos, sociológicos, antropológicos, históricos e incluso filosóficos. (Molina, 2012, p. 6)

Y es que el construccionismo reconoce la existencia de múltiples mundos posibles que pueden hacerse reales, al igual que la ciencia ficción, la cual permite que a través de sus ficcionalidades emerja lo real, dando cuenta de un presente concreto, un pasado imaginado y/o un futuro ideado. Un ejemplo puede extraerse de la novela Barranquilla 2132, de Osorio.

Rogers se detuvo suavemente sobre la terraza de El Sol, que emergía por su altura sobre los edificios que lo rodeaban. Luego descendió a las habitaciones de J. Gu. Estaba el periodista reclinado en cómodo sillón y sostenía en sus rodillas un tablerito que movía con destreza. Esta es la máquina de escribir —Explicó ante la mirada interrogante de Rogers— Ahora se escribe por sílabas, no siempre sale bien la ortografía, pero algo hay que sacrificar a la comodidad. Rogers observó el funcionamiento del aparato. Sobre una mesa situada más allá había un mecanismo que rodaba silenciosamente, trazando líneas sobre el papel. Ni un ruido delataba aquella actividad, que Gu provocaba desde el sillón, en aquel tablero que no pesaba medio kilo y funcionaba bien en cualquier posición. (Osorio, 1932/2011, p. 58)

Osorio, 80 años atrás, muestra dos aspectos claves para este artículo: 1). Un futuro imaginado con muchos años de antelación, que se hace actual influyendo virtualmente en la creación de ese mismo futuro, y 2). La interdependencia, cada vez más cotidiana, entre máquinas y seres humanos. Relación humanos-maquinas que puede encontrarse en la película Her (Barnard y Jonze, 2013), y en la que se reflejan relaciones que también pueden hallarse en la Teoría del Actor Red (ANT, por sus siglas en ingles), perspectiva de autores como Michael Callon, Bruno Latour y John Law.

De hecho, la ciencia ficción, en especial aquella de mayor contenido político, supone actualizaciones del presente, moviéndose desde la narrativa de ensoñación utópica a críticas distópicas de la realidad, la ciencia y la tecnología, proponiendo mundos diferentes, en los que, aprovechando recursos literarios o cinematográficos, se transforman las relaciones entre personas y objetos, permitiendo ver el pasado o el futuro de un modo distinto.

Frente a las construcciones posibles de la ciencia ficción, en especial aquella de mayor corte político, se presenta la realidad, que según Peter Berger y Thomas Luckman (1979/2011), es construida y promovida a través del lenguaje, siendo dependiente de la interacción y permitiendo movilizar valoraciones, subjetividades y objetivaciones.

Un ejemplo podemos encontrarlo, en la novela Un mundo feliz de Huxley (1932/1998), en la que se narra cómo la libertad y la intimidad desaparecen en un mundo controlado por la ciencia y la tecnología, en el que los seres humanos son producidos en serie bajo parámetros de calidad, mientras las drogas se han institucionalizado para facilitar el control de la población. Pero, ¿eso hace que sea un lugar feliz? Ese futuro distópico también puede leerse en Barranquilla 2132.

— Y esa posibilidad de la superpoblación. Usted me ha dicho que fue, quizás, la superpoblación uno de los factores de la gran crisis del año 2000. ¿No puede, dentro de algunos siglos, repetirse el origen de malestar?

— No —respondió el periodista— Existen disposiciones adoptadas por la Asamblea Universal y aceptadas por todo el mundo, que señalan el índice máximo de población. Para llegar a ese resultado, se han establecido divisiones imaginarias de núcleos de población compuestos por algunas ciudades limítrofes y se ha señalado un máximo de habitantes para ese núcleo. Esto no puede realizarse sin estudios detenidos sobre las posibilidades de la tierra, sobre la capacidad industrial, sobre la amplitud geográfica del transporte…

— Entonces la natalidad…

— La natalidad está limitada —completó el periodista—. Cada ciudad debe sostener una clínica para prevenir excesos de natalidad. Además, solo pueden tener hijos los individuos perfectamente conformados, previos exámenes de extraordinaria minuciosidad por parte de médicos. (Osorio, 1932/2011, pp. 69)

De hecho, si la realidad tiene que ver con las formas en las que se genera socialmente, entonces la ciencia ficción, en especial la de mayor contenido político, puede relacionarse con las bases epistemológicas del construccionismo planteadas por Nelson Molina (2012), las cuales son: antiesencialismo, relativismo, cuestionamiento de verdades y determinación cultural e histórica del conocimiento. Esto debido a que el construccionismo cuestiona lo asumido como real, proponiendo que el lenguaje influye en lo real, con lo que no hay realidad que no pase por el lenguaje, permitiendo la relativización y resignificación de la noción única de verdad.

Un ejemplo de esta idea de lenguaje creador de realidad puede leerse en 1984, la novela de Orwell, en la que se narra un mundo distópico controlado por intereses gubernamentales que define lo bueno y lo malo, estableciendo, de esa manera, lo verdadero y lo real.

Nosotros, Winston, controlamos la vida en todos sus niveles. Te figuras que existe algo llamado la naturaleza humana, que se irritará por lo que hacemos y se volverá contra nosotros. Pero no olvides que nosotros creamos la naturaleza humana. Los hombres son infinitamente maleables. O quizás hayas vuelto a tu antigua idea de que los proletarios o los esclavos se levantarán contra nosotros y nos derribarán. Desecha esa idea. Están indefensos, como animales. La Humanidad es el Partido. Los otros están fuera, son insignificantes. (Orwell, 1950/1983, p. 130)

Este ejemplo permite recordar que el mundo social es producto de procesos anclados en el lenguaje y que la realidad no es independiente de lo que decimos, hacemos o sabemos de ella, de hecho, en la misma novela, hay un fragmento, que en su época fue ciencia ficción pero que hoy es más que cotidiano.

La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la Policía del Pensamiento para controlar un hilo privado. Incluso se concebía que los vigilaran a todos a la vez. Pero, desde luego, podían intervenir su línea cada vez que se les antojara. Tenía usted que vivir —y en esto el hábito se convertía en un instinto— con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados. (Orwell, 1950, p. 2)

Sin embargo, no toda la ciencia ficción es sobre el futuro, pues también existen las Ucronías, reconstrucciones lógicas de un evento no sucedido pero que podría haber sido, convirtiéndose en narraciones de realidades no existentes, por eso suelen ser llamadas historia virtual, alternativa o contrafáctica, y buscan responder la pregunta ¿qué hubiera pasado si…? Lo que no es más que:

Una pregunta que casi todos nos hemos planteado en algún momento de nuestra vida a propósito de las posibles consecuencias derivadas de haber adoptado, en un momento cronológicamente anterior, una decisión diferente de aquella por la que en ese momento nos inclinamos y que, por tanto, hubiese encaminado nuestra trayectoria vital posterior por un rumbo distinto en términos laborales, académicos, familiares, sentimentales, etc. (Roese, 1994. Citado por Pelegrín, 2010, p. 2)

En la actualidad cinematográfica la ucronía más famosa puede ser: Inglourious Basterds, traducida en algunos países como Malditos Bastardos o Bastardos sin gloria, película alemán-estadounidense (Bender y Tarantino, 2009), en la que se cuenta la muerte de Hitler, y buena parte de la cúpula nazi, a manos de un grupo de soldados judíos estadounidenses infiltrados en la Francia ocupada por el nazismo.

En el mundo literario, la ucronía más famosa puede ser El hombre en el castillo, de Philip Dick (1961/2010), y en la que el Eje ganó la Segunda Guerra Mundial, por lo que los países del Pacifico son controlados por el imperio japonés, los del Atlántico por el nazismo y los del Mediterráneo por el fascismo italiano; uno de sus fragmentos narra:

En cuanto a África… Allí se habían dejado llevar por el entusiasmo y habían puesto lo mejor de sí mismos, no era posible dejar de admirarlos, aunque hubiese sido más prudente quizá esperar un poco, hasta que se completase el proyecto Granjas, por ejemplo. Allí los nazis habían mostrado todo su genio, su fondo de artistas. El mar Mediterráneo embotellado, secado, transformado en campos de labranza mediante el auxilio de la energía atómica… ¡qué imaginación! […] en verdad la experiencia de África casi había tenido éxito […] En cuanto a La Solución Final del Problema Africano, hemos alcanzado casi nuestros objetivos. (Dick 1961/2010, p. 32)

Incluso, en la enciclopedia virtual de Ciencia Ficción Alt+64 se presenta como ejemplo de Ucronía, el caso del historiador romano Tito Livio, quien en el siglo I a.C. escribió La Historia de Roma desde su fundación. El texto imagina cómo se hubiera desarrollado el mundo si las conquistas de Alejandro Magno hubieran iniciado hacia el Oeste, en Roma, y no hacia el Este. Pero, no es la referencia más antigua a una Ucronía, pues:

Los primeros testimonios conocidos de formulación de propuestas contrafácticas en el ámbito de la historia han llegado en escritos de algunos de los más importantes historiadores de la Antigüedad griega y romana. Heródoto en las Historias (V a.C.), y Tucídides en Historia de la Guerra del Peloponeso (V-IV a.C.), coinciden en destacar el importante papel desempeñado por Atenas durante las Guerras Médicas, planteando cómo, si sus ciudadanos se hubiesen rendido Al Gran Rey, los persas habrían conseguido derrotar a los Griegos. (Pelegrín, 2010, p. 5)

Aunque las narraciones contrafácticas son de hace siglos, el término Ucronía sólo surgió en 1857 cuando el filósofo francés Charles Renouvier, en su libro Uchronie la definió como “lo que no tiene tiempo, lo que no está alojado en el tiempo, y, en particular, en el tiempo histórico… suponiendo la posibilidad de un cambio radical de la historia por la más ligera desviación de su curso” (Pelegrín, 2010, p. 6).

Estos ejemplos, literarios y cinematográficos, así como los elementos conceptuales que se han ido presentando, permiten establecer que las ideas reflejadas en distopías y ucronías dan cuenta de formas de poder apoyado en una ciencia tecnológicamente avanzada que facilita el control de diversos aspectos de la vida, tanto social como privada de los personajes, llevando a establecer lógicas de dominación.

Un aspecto interesante en este tipo de obras, es que muestran un sujeto oprimido e instrumentalizado, atrapado en un contexto subyugador, opresivo, al que se le es negada la individualidad, donde el valor del ser humano está dado por su capacidad productiva y/o militar, facilitando así procesos de poder y dominación absoluta.

Estas formas de poder, narradas en las obras de CFP, dan cuenta de mundos posibles, positivos o negativos, en los que se relativiza la realidad y se cancela la idea de una verdad universal, lo que implica:

La negación de la existencia de fundamentos últimos del saber, a la existencia de ideas claras que den certeza al conocimiento mismo, o a la presencia de una facultad infalible que garantice el proceso de conocimiento (la racionalidad), o de facultades racionales con pretensiones de universalidad. (Olivos, 2009, p. 5)

Y es que lo que llamamos verdad, no solo es relativo a cada contexto especifico, sino que depende de cada momento sociohistórico, político y cultural, puesto que lo denominado realidad se construye con el otro, por el otro, para el otro y en relación constante con los otros, por eso es que según Harré y Krausz (1996, citado por Olivos, 2009):

Las tesis principales del relativismo son una postura escéptica y una permisiva, la primera hace referencia a que ningún punto de vista es privilegiado, ninguna descripción es verdadera y ningún criterio de valor es válido; y la segunda a que todos los puntos de vista son igualmente privilegiados, todas las descripciones son verdaderas y todos los criterios de valor son igualmente válidos. (Olivos, 2009, p. 3)

Al no aceptar verdades absolutas, y colocar en duda cualquier postura, el relativismo se opone a la ciencia exacta como marco de referencia, lo que también sucede en la CFP, no en vano los editores de Un mundo feliz, en 1998, afirmaban que:

Después de un siglo de continuos progresos es necesario detenerse para considerar la función correcta de la ciencia y la tecnología. La ciencia es una creencia y no debe imponerse sobre las demás, sin embargo, se ha convertido en un dogma con el apoyo de la economía y el Estado. Ciencia y tecnología parten de la creencia que la comprensión de la naturaleza implica el dominio de ésta por parte del hombre. (Editores Edivisión, 1998, en Huxley, 1932/1998, p. 7)

Si la ciencia no es absoluta, entonces la realidad tampoco es un elemento dado por sentado, es por esto que Philip Dick, en una de sus apariciones públicas en los 70s, sostuvo que la herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras, lo que da paso a la afirmación de la existencia de múltiples mundos posibles, a travesados por realidades múltiples, que dependen de su propio espacio y tiempo y que son mediados por el lenguaje. Tal vez por esto es que Molina (2012), afirma que:

Realidad y todos los fenómenos que podemos distinguir en ella, no son otra cosa que un producto de la manera como han sido nominados, apropiados en la acción, y por la manera en la que nos hemos relacionado con ellos (Molina, 2012, p. 3)

De hecho, no estaría de más recordar a Jorge Luis Borges, quien, al referirse a Ray Bradbury, autor de Fahrenheit 451 y crónicas marcianas, afirmaba:

¿Cómo pueden tocarme estas fantasías de manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar), es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo “fantástico” o a lo “real”, a Macbeth o a Raskolnikov, o a la invasión a Marte. (Borges, 1954. Citado en Bradbury, 1950/2009, p. 9)

Si la realidad depende del lenguaje, entonces, es atravesada por la comunicación, no en vano Kenneth Gergen (1994/1996), afirma que el elemento fundamental de nuestra existencia es la comunicación, ya que es a través suyo que interactuamos con los demás.

Hay que tener en cuenta, además, que el lenguaje es producto de la realidad objetivada, pero que también la produce, haciendo que lenguaje y realidad sean elementos interdependientes de la construcción social, siendo incapaces de existir por separado; y si el lenguaje permite crear conocimientos, entonces es la estructura social, también creada por este, la que los distribuye a través de procesos como la socialización, ya que:

No podemos vivir sin interpretar constantemente, sin producir o atribuir significados, tampoco tenemos otra alternativa que la de vivir desde dentro de un entramado de valores y de opciones normativas. Ello, aunque sólo sea porque estamos hechos de una red de deseos, necesidades, preferencias y objetivos a corto y largo plazo, que incorporan necesariamente valores como elementos constitutivos de su propio tejido. (Ibáñez, 2005, p. 50)

Todo lo cual nos permite afirmar que la vida es un acontecimiento narrativo en el que se comparten sucesos a través de relatos, argumento retomado por José Morales (2005), quien recordando a Gergen, dice que el acontecer narrativo define la realidad, a través de la interacción social, con lo que la realidad cotidiana, pero también la de laboratorio o la literaria, no es más que una construcción de nuestra interacción con el otro, pues, como lo afirma Tomás Ibáñez (2005), “son las relaciones las que engendran los objetos, los seres y los actos, nunca lo contrario” (p. 199).

Esta noción de realidad creada a través del lenguaje, nos remite a otro ejemplo extraído de la CFP que puede encontrarse en la novela Un mundo feliz:

Silencio, silencio, murmuraba un altavoz cuando llegaron al piso decimocuarto, y silencio, silencio, repetían infatigablemente los altavoces, a intervalos regulares, a lo largo de cada corredor. Los estudiantes y hasta el propio Director comenzaron a andar de puntillas automáticamente. Eran Alfas, naturalmente, pero hasta los propios Alfas se les acondicionaba bien, “silencio, silencio”. Todo el ambiente del piso catorce vibraba con tal imperativo categórico. Cincuenta metros recorridos en puntillas los llevaron a una puerta que el Director abrió cuidadosamente. (Huxley, 1932/1998, p. 41)

Y es que la objetividad y la racionalidad son producciones sociales derivadas de su contexto, que al colocar en cuestión la construcción social de las ciencias y de toda forma de interacción social, permite la emergencia de la virtualidad, entendida como “aquello que existe en potencia pero no en acto. Lo virtual tiende a actualizarse, aunque no se concretiza de un modo efectivo o formal” (Levy, 1995/1999, p. 17).

Es decir que la virtualidad es la potencialidad para ser; lo que incluye la descripción de un mundo que aún no es posible pero que puede serlo; haciendo que toda interacción social sea, en principio, virtual, pues tiene posibilidades de ser. Esto mismo sucede en la ciencia, y en la ciencia ficción con mayor razón, pues se construyen desde el mundo de las posibilidades.

De hecho, la virtualidad en tanto potencialidad y posibilidad, planteada por Levy (1995/1999), solo es posible debido a la subjetividad, ya que:

Lo virtual solo aparece con la entrada de la subjetividad humana en la secuencia textual, cuando del mismo momento surgen la indeterminación del sentido y la propensión del texto a significar. Tensión que resolverá la lectura mediante una actualización, es decir, una interpretación. (Lévy, 1995/1999, p. 39)

Desde esta perspectiva, lo virtual tiende a favorecer el futuro, ideándolo e imaginándolo y como lo dice Ibáñez (2009), pensar el futuro es un acto de imaginación, pues solo a través de la imaginación nos acercamos al futuro, que no puede existir sin imaginación, pues ante la ausencia de la capacidad imaginadora solo nos quedan presentes constantes.

Incluso, se puede retomar el prólogo de 1984, escrito por Manuel Vásquez de Montalbán en 1983, donde hay un fragmento bastante desalentador pero altamente revelador.

No está prohibido leer en la actualidad, pero el leer está condicionado por las organizaciones de la vida y por las intenciones de la industria de la cultura, sea del mercado librero, sea estatal. La cultura en 1983, y supongo que en 1984, está organizada para alienar, porque tiene como fetiche la mercancía en occidente o la capsula de verdad oficial en los países socialistas (Vásquez de Montalbán, en Orwell, 1950/1983, p. VII)

Y es que manteniendo la categoría de la CFP, se puede afirmar que las distopías son otra forma de lo virtual, pues tratan de un futuro al que se esperaría no llegar, pero al que cada vez nos parecemos más, ejemplos son: el Estado Mundial de Un mundo feliz, de Huxley (1935/1998), cada vez más parecido a las multinacionales farmacéuticas que deciden sobre el bienestar y malestar de los grupos humanos o los bomberos de Fahrenheit 451, de Bradbury (1953/2002), demasiado parecidos a las policías políticas de los regímenes totalitarios y a las de otros supuestamente democráticos, de la que podemos citar un fragmento, que acentúa dicho punto.

Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces, todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No lo resistiría ni un minuto. Y Así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero, ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueces y ejecutores. Eso eres tú, Montag. Y eso soy yo. (Bradbury, 1953/2002, p. 68)

4 A manera de conclusiones

Estos elementos presentados permiten afirmar que “los textos de ficción poseen cierta unidad discursiva, y para sus lectores los mundos que describen no están escindidos necesariamente según la división ficción/realidad” (Pavel, 1995, p. 29), puesto que tratan de aquello que es posible bajo determinadas circunstancias, claro está, que lo objetivamente posible depende de la subjetividad de cada cual, no en vano Philip Dick, solía decir que la ficción es la transformación de un mundo real en otro mundo que aún no existe, no en vano

Los que leemos ciencia ficción, lo hacemos por que amamos la experiencia que supone la reacción en cadena de las ideas que tienen lugar en nuestras mentes por lo que hemos leído; así, el propósito final de la mejor ciencia ficción es la colaboración entre el autor y el lector, una colaboración en la que ambos son creadores, y disfrutan de ello: el disfrute es el ingrediente esencial y definitivo de la ciencia ficción, el disfrute del descubrimiento de las cosas nuevas (Dick, citado por Vel Hartman, 2006, p. 39).

Lo que nos devuelve al construccionismo, que acepta la posibilidad de múltiples realidades al concebir lo real como un espacio de invención, un espacio por llenar, creado y recreado constantemente a través de la posibilidad, la virtualidad del contacto con el otro, y por supuesto de la imaginación, la narración y la ficcionalidad.

Todo lo que nos lleva a afirmar que la realidad es un espacio de ficción, de ciencia ficción y en algunos casos, de ciencia ficción política, no en vano está atravesada por la inventiva, que según Pantoja (2012), es la base de cualquier narración, ya que toda inventiva genera innovación que sólo ve sus frutos en el futuro, lo que hace que realidad y ciencia ficción sean más cercanas de lo que parece.

Y es que la ciencia ficción, en especial aquella de mayor corte político, se configura como una forma de creación e incluso de recreación de la realidad, mediada por el lenguaje y la interacción con los demás, lo que favorece una realidad plagada de inventiva y de construcciones cada vez más ficcionales, que se han hecho tan frecuentes que no se discuten sus orígenes.

Sobra ver la cantidad de elementos relacionados con lo tecnológico salidos de series de televisión, películas o libros del género, ejemplos hay montones, por solo citar algunos referenciaremos dos: los dispositivos móviles y tabletas táctiles aparecidas en la serie Star Trek hace más de 40 años y el concepto de ciberespacio, ahora absolutamente cotidiano, inventado por William Gibson para su novela Neuromante (1984/2012).

De hecho, podemos ir más allá y decir que cualquier relato, por más histórico que sea o científico que pretenda serlo, puede ser entendido como un relato de ciencia ficción, pues está mediado por mundos posibles, no en vano para Vásquez (2007), aquello que denominamos mundo real, es solamente uno entre tantos posibles, ya que es atravesado por infinidad de sub-universos que organizan de manera diferente sus sistemas de realidad, por lo que aquello que consideramos mundo actual no es más que una alternativa, en el que el límite entre ficción y no-ficción, realidad e irrealidad, ciencia y ficción política se disuelve, quedando en entre dicho conceptos como verdad y ciencia.

Lo que afirmamos nos conduce a que la ciencia ficción, en especial la de mayor corte político, trata sobre los mismos temas que se discuten en los volúmenes de filosofía, economía o ética, pues sus temas son iguales a los de la CFP, pues, aunque tengan una forma retórica diferente, las obras teóricas y las de CFP, tratan sobre: poder y control, producción y economía, dominación y libertad, manipulación y liderazgo, guerra y paz, vida y muerte, bien y mal, y tantos otros temas posibles.

Y es que la ficción es el mundo de lo que pudo ser y nunca fue, pero también, de lo que pudo no ser, pero sí fue, es el mundo de las posibilidades y como lo ha dicho Vásquez (2007), la ficción se hace posible porque podría llegar a suceder, aunque aún no haya ocurrido y ni se sepa si ocurrirá.

De hecho, la extrañeza de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil, sino lo siempre posible de la realidad narrada ficcionalmente.

Así, la CFP no es más que otro producto de la construcción de la realidad hecha a través del lenguaje, incluso, desde la perspectiva que hemos expuesto, no es descabellado pensar que la realidad construida actualmente, no es más que otro producto de ciencia ficción política.

Al final, estamos ante una forma de ver, entender y crear el mundo, distinta a la que nos hemos acostumbrado formalmente a ver, una forma de hacer mundo desde la ficcionalización, con la que creamos y recreamos la realidad constantemente y que nos permite preguntarnos si ¿vivimos un mundo real ficticio?, ¿con cuáles referentes posibles?

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