Manuel Alcántara y Santiago Mariani (2016) La política va al cine. Tecnos. ISBN: 978-84-309-6869-5
Hoy en día existen una serie de libros que intentan, bajo la honorable égida de enseñar divirtiendo, resultar interesantes a los alumnos que cada vez pueblan menos nuestras aulas universitarias. Es evidente que el alumno actual, dada la terrible incertidumbre económica que se ha instalado hace algunos años en nuestras sociedades, ya no viene tan motivado como antaño pues piensa, no sin razón, que el acabar una titulación universitaria con brillantez, y el escribir y hablar con fluidez el inglés, no significa tener asegurado un buen futuro profesional. Por ello, hoy más que nunca es necesario que el profesor motive al alumno, y una forma inmejorable de lograrlo es intentar comentar conceptos importantes de su asignatura vinculándolos a alguna de las aficiones de sus estudiantes. Parece, en ese sentido, que el cine sería el instrumento idóneo para ello.
Manuel Alcántara y Santiago Mariani han coordinado una obra coral, en la que los autores que firman sus capítulos reflexionan sobre el cine y la política con la férrea convicción de que el cine, como arte por antonomasia del siglo XX, es un mecanismo imprescindible para comprender en profundidad la política. Los coordinadores han dado plena libertad a los autores sobre el contenido de sus capítulos, limitándose a homogeneizar la forma de los mismos. Es de agradecer, en cuanto a este aspecto formal, que en este libro se hayan incluido solamente las notas bibliográficas necesarias y a pie de página, además, lo que facilita y agiliza, en gran medida, la lectura, frente a esa costumbre extendida en no pocas editoriales de llevar las notas bibliográficas al final del libro, a pesar de que dificulten y, en no pocos casos, disuadan de su lectura.
Quizá un aspecto no muy positivo para algunos lectores en esta obra notable, interesante y amena es que, a causa de esa libertad temática, no existe un auténtico hilo conductor a lo largo del libro, más allá de la reflexión política enmarcada en alguna obra cinematográfica, pero que queda salpicada de conceptos, ideas y reflexionas dispersas: a saber, y sin ánimo de ser exhaustivo, hay algún capítulo, por ejemplo, dedicado a la obra cinematográfica de un director de cine —Complejidad, subjetividad y poder en el cine de Stanley Kubrick (Alcántara, 2016)—, también es posible encontrar algún capítulo que desgrana el tratamiento cinematográfico que ha recibido la figura de un
pensador político —Maquiavelo en el cine. Mito y distorsión de la imagen del poder (Barrientos, 2016)—, otros capítulos están dedicados a películas específicas —Marea Roja y los límites del poder ejecutivo (Cameron, 2016)— o bien a conceptos políticos determinados —Partidos políticos y selección de candidatos: una visita cinematográfica (Luca, 2016)—. Los coordinadores del libro, probablemente conscientes de esta ligera falta de cohesión, han insertado los capítulos de los autores, en función de su contenido, en alguno de los tres ejes temáticos que forman parte de él.
La primera parte del texto, o primer eje temático, se denomina, sencillamente, El poder. Uno de sus capítulos más destacados es el titulado Los políticos y sus entornos desde el cine (Ames, 2016). En él se analizan tres películas estrenadas en el siglo XXI: El ejercicio del poder —sobre una situación límite que vive un ministro de un gobierno—, Il divo —una biografía de Giulio Andreotti— y Presidente Miterrand. El paseante del Campo de Marte. Las dos primeras películas mencionadas son las más interesantes, en cuanto son más críticas con la política. De hecho, Andreotti queda señalado, por su propio personaje, como un digno modelo de la obra más célebre de Nicolás Maquiavelo (1961), al afirmar refiriéndose a la acción de gobierno, sin pudor alguno, que “hay que saber usar el estiércol porque hace falta para que la vegetación florezca” (p. 41). Esta afirmación constituye una prueba irrefutable de que consideraba, como el autor florentino, que la ética es un obstáculo en el ámbito político (Ritter, 1972).
El ejercicio del poder, escrita y dirigida por Pierre Schoeller, se antoja como una de las reflexiones cinematográficas más importantes sobre la crisis política actual. En ella se puede observar el imparable distanciamiento entre la política y la opinión pública, con un papel muy cuestionable de los medios de comunicación. El deterioro de las relaciones entre los políticos y la sociedad parece irreparable y la película, sin ninguna anestesia, nos permite observar no solo la mediocridad de la clase política de nuestros tiempos sino también, y, sobre todo, el papel nuevo que desempeñan los periodistas, que ya no informan sino, como si fueran el fiscal del pueblo, acusan ante la indiferencia de la mayoría de ciudadanos, que prefieren centrarse en la búsqueda de su confort y entretenimiento. Los gobiernos actuales, no sabemos si en respuesta a ese cambio social, tratan de ganarse a los medios de comunicación y a los ciudadanos diciendo lo que guste de inmediato a su público, en una clara banalización de la política (Lipovetsky, 1986/1990).
La segunda parte del libro, o segundo eje temático, se denomina La construcción de lo político: Estado, nación y partidos políticos. En él se puede leer otro capítulo de mucha altura y creciente interés titulado El cine y la visión cínica de las campañas electorales (D’Alessandro, 2016). Muchas son las películas mencionadas por él, ya que el cine se ha ocupado con generosidad de las campañas políticas al representar, como el propio autor destaca, “una de las dimensiones de la política en la que los cambios de época se advierten más claramente” (p. 119). En general, lo que ha ocurrido a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI sería una absoluta profesionalización de las campañas políticas, que usarían las llamadas por Farrell (1996), como señala el propio texto, “tres t” —tecnología, tecnócratas y técnicas—, con lo que los asesores del candidato se vuelven más importantes incluso que su propio partido político y las campañas políticas cada vez resultan más caras. Una película relativamente reciente, Los idus de marzo, dirigida por George Clooney, ilustra con una buena dosis de crudeza y cinismo estos extremos.
La tercera parte, o tercer eje temático del libro, se titula, casi lapidariamente, La negación de la democracia. El capítulo Dictaduras, ridiculez y tragedia (Serrafero, 2016) sirve, por un lado, como una poderosa ilustración de lo mejor que se puede encontrar en esta última parte, pero también tendría valor intrínseco suficiente, por otro lado, no solo para concluir esta obra, sino para apuntar algunas de las incertidumbres políticas del futuro. De hecho, entre otras películas importantes sobre autocracias o regímenes no democráticos, el autor se va a centrar en el análisis de una de las obras cinematográficas más inquietantes, en sentido político, de este siglo: La ola. Aunque se trate de una ficción, está basada en un experimento realizado por Ron Jones, profesor de historia en un instituto de Palo Alto, en 1967.
En realidad, La ola, dirigida por Dennis Gansel, describe la manera en que un profesor decide dejar de lado la teoría para plantear un curso sobre autocracia como una auténtica experiencia para sus alumnos, consiguiendo demostrar, al final del mismo, cómo el ser humano está vinculado a la dominación y el sometimiento (Watson, 2002) y cómo valores que creemos consolidados en nuestras sociedades, como la libertad, la igualdad o los derechos individuales, pueden deteriorarse hasta llegar a desaparecer inclusive. El experimento de este profesor termina de manera trágica al aplicarlo sus estudiantes, transformados en otras personas, fuera de las aulas. Lo más terrorífico que nos deja este capítulo y este apreciable libro por extensión, recomendable especialmente para todos aquellos estudiantes y ciudadanos, en general, preocupados por el futuro, es que podemos estar condenados a repetir experiencias dictatoriales. En palabras del propio autor: “A la vuelta de la esquina estará esperando, siempre, la tentación autoritaria-totalitaria que suele vestir distintos ropajes y resalta los fallos de la democracia” (p. 273).
Alcántara, Manuel (2016). Complejidad, subjetividad y poder en el cine de Stanley Kubrick. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 19-33). Madrid: Tecnos.
Ames, Rolando (2016). Los políticos y sus entornos desde el cine. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 35-49). Madrid: Tecnos.
Barrientos, Fernando (2016). Maquiavelo en el cine. Mito y distorsión de la imagen del poder. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 51-69). Madrid: Tecnos.
Cameron, Maxwell A. (2016). Marea Roja y los límites del poder ejecutivo. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 71-86). Madrid: Tecnos.
D’Alessandro, Martín (2016). El cine y la visión cínica de las campañas electorales. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 119-138). Madrid: Tecnos.
Farrell, David (1996). Campaign Strategies and Tactics. In Lawrence LeDuc, Niemi Richard G. & Pippa Norris (Eds.), Comparing Democracies. Elections and Voting in Global Perspective (pp. 160-183). Thousand Oaks: Sage.
Lipovetsky, Gilles (1986/1990). La era del vacío. Barcelona: Anagrama.
Luca, Miguel de (2016). Partidos políticos y selección de candidatos: una visita cinematográfica. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 139-155). Madrid: Tecnos.
Maquiavelo, Nicolás (1961). Obras. Barcelona: Vergara.
Ritter, Gerhard (1972). El problema ético del poder. Madrid: Revista de Occidente.
Serrafero, Mario D. (2016). Dictaduras, ridiculez y tragedia. En Manuel Alcántara y Santiago Mariani (Eds.), La política va al cine (pp. 263-276). Madrid: Tecnos.
Watson, Peter (2002). Historia intelectual del siglo XX. Barcelona: Crítica.