Reseña de Aranguren (2016) Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1977-1982)

Review of Aranguren (2016) Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1977-1982)

  • Edgar Andrés Avella González
Portada libro

Juan Pablo Aranguren Romero (2016)
Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1977-1982). Uniandes.
ISBN: 978-958-774-364-7



La posibilidad de comprender las dinámicas sociales que se erigen como condiciones de producción de la violencia socio-política y de las guerras contemporáneas, difícilmente entraña en su horizonte de análisis la profundización en torno a los factores subjetivos y mucho menos en relación con las experiencias corporales de los sujetos implicados en tales dinámicas. De hecho, como bien lo han mostrado las aproximaciones que las ciencias sociales han realizado al estudio de la violencia política y la guerra en Colombia, parece factible indagar o por los factores estructurales o por los factores subjetivos, pero difícilmente hacerlo por ambos al mismo tiempo. Con contadas excepciones, es difícil encontrar puntos de análisis que rompan un cierto lugar común sobre los análisis del “caso” colombiano. Es así, como, por ejemplo, los análisis sobre los cuerpos en situaciones de violencia política o bien analizan el cuerpo de los sujetos víctimas —incluso de los perpetradores— o bien, profundizan en las dimensiones del cuerpo social, entendido este último, de forma genérica y etérea como las tramas de relaciones que hacen al lazo social.

El libro de Juan Pablo Aranguren, Cuerpos al límite: tortura, subjetividad y memoria en Colombia (1977-1982), logra trascender este dualismo y muestra, a través de un análisis profundo de una época violenta y represiva de la historia de Colombia (la del Estatuto de Seguridad Nacional del presidente Julio César Turbay Ayala), un cuerpo que, no solamente es factible de ser leído y comprendido por medio de los sujetos que la vivieron, sino que, además, requiere de ser entendido a través de aquellos dispositivos que han pretendido su gobierno. El libro de Aranguren profundiza así, de una parte, en las dimensiones que objetualizan al cuerpo y que logran, a veces con aparente efectividad promover un ideal de ciudadanía en la Colombia de finales de la década del setenta; y de la otra, con aquellas dimensiones que muestran a los cuerpos en resistencia, en objeción a impugnación a este ideal.

Las tres partes que conforman el libro transitan por las diferentes dimensiones de lo corporal. La primera, plantea una lectura compleja en torno a la seguridad nacional en Colombia como un engranaje de dispositivos biopolíticos. El autor propone una mirada inmunológica sobre la construcción del enemigo interno en el que las amenazas se aglutinan bajo un concepto etéreo pero generalizado de “comunismo” en la sociedad colombiana y se conjuran a través de la aplicación por parte de las Fuerzas Militares de dosis reguladas de violencia sobre el cuerpo social. Es así como Aranguren sitúa el rol de la acción cívico militar como dispositivo inmunológico por excelencia, en tanto que

vía para producir un contra-contagio de lo que los militares llamaron como “ideologías subversivas”. La primera parte, cierra con una mirada a la excepcionalidad generalizada en la política colombiana que muestra en qué medida una de las democracias más antiguas de América Latina se sostuvo la mayor parte del tiempo a través del Estado de Excepción, lo que terminaría por generar, no solamente una ampliación del poder político de las fuerzas militares —hecho que explica por qué no recurrieron como en otros países latinoamericanos al golpe de Estado—, sino, además, los efectos represivos de dicha ampliación.

La segunda parte muestra cuáles son los impactos de la extensión del poder político y jurídico de las fuerzas militares. Sin embargo, Aranguren, opta por leer dichos impactos desde una óptica centrada en la militarización del cuerpo ciudadano. Parar ello, el autor recurre a los documentos oficiales de las fuerzas militares y muestra de qué forma se busca promover un ideal de ciudadanía que guarda relación con los ideales decimonónicos y con la concepción de un ejército ordenado.

Con todo, mientras esta militarización del cuerpo social avanza con cierta efectividad de la mano de los ordenamientos jurídicos posibilitados por el uso recurrente del estado de excepción, se puede entrever también la emergencia de prácticas de impugnación encarnadas en los movimientos sociales. Aranguren toma como referencia la emergencia del Movimiento 19 de abril (M-19) y abordando como hecho paradigmático el robo de armas que dicho grupo insurgente hace al interior de una guarnición militar, explica las respuestas sociales al avance militarista.

Es interesante notar que el autor tome la experiencia del M-19 para explicar la impugnación del militarismo de la época, pues el texto logra mostrar que dicho grupo logró en parte cuestionar las estructuras militares y los ideales de ciudadanía que otros grupos como las FARC o el ELN, en cierto modo, han mantenido intactas. Al mismo tiempo, esto le permite profundizar en la respuesta represiva del Estado colombiano, obsesionado con recuperar no sólo las armas, sino una mejor estima para su estructura de vigilancia y seguridad cuestionadas por el golpe del grupo insurgente.

A partir de allí, el libro ingresa a algo por todos sabido: la represión, la detención, las torturas. Por todos sabido, pero de lo que casi nadie habla y de lo que no se ha indagado casi en las investigaciones académicas colombianas. En su tercera parte, el libro recorre las ignominias y el horror de las detenciones y las torturas, pero cuestionando los límites de la representación, el silencio, la imposibilidad de lo decible. La tercera parte incluye un recorrido cuidadoso de entrevistas que permiten ir más allá de una voz y de un cuerpo sufrientes y desciende desde una perspectiva, menos foucaltiana y más deceaurtaniana al ámbito de la vida cotidiana. En esta tercera parte se reconoce una propuesta teórica robusta con la que el autor discute con gran habilidad los impactos que tiene la tortura sobre el régimen de representación mismo.

El texto de Aranguren posibilita así una discusión esencial sobre el campo de la representación del sufrimiento, sobre las formas en las que la violencia política se inscribe en los cuerpos y sobre lo que implica construir una ética de la escucha; ofrece un recorrido detallado por una época compleja de la historia colombiana y analiza desde una perspectiva novedosa el ámbito de lo corporal.