Reseña de Bassi y Hernández (2015), Formulaciones de proyectos de tesis en ciencias sociales

Review of Bassi & Hernández (2015), Formulaciones de proyectos de tesis en ciencias sociales

  • Carlos Enrique Silva Rios
Portada libro

Bassi, Javier y Hernández, Pablo (2015)
Formulaciones de proyectos de tesis en ciencias sociales. Manual de supervivencia para estudiantes de pre- y posgrado. FACSO / El Buen Aire.
ISBN: 8-956-9370-11-3



En El milagro secreto, Jorge Luis Borges (1956) cuenta el arresto y subsecuente condena al paredón del escritor Jaromir Hladík. Con una prosa precisa y al mismo tiempo densa, Borges nos acerca a la angustia que genera en Hladík la inminencia de una muerte prematura y violenta. La ansiedad del letrado era tal que pidió un milagro, no para seguir vivo sino para tener tiempo de acabar un libro que estaba escribiendo. La noche anterior a su ejecución, Hladík soñó que estaba en una biblioteca. En ella, los visitantes buscaban a Dios que se ocultaba en una de las letras de los miles de ejemplares que la conformaban. Muchos lo habían buscado, pero nadie lo había encontrado. Hladík revisaba un mapa en un atlas cualquiera, vio una letra y una voz en off le dijo que su petición había sido concedida. Pudo escribir su obra.

En este burdo resumen, indigno de Borges, y que de paso tiene varios spoilers que espero no desanimen al lector y se atreva a buscar el original, el protagonista, momentáneamente, es salvado por un libro. Alguno dirá que fue Dios quien lo salvó y que el libro solamente fue un medio, pero desde mi punto de vista sin ese objeto no hubiera habido milagro.

Hay libros que en efecto salvan. Algunos dicen que la Biblia; otros, Usted puede sanar su vida o Tus zonas erróneas. Consultar un diccionario o una guía de viaje puede resultar clave para sobrevivir en una cultura extraña. De hecho, cualquier libro puede salvar si se logra establecer una afinidad de sentido entre las circunstancias vitales del lector y el mundo que ofrece la obra. No obstante, la idea de ser salvado por un libro es casi connatural a la noción de “manual de supervivencia”. Se trata de un libro con el cual se puede hacer algo concreto para sostener en el tiempo la condición de posibilidad radical por excelencia: la vida misma. No diré que un manual de supervivencia sea un objeto milagroso, pero seguramente hace maravillas a la hora de dar continuidad a la existencia en situaciones adversas. Y lo hace dándole sustancia a la palabra “útil”.

A veces, no se trata de la vida en general, sino de un aspecto específico y clave de la vida cuando se llevan a cabo estudios superiores. Me refiero a la realización de una tesis. En cierto modo, hacer una tesis es un ejercicio de supervivencia académica. Quien logra acabarla, obtendrá el título y saldrá vivo del trance; quien la postergue o la abandone, no. Para ser de los primeros, puede servir tener a la mano un libro que nos diga qué hacer; un libro útil; un libro que nos salve.

Se han escrito muchos textos con criterios, procedimientos, consejos, etc., útiles para realizar un trabajo de investigación científica. Algunos han sido un verdadero éxito. Un ejemplo ya clásico es el celebérrimo de Umberto Eco (2014) Cómo se hace una tesis. Otro libro muy popular a la hora de tratar asuntos procedimentales en ciencias sociales es el de Roberto Hernández Sampieri et al. (2010), Metodología de la investigación. Esos y muchos otros, a su manera, ayudan. Sin embargo, hay personas que piensan que esa ayuda ha sido o es insuficiente. Tal es el caso de Javier Bassi. Su punto de partida ha sido una especie de inconformidad con los manuales existentes a partir de la identificación de lo que él mismo llama vacíos relativos. Según su revisión, sin duda exhaustiva, los manuales de metodología de la investigación: 1) no tratan los aspectos epistemológicos relacionados con el proceso investigativo; 2) no dedican espacio a la formulación de proyectos; 3) no tienen presentes las dificultades que salen al paso a los estudiantes que intentan formular su proyecto de investigación; y 4) no son fruitivos.

Para salvar esos vacíos, Bassi, co-implicado con las ilustraciones de Pablo Hernández, construyó un libro de quinientas veintisiete páginas donde poco o nada es un desperdicio. Su libro es, tal como el subtítulo lo indica, un manual de supervivencia para estudiantes de pre y posgrado, y acaso un poco más. Sus primeras doscientas páginas están compuestas por un recorrido luminoso, exhaustivo, crítico y a veces hilarante por la noción de epistemología y las prácticas epistemológicas que motivan, estimulan y sostienen una investigación en ciencias sociales y que no se pueden pasar por alto so pena de que el resultado final —la tesis, digamos— carezca de sustancia o no le dé a la autora otra opción que “conformarse con un 4”, como dice Bassi.

El recorrido, como he dicho, es exhaustivo. Comienza con una pregunta compleja, ¿por qué hablar de epistemología? y se adentra en un tema cuya complejidad no es menor: la ciencia como práctica social. Cabe decir, no como crítica sino como acotación, que la médula de la posición que adopta Bassi es afín a lo que Quentin Meillassoux (2008) llama correlacionismo. Específicamente, Bassi asume abiertamente que la gramática occidental es el sustrato ontológico de la ciencia, que cuando la ciencia llega o asume un status existencial definido por los juegos del lenguaje ha alcanzado el summun de su presencia en el mundo. Así como Barthes (1997) consideraba que existían signos de primer orden y signos de segundo orden, Bassi piensa que hay juegos de lenguaje de primer nivel (mundo de vida) y de segundo nivel (la ciencia). Entre ambos niveles se construye un pasadizo de comunicación que Bassi bautiza como “traducción” y que él mismo afirma que es su aporte a las ciencias sociales o, para no exagerar, al mundo de la elaboración de un proyecto de tesis. Sin ánimos de parecer aguafiestas, la noción de traducción la han venido manejando los aficionados a la Teoría del Actor-Red desde hace ya un buen tiempo. La diferencia es que Bassi le resta la arista inter-objetiva y se contenta con la inter-subjetiva con marcado énfasis en la función lingüística: traducir es pasar de un juego de lenguaje a otro.

Una vez finalizada esta sección A, lógicamente viene la B. En esta última, las disquisiciones epistemológicas dan paso a los aspectos procedimentales propiamente dichos. Advierto que la lectora no debe engañarse, en el caso de Bassi el procedimiento nunca va separado de la reflexividad. De hecho, el autor advierte que los procedimientos que sugiere no son necesarios sino contingentes; son menos una receta que una serie de sugerencias situadas que bien pudieran cambiar con los contextos y las prácticas.

Esto en modo alguno significa que a la hora de la verdad los procedimientos sugeridos por el autor no sirvan para nada. Todo lo contrario, Bassi presenta más un horizonte abierto a posibilidades investigativas que un pasillo estrecho por el que hay que pasar obligatoriamente. Por ejemplo, en lugar de dar un esquema detallado sobre qué hace que un proyecto de investigación sean un proyecto de investigación, ofrece 4 preguntas que, al menos desde mi punto de vista, resumen muy bien los componentes esenciales de una tesis: 1) ¿Qué quiero saber?; 2) ¿Cómo concibo teóricamente eso que quiero saber?; 3) ¿Por qué vale la pena tomarme el trabajo de averiguarlo?; 4) ¿Cómo haré para saber eso que quiero saber? Esta aparente simplicidad es lo que hace de este libro un recurso valioso para las personas que quieren llevar a cabo una investigación en ciencias sociales.

Otro rasgo estructural del libro tiene que ver con los asuntos prácticos o, si se quiere, asuntos didácticos. Me explico, para cada sección relevante de una tesis Bassi define unos requisitos, unas recomendaciones para ponerlos en acto, los errores que suelen cometerse y, finalmente, ofrece “buenos” y “malos” ejemplos. En este sentido, la lectora sabrá qué le hace falta, se sentirá orientada y podrá decidir qué debe hacer y qué debe evitar.

Si bien, como ya he dicho, el libro de Bassi carece de desperdicio, quisiera detenerme un poco en la sección B2.10 La formulación del problema de investigación y en la B2.11. El marco teórico. Innecesario decir que se trata de temas literalmente neurálgicos a la hora de realizar un proyecto de investigación. Mucho dolor de cabeza y mucha cabeza perdida hay en la historia de la formulación de la primera y en la realización del segundo. No digo que Bassi presente el remedio para estos males, pero sí que trata con detalle no sólo las dificultades propias de este par de actividades endemoniadas, sino de cómo sortearlas con relativo éxito. En relación con el primer aspecto, Bassi deja claro que el planteamiento del problema está compuesto por 4 elementos básicos: 1) Una pregunta de investigación; 2) Un objetivo general; 3) Unos objetivos específicos; y 4) Una justificación. Nótese que se trata de un esquema bien conocido. Sin embargo, la diferencia está en el tratamiento que el autor le da a esa aparente perogrullada de la investigación. He aquí una muestra de cómo el autor puede desplazarse sin dificultad de lo formalmente decisivo a las desgracias informales que pueblan la vida cotidiana del estudiante que se ha propuesto hacer una tesis:

La pregunta de investigación es el eje del proyecto, su backbone, como dicen en inglés, la columna vertebral. Es, por así decirlo, el «vestido», la expresión, la condensación del problema de investigación: su manifestación escrita más simple, clara y abarcativa. Si todo sale bien, precisa perfectamente qué se pretende saber y da pistas teóricas y metodológicas. Con mucha suerte, simplifica todos los pasos posteriores: si uno logra una buena pregunta… lo que viene se hace mucho más fácil. Si no, la vida se convierte en un via crucis nocturno, en subida, descalzo/a y por camino resbaladizo y, en general, uno pierde el trabajo, la pareja y el pelo. También engorda y virus informáticos malévolos reemplazan todas las letras a por la cara de Charles Manson. También es probable que nuestro perro muera tras una larga agonía. (p.297)

Esta es la manera que usa Bassi para dejar clara la importancia de la pregunta de investigación y, al mismo tiempo, debido precisamente a esta importancia, la complejidad que implica formularla con precisión. Luego define una serie de requisitos, todos aparentemente elementales, pero que casi siempre se pasan por alto: 1) la pregunta de investigación debe ser una y debe ser susceptible de ser respondida; 2) la pregunta de investigación debe contener los elementos sustanciales del proyecto relacionados con la teoría; 3) la pregunta de investigación debe delimitar un tiempo y un espacio y, finalmente, 4) la pregunta de investigación debe ser “clara, breve, precisa… y elegante.” (p.306). Nada más y nada menos. Lo relevante de la propuesta de Bassi es que luego de decirle a la lectora que la tarea que tiene por delante es la mar de compleja, no la deja a la buena de Dios (es decir, sola). Ofrece, como ya dije, una serie de recomendaciones que amén de ayudar, ubican al beneficiario potencial en una especie de núcleo reflexivo que aspira convertirse en resolución. Lo mismo hace para el resto de los elementos del planteamiento del problema, cosa que en cierto modo asegura que la lectora que pase por ahí saldrá bien librada del trance.

En relación con la sección donde se trata el marco teórico, Bassi se apoya en una definición elaborada por Sautu et al. que luego desglosa y desarrolla para beneficio de las lectoras que, abrumadas, no saben cómo gestionar la ingente cantidad de elementos que componen el marco en cuestión porque no saben qué es un marco teórico. No revelaré aquí ni la definición ni el desglose. Sólo me limitaré a invitar al lector a detenerse en los argumentos de Bassi. Seguro, las dificultades que implican la hechura del marco disminuirán o al menos se verán significativamente diferentes con este otro lente cogitativo.

De la página 461 en adelante, Bassi pasa del qué del proyecto, al cómo del proyecto. Y ese cómo lo traduce concretamente como redacción. Es, sin duda, un tema espinoso y a veces irresoluble, pero Bassi lo enfrenta con perspicacia. Difícilmente se puede lograr que alguien “aprenda” a “escribir bien” leyendo unas cuantas páginas de un libro, pero las páginas que ofrece Bassi no sólo son un buen comienzo sino que representan una guía útil para enderezar los entuertos gramaticales que la mayoría de nosotros producimos a la hora de redactar un trabajo tan estilísticamente árido como la tesis. En este respecto, Bassi apuesta por el logro de una escritura “simple y precisa”, que tome en cuenta “lo importante” y que facilite la lectura. Estoy de acuerdo con él y con la estrategia que utilizó para alcanzar ese logro; espero que los futuros lectores también.

De la sección C hasta la F, Bassi se dedica a formular prescripciones que, sin duda y de nuevo, son bastante útiles. No lo hace de manera imperativa, sino con el estilo que marca todo el libro, a medio camino entre la autoridad y la hilaridad angular. No obstante, no creo que seguir esas prescripciones pueda producir resultados adversos. Todo lo contrario, asumirlas cabalmente puede generar un producto final que además de ser científicamente plausible, puede entretener y dibujarnos una sonrisa en el rostro, tal como bien lo hace Bassi y su amigo dibujante en este libro que recomiendo ampliamente y sin ambages. No dudo que llegue a salvar a más de un tesista desahuciado.

Referencias

Borges, Jorge Luis (1956). Obras completas. Buenos Aires: Emecé.

Eco, Umberto (2014). Cómo se hace una tesis. Barcelona: Gedisa. (Primera edición, 1989)

Hernández Sampieri, Roberto; Fernández Collado, Carlos; y Baptista Lucio, María del Pilar. (2010). Metodología de la investigación (5ta. Edición). México: McGraw-Hill.

Meillassoux, Quentin. (2008). After Finitude: An Essay on the Necessity of Contingency. New York: Continuum.