Contenidos Políticos en la recuperación de empresas argentinas. Apuntes para una desmitificación

Political content on the recovery of Argentine companies. Notes for a demystifications

  • Susana Díaz Ruiz
Entre las diversas respuestas colectivas que emergen en el marco de la crisis por la que atraviesa Argentina en el año 2001 está la de los trabajadores que recuperan la vida productiva de empresas en situación de abandono, quiebra o cierre. Sin tener su origen en la crisis, la recuperación de empresas adquiere en dicho contexto rasgos particulares como respuesta colectiva de resistencia defensiva ante la pérdida del empleo. El objetivo que persigo en este artículo es abordar la significación política que tiene dicha respuesta y el modelo autogestión colectiva de los trabajadores en su propia subjetividad narrativa a través de los discursos recogidos en Chilavert, una empresa gráfica de Buenos Aires recuperada en el año 2002.
    Palabras clave:
  • Empresas recuperadas por sus trabajadores (ERT)
  • Resistencia colectiva
  • Trabajo
  • Autogestión de los trabajadores
Amid a backdrop of deep economic crisis like the one that lives Argentina in 2001 produced the highest number of recoveries from the companies in the country. It is a collective response of defensive resistance starring workers to keep their jobs in a situation of extreme necessity, marked by the closure of the company and the difficulties in finding a job in this situation in which they reach unemployment and poverty figures hitherto unknown. The aim of this article is to address the political significance that has the recovery narrative subjectivity that workers have staged through the speeches collected between Chilavert workers, a business chart of Buenos Aires recovered in 2002.
    Keywords:
  • Companies recovered by workers
  • Collective resistance
  • Work
  • Worker self-management

1 Introducción: la emergencia de las ERT argentinas y su contexto

En el marco de movilización y protestas generalizadas que se vive en Argentina durante la crisis de 2001 tienen lugar diversas respuestas colectivas protagonizadas por desocupados que van desde la organización de reivindicaciones, la puesta en marcha de pequeños proyectos de autogestión hasta la articulación de redes sociales de economía informal. Una de esas respuestas fue la recuperación de empresas que protagonizan algunos trabajadores ante la pérdida del empleo ocupando sus empresas para impedir el cierre y haciéndose cargo, a partir de ese momento, de la autogestión bajo la forma de cooperativas de trabajo a las que los trabajadores denominan ERT, Empresas Recuperadas por sus Trabajadores.

En la medida que dibuja una situación límite, marcada por el carácter permanente que adquiere el desempleo y la insuficiencia de los subsidios (Perelman, 2002), la influencia de la crisis, de dimensiones desconocidas para la sociedad argentina con un 54% de la población en condiciones de pobreza y casi el 19% desempleada (INDEC, 2002), se pone de manifiesto en la proliferación de recuperaciones que se producen en los años inmediatamente posteriores en los que se concentran más del 60% de los casos (Ruggeri et al., 2010 p. 12) así como en la radicalización que adquiere el conflicto laboral ante la gravedad de la situación social (Magnani, 2003). La dimensión política que alcanza la crisis se hace explícita en el cuestionamiento social que se hace de la legitimidad del conjunto de políticos y empresarios (Fajn, 2003; Rebón 2004; Ruggeri, 2009; Ruggeri, Martínez y Trinchero, 2005) y salvo unas pocas excepciones de pequeñas empresas familiares en las que se acordó el traspaso de la gestión entre los propietarios y los trabajadores (Ruggeri, 2009 p. 43), en el 62% de las recuperaciones estos últimos hicieron uso de distintas medidas de fuerza como tomas, acampadas y movilizaciones con las que tratar de impedir el vaciamiento empresarial y el impago de salarios, represaliadas por las fuerzas policiales en la mitad de los casos (Ruggeri et al., 2010 p. 17).

Si bien Argentina es el país latinoamericano donde son más numerosas, también se producen recuperaciones en otros países como Brasil, Venezuela y Uruguay durante los años 90, caracterizados por altas tasas de desempleo tras procesos de desindustrialización, y casos aislados en Bolivia, Ecuador, Colombia y México (Ruggeri, 2009). Asimismo enmarcadas en el contexto de la crisis iniciada en 2007, pueden encontrarse recuperaciones en países europeos como Francia, Italia, Grecia y España1, que más allá de su heterogeneidad interna y comparativa, tienen en común ser, en su consistencia más básica, respuestas de resistencia colectiva en los términos propuestos por James Scott (1990/2000) con las que los trabajadores tratan de evitar el cierre y la pérdida del trabajo haciéndose cargo de la autogestión de la empresa. Como tales, nos permiten identificar un contexto global compartido marcado por la inestabilidad y precariedad laborales, progresivamente normalizadas desde los años 80 en el capitalismo postfordista, articulado por la hegemonía de las políticas de liberalización económica que han supuesto la progresiva desregulación de las relaciones laborales institucionalizadas tras el fin de la II Guerra Mundial (Alonso, 2001; Carnoy, 2000; Castells, 1996/2005; Castillo, 2003; Prieto, 2002; Sennett, 1998/2000; Zubero, 1998).

En el caso de Argentina, ya en la década de los 90 en la que se ponen en marcha las políticas neoliberales de privatización y desregulación que acompañaron el proceso de desindustrialización iniciado en el gobierno de Menem, y que encuentran su primer antecedente en la dictadura militar de Videla (Azpiazu, Basualdo y Shorr, 2000; Basualdo, 2001), se inician el 14,6% del total de las recuperaciones contabilizadas en el país hasta el año 20092 (Ruggeri et al., 2010 p. 12), en una situación social marcada a partir de entonces por una desocupación que se mantiene entre el 13 % y el 20% y un nivel de pobreza que supera el 20% de forma regular (INDEC, 2002). Sin embargo, a medida que se ha ido equilibrando el número de recuperaciones que se emprenden antes y después de la crisis de 2001, a través de la viabilidad de las recuperaciones emprendidas3 y el aumento continuado que experimentan del 51% en 2010 y del 91% en 2013 (Ruggeri, 2014 p. 11), parece ponerse de manifiesto que su emergencia como respuesta alternativa a la inestabilidad y precarización laboral se sitúa más allá de la urgencia social marcada por la coyuntura de la crisis, significando hasta ahora el mantenimiento del empleo para 13.462 trabajadores (Ruggeri, 2014 p. 7).

A partir de este marco teórico, y centrado en las ERT argentinas, el objetivo de este trabajo es el de abordar las principales significaciones políticas que tiene para los trabajadores la recuperación que protagonizan desde que deciden iniciarla. Más allá de las diversas formulaciones teóricas sobre modelos de economía alternativos a la economía de mercado, la subjetividad de los trabajadores es un elemento central para el análisis y la comprensión de las recuperaciones de empresas en la medida que aborda su propia perspectiva agencial. Por ello se ha empleado una metodología cualitativa que ha consistido en la realización de seis entrevistas en profundidad entre los trabajadores de Chilavert4, una empresa recuperada de Buenos Aires5, a través de las cuales abordar la recuperación de la empresa que protagonizan desde su propia visión para conocer las razones de su acción y las prácticas que han desarrollado al llevarla a cabo, así como los recursos y obstáculos que encontraron. La validez y legitimidad metodológicas que se derivan de los discursos recogidos6 en calidad de narraciones identitarias construidas para dar a conocer, nos sitúan ante el carácter y objetivo hermenéutico de las ciencias sociales que concretan la investigación social como “comprensión subjetiva de cómo la gente construye y vive su propia cotidianidad, manteniendo y mediatizando las estructuras de la sociedad” (Alonso, 1998 p. 27).

Además de conversaciones informales con el personal del Centro de Documentación de ERT ubicado dentro del taller de Chilavert7 y con voluntarios del Bachillerato de secundaria y el centro cultural “Chilavert recupera”, consulté fuentes bibliográficas especializadas en ERT y datos estadísticos de las ERT en Argentina elaborados por el equipo de investigación del Programa Facultad Abierta (PFA), dirigido por Andrés Ruggeri.

2 La recuperación de Chilavert: qué hicimos y por qué. Contenidos políticos en la acción emprendida por los trabajadores

Aunque el proceso es altamente heterogéneo dadas las diferencias y matices que en cada uno de los casos se derivan de su concreción y puesta en marcha, Chilavert es una de las 163 empresas recuperadas en los años de la crisis, concretamente en 2002. Localizada en Buenos Aires, como la mayor parte de las ERT argentinas, donde se concentran el 38% de los casos (Ruggeri, 2014 p. 8) y que integra el número de PYMES con menos de 50 trabajadores, las cuales representan el 90% de las ERT del país (Ruggeri, 2014 p. 31) y forma parte de las empresas gráficas, el tercer sector productivo más numeroso de las empresas recuperadas que alcanza casi el 10% tras el aumento de los últimos años, seguido de las metalúrgicas que representan el 19,6% y las alimenticias, el 12,8 % (Ruggeri, 2014, p. 11).

Las condiciones laborales en los años anteriores al inicio de la recuperación de la antigua Gaglianone se habían deteriorado de manera continuada y desde 1998 se venían repitiendo suspensiones de la producción e impago de salarios. Los trabajadores recuerdan haber aceptado la renuncia al pago de horas extras y reducciones salariales en diversas ocasiones en las que el empresario les solicitó ayuda ante las dificultades económicas por las que atravesaba la empresa.

En el año 2001 la situación se agrava y la incertidumbre de muchos trabajadores ante los cierres sucesivos es generalizada en el país. Sin saber muy bien qué iba a pasar, los trabajadores de Gaglione iban a trabajar cada día. Durante varios meses el jefe, en quien confiaban hasta ese momento, les comunicó sus planes para solucionar la situación. Una vez que consiguiera vender algunas máquinas reuniría el dinero suficiente para comprar otras nuevas y el problema quedaría resuelto. Les pedía paciencia y confianza como ya lo había hecho en otras ocasiones. Pero gracias a una abogada, familiar de uno de los trabajadores, éstos averiguan que el jefe ya ha solicitado la quiebra y que pretende vender esas máquinas antes de que se celebre el concurso de acreedores. El conocimiento de los intentos de engaño del empresario cambia por completo la situación y representa para los trabajadores un antes y un después en el que se enmarca el planteamiento de iniciar su acción.

Esto no fue de un día para otro, esa imagen que hay a veces de “vamos a poner una empresa recuperada”, no, no, cada paso nuestro fue en respuesta a lo que iba pasando. El patrón lo primero que quería hacer es llevarse las máquinas cuando todavía esto estaba funcionando, y la empresa estaba en crisis y estaba en convocatoria de acreedores. Entonces lo primero es que quiere llevarse las máquinas delante nuestra y decimos “no, acá hay algo raro, no?, eso no puede pasar, legalmente no está permitido” (trabajador A, entrevista personal, 15 de julio de 2010).

La situación de quiebra o abandono empresarial en la que se encuentran las empresas cuando se inicia su recuperación y los intentos de vaciamientos fraudulentos de los que mayoritariamente fueron objeto por parte de sus propietarios son características fundamentales de las ERT argentinas (Davolos y Perelman, 2003; Deledicque, Féliz y Moser, 2005; Fajn, 2003; Fernández Alvárez, 2004; Magnani, 2003; Rebón, 2004; Ruggeri et al., 2005) y Chilavert no es una excepción. De manera regular los trabajadores, cuyos perfiles se caracterizan por la antigüedad y la estabilidad laboral en la mayoría de los casos de recuperaciones en Argentina (Rebón, 2004), asisten a la misma repetición de los hechos. El empresario abandona la empresa, solicita la quiebra y se marcha adeudando los impagos a trabajadores y proveedores. A partir de ese momento perdían de vista la posibilidad de cobrar los salarios por la prioridad que la Ley de Concursos y Quiebras otorga a los bancos en el cobro de los pagos a acreedores (Ruggeri, 2009).

Aunque de manera especialmente significativa, son las deudas salariales la razón que genera la visión de un ataque inaceptable a su dignidad como trabajadores (Deledicque et al., 2005; Fernández Alvárez, 2004; Rebón, 2006; Ruggeri et al., 2005), entre otras razones importantes de los trabajadores para iniciar el proceso de recuperación se encuentran la quiebra y el vaciamiento fraudulento como práctica empresarial habitual, junto a los despidos y la precarización progresiva de los últimos años (PFA, 2003; Ruggeri et al., 2005; Ruggeri et al., 2010; Ruggeri, 2014).

A partir de ese momento, la situación de los trabajadores de Chilavert alcanza toda su crudeza y las opciones que tienen delante se concretan de una manera desconocida para ellos. O bien se marchaban, lo que significaba perder el empleo y la posibilidad de cobrar las deudas salariales, o trataban de hacer algo.

Nosotros confiábamos siempre en el patrón porque no es que de un día para otro dijéramos, bueno vamos a tomar esto, no. Nosotros estuvimos dos años colaborando con la empresa, hasta llegó un punto de que nos llegaron a pagar el colectivo, tres, cuatro pesos por semana. No es que un día nosotros nos levantamos y decimos no, esto no, por eso tuvimos una deuda tan grande, a mí me quedó una deuda de 30.000 pesos (trabajador C, entrevista personal, 21 de julio de 2010).

En un momento en el que no había posibilidades de encontrar otro empleo y los subsidios eran insuficientes para mantener a sus familias, para los trabajadores se había definido con total claridad una encrucijada marcada por la necesidad de sobrevivir a la inevitable exclusión social y la resistencia a perder el trabajo. Al tiempo que se evidenciaba la insostenibilidad de la situación en la que se encuentran, la recuperación se perfila como una posibilidad hecha realidad en los casos de recuperaciones ya iniciadas y que serían para los trabajadores de Chilavert referencias concretas y reales de actuación.

En esa época el país estaba prendido fuego, entonces una persona con cuarenta y pico de años, o estamos acá adentro, o vamos a juntar cartón en la calle, porque otra cosa no podemos hacer. No trabajaban los pibes más jóvenes, imagínate nosotros (trabajador B, entrevista personal, 24 de julio de 2010).

2.1 La articulación de la respuesta colectiva

Son dos las cuestiones de mayor peso en la decisión final que toman ocho de los treinta trabajadores con los que contaba la empresa en ese momento. En primer lugar, una percepción compartida sobre la gravedad e injusticia de la situación en la que se encuentran como trabajadores en un contexto, el de la crisis, en el que el desempleo y la exclusión alcanzaban unas dimensiones sociales que no habían conocido hasta ese momento. Y en segundo lugar, el asesoramiento sobre los pasos concretos que había que dar para iniciar la recuperación que les procura Impa, una empresa metalúrgica recuperada en 1997 y que se convirtió en un caso referente en Argentina (Ruggeri, 2004). A partir de ahí se toma la decisión definitiva de comenzar la estrategia de resistencia que necesariamente comenzaba por la ocupación de la empresa.

Pero lejos de ponerse fin a nada o alcanzar objetivo alguno, comenzaba aquí para los trabajadores la resistencia defensiva de la fuente de trabajo. A diferencia de la ocupación que los trabajadores argentinos habían utilizado tradicionalmente como medida de fuerza para reivindicar el pago de los salarios o mejoras laborales en décadas anteriores, en esta ocasión era una manera de impedir el cierre y el vaciamiento empresarial (Fernández Alvárez, 2007; Ruggeri, 2009).

Siguiendo a Scott, el encierro y la ocupación del taller, como primer paso de la recuperación de Chilavert, supone la trasgresión inicial “pública declarada” del orden legal instituido (Scott, 1990/2000 p. 234) que no puede entenderse sin tener en cuenta que el objetivo de los trabajadores es el de recuperar la empresa y no el de tomarla. Frente a visiones románticas e ideologizadas que centran de manera exclusiva su atención en la toma8, éstas han sido el “inicio” (Ruggeri, 2009 p. 45) o el “medio” (Rebón, 2006 p. 163) de la recuperación. Y en dicho objetivo se pone de manifiesto el carácter defensivo de su respuesta descrita discursivamente como una lucha por su trabajo, en peligro por una mala y fraudulenta gestión empresarial en un momento en el que no se contaba con una legislación específica ni con el apoyo de los sindicatos y las prácticas judiciales se caracterizaban por la discrecionalidad (Ruggeri, 2009 p. 45). Ya en el nombre de ERT que le ponen los trabajadores a estas empresas se pone de manifiesto la centralidad de la recuperación, siendo precisamente la palabra “recuperadas” la que ha generado el rechazo explícito por parte de instituciones como el Banco Internacional de Desarrollo (BID) tal y como manifestó una representante en una reunión mantenida con el equipo de investigación Programa Facultad Abierta (Ruggeri, 2009 p. 30).

Para mí lo más importante es mantener la fuente de trabajo (trabajador E, entrevista personal, 2 de agosto de 2010).

Tras comenzar el encierro en el taller y permanecer al cuidado de las máquinas para evitar que el dueño pudiera sacarlas y venderlas, había que organizar los distintos turnos para preparar la comida y para ir tratando de reunir los recursos materiales que les permitieran continuar con la producción.

Yo lo que les dije a los chicos es “mirá, ya estamos jugados, vamos a fijarnos a ver si hay chapa”, porque arriba había muchas chapas de aluminio, las chapas de aluminio se venden, “entonces hay que buscar y hacemos un fondo hasta que podamos resistir” (trabajador C, entrevista personal, 21 de julio de 2010).

Varios frentes de lucha se abrían simultáneamente. Desde que en febrero de 2002 comenzaran el encierro y la ocupación del taller resultaba prioritario resistir el desalojo policial que tarde o temprano se produciría. Cuando a finales de ese año se promulga Ley de Expropiación Temporaria, los trabajadores de Chilavert inician las diligencias administrativas para registrarse como cooperativa y acogerse a la ley que permitirá, por un lado, la paralización del proceso de quiebra y el remate de los bienes empresariales y, por otro, que los trabajadores, tras constituirse en cooperativa, puedan hacer uso de la empresa, cedida por el Estado en calidad de bien de utilidad pública y producir así de manera legal durante dos años, con opción a renovación. El Estado así pasa a ser el propietario y tras efectuar la expropiación se convierte en el responsable del pago a los acreedores mediante la intervención de un juez.

Mientras tanto, durante los ocho meses que dura el encierro, había que seguir trabajando con los recursos materiales y comerciales que quedaban en la empresa de forma ilegal. De ahí que el término “proceso” se ajuste así de una manera más precisa a la realidad de la recuperación como respuesta colectiva que implica varias fases desde la ocupación, la resistencia al desalojo, el reinicio de la producción y la comercialización (Ruggeri, 2004) y que se desarrolla a través de las relaciones que mantienen distintos actores implicados, principalmente trabajadores, movimientos y Estado (Fernández Alvárez, 2007). De manera que, lejos de señalar la emergencia de un nuevo sujeto, se enmarca en la tradición de lucha de los trabajadores y del movimiento argentino (Fernández Alvárez, 2010; Ruggeri, 2009).

En este sentido, los trabajadores no definen su lucha “contra” el sistema capitalista o el empresario sino más bien como una lucha “por” su trabajo que viene determinada por la necesidad de defenderse del ataque que estaban recibiendo y que se explicita en la recuperación productiva de la empresa que da sentido a la acción colectiva emprendida.

El hecho «vanguardista» de la lucha contra el capitalismo globalizador no es, por lo general, ni siquiera percibido como un motivo para participar de la recuperación de la empresa por sus protagonistas, como sí suele serlo para quienes se acercan a estos procesos desde una perspectiva de opción ideológica (Ruggeri, 2009 p. 45).

Uno de los trabajadores, en un momento de la entrevista, planteaba así lo que más le disgustaría escuchar sobre la recuperación de empresas y la lucha de los trabajadores de empresas recuperadas: “que dijeran que hemos corrido a gorrazos a los empresarios” (trabajador E, entrevista personal, 2 de agosto de 2010).

2.2 Apoyos y legitimidad social

Salvo excepciones de pequeñas empresas familiares en las que la conversión en cooperativa gestionada por los trabajadores se dio con el acuerdo y la colaboración de los dueños, el desenlace de las ocupaciones tuvo un marcado carácter conflictivo en los enfrentamientos con la policía (Ruggeri et al., 2010; Ruggeri, 2009).

En el caso de Chilavert no se produjeron acontecimientos violentos y cuando el juez dio la orden de desalojo cientos de vecinos y familiares de los trabajadores se concentraron delante de la puerta del taller para impedirlo. Se ponía así de manifiesto la comprensión social con la que contaba la lucha de los trabajadores por no perder su trabajo, aunque esto se hubiera convertido en una acción ilegal que exigía asumir las consecuencias.

El día que nos vinieron a desalojar acá adentro estaba con mi señora, y la señora de Fermín, y eso fue muy importante, que mi señora estuviera conmigo, y bueno después la gente, el barrio, porque acá estaba mucha gente del barrio que no tenía identidad política, era del barrio, de las asambleas, centro de jubilados, que no tenían identidad política, porque era la época de las asambleas que no tenían identidad política, era gente común que salía a la calle, entonces toda esa gente estuvo acá en la puerta cuando nos vinieron a desalojar el 24 de mayo (trabajador B, entrevista personal, 24 de julio de 2010).

Son numerosas las anécdotas que narran sobre este momento en clave de humor cuando recuerdan el desproporcionado envío de efectivos policiales: ocho carros de asalto para ocho trabajadores.

Cuando viene la policía, estábamos acá encerrados, y estábamos trabajando, y después, date cuenta de la mentalidad, qué pensaron la policía para poner tres patrulleros, doce personas y éramos siete…sobraba… (risas), y así estuvimos seis meses (trabajador D, entrevista personal, 4 de agosto de 2010).

Aunque el contexto de crisis generó al tiempo la empatía y el apoyo de sectores más amplios de la sociedad argentina que entendían la respuesta de los trabajadores por no perder el trabajo. En palabras de Rebón “las fábricas y empresas recuperadas eran vividas, por muchos, como la necesidad de recuperar un país que ya no existía” (Rebón, 2006 p. 170). Distintos actores se solidarizaron dando asesoramiento y ayuda en los momentos cercanos a la crisis en los que aumentaban los casos de recuperaciones. Según señalan los trabajadores en las investigaciones realizadas por el PFA, entre estos actores se encuentran organizaciones de ERT, organismos públicos, vecindario y familia, seguidos de sindicatos, partidos políticos, clientes, proveedores, investigadores de la universidad y abogados particulares (Ruggeri et al., 2010 p. 20).

Para los trabajadores de Chilavert, la importancia de los apoyos recibidos se centra alrededor de dos cuestiones. Por un lado, porque supusieron una importante ayuda real y concreta para aguantar el encierro y oponerse al desalojo. Aunque finalmente la vuelta a la producción dependía de los trabajadores, en el caso de Chilavert los discursos revelan que esta ayuda fue muy importante para tomar la decisión de iniciar el proceso y comenzar a realizar los requisitos necesarios para su constitución en cooperativa de trabajo y de este modo poder acogerse a la ley de Expropiación Temporaria.

La gente de Impa, el abogado, la contadora, que te daban una tranquilidad, me sentí respaldado a actuar en consecuencia. Ella me decía “no quédese tranquilo, que está todo”. Nosotros no conocíamos a esa gente, y esa gente no nos conocía a nosotros, entonces era una ida y vuelta la confianza. Lo primero que pensamos es cuánto nos va a cobrar, entonces cuando nos dijo “no se hagan problema por la plata, ustedes traten de laburar”. Cuando me dijo así “traten de laburar” entendí todo el mensaje (trabajador F, entrevista personal, 9 de agosto de 2010).

Por otro lado, a pesar de la indefensión institucional que sentían, estos apoyos dotaban de legitimidad social a su acción siendo, en definitiva, un recurso y refuerzo doblemente material y moral en el que los trabajadores identificaban una visión compartida sobre la problemática que estaban enfrentando. Frente a políticos, empresarios, banqueros y jueces, a quienes consideran los principales actores responsables de su situación y de la de miles de trabajadores en todo el país, percibieron que contaban con la opinión favorable y la solidaridad de otros sectores sociales en su lucha por tratar de seguir trabajando.

Ellos consideraban que era una injusticia y que había que hacer algo, era una situación particular, era el verano del 2002, hubo toda una situación incluso de poco respeto a la autoridad, del gobierno, lo que sea, no?, muchas cuestiones. Se entendía como algo legítimo, decidieron adaptarse a la situación real y se consiguió una gran conciencia que habiendo tanta desocupación y tanto drama humano cerrar fuentes de trabajo. Había que lograr una solución y a partir de ahí hubo mucha gente que se comprometía, no?, nos ayudaban (trabajador E, entrevista personal, 2 de agosto de 2010).

A estos apoyos hay que añadir la ayuda que han ofrecido en los últimos años organismos estatales, principalmente municipales, y sindicatos, reconocida por los trabajadores. El 85% de ERT existentes hasta 2009, ha recibido apoyo político de autoridades municipales o provinciales, actividades de capacitación, asesoramiento legal y planes sociales (Ruggeri et al., 2010 p. 71) y el 63% de los casos iniciados posteriormente, porcentaje considerable, si tenemos en cuenta el elevado número de las últimas ERT, un 16%, que no ha iniciado ningún trámite legal (Ruggeri, 2014 p. 23). En cuanto a los sindicatos, a pesar de que sus respuestas, en la mayoría de los casos, dibujaron una situación caracterizada por “la confusión y el distanciamiento” (Ruggeri et al., 2010 p. 61), en los casos en los que apoyaron a los trabajadores, aportaron asesoramiento legal, organizativo y logístico9.

Sin embargo, las ayudas estatales que reciben las ERT no permiten hablar de una clara implicación del Estado argentino (Rebón, 2006; Ruggeri, 2009) si se tiene en cuenta la situación legal en la que se encuentran. A pesar de las diversas leyes provinciales de expropiación temporaria (Gracia, 2011) y de la ley de expropiación definitiva de 200410, a la que se acoge Chilavert, el porcentaje de ERT que han sido expropiadas a favor de los trabajadores ha ido disminuyendo de forma significativa. Entre 2002 y 2004, el 46% de las ERT obtienen la expropiación, sin embargo, entre los años 2005 y 2007 ese porcentaje desciende hasta el 30%, y entre 2007 y 2010, apenas alcanza un 7% que incluye tan sólo a un total de cuatro empresas (Ruggeri et al., 2010 p. 26).

De forma más detallada, el panorama nacional de las empresas recuperadas hasta 2010 pone de manifiesto su precaria situación y el escaso alcance resolutivo que tuvieron dichas leyes. En primer lugar, del 63% de ERT que hasta ese año consiguieron la expropiación, un 53% fueron temporarias y un 19% definitivas. Y en segundo lugar, la mayoría de estas expropiaciones no se ejecutaron y el impago de las indemnizaciones por parte del poder Ejecutivo posibilita en la actualidad que los ex propietarios soliciten la expropiación inversa (Ruggeri, Martínez y Trinchero, 2004 p. 24). El resto de situaciones se dividen entre un 14% de empresas que no la había solicitado, un 13% se encontraba tramitándola y un caso en el que fue rechazada (Ruggeri et al., 2010 p. 25).

Tras el último cambio legislativo que se produce en 2011, la promulgación de la ley 26.684 que reforma la ley de quiebras de 1995 (Ley 24.552, citada en Ruggeri, 2014), se incluye un mecanismo que prioriza la continuidad productiva de la empresa con el que se pretende facilitar a los trabajadores la posibilidad de la compra de la empresa utilizando, incluso, las deudas salariales contraídas como capital, estableciendo como requisitos que la cooperativa integre a 2/3 de los antiguos trabajadores (Ruggeri, 2014, p. 21). Sin embargo, lejos de suponer una solución legal a los procesos de recuperación, los resultados de esta ley, agravados por los recientes vetos en la ciudad de Buenos Aires del gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2011 y en enero de 2013 a las leyes de protección de empresas11, han significado finalmente una mayor vulnerabilidad y precariedad legal para los trabajadores.

Como señalan los datos recogidos, únicamente un 10% de los casos ha podido servirse de los recursos legales de esta reforma y ha podido reunir crédito suficiente para poder afrontar la compra. Como principal consecuencia, se produce una mayor diversidad de situaciones para las recuperaciones que se inician entre 2010 y 2013 (Ruggeri, 2014 p. 23). Prácticamente el 50% está en situaciones de legalidad muy precarias. O bien los trabajadores han establecido acuerdos particulares con los antiguos dueños, o las han alquilado o están tramitando aún la solicitud de expropiación. Tan sólo un 16% han conseguido la expropiación a su favor y otro 16% se encuentra ocupada por los trabajadores. El resto de empresas cuentan únicamente con autorizaciones judiciales para producir.

3 Organización política de los trabajadores y significaciones de la política

Con el objetivo de apoyarse entre sí y articular movilizaciones y acciones de apoyo a otras empresas recuperadas para reivindicar medidas legales que favorezcan su situación, en el marco de la crisis, trabajadores de veinte ERT se organizan y crean el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) en el año 2002. Desde entonces han aparecido otras organizaciones como MNFRT (Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas por sus trabajadores), Red Gráfica, FACTA o FECOOTRA, entre otras, y aunque no están exentas de rupturas y desacuerdos, ni al margen de influencias políticas, su principal diferencia con otro tipo de organizaciones creadas en Argentina en los momentos de la crisis como asociaciones de cartoneros y piqueteros, asambleas barriales y clubes de trueque, es la puesta en práctica de una acción directa encaminada a impedir el cierre de la empresa (Ruggeri, 2009).

A pesar de su fragmentación algunos años después de la crisis, las distintas agrupaciones han continuado articulando una unión alrededor de reivindicaciones comunes, e incluso, para muchos trabajadores, la participación en actividades organizadas por diferentes asociaciones de ERT no entraña ningún tipo de incompatibilidad (Ruggeri, 2009). Hasta 2009, el 78% de los casos se encontraban integradas en algunas de estas organización y si bien este porcentaje experimenta un claro descenso en las recuperaciones posteriores hasta el 48% (Ruggeri, 2014 p. 58), cuya explicación excede el alcance de este trabajo, la articulación de estos movimientos pone de manifiesto, en primer lugar, el protagonismo político autónomo de los trabajadores en la creación de una red de apoyos y de reivindicación de soluciones que trasciende el ámbito de la empresa y llega al espacio público. Dada la falta de ayudas institucionales, los trabajadores se organizan como interlocutores directos con los representantes políticos para conseguir medidas legales que les permitan continuar trabajando. Según explica Andrés Ruggeri, la creación de estas organizaciones responde a la necesidad que tienen los trabajadores de contar con su propia representación y su capacidad de apoyo a las nuevas recuperaciones que iban apareciendo, especialmente en los momentos decisivos de la ocupación a través de la presión pública que ejercieron para conseguir márgenes jurídicos orientados a legalizar la situación que permitieran a los trabajadores seguir trabajando (Ruggeri, 2009).

En el caso de los trabajadores de Chilavert, la participación en las actividades de estas organizaciones, si bien es voluntaria, forma parte, según consideran, de su compromiso político con el proceso de recuperación en cuya discursividad narrativa pueden identificarse las diversas significaciones que tiene para ellos la política. En primer lugar, la consideración que hacen sobre ésta como ámbito y dimensión en el que han de enmarcar protestas y demandas, siendo instituciones y representantes políticos los interlocutores centrales a quienes corresponde dirigirlas. Al tiempo que hacen una crítica generalizada a los políticos, no pierden de vista la existencia de un sistema político constitucional en el que, al margen de sus deficiencias, se contiene la garantía jurídica de sus derechos.

De político hay mucho en esto, hay mucho, a mí no me gusta la política, porque la política es… no me gusta, pero nosotros necesitamos de los políticos porque tuvimos que ir a legislatura, conseguir una ley de expropiación…. Entonces estar en contacto con los políticos y tratar de buscar la expropiación, o sea que necesitábamos de ellos, ya no sólo radical, peronista, partidos de izquierda, de todos, de la clase política necesitábamos. Y bueno, fue que tuvimos que ir todos los días ir a hablar con un legislador, hasta conseguir la ley, pero de política, nunca, nunca, nunca milité en ningún partido, nunca anduve en la política, nunca me gustó (trabajador F, entrevista personal, 9 de agosto de 2010).

En segundo lugar, la identificación que hacen de las afinidades o militancias políticas e ideológicas partidistas como cuestiones personales de cada trabajador, ajenas a la recuperación y a la autogestión que protagonizan. Acostumbrados a que les pregunten por sus posicionamientos políticos, y conocedores de las imágenes que se han construido sobre su acción en clave de heroica revolución12, los trabajadores de Chilavert insisten en dejar clara que su identidad en relación a la acción colectiva que emprenden, no es otra que la de ser trabajadores.

Si nos referimos a la política partidaria, no… eso no, ideologías no aceptamos desde ningún punto de vista, primero porque no es nuestra condición, la única condición que tenemos es trabajar, ser laburantes y por ahora estamos encerrados en eso (trabajador A, entrevista personal, 15 de julio de 2010).

En diversos estudios sobre ERT argentinas se identifica la falta de vinculaciones militantes partidarias en la mayoría de los trabajadores que participaron en procesos de recuperación (Fernández Alvárez, 2004). También los discursos recogidos por Julián Rebón e Ignacio Saavedra los trabajadores son muy explícitos en este sentido: “Nosotros no robamos a nadie, no somos ladrones, delincuentes, subversivos, montoneros, nada…. Queremos trabajar nada más (trabajadora de la textil Ceres)” (Rebón y Saavedra, 2006 p. 87). De forma explícita los trabajadores expresan el rechazo a cualquier tipo de representatividad que pueda establecerse con grupos o corrientes partidistas, así como a interpretaciones del proceso de recuperación como una lucha ofensiva contra el patrón y pierdan de vista el verdadero origen de su acción, marcado por la urgencia de no perder el trabajo y asentado sobre su identidad y dignidad como trabajadores (Fernández Alvárez, 2004; Ruggeri, 2009; Ruggeri et al., 2005).

En todos lados hay política y ideología, acá en la cooperativa nunca se puso, cada uno tiene sus ideas políticas y punto, cada uno piensa lo suyo. Acá hay radicales, hay… y somos siete, hay una variedad enorme, y nunca se puso discusión la idea política tuya o la mía. Todos tiramos del mismo carro, todo se pensó para la cooperativa, si vos tenés una idea política hacés fuera, lo único que nos pusimos de acuerdo si necesitábamos una ley o algo a los senadores o diputados del gobierno, del nacional, digamos o de la ciudad a pedir por una ley, un subsidio o algo para que levanten la cooperativa, pero así políticamente que digamos compañeros de izquierda, el otro es de derecha, el otro radical, el otro justicialismo, no, no. Política no porque sería todo un choque, yo pienso como socialista, yo pienso como comunista, yo pienso como radical, iba a ser todo un despelote, no políticamente, la verdad que nunca (trabajador D, entrevista personal, 4 de agosto de 2010).

Por último, los trabajadores de Chilavert definen como político el carácter que tienen las decisiones que de manera permanente y colectiva toman en relación a la empresa en las que se incluyen las maneras de solucionar las dificultades, el establecimiento de las prioridades y los cambios sobre el proyecto empresarial de Chilavert que han ido poniendo en práctica tras iniciar la recuperación.

Para mí en esas capacidades que desarrollamos está la de hacer política, la capacidad de, en principio, organizarse, y hay cierta política en eso. Hay que organizarnos, tomar decisiones y no es por capricho sino porque hay que discutirlo entre todos y ver de qué manera vamos a tomar esa decisión. La primera decisión política que tomamos era, porque no podemos esperar que todos estén de acuerdo en todo, nosotros no podemos estar en una indefinición absoluta, decidimos que las decisiones se toman por mayoría, porque tenemos que tomar un rumbo, aunque sea equivocado pero un rumbo al que hay que llegar, ese sería para nosotros el carácter democrático (trabajador A, entrevista personal, 15 de julio de 2010).

4 Democratización y solidaridad en la autogestión: compromisos políticos de los trabajadores de ERT

Los datos disponibles permiten considerar la democratización y solidaridad como rasgos específicos de las ERT en Argentina, y por tanto, como prácticas que los trabajadores introducen en su autogestión. Aunque la particularidad que adoptan las ERT como cooperativas de trabajo en su gran mayoría, el 94% de los casos (Ruggeri et al., 2010, p. 22), se debe fundamentalmente a ser un requisito legal previo para solicitar la autorización de continuidad productiva e iniciar los trámites de la expropiación (Ruggeri, 2009), la concreción del carácter colectivo de la autogestión excede en mucho las exigencias normativas que obligan a las cooperativas a realizar una asamblea anual (Ruggeri et al., 2010 p. 47). Hasta 2009, la toma de decisiones es asamblearia en un 88% de los casos, tendencia que se refuerza en las últimas recuperaciones iniciadas posteriormente hasta el 93% (Ruggeri, 2014 p. 39), con una periodicidad semanal mayoritaria en ambos periodos que asciende del 44% (Ruggeri et al., 2010 p. 47) al 56% (Ruggeri, 2014 p. 39).

Por otro lado, el 73% de las empresas recuperadas establecen un salario igualitario trabajando el mismo número de horas, estableciendo como criterios diferenciales las horas trabajadas, la antigüedad, la categoría profesional o ser familia numerosa (Ruggeri et al., 2010 p. 56). Aunque ese porcentaje desciende al 51% en las nuevas ERT iniciadas a partir de 2010 hay que considerar que en un 44% de las ERT no se trabaja el mismo número de horas (Ruggeri, 2014 p. 37).

Frente a la jerarquía y subordinación que caracterizan la gestión y las relaciones en la antigua empresa, se genera una valoración compartida entre los trabajadores de ERT sobre la horizontalidad y la participación como criterios de mayor eficacia en la medida que permiten contar con el conocimiento y aprendizaje de todos, y que se desprende de la experiencia que han compartido en la defensa colectiva que hicieron de sus puestos de trabajo.

En el caso de Chilavert existe un reparto igualitario de los salarios y las asambleas son semanales aunque en realidad los trabajadores hablan de una “asamblea permanente” ya que sienten que tratan cotidiana y continuamente sobre todo lo que tenga que ver con el día a día de la empresa. Según explican los trabajadores, la inclusión de estas prácticas se deriva de la propia resistencia colectiva emprendida para no perder el trabajo. Y si bien la introducción de estos cambios no garantiza la implicación de cada trabajador ni la ausencia de desacuerdos, el establecimiento de relaciones igualitarias es para los trabajadores una de las principales fortalezas con las que cuentan, derivada de la inevitable autogestión a la que se enfrentan tras emprender la recuperación de la empresa (Díaz Ruiz, 2014).

Hay mucha diferencia entre trabajar en una cooperativa o en una empresa con patrón, yo no puedo decir que no hay diferencia, hay mucha diferencia cuando se trabaja en una cooperativa porque no ves al patrón que te mira, que te va vigilando, y un obrero cuando es buen trabajador no necesita que nadie lo mire. Yo por ejemplo, cuando estábamos con el patrón, si escuchaba algún ruido y me ponía a mirar, el patrón siempre pasaba. Cuando venía el director gerente me decía “ché el patrón pasó y vio que se quedó mucho mirando la máquina”. Yo le decía “la estoy mirando porque hay un ruido, le dicen al patrón que si quiere que siga trabajando y se rompe, la culpa es de él, yo la sigo trabajando, estoy buscando donde está el ruido”. Pero te ven parado y piensan que estás parado, y la prueba está en que las máquinas están bien (trabajador F, entrevista personal, 9 de agosto de 2010).

Como consecuencia, la consideración de la ganancia salarial como único beneficio del trabajo pierde terreno en relación al aprendizaje constante y al descubrimiento de habilidades, que revierten en el beneficio común y que se traducen en la apropiación y responsabilidad individual respecto a los que ahora son objetivos e intereses colectivos. La participación y cooperación implícitas en la autogestión resultan ser para los trabajadores herramientas más eficaces desde las que afrontar las dificultades de financiación, producción y comercialización que encuentran los trabajadores de ERT derivadas de su inclusión en el mercado.

El problema es que los compañeros entiendan que hay buenos tiempos y malos tiempos, ese es el problema, porque cuando baja el trabajo, al no producir, el retiro va a ser menor. Los compañeros tienen que entender eso, que no por culpa del tesorero, el presidente o el secretario pierde trabajo, es porque la economía lo hace así (trabajador C, entrevista personal, 21 de julio de 2010).

En cuanto a la solidaridad, Chilavert forma parte del 57% de ERT que participan en actividades solidarias o culturales como donaciones, pasantías de formación laboral y cesión de espacios para actividades educativas, colaboración en organizaciones del barrio, con escuelas o con otras ERT13 (Ruggeri et al., 2010 p. 79). Si bien este porcentaje desciende al 29% de los últimos casos de recuperaciones, al tiempo que la mayor parte de esta participación se concreta en aportes económicos a otras ERT, existen diversos factores que podrían explicarlo como la falta de tiempo y recursos de los trabajadores para realizarlas o la falta de condiciones en las instalaciones (Ruggeri, 2014 p. 59).

En el año 2003, los trabajadores ceden espacio en el taller para el centro cultural “Chilavert recupera” en el que se organizan talleres, cursos y exposiciones de fotografía, teatro o danza. Unos años después, en 2006 se crea el Centro de Documentación de ERT a través de un convenio con la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en el que se elabora y recopila información sobre las ERT en Argentina, recogidos en los Cuatro Relevamientos realizados hasta ahora por el proyecto de investigación Programa Facultad Abierta. La relación entre Chilavert y el Centro de Documentación está asentada sobre la colaboración y el intercambio de conocimientos e información entre investigadores y trabajadores. Tanto en las entrevistas a los trabajadores como en las conversaciones mantenidas con miembros docentes e investigadores del Centro, todos coinciden en señalar la retroalimentación que se da entre ellos al compartir y cogenerar información y conocimiento sobre los procesos de recuperación. Y por último, en 2007 se inaugura el Bachillerato Popular para Jóvenes y Adultos de cooperativismocuyos títulos han visto reconocida su homologación por el gobierno de la CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), y en el que impartieron clases estudiantes y graduados del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González y de la CEIP (Cooperativa de Educadores e Investigadores Populares) quienes se estuvieron encargando de las clases sin recibir ninguna remuneración hasta el año 2011, según explica Natalia Polti14.

Las razones de los trabajadores para introducir estas prácticas de solidaridad que integran la denominada política de “fábrica abierta” también se derivan del propio proceso de recuperación. Y en ese sentido, la significación política que estas actividades tienen para los trabajadores de Chilavert recae fundamentalmente sobre dos cuestiones. En primer lugar, como una manera de devolver el apoyo y la colaboración recibida, especialmente por los vecinos, aunque también con otras ERT y otros colectivos sociales.

Es que las empresas recuperadas que hay no son todas como la nuestra, las recuperan para trabajar, no socialmente. Nosotros sentimos que las recuperamos para la sociedad, aparte del trabajo, claro. El centro cultural, el bachillerato, le damos un lugar a la gente del teatro (trabajador E, entrevista personal, 2 de agosto de 2010).

En segundo lugar, como una manera de contribuir a una sociedad más justa y equitativa a través de la articulación de relaciones e intercambios sociales más allá de las cuestiones meramente productivas y económicas que dotan a su autogestión de legitimidad social (Ruggeri, 2009) y muestran la compatibilidad con la viabilidad de la empresa (Trinchero, 2007).

5 Conclusiones

En el contexto de crisis que vive Argentina en el año 2001 se producen recuperaciones de empresas como una forma con la que sus trabajadores, trasgrediendo la legalidad vigente, tratan de evitar perder el empleo ocupándolas para impedir los vaciamientos fraudulentos que, de forma generalizada, se estaban produciendo antes del cierre, y volviendo a ponerlas en funcionamiento. Y si bien la influencia de la crisis se pone de manifiesto en la proliferación de casos que se producen en esos años, así como en la conflictividad social dada la gravedad que define en esta coyuntura el elevado desempleo, sinónimo en esos momentos de exclusión social, no puede considerarse un factor determinista en la medida que el aumento continuado de recuperaciones iniciadas hasta hoy, muestra su continuidad como una alternativa viable para trabajadores que se han encontrado en situaciones similares.

El carácter defensivo y la legitimidad que tiene la recuperación para los trabajadores como respuesta colectiva de resistencia conforman los diversos contenidos políticos que identifican en su respuesta al ataque que consideran haber sufrido. A la percepción compartida de injusticia, completa indefensión y gravedad sobre la situación en la que se encuentran, se une la legitimidad social con la que contaron a través de los apoyos sociales recibidos y el asesoramiento de otras ERT con los que pudieron afrontar las consecuencias derivadas de la ilegalidad de su acción y comenzar a realizar los trámites para la solicitud de la expropiación de la empresa y su constitución como cooperativa de trabajo al tiempo que continuaban produciendo.

En segundo lugar, la creación de movimientos y asociaciones de ERT pone de manifiesto el protagonismo político de los trabajadores al articular una red de apoyo mutuo y hacer llegar al espacio público su reivindicación de soluciones. Junto a la crítica generalizada que hacen a los representantes políticos, plantean un explícito rechazo a la identificación política partidista que pudiera hacerse con la recuperación y la autogestión que emprenden.

Al tiempo que las afinidades ideológicas y partidistas de cada trabajador se entienden como una cuestión privada y personal, en nada representativa de Chilavert como empresa recuperada, consideran políticas todas aquellas decisiones que han venido tomando cotidiana y colectivamente desde el inicio de la recuperación y que incluyen la democratización de las relaciones laborales y la solidaridad con grupos sociales cercanos en el entorno barrial y con otras ERT. Estas prácticas forman parte del compromiso y contribución que consideran hacer como trabajadores a la generación de relaciones e intercambios que traspasan los límites productivos y económicos de la empresa en las cuales se concreta su manera de contradecir la existencia de un mundo reducido a principios economicistas.

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