Internet y las tecnologías digitales se han convertido desde hace dos décadas en el objeto privilegiado de todo tipo de discursos sobre la revolución de nuestras sociedades. Narrativas cargadas de promesas, visiones de un porvenir distinto y expectativas de revolución para el mañana… Internet y las tecnologías digitales convocan espacios preñados de futuro. Esa particular orientación hacia lo que está por venir ha sido nombrada de maneras diversas; en algunas ocasiones como utopías, en otras como ideologías o mitos digitales; pero raras veces se ha tomado en consideración la esperanza que acompaña a esas tecnologías y que emerge en la práctica cotidiana de quienes se implican con ellas. El objeto de investigación que da lugar a la tesis que resumo a lo largo de las siguientes páginas es la esperanza que algunas personas depositan en la posibilidad de transformar la sociedad a través de la tecnología, específicamente de una tecnología de Internet, los blogs. El título de esa tesis es Ensamblajes de Esperanza. Un estudio antropológico del bloguear apasionado (Estalella, 2011)1.
Para muchos de aquellos con los que conviví durante mi trabajo de campo, los blogs son una revolución que va a transformar la sociedad, o que de hecho la está transformando durante el momento en que se realiza mi investigación durante 2006 y 2007. Hay quienes consideran que a través de los blogs y de su práctica de bloguear se abre la posibilidad de elaborar nuevos modos de hacer ciencia, para otros son una forma diferente de desarrollar el periodismo, una herramienta para nuevos modos de hacer política o un medio y contexto para transformar la educación. Para ilustrar esa esperanza y las expectativas que la acompañan quiero comenzar con una escena de mi trabajo de campo; a través de ella sitúo el contexto de mi investigación e introduzco las preguntas que surgieron durante mi etnografía y a las que he intentado responder en la tesis.
A mediados de noviembre del año 2006 se celebra durante tres días la primera edición del Evento Blog España, una reunión a la que asisten varios cientos de personas de diferentes lugares, la mayor parte de ellas escriben blogs y dicen de sí mismas ser bloggers. Sus edades van de los 20 a los 40 años. Viajo desde Barcelona hasta el encuentro que se celebra en la antigua fábrica de tabacos, un señorial edificio ubicado en el centro de la ciudad. En uno de sus salones repleto, durante la conferencia inaugural, buena parte de los presentes se encuentran con sus ordenadores abiertos, transcribiendo y publicando en sus blogs lo que se dice en ese momento. Mientras tanto, desde otros lugares, algunas personas siguen lo que acontece a través de esos relatos apresurados. El alcalde de la ciudad y varias autoridades políticas han realizado la apertura. Tras ellos pronuncia la conferencia inaugural Enrique Dans, un profesor del Instituto de Empresa, una prestigiosa escuela de negocios con sede en Madrid.
Dans se ha convertido en ese tiempo en un famoso blogger, uno de los que llaman bloggers A-list, bloggers de la lista A; individuos que figuran en los rankings que se elaboran de blogs y que se han convertidos en autoridades de la Blogosfera. Lleva casi cuatro años blogueando y ha logrado que lo que escribe con puntualidad diaria sobre asuntos tecnológicos sea leído por miles de personas. Tras su charla se lanza sobre su ordenador para escribir sobre su presentación. Una retahíla de comentarios apostilla después su artículo. Uno de ellos dice: “por favor suba la presentación para su descarga, acá en Bolivia solo tengo internet en la casa de mis viejos […] Saludos desde Oruro Bolivia” (diario de campo, 19 de noviembre de 2006). Antes de eso ha desgranado durante una hora algunas de las expectativas que él y muchos otros depositan sobre los blogs, pronunciando lemas revolucionarios como: “el fenómeno blog es el movimiento social más importante de la historia de la humanidad” (diario de campo, 19 de noviembre de 2006). Puede parecer una exageración, pero retrata fielmente el ánimo de muchos de los asistentes y la atmósfera que acompaña a los blogs en esa época en España. Como resultado de la reunión se elabora un manifiesto que tiene como objetivo “fomentar la cultura de bloguear desde un punto de vista social y ético”, los blogs se celebran como una tecnología revolucionaria en un compendio de 45 puntos entre los que se afirma:
1. Si Gutenberg levantara la cabeza, programaría un sistema para crear y escribir blogs.
3. [….] Ha finalizado el monopolio de los medios de comunicación unidireccionales.
5. La sociedad acepta, poco a poco, la relevancia de los blogs. Los ciudadanos constatan su poder, lo asumen y lo utilizan (diario de campo, 2 de febrero de 2007).
En ese momento, hay al menos 60 millones de blogs en todo el mundo. El de Sevilla es una de las dos decenas de grandes reuniones que durante 2006 y 2007 celebran una Blogosfera revolucionaria cargada de expectativas de futuro. Quienes asisten a ellas son personas que bloguean de manera cotidiana, de manera intensa y esperanzada en que pueden transformar la sociedad a través de los blogs logrando una sociedad más democrática. Unas expectativas lo suficientemente convincentes como para que los medios de comunicación hayan comenzado a interesarse por los blogs y los partidos políticos hayan empezado a incorporarlos en sus estrategias. Los blogs están en ese momento en pleno apogeo.
El objeto de mi tesis es esa esperanza que emerge en las prácticas de algunas personas que se implican con los blogs. La pregunta principal que he intentado responder es: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de la esperanza? Mi intención no ha sido caracterizar la esperanza, no he pretendido únicamente señalar aquello que se espera, mi objetivo ha sido desvelar eso que he designado como modos de esperanzamiento, las condiciones de posibilidad que permiten la emergencia de la esperanza. Acompañando a esa pregunta indago en la tesis sobre las entidades toman parte en las instancias de esperanzamiento, las expectativas específicas que se depositan en los blogs y su relación con otras expectativas históricas de Internet, la dinámica material de la producción de las expectativas y las condiciones para su circulación geográfica, la relación entre las expectativas y la esperanza y, finalmente, la particular economía política de la esperanza que acompaña a los blogs.
Pero esas narrativas de futuro que acompañan a los blogs no son absolutamente nuevas y tienen una larga genealogía que se remonta al menos hasta el final del siglo XIX, cuando el despliegue de infraestructuras de comunicación como el telégrafo y el teléfono llega cargada de la promesa de transformación de nuestras sociedades (Briggs y Burke 2003). Unas promesas que se extienden hasta Internet y las tecnologías digitales, presentadas desde su mismo nacimiento como las portadoras de una revolución irremisible que ha de transformar nuestras sociedades. Un gesto hasta cierto punto paradójico si se atiende a los diagnósticos de un mundo cada vez más desesperanzado que algunos científicos sociales y filósofas como Mary Zournazi (2002) han hecho en los últimos años. Los geógrafos Ben Anderson o David Harvey (2000/2007) o el antropólogo Hirokazu Miyazaki (2006) toman a la esperanza como objeto de sus análisis y señalan a las reformas económicas neoliberales como la causa justamente de su pérdida en nuestras sociedades. Una desesperanza que estos autores atribuyen a las transformaciones operadas por el neoliberalismo (Miyazaki, 2006; Anderson y Fenton, 2008; Harvey, 2000/2007; Zournazi, 2002) y la aparición en nuestras sociedades de formas de orden que proceden de orígenes alejados y que parecen imponerse de manera irremisible. Singularmente, las tecnologías digitales se presentan ajenas a esos diagnósticos como el umbral de un mundo mejor que ha de venir, como las portadoras de una esperanza universal y una revolución irremisible. Unos discursos que encuentran su contraparte en las visiones catastrofistas que señalan a Internet y las tecnologías digitales como instrumentos al servicio de nuevas formas de dominación (Cabrera, 2006; Mosco, 2005; Flichy, 2001/2003). En cualquiera de los dos casos, la orientación hacia el futuro que acompaña a esas tecnologías es innegable. Son tecnologías que nos hablan del mañana y a través de las cuales hablamos del mañana; entidades que se orientan definitivamente desde el presente hacia un futuro distinto.
Dentro de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, desde hace unos años se ha desarrollado una creciente literatura que analiza esa orientación hacia el futuro y que recibe el nombre de sociología de las expectativas. Los autores que se agrupan bajo esa denominación, entre ellos Nik Brown (2003) y Adam Hedgcoe (Hedgcoe y Martin, 2003) entre otros, coinciden en proponer que lo relevante cuando consideramos el futuro que convocan las tecnologías no es analizar si esas narrativas están fundadas o si son sólidas; por el contrario, lo crucial es establecer cómo en un determinado momento las expectativas y las esperanzas animan y mueven el presente, cómo toman parte en su ordenación, en el enrolamiento de actores, en la distribución de recursos y en la orientación de todos ellos hacia un cierto futuro.
En lo que resta del artículo daré en primer lugar brevemente unas notas sobre la aproximación metodológica de mi etnografía y perfilaré después con más detalle a esos que constituyen el referente empírico de mi investigación, aquellos que he denominado bloggers apasionados. En segundo lugar discutiré la producción de las expectativas de futuro en la Blogosfera a través de la performación de ciertas temporalidades de la práctica de bloguear y finalmente me referiré a la esperanza en términos de ensamblajes y a la desestabilización de la ontología del presente que resulta en esas instancias en las cuales cierta esperanza de futuro es traída a la existencia.
El trabajo de campo de la etnografía se desarrolla durante 18 meses de 2006 y 2007 y se articula en contextos presenciales (eventos y reuniones informales con bloggers) y a través de Internet. Los eventos blogger son una instancia fundamental del trabajo de campo. En ellos se celebra una Blogosfera revolucionaria y en torno a ellos se reúnen bloggers y representantes de instituciones tradicionales a las que estos desafían como los medios de comunicación o los partidos políticos2. Esas instancias salpican el trabajo de campo cotidiano realizado a través de Internet, que se desarrolla a través de una intensa práctica de blogueo que incluye de mi parte la lectura de blogs y el contacto mediado a través de diversas tecnologías con otros bloggers (correo electrónico, conversaciones telefónicas, chat, blogs, Flickr). Una estrategia clave de mi trabajo de campo es la elaboración de un blog como parte de mi presencia en el campo y como estrategia para el establecimiento de relaciones. El blog de campo tiene en particular un triple objetivo: el establecimiento de rapport con mis informantes, la producción de conocimiento reflexivo a través de mi propia práctica de bloguear y, finalmente, la articulación de mi responsabilidad ética en la investigación ya que a través del blog dejo constancia de mi identidad como investigador y habilito las condiciones para poder ser interpelado por quienes forman parte del campo, como hemos discutido en otros lugares (Beaulieu y Estalella, En prensa; Estalella y Ardévol, 2007).
Los individuos que constituyen mi campo son un conjunto de personas con edades comprendidas entre los 23 y los 54 años, la mayor parte de ellos hombres3. La práctica de estos individuos se caracteriza por su intensidad cotidiana ya que bloguean casi todos los días durante varios años. En este sentido es una práctica excepcional porque la mayor parte de quienes se involucran con un blog lo hacen ocasionalmente y abandonan pronto. Al bloguear han incorporado toda una serie de tecnologías digitales con las que comparten imágenes y videos en Internet, enlaces favoritos, documentos, etc. Son además extremadamente reflexivos con respecto a su práctica, de manera que escriben a menudo sobre las implicaciones sociales de las tecnologías digitales, muy particularmente Internet y los blogs. Ese bloguear intenso está acompañado de la asistencia a eventos presenciales relacionados con los blogs de manera que cuanto más bloguean más asisten a esos encuentros, involucrándose a menudo en su organización como parte de un compromiso con la construcción de la Blogosfera.
Quienes bloguean de esa manera describen como apasionada su implicación con los blogs y la Blogosfera, como hace Antonio, un blogger que comienza a escribir su blog en abril de 2005: “yo escribo con las tripas, hay que escribir con las tripas, y dejártelas en ello” (diario de campo, 27 de noviembre de 2006). A sus cincuenta y tantos años es un investigador de prestigio y un intelectual con una considerable visibilidad pública. En los tres años que pasa blogueando, hasta que abandona, reflexiona abiertamente y escribe sobre Internet y las transformaciones que estas tecnologías están produciendo en nuestra sociedad y en la ciencia. A través de su blog Antonio traza un arco que conecta los públicos de la ciencia del siglo XVIII -que conoce por su ámbito de investigación como historiador- con los bloggers entusiastas del siglo XXI, relacionando las tertulias dieciochescas con los hackers del software libre, o el proyecto enciclopedista ilustrado con la Wikipedia. Pero el blog no es sólo un espacio de reflexión que orienta su actividad académica y profesional, sino una tecnología que toma parte en la articulación de su sociabilidad cotidiana: “quienes escriben un blog podrían hablar horas sobre su naturaleza adictiva; más aún, la mayoría no rechazarían como tema de conversación una discusión sobre la experiencia de ser abducidos por esta tecnología” (Antonio, entrevista personal, 27 de noviembre de 2006). Esa intensa práctica de bloguear se convierte en un aspecto fundamental de la identidad de Antonio y muchos otros en contextos en los que se definen a sí mismos como “bloggers”. Nombrarse de esta manera significa en esas ocasiones señalar una relación intensa con el blog. La historiadora Kristen Haring se ha referido a ese tipo de relaciones excepcionales que se producen también con otras tecnologías nombrándolo como “identidades técnicas” (Haring, 2003, p. 740), concepto que elabora a partir de un estudio histórico sobre radioaficionados en EE UU en el que analiza sus prácticas materiales. Un fenómeno que está presente en otros ámbitos y tecnologías como, por ejemplo, los hackers. Refiriéndose a ellos Gabriella Colleman y Alex Golub señalan que “la tecnología para los hackers no es un medio para otro fin, es fundamental para su sentido del yo –fabricar y usar la tecnología es la manera como los hackers crean individualmente y como se construyen y reproducen socialmente” (Coleman y Golub, 2008, p. 271 t. p.). Hackers linuxeros (Kelty, 2008), geeks (Dunbar-Heseter, 2007) o power gamers (Taylor, 2006); todos ellos definen su identidad a través de prácticas medidas por tecnologías digitales específicas, como hacen los bloggers.
Una vez que he caracterizados a los bloggers apasionados, en las dos secciones siguientes desarrollo dos aspectos fundamentales para comprender la emergencia de la esperanza entre ellos. Primero me refiero a la performación de intensas temporalidades en el bloguear y al concurso de la infraestructura material de la Blogosfera en esas instancias; en segundo lugar trato de conceptualizar la esperanza en términos de un ensamblaje de múltiples entidades, un acontecimiento que desestabiliza la ontología del presente cuando convoca la posibilidad de un futuro distinto del presente.
La práctica de bloguear de Antonio, como la del resto de otros bloggers apasionados, es excepcionalmente intensa, como él mismo describe:
Yo le dedico mucho tiempo, todo, porque […] he ido configurando mi actividad académica alrededor del blog […] a los dos meses de estar escribiendo […] ya sabía que un blog o te absorbía todo el tiempo o era una cosas extraña (Antonio, entrevista personal, 27 de noviembre de 2006).
En un artículo de mi blog en el que yo mismo escribía sobre mi cansancio y mis dificultades para continuar blogueando, Antonio me respondía en los comentarios:
Es lo que ocurre con los blogs. Se empiezan por tontería, […] por ver qué pasa, […] y, de pronto, notas que te arrebatan, que piden más tiempo, más ideas, más sinceridad, más compromiso.
[…]
Te agrego otros dos motivos para tener un blog: 1) escribir, escribir casi todos los días. Es como respirar a pleno pulmón; 2) experimentar con las ideas. Conectarlas y desconectarlas, traerlas y llevarlas, aclararlas y enredarlas, decir y desdecir (diario de campo, 16 de mayo de 2007).
Esa intensidad temporal se encuentra presente en las definiciones normativas de lo que es un blog que se elaboran en esos años. La Routledge encyclopedia of narrative theory (Walker, 2005) se refiere a los blogs en una entrada dedicada a ellos señalando específicamente su actualización frecuente, y así los define como: “sitios web frecuentemente actualizados que consisten en entradas diarias ordenadas siguiendo un orden cronológico inverso de manera que el artículo más reciente aparece primero” (Walker, 2005). Sin embargo, los estudios sociales sobre los blogs han concedido una limitada atención al tiempo y las temporalidades que se performan a través de ellos: los ciclos semanales de escritura, los ritmos diurnos o las periodicidades intensas y constantes de algunos autores. El argumento que pretendo desarrollar es que existe una estrecha relación entre la performación de intensas temporalidades en la práctica de bloguear y la emergencia de la esperanza entre quienes bloguean de esa manera. Pero para dar cuenta de ello es necesario atender a una entidad a la cual se han prestado poca atención; me refiero a la infraestructura material de la Blogosfera, toda la serie de tecnologías necesarias para poder elaborar los blogs.
Un aspecto particularmente relevante de los blogs y que constituye uno de sus elementos definidores es la disposición cronológica inversa de sus textos. Tíscar, una profesora de universidad treinteañera que lleva varios años blogueando intensivamente, se referirá a ese aspecto en uno de nuestros encuentros ligando con la intensidad temporal de la práctica: “el blog está pensado para la publicación muy periódica, muy vinculada a la actualidad; lo actual, lo nuevo, siempre está ahí predominando, tiene el mejor sitio... genera un pacto... de frecuencia” (Tíscar, entrevista personal, 8 de junio de 2007). Y una de las desarrolladoras de la primera plataforma de blogs, Meg Hourihan, insiste sobre ello cuando dice que “la información nueva en la parte superior […] fija la expectativa de actualizaciones, una expectativa reforzada por nuestras visitas repetidas para ver si hay algo nuevo” (diario de campo, 5 de marzo de 2007).
Así que si Tíscar liga la práctica intensa de bloguear con la disposición de los textos que establece la infraestructura material de la Blogosfera, y Hourihan nos dice que esa disposición hace que el bloguear sea hacer esperar a quienes quedan más allá de la pantalla; hacerles esperar un nuevo artículo cada día, una nueva historia, una continuación de un relato que no tiene fin. Y mantenerse en el bloguear es, por lo tanto, sostener la expectación continua de los otros. Pero hacer esperar a los otros es sólo la mitad de la historia. Psicobyte escribe en su blog en cierta ocasión:
Yo miro mis estadísticas compulsivamente. Es una de las más viejas tradiciones blogueras. Y, además, me pongo nervioso cuando un post que me ha gustado especialmente o me ha costado más trabajo recibe pocas visitas. Y le grito al monitor entre lágrimas ‘¿Pero qué os pasa? (diario de campo, 17 de noviembre de 2006).
Así que tan pronto como el autor publica un nuevo artículo que satisfará las expectativas de sus lectores comienza la espera por satisfacer sus expectativas: la expectativa de ser leído, de recibir comentarios, enlaces… Un ritmo intenso de escritura es seguido por lo tanto de ritmos intensos de lectura, de manera que la infraestructura material blog ensambla las expectativas de unos y otros al tiempo que sincroniza sus temporalidades cotidianas en el bloguear.
Las imágenes de las estadísticas de visitas a las que se refiere Psicobyte son una de las múltiples representaciones visuales que dan cuenta de la sincronización de temporalidades. Otro ejemplo lo constituye la imagen 1, elaborada por el servicio Technorati, una especie de Google para blogs. El eje horizontal representa el tiempo y el vertical el número total de artículos publicados un día determinado en la Blogosfera. Los picos señalan acontecimientos relevantes en diversos lugares del globo: el tsunami de Indonesia en diciembre de 2004, los atentados de Londres en julio de 2005 y el huracán Katrina en agosto de ese mismo año…

Figura 1
Gráfico tomado del informe ‘State of the Blogosphere’ (Sifry, 2007)
La imagen da cuenta del bloguear simultáneo y acompasado de individuos, performando una Blogosfera que funciona como una enorme máquina de sincronización de temporalidades. Y precisamente sobre imágenes como esa y relatos ejemplares del pasado que narran la respuesta sincronizada de los bloggers y sus lectores se elaboran los argumentos factuales sobre la influencia de la Blogosfera. Una influencia sobre la que se fundan las expectativas de transformar la sociedad. El argumento que los bloggers manejan es que pueden transformar la sociedad porque son influyentes. Y para demostrarlo están todos esos hechos elaborados gracias a gráficos y otras inscripciones. Las imágenes del futuro se elaboran, por lo tanto, sobre los hechos del pasado producidos mediante la inscripción masiva del presente que realiza la infraestructura de la Blogosfera. Una relación con el pasado que, en otro sentido, David Harvey dirá que se establece también en las utopías de futuro (Harvey, 2000/2007 p. 187). Estas mantienen muy a menudo una cierta nostalgia con un pasado idealizado que pretende proyectarse en la versión utópica del porvenir. Pero ese futuro imaginado requiere de una disciplinada temporalidad en el presente a través de la cual las expectativas mutuas se mantienen imbricadas y sus temporalidades sincronizadas. Algo que sólo unos pocos individuos llegan a sostener.
A través de la intensa temporalidad de la práctica encarnada de bloguear algunos bloggers se esperanzan y experimentan la aceleración de ese tiempo histórico que les coloca en el umbral de un futuro mejor. Un futuro que no es imaginado por otros y que no procede de lugares ajenos o lejanos, sino que es elaborado por los propios bloggers en su cotidianidad y con el concurso de una enorme infraestructura material. Hay un punto fundamental en esta conclusión pues las expectativas y la esperanza convocan habitualmente el espacio incierto del futuro. De manera que los hechos ciertos y sólidos del presente suelen contraponerse a las precarias y dudosas expectativas de futuro. Esa conceptualización ha llevado a la sociología de las expectativas a pensar que cuanto mayor es nuestra ignorancia más expectativas depositamos en la tecnología. Entre los bloggers apasionados ocurre lo contrario: la proximidad a los hechos es la fuente para la producción de las expectativas sobre los blogs; y quienes encarnan en su cotidianidad el bloguear apasionado e intenso son quienes más se esperanzan con esa tecnología. Las expectativas de futuro son el resultado de la experiencia encarnada del bloguear y no un efecto de la ignorancia; ya que las expectativas de futuro se fundamentan en la producción de hechos, y no en su ausencia.
Si estas conclusiones son válidas ponen además en evidencia una extensa literatura dedicada al análisis de las narrativas de futuro que establece como su objetivo desenmascarar sus intereses ocultos. Esos análisis conciben esas narrativas como discursos que embaucan a los individuos y que deforman la realidad (Cabrera, 2006; Mosco, 2005; Flichy, 2001/2003). Dos aspectos resultan especialmente problemáticos en estos análisis. El primero es que se centran principalmente en los discursos públicos que circulan en los medios de comunicación ignorando las prácticas situadas de quienes incorporan esas tecnologías. Sin embargo, como he argumentado para los bloggers, las expectativas son producidas en el contexto de la cotidianidad del bloguear, donde emerge su esperanza. Y en segundo lugar, al denunciar las narrativas de futuro de los otros como creencias falsas e infundadas que distorsionan la realidad, estos análisis reducen a los otros a títeres seducidos por la publicidad y los medios de comunicación mientras que los analistas se preservan una dudosa superioridad epistemológica capaz de desvelar aquello que los otros desconocen.
En esta última sección quiero retomar brevemente la escena con la que comenzaba el artículo, el Evento Blog España de Sevilla de finales de 2006. En esa reunión se performa una cierta Blogosfera revolucionaria que es capaz de interesar a partidos políticos porque es influyente. Pero sólo unos años antes de esa reunión, los blogs eran simples herramientas para hacer páginas web con sencillez y los bloggers eran descritos despectivamente como frikis vociferantes en pijama. Un blogger describe ese cambio de esta manera en una de las publicaciones que en esa época se elaboran: “los blogs empezaron siendo una simple página personal fácil de publicar y que admitía comentarios […] y con el tiempo […] se han convertido en […] un mecanismo para organizar revoluciones mucho más poderoso que las pancartas” (Del Moral, 2006, p. 72), hasta llegar al punto de reunir a cientos de personas, como en el evento de Sevilla, gracias a los blogs. Podría pensarse que un encuentro de ese tipo únicamente reúne lo que ya había; sin embargo ese acontecimiento, como otros similares, constituye una de las múltiples instancias que performa en la movilización de diferentes prácticas los blogs como algo diferente de lo que eran poco antes. Cientos de personas de toda España se reúnen por los blogs en un encuentro que logra interesar a políticos profesionales, periodistas y medios de comunicación. Y algunos bloggers, los bloggers A-list, que eran ridiculizados unos años antes se convierten ahora en interlocutores de esas instituciones tradicionales a las que desafían.
A lo largo de una década los blogs experimentan un proceso en el que convocan diferentes futuros y se tornan en una entidad distinta; o dicho de otra manera, la ontología de los blogs se transforma y con ella las expectativas que convocan y las esperanzas ensambladas en su práctica. La sociología de las expectativas se adentra en buena medida por los derroteros de la ontología cuando pone de manifiesto que las expectativas de futuro constituyen parte de lo que una tecnología es. Lo que se predica de la tecnología en el presente y lo que se espera de ella en el futuro son dos aspectos de su ontología. La esperanza, por lo tanto, no es únicamente una cierta representación del futuro, sino un estado ontológico que sostiene cierto presente; un presente que se orienta hacia un futuro traído a la existencia a través de ciertas prácticas materiales (Mol, Annemarie 2002). Eso quizás pone de manifiesto que quienes se esperanzan con los blogs experimentan y traen a la existencia una cierta versión del presente que resulta ajena a quienes son incapaces de esperanzarse. Un planteamiento que constituye un gesto por trasladar el análisis de las esperanzas y expectativas de los otros desde el ámbito de la epistemología hacia la ontología. Un movimiento, desde la epistemología a la ontología, que desde la antropología han realizado autores como Eduardo Viveiros de Castro (2004) y Martin Holbraad (2007), o que es explorado por diversos autores de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (Law, 2008; Mol, 2002). Como dice Annemarie Mol, detrás de cada entidad que puebla el mundo no existe una realidad coherente, sino múltiples versiones de la realidad, y cada una de ellas es performada, o traída a la existencia, a través de diversas prácticas: “la realidad es múltiple pero no diversa” (Mol, 2002 p. 135), dirá Mol en su estudio sobre la arteriosclerosis en dos hospitales holandeses. Así que situados ante las esperanzas de los otros no tratamos únicamente con ciertas representaciones del mundo, sino con versiones particulares de este que son traídas a la existencia a través de prácticas que se orientan al futuro.
Esa esperanza de los bloggers apasionados es una actitud activa, un movimiento hacia el futuro que pretende transformar el presente y que se hace presente y es relatado a través de imágenes que representan la sincronización de la Blogosfera a nivel mundial, como la discutida anteriormente, o estadísticas que cotidianamente visualizan la imbricación de las temporalidades en cada blog, como señalaba Psicobyte. La emergencia de esa esperanza no puede desligarse del despliegue de una infraestructura material de alcance global y a la cual se encuentra vinculada, ni tampoco de las temporalidades intensas y situadas del bloguear de algunos individuos. Pero esa esperanza requiere de un esforzado trabajo en el que participan un considerable número de entidades heterogéneas. Nombrar esa trama de entidades y relaciones que se orientan hacia el futuro como un ensamblaje es un intento por eludir la conceptualización que se realiza en ocasiones de la esperanza como un proceso cognitivo, una instancia existencial o una emoción que se relaciona estrechamente con el deseo (Webb, 2007; Crapanzano, 2003). El concepto de ensamblaje4 intenta capturar la heterogeneidad de las entidades que participan en la emergencia de la esperanza en instancias como los eventos o en las prácticas cotidianas de los bloggers. Es al mismo tiempo un esfuerzo por eludir la reducción de la esperanza al objeto esperado o a la expectativa discursiva que lo acompaña.
Los ensamblajes de esperanza de los bloggers son reuniones de entidades heterogéneas en los que se produce la emergencia de algo nuevo y distinto que desestabiliza la ontología del presente al traer a la existencia un futuro distinto5. Una instancia en la que las entidades que toman parte devienen algo diferente de lo que eran: los mismos bloggers se tornan en individuos influyentes, convertidos en interlocutores directos de los medios de comunicación o los partidos políticos. Como decía un blogger al describir lo que ocurría en Sevilla mientras blogueaban en directo: “a mi todavía me dan escalofríos cuando, en un evento lleno de blogueros, se ve que todo el mundo está emitiendo al mismo tiempo. Todos son ponentes, periodistas, audiencia, agitadores, reseñistas, fotógrafos, ciudadanos, hackers” (diario de campo, 19 de noviembre de 2006).
En general, la sociología de las expectativas se ha centrado principalmente en el análisis de tecnologías en desarrollo que se orientan a su estabilización, o dicho de otra manera, a su clausura ontológica. Las expectativas tecnológicas se plantean en ese contexto como el movimiento desde un presente de ontología inestable hacia la clausura del futuro mediante una distribución de competencias y responsabilidades muy particular. Por decirlo así, las expectativas de futuro parecen tener un plan muy claro de lo que el futuro ha de ser porque está limitado materialmente a los confines de las tecnologías en desarrollo. La esperanza de los bloggers, en cambio, articula una relación con el futuro distinta. Desde un presente estable, en el que las cosas son lo que se presenta, la esperanza de los bloggers apasionados constituye un movimiento que desestabiliza la ontología del presente y elabora las condiciones para imaginar que las cosas podrían ser de una forma diferente. Ese es el gran logro de la esperanza, cuestionar el presente y movilizarlo hacia un futuro abierto. La esperanza de los bloggers es un movimiento hacia una apertura constante, de manera que desde un presente estable cuya ontología se presume clausurada, la esperanza se orienta hacia la des-estabilización de esa condición mediante la formulación de nuevas posibilidades futuras.
A lo largo de estas páginas he intentado recapitular algunos de los aspectos abordados en la tesis Ensamblajes de esperanza. Un estudio antropológico del bloguear apasionado (Estalella, 2011). En ella presento una etnografía centrada en un modo particular de involucrarse con las tecnologías de Internet que he designado como bloguear apasionado. Me centro en el análisis de la esperanza que emerge y acompaña esa práctica; la esperanza que de que es posible transformar la sociedad a través de esas tecnologías. Esas narrativas de futuro que acompañan a los blogs están presentes en las tecnologías de la comunicación desde su mismo nacimiento; pero nombrarlas como esperanzas es una forma de eludir los análisis que reducen ese fenómeno a la mistificación o la deformación de la realidad. Por el contrario, he tratado de argumentar que la esperanza de los bloggers apasionados no es una creencia irracional, sino que está fundada en la producción de hechos a través de la inscripción masiva del presente que realiza la infraestructura material de la Blogosfera.
Esos futuros que se convocan a través de relatos, inscripciones, gráficos y prácticas diversas constituyen instancias en las cuales el presente se desestabiliza ontológicamente. La elaboración de narrativas de futuro transforma las entidades presentes en algo distinto de lo que eran y en ese proceso ciertas versiones del presente son performadas a costa de otras.
Para finalizar quiero recordar la referencia inicial a los diagnósticos apesadumbrados del presente y la responsabilidad que diversos autores como David Harvey (2000/2007) y Ben Anderson y Jill Fenton (2008) exigen a la teoría social en la elaboración de esperanzas en un mundo que parece haber perdido el horizonte de un futuro mejor. Mi respuesta pasa por pensar en la esperanza como una instancia en la que se reelabora la ontología del presente. Eso significa que cuando nos aproximamos a la esperanza de los otros no tratamos sólo con representaciones más o menos ajustadas del mundo sino con mundos diferentes en los que habitan. Lo que está en juego en ese desplazamiento hacia la ontología es qué les hacemos ser a los otros con nuestros relatos sobre ellos. Reconocer esto es una manera de asumir la enorme responsabilidad que implica tratar con ese frágil y preciado logro que constituye la esperanza. Más que deslizarnos por el fácil camino de la desacreditación de las creencias de los otros arrogándonos cierta superioridad epistemológica, creo que la responsabilidad de los científicos sociales en el análisis de la esperanza de los otros debe articularse prestando extrema atención a la economía política que acompaña a esas esperanzas; porque quizá los futuros benéficos y promisorios van acompañados demasiado a menudo de presentes desiguales e injustos que se elaboran sobre esperanzas sólidamente fundadas. Pero finalmente, reconocer las esperanzas de los otros nos conmina a mantener las nuestras, incluso aunque sean diferentes. Parafraseando al filósofo Ernst Bloch (1959/2007), un mundo sin esperanza no merece la pena.
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