Reseña de Martín Rojo (2010) Constructing Inequality in Multilingual Classrooms

Review of Martín Rojo (2010) Constructing Inequality in Multilingual Classrooms

  • Simone Belli
Portada libro

Luisa Martín Rojo (2010).
Constructing Inequality in Multilingual Classrooms. Berlin, New York: De Gruyter Mouton.
ISBN: 978-3-11-022663-8



Recientemente participé en una jornada sobre alumnado gitano en las aulas españolas, después de varias intervenciones de investigadores e investigadoras, el público presente en la sala, la mayoría profesionales que trabajan en asociaciones de comunidades gitanas, pedían algo más que no los meros datos cuantificados en tablas y estadísticas. Emergió en su totalidad la necesidad de un acercamiento de tipo cualitativo-crítico en lugar de investigaciones cuantitativas tradicionales en el aula. Se percibió entre los presentes la necesidad de ‘ir más allá’ para demostrar que en el aula emergen otros factores que difícilmente pueden ser medidos y cuantificados. Factores que sólo se pueden entender a través del lenguaje, producciones discursivas y prácticas sociales. Emociones y afectos son elementos indispensables para que pueda fluir el conocimiento en el aula, por el contrario, sin su presencia, no existiría conocimiento alguno. De allí emerge la importancia de escuchar todos los actores que actúan en el aula, sin medirlos o cuantificarlos, simplemente dejar que todo fluya y así los resultados no tardaran a llegar. Ejemplo emblemático de esta “estrategia” es el libro que se presentará en estas páginas: "Constructing inequality in multilingual classrooms".

En estos tiempos de importantes movimientos migratorios en dirección de las grandes ciudades, los cambios generados por estos flujos tienen efectos en entornos y espacios cotidianos. La escuela es uno de estos espacios. Por esta razón, nuevas figuras profesionales aparecen y son necesarias, en el contexto del aula, como por ejemplo los lingüistas.

En este libro se analiza un contexto concreto, la comunidad de Madrid, pero podría ser fácilmente exportado a cualquier gran ciudad europea actual. La presencia de inmigrantes es elevada y está concentrada de manera significativa en barrios emblemáticos. Por esta razón ha surgido la necesidad de insertar en las escuelas de estas zonas un nuevo espacio educativo apto para el aprendizaje del alumnado inmigrante, las aulas de puente. Un puente que metafóricamente representa un pasaje entre la cultura del niño que acaba de llegar a Madrid hacia la cultura de su País de Origen. Un puente que tiene en cuenta de numerosos factores, entre ellos la cultura, pero también un puente que intenta hacer una conexión entre las diferentes lenguas habladas por los niños. Un puente para 'pasar' del idioma de origen al 'nuevo' idioma. Este puente en definitiva sirve para resolver lagunas que el niño por diferentes motivos, lógicamente, impide que tenga éxito en sus estudios en un contexto formativo tradicional. Luisa Martín Rojo nos introduce de esta manera al contexto español con su respectiva política educacional y su doble discurso instaurado en las contradicciones y segregaciones provocadas sobre todo por causa de las políticas lingüísticas.

Más que por un solo autor, el libro se compone por experiencias múltiples e interesantes donde la responsabilidad de cada investigadora ha podido juntarse y llegar a unos resultados esperados y concretos, estructurándose a partir de una perspectiva comparativa. Se perciben mientras se avanza con la lectura numerosos trazos de voces diferentes, cada una de las voces representa puntos de vistas diferentes de investigadoras que se unen en el lema de la multidisciplinariedad. Trazos que sirven para desarrollar la investigación, tan completa y tan útil que sin estos trazos difícilmente se podría encontrar un resultado tan maravilloso. Martín Rojo, como una directora de orquesta, coordina estas voces gracias a su intensa y completa trayectoria investigadora.

Todas las investigadoras del grupo MIRCo (Multilingüismo, Identidades sociales, Relaciones interculturales y Comunicación) han dedicado mucha atención al trabajo etnográfico. El numeroso material analizado es notable y demuestra el esfuerzo y trabajo que este grupo ha dedicado a esta investigación en la última década. Los resultados son tangibles, palpables. Una investigación que se encuentra bajo el severo trabajo etnográfico y en el análisis experto de los datos, su mejor forma para ser visible para todos los profesionales, investigadores y profesores que, aparte de estar interesados al tema en cuestión, dirigen su atención y preocupación al ámbito de la investigación cualitativa.

La metodología utilizada por Luisa Martín Rojo y su grupo de colaboradoras se podría contextualizar en el ámbito de la Sociolingüística Crítica, incluyendo a su vez todas las “herramientas” que corresponden a la macro-categoría de los Estudios críticos del discurso. Pero en realidad la autora intenta huir de esta manera tradicional de clasificar y categorizar una determinada metodología. Desea escaparse de estas “herramientas” con sus respectivas limitaciones y alejándose de todas estas clasificaciones pretende no encasillar su trabajo. Dejar amplio margen de maniobra haciendo emerger únicamente un aspecto claro y preciso, la perspectiva crítica, es decir, una lectura no ingenua de los datos. Es por estas características que la investigación, y consecuentemente el libro, funciona. Funciona porque lo que tenemos en nuestras manos es un texto útil, sugerente y funcional. Funciona también porque no sólo se trata de una muestra de cómo hacer investigación sobre multilingüismo en el aula sino que también resulta ser un perfecto y ágil manual sobre cómo diseñar y hacer una buena investigación cualitativa en ciencias sociales. Todo esto sin olvidar su aportación al tema de la construcción de la inigualdad y a la pedagogía de los oprimidos.

Lo que nos propone la autora y sus colaboradoras en este texto es una manera diferente de acercarse a la investigación cualitativa. Nos introducen directamente a la acción, en lo vivo de la etnografía, con los datos en directo. Solamente después de los datos llega la argumentación a nivel teórico.

Gracias a la capacidad narradora de las autoras nos resulta fácil 'tocar con la mano' lo que significa habitar y trabajar estas aulas: dificultades, problemas, descubrimientos y sobre todo enriquecimiento. Enriquecimiento cultural derivado de la relación cotidiana con diferentes culturas. Y también significa dificultades que los profesionales encuentran en el aula, muchas veces por no estar lo suficientemente preparados para enfrentarse estos desafíos que la escuela contemporánea ofrece en su día a día. Por esta razón, el libro nos abre una puerta para que podamos entrar en el aula y poder averiguar la paradoja que se instaura en estos muros y que directamente se reproducen fuera del aula. La paradoja por ejemplo de hacer una distinción continua y constante entre el “nosotros” y el “vosotros” o entre “nosotros” y “ellos”, cuando en realidad habría que educar en el respeto de las culturas. La paradoja entre promover el respeto por la diversidad en los espacios públicos de la escuela mientras se reproducen continuamente estereotipos y prejuicios respecto a los diferentes grupos en el aula. Hay ejemplos muy prácticos a lo largo del texto que nos ayudan a entender esta paradoja de forma rápida y directa, me limitaré solamente a mencionar alguno. Por ejemplo, lo que pasa en los viajes organizados por los institutos cuando, visitando una ciudad, algún estudiante se niega a entrar en una mezquita o en una catedral. Los maestros justifican estos comportamientos, la mayoría de las veces, reproduciendo ciertas visiones estereotipadas de la población árabe de la misma forma que nos las ofrecen los medias. Otro ejemplo emblemático es la preparación de una fiesta para celebrar la Navidad en el aula sin tener en cuenta, por parte del profesorado, que hay alumnos que nunca han celebrado esta festividad; produciendo incomprensiones entre el alumnado que desconoce el ritual. De forma contraria, cuando los estudiantes extranjeros, considerados miembros representativos de sus respectivas culturas, tienen que reproducir algún aspecto de esta cultura que en muchos casos ni les pertenece (por ejemplo, cantar el himno de su País de Origen aunque el niño haya dejado su tierra a los siete años). Estos aspectos diferentes nos indican que la mayoría de las veces las actividades multiculturales se presentan, y se limitan, en el aula como algo excepcional donde sólo aparece lo exótico y lo folklórico (comida, música, juegos, etc.) y raramente tales aspectos se ajustan a los contenidos curriculares de un instituto.

Estos ejemplos emblemáticos nos pueden ayudar a entender cómo desde un contexto muy específico, el aula, hasta un contexto más general, una ciudad, sus habitantes pueden considerarse inmigrantes. Confirmando la tesis que afirma la existencia de una lábil frontera entre el autóctono y el inmigrante en la ciudad postmoderna. Naturalmente, como cada cambio social, esta transformación necesita tiempo y paciencia. Por esta razón, el texto nos ayuda a entender como todavía es muy fácil y largamente difundido hasta en el aula, la división entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, entre autóctonos y inmigrantes.

Los estudiantes inmigrantes no solamente tienen dificultades relacionadas con el aprendizaje de un nuevo idioma o tener que adaptarse a un ambiente escolar diferente sino también el hecho que ellos mismos tienen que utilizar recursos diferentes que los profesores casi nunca tienen en cuenta. Limitándose a utilizar representaciones sociales que presentan a ellos como deficientes. Con las consecuencias que el lenguaje educativo que se utiliza en el aula, entendido como práctica social, no consigue separarse de los conflictos sociales, alimentando de esta manera un orden social preestablecido. Confinando a estas intervenciones a la distribución social de recursos puramente simbólicos en la sociedad multilingüistica, sin enriquecerse de los potenciales formativos y educativos que estas aulas poseen.

Un ejemplo de lo que acabamos de decir es el code-switching en el aula. Los profesores, contrarios a esta práctica, intentan continuamente volver a una situación de monolingüismo entre el alumnado porque le resulta más fácil gestionar una situación de monolingüismo que de multilingüismo. Borrando de esta manera diferencias culturales que permiten el enriquecimiento personal que mencionamos anteriormente.

Otro ejemplo de escasa visión del potencial educativo y formativo del multilingüismo por parte del profesorado es el espacio que los alumnos ocupan en el aula. Parece que se haya vuelto a una obsoleta división entre buenos y malos estudiantes, con una dudosa separación entre primeras filas y últimas filas. Este uso que el profesorado hace del espacio en el aula es un elemento fundamental de exclusión. La construcción de inigualdad emerge también en estas prácticas estrictamente relacionadas con la exclusión y la imposición educativa. Prácticas que se alejan bastante de la idea de construir puentes entre culturas, lema de estas bridging class. La construcción de puentes con palabras, discursos, lenguaje y no con la separación, la segregación y la normalización. Hay que mencionar que en esta investigación han emergido también las prácticas correctas de algunos profesores. Buenos maestros que saben establecer conexiones entre los locales y los estudiantes migrantes en el aula, olvidando la categorización positiva del “nosotros” y la negativa del “ellos”. Esto deja emerger la empatía de la población local motivada con la idea de considerar las cosas desde otra perspectiva, la del Otro. En definitiva, los buenos profesores hacen sentir los alumnos migrantes como una construcción categorial de una diversidad que siempre pertenece al “nosotros”. Un “nosotros” que representa todo el conjunto de la comunidad escolar, sin marcar demasiado una diversidad que en muchos aspectos no es relevante. Aunque muchas veces las investigadoras nos describen realidades dónde los roles entre autóctonos e inmigrantes siguen teniendo características diferentes en el aula. Los estudiantes locales juegan la mayoría de las veces un rol central en el aula, mientras los estudiantes de orígenes migrantes no tienen voz para compartir sus experiencias y contraatacar a aquellos procesos de categorización y de estereotipización que emergen en el aula. En este sentido, la participación del alumnado migrante es escasa o casi nula, en definitiva es muy poco relevante y no se hace notar. Su exclusión se percibe sobre todo en los debates o discusiones que se instauran en el aula. La experiencia subjetiva de ellos está entendida de manera simplista, sin tener en cuenta de las multiplicidades y riquezas de cada uno. “Nosotros somos blancos” y “nosotros somos españoles”, mientras los otros son extranjeros y de manera muy simplista tienen que ser respetados.

Otro concepto clave que aborda el libro es la utilización discursiva de ideologías nacionales para la categorización de clases sociales, género y grupos nacionales. Esta utilización discursiva juega un papel fundamental a la hora de legitimar o deslegitimar (y consecuentemente, producir) un orden social. En el estudio comparativo entre estudiantes extranjeros aparecen ejemplos curiosos que nos ayudan a entender la dificultad que muchos estudiantes extranjeros tienen a la hora de integrarse en la escuela. Para los dominicanos el hecho de conocer el idioma no es condición suficiente porque la variedad de las diferentes maneras de hablar español provoca situaciones donde no se entiende lo que el niño o la niña quiere expresar. Aunque conozca perfectamente el idioma, desconoce los códigos que rigen el español hablado en República Dominicana con el español hablado en Madrid. Por esta razón, la maestra interviene continuamente para que el niño componga la frase de manera correcta utilizando palabras que se utilizan en Madrid. Naturalmente pide la maestra que se la pronuncie con un acento lo más cercano posible madrileño: “Dilo correctamente” o “dilo en español para que se entienda”. Como si el niño no hablara un correcto español, provocando un feroz malentendido que pone el niño en posición de inferioridad respecto a los demás compañeros.

Desde la lingüística, y más concretamente la sociolingüística, Luisa Martín Rojo nos demuestra cómo hacer un buen análisis, una práctica investigadora que no siempre tiene resultados tan excelentes como en este caso. Un análisis claro que enseña cómo la sociolingüística es el campo por excelencia para manejar esta tipología de datos. Muchas veces nos olvidamos de la importancia de hacer un buen análisis y nos centramos más en aspectos teóricos o en resultados aproximativos, olvidando que la parte central de una buena investigación cualitativa es el análisis de los datos. Hay que dejar que los datos hablen, que los datos sean el principio y no el final del proceso de investigación. Que todo lo que pueda nacer, surgir, concluir de un estudio nos lo transmitan estos datos. Algo básico y radical que muchas veces desde otras disciplinas olvidamos.

La autora nos aconseja acercarnos a este texto en la mochila de un viajero que paseando, andando y observando, hace un viaje cognoscitivo. Como un etnógrafo hay que tomar posición en los acontecimientos que nos rodean, ser activos, críticos y estar ‘a la espera’. Escuchando y siendo sensible al cambio, observando el cambio que ha tenido la escuela española y europea en las últimas décadas. Unos cambios radicales, rápidos, por eso se necesitan profesionales sensibles. Los rituales y las prácticas cotidianas que componen la actividad docente tienen que adecuarse a estos cambios. Aunque muchas veces, como se ha podido averiguar a lo largo de la lectura de este texto, pasa exactamente lo contrario: no se avistan los cambios, no se le presta la debida importancia o simplemente se ignoran. Por esta razón, insisto en repetir, la necesidad de incorporar una visión crítica en nuestras prácticas, cada vez que como viajeros, observadores o etnógrafos, nos encontramos frente a alguna práctica considerada “natural”. Por ejemplo, el considerar a priori como deficiente el conocimiento que tiene un estudiante extranjero. Generando por parte del sistema-escuela la exclusión del sistema académico y reforzando conflictos inter-grupales, contexto adecuado para que se pueda hablar de construcción de inigualdad en la escuela.

El texto ofrece una extraordinaria bibliografía, tanto nacional como internacional, para que el lector y lectora pueda profundizar en el tema del multilingüismo en los aspectos que más le interesa. Por todas estas razones, se trata de un texto muy completo, altamente recomendable y de segura utilidad para quien aborda estos temas en su profesión o en su investigación.

Un trabajo de esta importancia puede resultar de gran utilidad para mejorar las políticas y la promoción de otras formas de enseñar. Martín Rojo hace emerger la importancia de diferentes factores en el aula: tener en cuenta el background de cada estudiante; que el conocimiento y las competencias tienen que estar conectadas; la inclusión del estudiante es inmediata y no ilusoria; y, sobre todo, que la enseñanza no se centre exclusivamente en el maestro.

Por estas cuestiones, el presente texto nos ayuda a interpretar el fenómeno no solo describiéndolo sino descubriendo la excitante variedad cultural y lingüística de nuestro colectivo futuro.

El mensaje que las autoras nos intentan comunicar a lo largo de su experiencia investigadora es claro e iluminador: no estamos hablando sólo de multilingüismo sino también de multiculturalismo.