Reseña de Braun and Whatmore (2010). Political Matter

Review of Braun and Whatmore (2010). Political Matter

  • Israel Rodríguez-Giralt
Portada libro

Braun, Bruce and Whatmore, Sarah J. (Eds.) (2010).
Political Matter: Technoscience, Democracy and Public Life. Minneapolis: University of Minnesota Press.
ISBN: 978-0-8166-7089-5



El libro que presento tuvo su origen en un workshop celebrado en Oxford en diciembre del 20061. Los capítulos que integran este libro son de hecho el producto de ese encuentro. Una selección del mismo. El resultado de las presentaciones, de las conversaciones y los intercambios más interesantes y productivos acaecidos durante ese taller. Sin embargo, el libro editado por Bruce Braun y Sarah J. Whatmore, es mucho más que un mero compendio colorido de autores y temáticas más o menos interrelacionadas. Conviene recordarlo, pues, como veremos a continuación, el libro contiene también propuestas intelectuales arriesgadas e innovadoras. Propuestas, además, que emergen del propio encuentro y del inevitable proceso de reflexión y síntesis que acompaña a todo evento interesante (rescatando un juego de palabras acuñado por Michel Serres (1974), podemos considerar este evento interesante no sólo en un sentido convencional del término sino también en un sentido mucho más filológico del mismo. Interesante, es decir, lo que tiene capacidad para interesar, traducir, atraer y por tanto reinscribir autores, ideas, preguntas y relaciones).

“Son cosas de la política”. No es sólo una expresión más. A menudo es, también, el lacónico lamento que acompaña muchas situaciones a las que se asocian elementos más bien despectivos, chanchulleros y poco serios. Cuando se trata de retratar lo insustancial, lo innoble, los comportamientos y actitudes más furtivas y subrepticias de la actividad política, nada mejor que apelar “al politiqueo”, a “las cosas de la política”. ¿Pero qué sucedería si en lugar de tomar esta expresión como un atajo dialéctico nos la tomáramos como una auténtica inspiración? ¿Como la pregunta que puede guiar un programa de investigación sistemático sobre lo constitutivo de la propia actividad política? Eso es justamente lo que se proponen hacer los editores: tomarse seriamente “las cosas” de la política; preguntarse por las prácticas, las relaciones, los objetos y materialidades, los cuerpos y máquinas, las ecologías y los medios que ayudan a conformar un mundo común, un vivir en común. No se trata de un mero giro retórico. Con ello, el libro persigue un propósito muy concreto: establecer puentes sólidos que permitan, por un lado, incorporar algunas preguntas y reflexiones que los STS han ido desarrollando en estos últimos años a la teoría de corte más politológico. Y por otro, aportarle a la reflexión política una comprensión más sistemática del papel que juegan las prácticas científicas y los objetos tecnológicos en los ordenamientos colectivos contemporáneos. El libro no esconde por tanto que todo este esfuerzo descansa sobre una premisa básica: los STS y la teoría política tiene mucho que ofrecerse mutuamente.

En ese sentido, quizás la mayor aportación que hace este trabajo colectivo sea el del desarrollar una teoría por así decirlo materialista de la política, abrir un espacio en el que explorar la fuerza y posibilidades que abren las cosas para la comprensión de las prácticas y los ordenamientos políticos. Como nos recuerdan los editores, hay una razón histórica que justifica la necesidad de un atrevimiento como éste. Nunca antes, argumentan, había sido tan manifiesto que la materialidad de lo político y la política de la materialidad estaban tan estrechamente entreverados. Objetos tecnológicos con capacidad para movilizar o transformar colectivos globales, controversias acerca del papel de ciertos agentes-más-que-humanos que viven “entre” nosotros, sean estos teléfonos móviles o células madre, la política cada vez más viene asociada a estas “asociaciones” complejas y materialmente heterogéneas. Sin un conocimiento profundo de la naturaleza y el devenir de estos vínculos, de estas madejas, prosigue el argumento, renunciáremos no sólo a comprender la complejidad de un futuro común que ya es presente sino también a intervenir sobre él, promoviendo experimentos políticos capaces de aunar y armonizar esta heterogeneidad material. El libro por tanto destila esta fuerte sensibilidad por las propensiones, las disposiciones y las afectividades2 de lo no-humano en el vivir común. Por entender el devenir-político sin el tradicional divorcio para con las cosas que nos rodean. Éstas, como enfatizan, no sólo merecen ser consideradas actores políticos hechos y derechos. No sólo median nuestras acciones. Son mucho más que eso. Como nos recuerda Bruno Latour, ellas “son nosotros” (1998, p 300). De ahí que sean también política, o mejor dicho la abertura por la que hoy en día vemos crecer, ampliarse y/o incluso transformarse la propia idea de política. Sus cómos, sus dóndes, sus cuándos… y por supuesto también sus quiénes.

A nadie se le escapa que así esbozado, el proyecto descrito se asemeja mucho a otro trabajo excelente publicado un lustro antes. Me refiero a la interesante exhibición-compendio titulada “Making Things Public” y que Bruno Latour y Pieter Wiebel comisariaron en 2005. En ese trabajo también se seleccionaron trabajos y autores, algunos de ellos vuelven aparecer en este trabajo, que exploraban cómo “los objetos… nos unen de maneras que delinean espacios públicos profundamente distintos de los que usualmente reconocemos bajo la etiqueta de “políticos” (Latour, Bruno y Wiebel, Peter 2005, p.15 traducción propia). Ambos trabajos además comparten una misma inquietud inventiva, política añadiría yo. Ambos buscan escapar de la mera dimensión integrativa de conocimientos para multiplicar, mediante su particular eclecticismo, nuevas polémicas e interrogantes, nuevos compromisos para con la “fuerza de las cosas” (Braun, Bruce y Whatmore, Sarah, 2010, p. xii). Sin embargo, en este caso, la selección, y la reflexión que de ésta se deriva, a diferencia de la propuesta de Latour y Wiebel, se desarrolla en un horizonte de sentido mucho más situado. Esto es, por un lado, tiene una vocación comunicativa algo más circunscrita y especializada. Por otro, refleja una selección mucho más personal de los autores de los capítulos que conforman este compendio. Como reconocen los propios editores, en este caso la selección de académicos que participaron en el taller se hizo acorde con un interés personal por reunir a los pensadores y trabajos empíricos que de algún modo más habían influenciado su propio periplo académico, su deriva teórica desde la geografía cultural hacia una ontología relacional cada vez más híbrida y posthumana (Whatmore, 2002).

Cuatro son las granes preocupaciones que encontramos en este libro:

1) La primera tiene que ver con fundamentar una tecnogénesis (Sánchez-Criado, 2008) de la propia condición antropológica y por ende de la política. Lejos de ser un fenómeno fruto de una rápida modernización, la tecnología, argumenta el libro, los objetos y las cosas, forman parte de nosotros desde siempre. Y no desde una relación de exterioridad precisamente. Recogiendo el argumento de Donald Mackenzie (2002), el libro postula que nuestra relación con las cosas debería ser interpretada como una relación originaria, constituyente. Desde este punto de vista, como también recuerdan autores como Derrida, Latour, Haraway o Simondon, lo humano deviene algo relacional, algo que emerge en relación con este mundo. Nada que ver por tanto con la tradición humanista ni con las teorías que se asientan sobre una ontología dicotómica y esencialista que separa a humanos y no humanos. Desde esta postura, “las cosas de la política” son algo más que meros objetos o instrumentos externos a lo humano. La tecnicidad originaria nos habla más bien de cómo estas cosas son exterioridades a la par que interioridades. Nos habla de cómo nuestra relación con las cosas debe ser interpretada como una relación de transducción, de acoplamiento a través de la cual se interpenetran humanos y naturaleza (Simondon, Gilbert, 1992; Mackenzie, Donald, 2002).

2) Enmarcado el contexto filosófico y las premisas desde las cuales se debería analizar esta materialidad de la política, el libro abunda en otro aspecto interesante: la actuación misma de las cosas. En efecto, crítico con el argumento hilomorfista que separa materia y forma, hechos de interpretación, el libro trata de conjurar esta antigua dicotomía en un nuevo marco que permita simultáneamente tratar la materia como algo tanto material como significativo. Mas el trabajo no se queda en este argumento que también podemos encontrar en otros escritos previos de la propia ANT (Latour, 1999). Uno de los puntos álgidos de la propuesta teórica reside justamente en afirmar que además de ser materiales y significativas, las cosas son ocasionales. Es decir que encierran un margen de indefinición que las hace crear ocasiones, acontecimientos que desbordan cualquier lógica determinista. En este sentido, los objetos, las tecnologías nos proyectan hacia un futuro que nunca podemos apropiar completamente. Nos arrojan “al frente” sin que nada podamos hacer para acortar o reducir definitivamente esta incertidumbre. Preguntarse por esas temporalidades, por esas topologías o espacialidades que las cosas generan o proyectan es, pues, uno de los objetivos del libro. Como lo es asociar estas reflexiones con una reconceptualización de la agencia en un contexto más que humano.

3) La tercera gran inquietud que recoge el libro se desprende de las dos anteriores. En un mundo de excesos de tecnogénesis, de tecnologías y objetos controvertidos debido justamente a esa incertidumbre que despliegan y proyectan las cosas, es inevitable cuestionarse la propia noción de política. En un mundo posthumano, sin fronteras y de geometrías cambiantes, es inevitable, a la par que inaplazable, preguntarse por modelos conceptuales nuevos que puedan afrontar esta “fuerza de las cosas”. Por experimentos teóricos y prácticos que permitan pensar desde las cosas, para con las cosas, contra las cosas o forzados por las cosas. Modelos en definitiva, como nos recordaba Michel Serres (1995) que recuperen los vínculos olvidados que nos unen al mundo. En ese sentido, el libro apuesta también en buena parte de los capítulos, sobretodo en los tres primeros (de Jane Bennett, de William Connolly y de Isabel Stengers, más adelante hablaré de ellos con más amplitud), por articular prácticas políticas que exploren esa convergencia de registros afectivos, agentivos y ocasionales de los que hablábamos anteriormente.

4) La cuarta, y última inquietud, está muy relacionada con la anterior. No poder anticipar ni conocer de antemano el devenir de las cosas, más sabiendo que éstas “son” nosotros, las convierte a menudo en auténticos matter of concern (Latour, 2005). O lo que es lo mismo en cosas públicas, en auténticos objetos de debate público. Centrales nucleares, organismos modificados genéticamente, vacas locas… por doquier aparecen asuntos, cosas que entran en nuestra vida pública, que crean un público a su alrededor y desencadena nuevas ocasiones políticas. Cómo y porqué estos públicos o situaciones políticas se crean cómo se crean alrededor de estos matter of concern es de hecho uno de los objetivos del libro. De hecho, este principio de co-producción entre cosas y sus públicos permite abrir también una línea de trabajo interesante que el libro explora en algunos de sus capítulos (especialmente a través del trabajo de Noortje Mares y de Lisa Ditch). En efecto, si los asuntos y sus públicos se retroalimentan mutuamente, entonces es importante prestar atención a todas las políticas de representación o media ecologies (Fuller, Matthew, 2006) que se ponen en juego para definir o acotar un determinado asunto. Para amplificarlo o convertirlo en algo afectivo. ¿Qué papel juegan ciertos mediadores, materiales, mediáticos, en ese proceso? ¿Cómo contribuyen a reforzar o reducir esa “fuerza” afectiva de las cosas? Como bien destacan los editores, formular así la pregunta es ya una forma de intervención política concreta, pues permite reflexionar sobre las prácticas políticas desde un horizonte totalmente distinto del dominante, el propio de la democracia deliberativa. Ya no se trata sólo de preguntarse por la fuerza de las palabras, de los significados y marcos de sentido que enmarcan una determinada representación. Lo material también importa, y mucho, a la hora de publicitar, a la hora de dimensionar un determinado asunto, a la hora de producir determinados públicos. Bolsas de plástico, videojuegos, medidores de energía… son algunas de las materialidades que son exploradas en el libro y que asientan empíricamente este interesante e innovador campo de trabajo, y de activismo porque no decirlo, que tematiza justamente esa dimensión de ontología relacional que acompaña a la participación pública, al compromiso político y a la propia política del conocimiento (Whatmore, 2009).

A nivel más organizativo, estas preocupaciones se interrelacionan en capítulos que se agrupan en tres grandes bloques. En el primero, Rematerializaing Political Theory: Things Forcing Thought” encontramos artículos de Isabelle Stengers, Jane Bennett y William Connolly. En este primer bloque la pregunta por la materialidad de la política se articula principalmente a través de referencias y ejercicios filosóficos en los que se cuestiona el excepcionalismo humanista y se aboga por modelos conceptuales que permitan reintroducir los no humanos como un aspecto central de la preocupación politológica contemporánea. Este primer bloque sienta las premisas teóricas que luego los otros bloques desarrollarán, ampliarán o incluso discutirán sobretodo a través de ejercicios más empíricos.

¿Qué “peso” tiene lo material en la política? Esa parece ser la pregunta que orienta el segundo bloque, titulado “Technological Politics: Affective Objects and Events”. En éste, otros tres capítulos, de Andrew Barry, Gay Hawkins y Nigel Thrift, se encargan de explorar justamente “las cosas de la política” a través de tipos particulares de materialidad. Así es, estos capítulos prestan atención a las afectividades y disposiciones específicas que proyectan determinadas cosas, determinadas tecnologías, y a los eventos políticos que éstas generan. Barry, por ejemplo, trabaja con la metalurgia, con los metales, y con su capacidad relacional para articular una controversia colectiva que recorre toda Europa. Hawkings por su parte prestará atención al material más ubicuo de todos, el plástico. Como en el otro caso, éste capítulo también explorará la indocilidad de lo material y su capacidad para componer nuevas sensibilidades, nuevas colectividades y “complicar” por tanto la práctica política. Thrift, finalmente, se centrará las “aureolas” y su particular multivalencia política. A través del estudio de distintas manifestaciones de halo: iconos religiosos, videojuegos, instrumentos ópticos encargados de observar galaxias, Thrift nos habla de la fuerza de las cosas para producir ordenamientos políticos y para proyectar o imaginar mundos alternativos.

Todos estos artículos del segundo bloque prestan atención, por tanto, a la capacidad de las cosas para interrumpir determinados ordenamientos y para abrir nuevas configuraciones en las colectividades. De ahí que en el tercer bloque el leitmotiv sea más bien otro: analizar la fuerza generativa de las cosas para agenciar prácticas de ordenamiento político. Los capítulos recogidos en este bloque exploran en ese sentido esta ontología ocasional que de desprende de la propia definición de la política como “cuestiones de interés” (matters of concern), como un determinada situación. De ahí que se centren en las técnicas y formas de asociación política, de mediación y representación. Destaca en este sentido el trabajo de Noortje Marres acerca de las tecnologías verdes electrodomésticos eficientes energéticamente, como mediadores políticos, ya sea como herramientas de gobernabilidad o cómo innovadoras herramientas de ciudadanía. El bloque finaliza con otros tres capítulos: el de Rosalyn Diprose, acerca de la innovación política que introduce en el contexto australiano una particular tecnología reproductiva; el de Andrew Lakoff and Stephen J. Collier, un capítulo que se centra en el papel creciente que ciertas infraestructuras vitales tienen (agua, transporte, comunicación…) a la hora de prever nuevas formas de vulnerabilidad y convertirse en objetos de conocimiento de expertos en seguridad y protección civil. Y el último, el de Lisa Disch en el que la autora relee de forma original y crítica las propuestas de Latour y Stengers para remediar la separación de cámaras (ciencia y naturaleza a un lado, sociedad y política al otro) propia de la modernidad.

Como decía sólo empezar, el libro contiene no sólo un buen acopio de autores, reflexiones y casos empíricos relevantes, sino propuestas innovadoras y arriesgadas. En ese sentido, constituye un trabajo que a buen seguro resultará imprescindible para todo investigador interesado en abundar, o incluso superar, como se sugiere también en el propio libro, la heredada tensión entre humanos y no-humanos.

Referencias

Fuller, Matthew (2006). Media Ecologies: Materialist Energies in Art and Technoculture. Cambridge, Mass.: MIT Press. Whatmore,

Latour, Bruno (1998). De la mediación técnica: filosofía, sociología, genealogía. En Miquel Domènech y Francisco J. Tirado (Comps.). Sociología simétrica. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad (pp. 249-302). Barcelona: Gedisa.

Latour, Bruno. (1999). Circulating Reference. En Bruno Latour, Pandora's Hope: Essays on the Reality of Science Studies (pp. 24-79). Cambridge, Mass.: Harvard University Press.

Latour, Bruno (2005). From Realpolitik to Dingpolitik: or How to make Things Public. Introduction to Making Things Public. En Bruno Latour, y Peter Wiebel (Eds.). Making Things Public (pp. 14-43). Cambridge, Mass.: The MIT Press.

Latour, Bruno & Wiebel, Peter (2005). Making Things Public. Cambridge, Mass.: The MIT Press.

Mackenzie, Donald (2002). Transcutions: Bodies and Machines as Speed. London: Continuum.

Sánchez-Criado, Tomás (Ed.) (2008). Tecnogénesis. La construcción técnica de las ecologías humanas (2 vols.). Madrid: Antropólogos Iberoamericanos en Red.

Serres, Michel (1974). Hermes III, la traduction. Paris. Éd. de Minuit.

Serres, Michel (1995). The Natural Contract. Ann Arbor: Michigan University Press.

Simondon, Gilbert (1992). The Genesis of the Individual. En Jonathan Crary & Sanford Kwinter (Eds.). Incorporations (pp. 296-319). Cambridge, Mass.: Zone Books.

Whatmore, Sarah J. (2002). Hybrid Geographies: Natures, Cultures, Spaces. London: Sage.

Whatmore, Sarah J. (2009). Mapping knowledge controversies: environmental science, democracy and the redistribution of expertiseMapping knowledge controversies: environmental science, democracy and the redistribution of expertise. Progress in Human Geography, 33(5): 587-599.