Trabajo con Comunidades y Grupos: Dominación y resistencia. Procesos que nos llevan a plantear tareas permanentes y cotidianas

Work with communities and groups: dominance and resistance. Processes that lead us to propose everyday and permanent tasks

  • Teresita Cordero Cordero
Este trabajo presenta algunas ideas con respecto a las tareas permanentes y cotidianas, que se sugieren considerar en el trabajo colectivo en las comunidades y con los grupos en los que participamos. La convivencia humana, como práctica socio-cultural se convierte en una de las vivencias más complejas e importantes que son capaces de gestar lo que en el mundo actual llamamos organización, cumpliendo la función de ser un medio eficaz para resolver necesidades de todo tipo. As los procesos colectivos de relación y configuración de las acciones, se realizan por las posibilidades de recrear, crear y potenciar los espacios grupales. No obstante, lo ideal que puede significar el trabajo colectivo, este suele estar permanentemente desafiado por avances y retrocesos, ingresos y salidas de personas, por conflictos y acuerdos que se resuelven o no, así como, por la acción práctica mediada por el contexto social, histórico, político y económico en que se desenvuelve. Las ideas surgen de la experiencia de la autora, en conjunto con grupos de mujeres organizadas, en la atención infantil comunitaria. Este material se presentó en el contexto del Séptimo Congreso de Psicología de la Liberación, celebrado en Liberia, Costa Rica en noviembre del 2005.
    Palabras clave:
  • Procesos grupales
  • Psicología comunitaria
This work presents ideas regarding permanent and everyday tasks that it suggests be considered in collective work in the communities and with the groups in which we participate. Human coexistence as a social-cultural practice becomes one of the most complex and important experiences that can be carried out in what in the current world we call organization, accomplishing the function of being an effective medium for resolving all types of needs. Hence, collective relation and configuration processes of actions take place because of the possibility to recreate, create and promote group spaces. Notwithstanding the ideal that collective work can be, such work tends to be permanently challenged by advances and steps backward, arrivals and departures of people, conflicts and agreements that are or are not resolved, as well as by practical action affected by the social, historical, political and economic context in which it develops. The present ideas have arisen from the author?s experience working with groups of women organized to provide community childcare. This material was presented during the Seventh Congress of Liberation Psychology, held in Liberia, Costa Rica in November 2005.
    Keywords:
  • Group processes
  • Community psychology

1 Introducción

La organización comunitaria se constituye en espacios de trabajo colectivo, donde se producen encuentros intersubjetivos y se comparten dimensiones variadas que nos dan cuenta de la convivencia humana. Encontramos en los grupos comunitarios, con los cuales compartimos, la reunión de una serie de aspectos: físicos y materiales; relaciones sociales y culturales, así como, construcciones simbólicas de lo que hacemos como parte de las vivencias personales y comunales1.

Las organizaciones más que formas estructuradas de funcionar son entes dinámicos, los cuales responden a las necesidades humanas, que se expresan por medio de las actividades con sentido; las cuales a su vez constituyen identidad(es) grupal(es), que en el marco social adquieren poder para resistir y para construir posibilidades. Ya Martín-Baró (1989) nos lo explicaba, con su trabajo denominado “grupos con historia”.

La conformación de grupos organizados en las comunidades, obedece a gran cantidad de objetivos y dependiendo de ellos, así será su permanencia en el tiempo y su impacto social. Así, podemos encontrar grupos que tan solo se reúnen para realizar una obra específica de infraestructura y su vida termina una vez que dicho objetivo finaliza. No obstante, en este trabajo vamos a compartir sobre los grupos que establecen un proceso de convivencia humana a largo plazo.

En este trabajo planteo algunas tareas permanentes, que deben ser entendidas como formas de resistencia. Los grupos sociales viven una serie de oposiciones a las iniciativas colectivas, ya que el sistema capitalista considera que “nada puede ser más peligroso que algo que se mueve por cuenta propia”(Caldart, 2000 pp.39).

2 Las tareas permanentes

El desarrollo del trabajo, lo presento por medio de un listado de planteamientos generales y de seguido incluyo algunas conclusiones que provienen de la experiencia práctica, que he tenido, junto con grupos de mujeres organizadas en las comunidades, desde hace más de quince años. Dichos planteamientos están entendidos en proceso y sujetas a la discusión y la retroalimentación.

1. Las relaciones intersubjetivas y la vivencia cotidiana sirven para conocer-nos. Este conocer implica tanto a los otros como a nosotros. Esta es una de esas acciones que se realizan en la praxis y que están presentes siempre, pero no necesariamente son considerados como parte fundante de la grupalidad. Comprender que los espacios para conversar y compartir, para poner en común, son una fuente inagotable de conocimientos importantes, es dimensionar lo individual intrínseco en lo social. El fomentar el diálogo por medio de la conversación implica propiciar encuentros intersubjetivos que hacen más humanas las relaciones. No obstante, la reacción a este tipo de actividades, puede generar oposición argumentando que estamos “perdiendo tiempo y dinero” pues no se cumple con el “producto”. Si nos dejamos seducir por ello, estamos apoyando la idea de que los productos son más importantes que los procesos.

Así logramos en nuestra experiencia comprender, que el grupo, llena la necesidad de contar con un espacio de contención personal que escuche y permita reflexionar sobre lo que se vive cotidianamente. Dicho espacio se constituye en un reto para resolver conflictos, roces y ansiedades que nos permitan aprender otras modalidades de relación.

2. Las metas grupales (explícitas e implícitas) son parte fundamental del grupo. Considerarlas nos ayudarán a actualizar el sentido de la acción y a entender el por qué de la organización. La actividad grupal le da sentido directo a la permanencia grupal. La sostenibilidad de la acción colectiva, se mantiene a largo plazo, por la certeza de que se resuelven necesidades y se cumplen con metas culturales, significadas como importantes para los grupos humanos.

La actividad principal de las Madres-maestras es el trabajo con los niños y las niñas. Esta acción está influida por la concepción de mundo que se tenga, por las experiencias propias de cada familia que participa, las condiciones concretas de existencia, la condición de género y por lo que acontece en el espacio del jardín. La huella que deja la experiencia de trabajo, con sus hijos e hijas o los de sus vecinas, son significadas positivamente por ellas, así como, por otras personas.

3. El proceso histórico del grupo es una realidad fundamental que marca los estilos de trabajo y conforma de manera dinámica un proceso particular. Hemos de estar atentas y atentos a aprender nuevos hábitos, actitudes y propiciar de manera digna y libremente estilos cada vez más solidarios, por eso no se pueden descuidar la reflexión crítica de nuestra memoria colectiva. Hemos de aprender del pasado para potenciar el futuro, pero sobre todo para humanizar el presente.

Los grupos de mujeres que pueden reconocer la trayectoria y la importancia de su trabajo, aportan a los cambios de su identidad personal y la identidad grupal. Desde las participantes, cuando se reflexiona sobre la historia personal y grupal, existe la oportunidad de resignificar su papel como mujeres y madres y, por otra parte, desde el grupo se crean alternativas y oportunidades ni siquiera imaginadas en su mundo privado en el hogar. Estas oportunidades se constituyen en retos que si se asumen crean las condiciones para nuevos aprendizajes, los cuales se convierten en formas de poder, al potenciar acciones.

4. El grupo tiene que ser visto como un medio de construcción de nuevas formas de aprendizaje, de nuevas alternativas y es la oportunidad para practicar nuevos roles. Así los criterios de participación y la valoración que se haga de lo que cada cual hace, por simple que parezca, tiene que ser reconocido como un valor. En este sentido, la conformación de un nosotros es fundamental respetando los aportes individuales de todos los participantes.

Participar en el grupo y aprender, ya de por sí es crear una condición diferente. Así al estar en la organización se logra que las mujeres, realicen acciones que en otros momentos ni siquiera se consideró hacer, tales como: hablar en público, dirigir inauguraciones o actividades especiales, enseñar y reconocer lo que los niños y las niñas aprenden junto a ellas. Cambiar las mentalidades, las rutinas y los hábitos es una tarea de todas y todos que no se podrá lograr solo por una vía, sino que requiere de la práctica diaria. Por esta razón, es una tarea cotidiana apoyar, los pequeños o grandes logros que se realicen. Es necesario reflexionar alrededor de cuáles son los roles sociales que se nos imponen, por ejemplo el de la maternidad y, el reto está en cómo construir algo mucho más liberador.

5. El grupo ha de crear condiciones para fomentar la autoridad versus el autoritarismo. Hemos de romper con la idea de líderes, los cuales suelen ser entendidos como aquella persona a quien se le deposita todo el actuar grupal y que, representa a quién manda y tiene el poder para decidir. Esto es un contra-sentido a la práctica liberadora de nuestra sociedad, ya que mantener esta visión refuerza la idea de que son unos pocos los que mandan y dirigen y las grandes mayorías son las que cumplen con el rol de obedecer y responder. Tomar decisiones grupales, resistir ante el autoritarismo, defender los intereses de las personas excluidas y marginadas, apoderarse de nuevos conocimientos gestan nuevas oportunidades muchas veces no planificadas por los grupos en las comunidades es una posibilidad que hay que explicitar todo el tiempo que se pueda.

Hoy los grupos de Madres-maestras se enfrentan al reto de construir responsabilidades grupales y liderazgos compartidos. El error está en creerse que solo por mí, la actividad grupal, funciona. Esta tarea obedece a su vez a una concepción de dirección y conducción basada en las fortalezas conjuntas y no en los narcisismos individuales. Ellas son mujeres que han consolidando una reputación, tienen una presencia y por lo tanto poseen la autoridad del conocimiento (saber-poder), demostrado en la acción práctica.

6. Los acuerdos intersubjetivos son acciones permanentes que demandan su revisión constante justamente porque en muchas ocasiones están implícitos. Por tal razón, se tiene que fomentar la tolerancia y el respeto a las diferencias de las prácticas cotidianas. Se tiene que fomentar las relaciones amistosa, cariñosa y empática, pero también la sana sinceridad y confianza para hablar los disgustos y desacuerdos.

Las Madres-maestras en medio de las contradicciones, han concluido en la importancia de ponerse de acuerdo y aclarar los malos entendidos. Así desde la necesidad humana a ser escuchadas, valoradas y reconocidas se puede y debe dar el salto para que el grupo reconozca a las personas en su condición. Es solo en la genuina preocupación por el otro(s) que podemos en una suerte de espejo vernos a nosotras mismas y valorarnos, esto nos permitirá también reconocer nuestros estilos distintos y la diversidad de la constitución humano. Las propias identidades personales constituyen la base de las relaciones. Por ello cuando nos relacionamos, hay que entender los sentimientos en todas sus dimensiones: temores y ansiedades, expectativas y motivaciones producto de la historia personal y grupal. Así el grupo debe servir para conversar dichas inquietudes, aprendiendo a escucharnos y entendiendo nuestras propias historias, buscando construir la solidaridad entre las mujeres.

7. Las tareas del grupo, en los espacios comunitarios, van más allá de un tema o un concepto, son tareas que se cruzan con nuestras aspiraciones, dolores y alegrías, así como con utopías e ideales sociales que buscan un mundo mejor. Son en fin, desafíos intersubjetivos, que solo son posibles por la compañía y el apoyo de otras personas, donde la capacidad del compartir y la interdependencia son fundamentales.

Se establece en los grupos de las Madres-maestras, la solidaridad y el trabajo en equipo, como los mecanismos que permiten la construcción de una mística social que hace posible que la experiencia en Panamá, cuente con más de treinta años, Costa Rica con dieciocho años y en Honduras con diez años. Además, al poner en común los grupos de mujeres establecen un estilo de aprendizaje basado en la interdependencia (apoyo a las acciones colectivas, cumplir con la tarea de las necesidades del grupo), más que en la independencia (pensar solamente en el interés personal). Las mujeres tienen la oportunidad de empezar asumir posiciones de poder en las relaciones, ellas no son sólo, las amas de casa sino que pertenecen a un grupo organizado.

8. En el campo de relación con otros y según el impacto que el trabajo genera a través del tiempo, hemos de considerar el ingreso a espacios de acción comunal y social, ni siquiera pensados; tales como, las relaciones con otras personas e instituciones fuera de la comunidad, el asumir papeles públicos, manejar una economía propia y dirigir el proceso grupal, entre otros.

Cordero, Rodríguez y Sáenz (1990), plantean que el grupo en el caso de las Madres-maestras fue el medio, por el cual las mujeres, incursionaron en el espacio público desde el espacio privado y cotidiano, haciendo la ruptura con su papel tradicional, asumiendo una presencia en la comunidad y abriéndose paso al mundo público. Los espacios de acción que se realizan (trabajo con niñez) se convierten paradójicamente en espacios no tradicionales. Consolidar y mantener a un grupo de manera organizada requiere estar constantemente resistiendo, aguantando, como lo decía una Madre-maestra, las críticas, los enojos, los pleitos, los rumores, las descalificaciones, las burlas, la falta de recursos, etc. La creación de posibilidades que los grupos de mujeres articulan desde la propia condición particular está constantemente amenazada por la ruptura al mundo privado.

9. La realidad en que está inmerso el grupo, lo lleva a enfrentar situaciones nuevas, que requieren de nuevas habilidades y destrezas, muchas veces no practicadas por las y los participantes. Se encuentran espacios de acción nuevos y desconocidos, los cuales deben ser aprendidos en el proceso. Esto demanda de las y los participantes formas creativas de solución a los retos y dificultades. Esto pone en juego la flexibilidad, la creatividad, la inteligencia y la sensibilidad de las y los participantes, para dar espacio al cambio y a la novedad. Posibilidad que se puede potenciar cuando se hace consciente.

Las prácticas que el grupo gesta las ubica en una posición comunitaria muy diferente, por esto una acción constante, es la revisión y la discusión crítica de aquellas actividades que se realizan. Esto aunque suena fácil de decir es una tarea de lo más compleja, pues hay que aprender a reconocer que son las acciones las que se evalúan las acciones, más que a las personas.

10. El contexto socio-histórico en que actúa el grupo se convierte en el espacio de acción que rompe en ocasiones con patrones sociales establecidos, esto produce procesos de resistencia que no solo pasan por el afuera sino que también transitan, la mayoría de las veces, por el plano subjetivo y personal. La tarea está en buscar modalidades de relación y actuación, solidarios y novedosos, con una apertura al cambio y una mente abierta a la novedad.

Entre los aspectos que tienen las mujeres que luchar tanto al interior del jardín como en relación con el afuera, está lo relacionado con la asignación a su identidad de género. Si bien es cierto, en un principio la experiencia de las Madres-maestras se interpreta como un beneficio familiar, en otros planos el trabajo de la mujer fuera del hogar es visto negativamente. El trabajo de las Madres-maestras, voluntario y no remunerado, a diferencia de otras actividades, está constantemente cuestionado, ya que desde el sistema social se valora el lucro y los beneficios para sí mismas y, no siempre, se reconocen como un valor social los apoyos comunitarios que benefician a otros. Hay que luchar contra las dificultades intra-genéricas, producto de un sistema patriarcal, que nos fomenta la desunión y la auto-desvalorización como sujetos de la historia.

11. En el grupo se articula la realidad de la cual se es parte, por tal razón, hay que crear procesos de aprendizaje reflexivos para hacer rupturas con las formas preexistentes de enfrentar conflictos y resentimientos y de establecer alianzas o lograr metas. Es una tarea de constante revisión de la forma en que se llevan a cabo las acciones, con el objetivo de no repetir los mismos errores o formas de dominación que repudiamos.

Dentro de esta realidad la propia opresión de la mujer, potencia un estilo particular de formar grupo. Las formas de socialización, el ser mujer (subordinada, callada, anulada y a veces reconocida y valorada) también se reproduce en el espacio grupal De tal manera que la contradicción que se vive, requiere construir estilos de relación distintos, aunque estas actividades no se hayan considerado.

12. El ganar espacios de respeto, así como tomar decisiones que anteriormente estaban en manos de otros, introduce a las participantes en espacios de acción nuevos y ello produce roces y rupturas de las hegemonías, cuyas consecuencias se viven en la subjetividad. Para ello se necesita contar con interlocutores y referentes internos y externos, que puedan evidenciar el marco de acción estratégico más amplio que el grupo tiene en el ámbito local y nacional.

Influyen en la experiencia de los grupos multiplicidad de factores y condiciones. La identidad de género, la pobreza, la subordinación en el hogar, las propias capacidades y potencialidades, los conflictos, los intereses y la violencia, así como, las influencias institucionales. Lo que demuestra la complejidad de los procesos grupales que nos retan como organización popular.

13. Hemos de comprender que los procesos grupales están plagados de afectos así como de conocimientos y de prácticas sociales, todas ellas, cargadas de significados particulares. Este mundo de vivencias se deben de tomar en cuenta, para ello se recomienda hacer lecturas sobre los encuentros y desencuentros que se tienen entre las y los participantes. En este sentido se debe de entender que los conflictos están presentes y son una parte consustancial en la convivencia humana.

Por ello para no caer en soluciones o posturas maniqueas (identificando los eventos entre buenos o malos), debemos aclarar los problemas; así los “pleitos” hay que enfrentarlos para que no queden como “fantasmas” que gravitan más allá de lo necesario. Esto nos permite, entonces, realizar cambios en las prácticas sociales.

14. En la vida cotidiana se ejerce el poder (Foucault, 1998), dominando, enjuiciando y censurando de manera clara y contundente, y esto pasa por las acciones que provienen, en muchas ocasiones de la tradición, la cual suele no ser cuestionada, sino que sencillamente se reproduce. Por ello, una tarea de los grupos, es el estudio de la realidad grupal y de la forma en que se llevan a cabo las actividades para decodificar dichas formas de poder.

En la sociedad que vivimos existen una serie de ideas con respecto a la legitimación de la explotación de unos sobre otros y prácticas de desunión para clasificar a las buenas o malas madres, las que saben versus las que no; las que son problemáticas versus las que se comportan mejor. Este tipo de etiquetas se convierte en ideas que invaden la organización y que obstaculizan los procesos grupales.

15. Una característica del proceso grupal es la transformación que ocurre al participar del grupo. Transformación que también tendría que ser una meta clara que hay que retomar para que la experiencia se convierta en una posibilidad y no en un obstáculo al desarrollo humano. Es una tarea justa de parte del grupo organizado establecer procesos de información y comunicación permanentes a todas las personas que son parte.

La producción grupal permite ir consolidando una direccionalidad de la organización alimentada por las inquietudes y realidades de las participantes, por ello cada jardín va constituyendo un estilo particular dentro de una identidad social de Madre-maestra en constante construcción. La propia historia personal de cada una es una realidad que podría verse como una limitación, pero a la vez es una fortaleza, ya que es allí donde se producen los cambios.

3 Síntesis y conclusiones.

Las tareas que se proponen son aspectos cotidianos, los cuales suelen ser consideradas obvias y que no siempre las consideramos. Además, dichas acciones se realizan en una misma actividad simultáneamente. Así la propuesta más que ser un “recetario” son ideas que tienen que ajustarse a la realidad de los procesos grupales y a su propia dinámica.

En el esquema, podemos observar las relaciones intrínsecas que se realizan en una actividad. Así en las relaciones interpersonales se cruzan las vivencias subjetivas y las condiciones concretas. A partir de la actividad grupal, se toman acuerdos, se enfrentan nuevas situaciones, lo que obliga al grupo a generar habilidades que a lo mejor son nuevas. Se rompe con esquemas preestablecidos y se asumen nuevas relaciones sociales.

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Por ello la importancia de revisar, aquello que parece “obvio” o de observar aquellos acontecimientos, no solo por lo que se hace, sino por la forma en cómo llevan a cabo. Así, tomará sentido, resistir al autoritarismo y ejercer el poder desde lo colectivo y participativo. El aprendizaje que se logra en el grupo, redunda en transformaciones individuales, que tienen que servir para contextualizar el proceso histórico tanto individual como social. La comunicación es fundamental para reconocer los avances e identificar los obstáculos, desde los afectos y la conflictividad de la convivencia humana. Condiciones que se viven cotidianamente y que tenemos la tarea de seguir resistiendo, por medio del entendimiento de las situaciones que nos pueden “amarrar”, entre ellas, las relaciones de género y los procesos violentos de una sociedad capitalista excluyente.

Para finalizar, quisiera agregar que en mi condición de profesional de la psicología, he aprendido que todas las tareas planteadas, son también labores personales. Así el reconocimiento de mi condición de género y de clase. El permanente cuestionamiento a cómo lograr poner al servicio, el ejercicio de los “poderes” como mujer académica y profesional, sin violentar los procesos de las mujeres y los grupos. Aprendí que tengo que reconocer también mis afectos, limitaciones y potencialidades, así como, colocarse como una integrante más que aporta al grupo, a partir de mi propia historia. Reconocer que, poco sé de lo acontece en las comunidades y que a pesar de ello, la legitimidad está en la práctica, más que en el discurso.

4 Referencias

Caldart Roseli Salete (2000). Pedagogia do Movimento, Sem Terra: Escola é mais do que escola. Brasil: 2 Edicao, Editora Vozes, Petrópolis.

Cordero, C. Teresita (2005). Experiencias pedagógicas de las Madres-maestras: comprendiendo los significados de las actividades del jardín. San José, Costa Rica: tesis para optar al grado de doctorado en educación, Facultad de Educación, Universidad de Costa Rica.

Cordero, C. Teresita (1998). Psicología comunitaria y relaciones de poder, reflexiones alrededor de los procesos de grupos y de la participación de los agente externos. Actualidades en Psicología; Vol. (14) (96) .

Cordero, C. Teresita (1996) Organización femenina: apertura de espacios no tradicionales por mujeres campesinas. San José: Tesis para obtener el título de Magister scientie en psicología, Sistemas de Estudios de Posgrado. Universidad de Costa Rica.

Cordero, C. Teresita; Rodríguez, Eunice y Sáenz, Lorena (1990). Capacitación organizativa a dos grupos de mujeres campesinas. San José: Tesis para optar al grado de licenciatura en Psicología. Escuela de Psicología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Costa Rica.

Foucault, Michel (1988). El sujeto y el poder; En Dreyfus, H y Rabinow, P. (1988). Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la hermenéutica. México, DF: Universidad Autónoma de México.

Martín-Baró, Ignacio (1989). Capítulo tercero: El grupo humano. (pp.189-227). En Ignacio Martín-Baró Sistema, grupo y poder. El Salvador: UCA Editores.