Lash,
Scott (2005) |
Universitat Autònoma de Barcelona
yannbona@yahoo.es
El libro crítica de la información no es tanto lo que el mismo título indica sino más bien una suerte de “elementos para una crítica de la información.”.
El autor nos situará en un mundo en el que, reelaborando la noción de las formas de vida de Wittgenstein, lo que nos encontramos son formas tecnológicas de vida. La tecnología pasa progresivamente a mediar cada vez más facetas de nuestras vidas. Y en estás formas tecnológicas de vida los medios (como “means” y como “medium”) requieren de una especial atención.
- ¿Que pasa cuando la socialidad es mediada por máquinas inteligentes?
- ¿Cuando se convierte en una socialidad de interfaces?
La Philosophie der technik se ocupaba de la relación entre el sujeto y las cosas (o technik). Pero para entender plenamente lo que estas formas tecnológicas de vida implican es necesario rescatar o más bien incorporar la relación “yo”-“tu” característica de la Filiosofía de la moral. Se trata pues de una propuesta con la que ahondar en la política de la diferencia sin dejar de lado la intersubjetividad. La relación entre el "yo" y el "tu". En contraposición con las propuestas de Heideeger, Derrida, Husserl, Levinás en las que la relación del "yo" con el mundo pasa primordialmente por una relación entre el "yo"(I) y el "eso" (it).
Así, esta preocupación por la relación "yo"-"tu" que Lash pasará a denominar socialidad ya constituye un elemento para la crítica de la información. Una crítica en un orden inmanente en el que, se nos dice, no hay un afuera posible para hacer crítica. No hay un punto de apoyo ni un tiempo reflexivo en un orden que no esta hecho para durar.
Este análisis de la diferencia entre el yo y el otro pasa por analizar las aporías previas que han ido surgiendo en un orden dialéctico. Entre Significante y significado, entre indicación y expresión, entre ser y entes, entre "intelección" e intuición, entre razón pura y razón práctica, para terminar finalmente en un ritornello diferido entre lo "mismo" y lo "otro".
Como vemos, es una critica de la información (à la Informationskritik vs Ideologiekritik) que no pasa pues por analizar los descriptores, ínidcies y tablas del uso/consumo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tic's). Si no que se centra, aunque en otras palabras, en un análisis de lo que implica la progresiva informatización de la sociedad. Lo que no quiere decir que la principal forma productiva sea la informacional sino que la forma en la que la sociedad se piensa a si misma y se re-produce sigue la lógica informacional. Tal como Lash lo expone; "Se trata, en cambio, de un orden en el que el principio de la "sociedad" es desplazado por el principio de la "información".
Un elemento transversal a los capítulos es también una crítica a la ley del valor de Marx. Crítica que no es nueva ni original del autor pero que complementa su análisis centrando la atención en el desplazamiento del control de los medios de producción basados en una lógica acumulativa al control de la circulación basada en una lógica comunicativa. Así acabará añadiendo un valor informacional a los ya existentes valor de uso y valor de cambio. Centrando nuestra atención en la propiedad intelectual y la circulación (transporte) de símbolos antes que a la producción de estos. A partir de aquí ahonda en la definición de la propiedad intelectual como aquella propiedad capaz de producir un plusvalor en sí misma (antes, nos recuerda, sólo la fuerza de trabajo como capital variable era capaz de generar plusvalía, no los medios de producción). El libro explora también las patentes sobre las formas de vida generadas en laboratorios. Argumentando, con Haraway, que las biotecnologías constituyen ahora prácticas de escritura para materializar el texto de la vida y producir lo humano. Conectando lo semiótico y lo material. En este sentido, lo que se acumula son formas patentadas de vida. La acumulación de vida y la información pasan a ser valorizadas como capital.
La tecnociencia de Haraway nos es presentada por un lado como la fusión de las máquinas con lo humano y por otro como un paradigma que viene a sustituir la visión organicista en ciencias naturales y ciencias sociales. Al estar la tecnología y la ciencia hibridificadas mutuamente, la preocupación por la relación de los "entes" con las "cosas" cambia radicalmente al concebir que las "Cosas" y los "entes" cofuncionan juntos. Inscribiéndose lo material en lo semiótico y al revés.
Quizás una mejor aproximación al contenido del libro la obtengamos al considerar que Lash hace coincidir a Niklas Luhmann y Deleuze como el sociólogo y pensador paradigmático de la era de la información respectivamente. Lo que nos debería dar una idea de los senderos por los que el libro transita.
La teoría mediática, la teoría de la comunicación recibe pues una importancia destacada en tanto que permite lidiar con el orden informacional. En concreto; "Una vez que el acto social y la institución/estructura dejan el centro del escenario a la comunicación y el flujo, la sociología corre el riesgo probable de ser borrada progresivamente por una "mediologia" general(Kitter, 1997; Debray, 200)"(Lash, 2002). Las comunicaciones son cada vez más importantes que las informaciones. Ello se debe en parte a que las comunicaciones no implican de por sí un juicio estético basado en un afuera des del que se juzgue algo. Son más operacionales. Algunos ejemplos que se aportan a favor de esta argumentación son el paso de un arte formal moderno a un arte conceptual donde lo que importa no es ya la materialidad de la obra en tanto color, textura, belleza si no la idea que transmite. Esa idea, se argumentara, es necesariamente incompleta e implica al espectador como usuario del arte. Es un arte hecho para comunicar. No para perdurar. La idea sin significante se erige pues como unidad de contenido del orden de la información.
Así mismo, el libro es un ejercicio por llevar más allá de la intención de sus autores los textos que estos escribieron. Estos pequeños ejercicios reciben una breve, a veces demasiado breve, explicación de los conceptos clave de los autores analizados que servirán luego a Lash para debatir y situar a éstos en el marco del orden de la información. Así, se trata de experimentar nuevos encajes en el orden informacional de teorías ya enunciadas hace tiempo. Es el caso de Henry Lefebvre. Lash expone su teoría de la producción del espacio para constatar como ahora los signos se vuelven cada vez más objetuales. Y como tales, pueden constituirse como referentes espaciales en los que orientarnos en la era de la información. Se añade pues una dimensión táctil al signo que permite invertir el carácter asfixiante de las representaciones espaciales en Lefebvre para que estas constituyan un espacio paralelo habitable. Ya no una morada en la que se reside sino una en la que se vive. Se trata de habitar el espacio digital. Y la producción de este nuevo espacio es un punto clave.
Otro intento quizás mejor ejemplificado lo vemos en el título de uno de sus capítulos, algo pretencioso, "El ser después del tiempo". En clara alusión a la obra de Heidegger "ser y tiempo". En él se interroga por el tipo de políticas posibles en una era de la velocidad. Se tarta de pensar precisamente el ser después del tiempo. Esto es tanto retrotraerse a un horizonte previo a la experiencia del tiempo moderno (tradición, história) como adelantarse a él (velocidad). En este estado de cosas, en un tiempo en el que la experiencia subjetiva y la memoria colectiva son olvidadas o dejadas atrás por una experiencia del presente constante, de un ente que ya no se encuentra en un espacio de la diferencia si no de la indiferencia. El ser después del tiempo es aquí el ser que ya no es comprendido en el tiempo del relato anclado en las mallas de la tradición (Erfahrung) ni en el tiempo de la novela como experiencia narrativa que da sentido a la vida (por lo menos del protagonista) (Erlebnis). Si no que debe ser comprendido en un tiempo accelerado. En un "Chockerlebnis".
El autor propone una política de la melancolía como vía para recuperar una política del valor. Atemorizado por lo que Virillio muy bien podría señalar como hipervigilancia, sobre abundancia de información y aceleración. Esto enlazará también con sus capítulos iniciales donde al analizar los objetos, al margen de comentar la ya decaída Actor Network Theory, propone recuperar el concepto de "objeto muerto" de Walter Benjamin. Este aporte le permite a Lash volver a remarcar el peso de la tradición y la memoria encarnada en los objetos.
Siguiendo con su crítica la imposibilidad de la crítica en la era de la información vendría propiciada por el carácter inmediato de ésta. Asumiendo el ritmo de la sociedad el ritmo de los diarios. De las noticias que sólo tienen validez durante 24 horas y luego pierden su significado. Se rigen por una lógica en la que no hay una exterioridad o un tiempo reflexivo para analizar lo que se esta noticiando. Simplemente nos regimos por una lógica de la urgencia. Así las noticias se diferencian, siguiendo a Marshall McLuhan, de la poesía, la novela y el arte en tanto que las noticias no poseen significado lógico ni existencial. Atrapados en esta lógica de la futilidad y la urgencia la crítica no halla un espacio para reflexionar sobre la era de la información. Esto debe entenderse como una tendencia creciente en la sociedad. Ya que como vemos en la condición de posibilidad el mismo libro que reseñamos si hay crítica en la era de la información.
La preocupación también recae en como ordenar el excedente de información, como hacer circular la basura. Y como convertir esa basura desvalorizada en algo que vuelva a tener valor.
Volviendo a la preocupación por las aporías existentes en las políticas de la diferencia, para explicar la era de la información hace falta una fenomenología que no sea trascendental. Una fenomenología empírica de las comunicaciones a partir de Garfinkel. Ésta es pues su propuesta. Lash contrapone la cultura representacional a una cultura tecnológica. En la representacional se marca una distancia necesaria entre sujeto y objeto, en donde el que conoce no es actor sino observador. Predomina la visión y la interpretación de las cosas en el "ahí". En la cultura tecnológica en cambio aparecería ya no el trabajo sino el juego. Juego que requiere de un sentido más táctil, manual de orientarse en el mundo y en el que el espectador es a su vez el actor. Aporta un interés, una actitud hacia los objetos de modo que rebate la "actitud científica" inherente a la cultura representacional para acoger una actitud "de la vida diaria". Así, para nuestro autor, ya no nos manejamos en el lenguaje de lo simbólico o lo imaginario sino en "lo real" de un espacio desarraigado y genèrico (contrapuesto a "lo real" del espacio arraigado y localizado de las sociedades industriales). "Se trate del espacio digital de la forma electrónica de vida o del "no-lugar" de los aeropuertos internacionales o los ambientes de marca (Augé, 1995)" nos dice.
A partir de una política de acceso, control y propiedad del código la crítica a la información debe hacerse des de la información. Crítica que no puede abandonar la pregunta por el poder. Esto es, analizar como el poder se convierte en información. Aunque para un análisis de este tipo haya que bucear en otras lecturas que el libro no acoge.
Se trata pues de un libro sobre sociología mediática. Aunque encontraremos en su lectura un ir y venir constante entre la profundización de conceptos clásicos en sociología y filososfía y una rápida apreciación de lo que estos pueden aportar en esta era de la información.