Athenea Digital. número 7- Primavera 2007

Ihde, Don (2004)
Los cuerpos en la tecnología. Nuevas Tecnologías: nuevas ideas acerca de nuestro cuerpo. Barcelona: UOC. 2004.



Nasnia Oceransky Woolrich
nasnia_Oceransky@hotmail.com
Universidad Autónoma de Barcelona

 

Los cuerpos en la tecnología, es un texto múltiple, es decir, que no fue concebido como uno solo, sino formado a partir de diversos ensayos anteriormente escritos por el autor. De ésta forma, nos encontramos con una heterogeneidad de escritura y objetivos que se reúnen armoniosamente para darle sentido al texto global. A pesar de no ser un recorrido en orden cronológico, revelan el pensamiento de Don Ihde como un continuo interés sobre el tema.

Don Ihde es profesor emérito de filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York, en Stony Brook. De formación en la fenomenología, ejerce primordialmente como filósofo de la ciencia y las tecnologías, centrándose su interés en la influencia de éstas últimas en la construcción de los cuerpos y viceversa. El título mismo del libro, revela esta simbiosis clara entre las tecnologías y los cuerpos. Por un lado, nuestra propia utilización del cuerpo produce cierto tipo de tecnologías, y por otro, la creación de nuevas tecnologías promueve una reconstrucción de nuestros propios cuerpos: potenciaciones y disminuciones de nuestros sentidos y nuestras capacidades.

Ihde divide su libro en cuatro partes principales: cuerpos, de lo real a lo virtual; el cuerpo en la filosofía de la ciencia; los cuerpos en los estudios de la ciencia; los cuerpos en la filosofía de la tecnología y un epílogo intitulado Tecnociencia y “percepciones construidas”.

La primera parte introduce al lector a dos conceptos a los que Ihde se referirá de forma directa o indirecta, a través de toda la lectura; estos conceptos son el llamado cuerpo uno y el cuerpo dos, con lo que Ihde hace referencia a la observación fenomenológica que acontece en la experiencia humana, ya sea desde el “cuerpo localizado, activo y perceptivo”, que corresponde al cuerpo uno, y el cuerpo dos, “ese que está atravesado además por los significados culturales que experimenta” (Ihde, 2004: 19). Estos conceptos serán básicos para poder entender el análisis que el autor hace sobre las tecnologías y su relación con el cuerpo. El segundo capítulo de ésta primera parte alude más a una necesidad personal del autor por responderse acerca de ciertas críticas que existen en algunos discursos feministas, que tiene como interlocutora principal a Susan Bordo, respecto a la falta de reflexión de los hombres sobre su propia representación corporal en términos generales. Ihde responde desde la experiencia personal y la de su hijo, para exponer su punto de vista, siempre conectado éste con las nociones de cuerpo uno y cuerpo dos.

En general, ésta primera parte, analiza el uso de la realidad virtual y sus consecuencias, descartando la posibilidades muchas veces denunciadas sobre la preeminencia de lo virtual sobre lo real. Ihde hace una defensa fuerte argumentando que éstos alegatos sólo desenmascaran una posición moderna, desde un foro pretendidamente posmoderno, de lo que es el cuerpo y su experiencia, puesto que supone que la realidad es sólo una representación.

La segunda parte es básicamente un recorrido en cuanto al uso de instrumentos en la ciencia, la forma en que éstos se desarrollaron y la influencia que causó tanto el instrumento, como el uso cultural del cuerpo (cuerpo dos) en la creación de las tecnologías. De esta forma, el autor nos adentra en lo que él considera el visualismo de la ciencia, es decir, el hecho de que el sentido que predomina en la creación de tecnologías y, por tanto, de hechos y nuevos conocimientos, es la vista; ésta aseveración está lejos de ser de tipo naturalista, puesto que Ihde pretende lo contrario, decir que la visión ha sido una elección de instrumento, más que una cuestión natural.

La tercera y cuarta parte de éste libro, me parecen ser las más interesantes, no sólo en cuestión de contenido, sino en los diálogos que Ihde intenta establecer con otros autores, como Donna Haraway, Andrew Pickering y Bruno Latour, ya que lo anterior había resultado más como una introducción larga, después de la introducción misma del libro, que traza el lugar desde donde el autor plantea sus teorías y hace sus análisis, además de dar una clara forma de la estructura del libro, por lo cuál nadie se puede sentir engañado. En contraposición, éstas dos partes, resultan ser las que resalten en mayor medida la dimensión política del uso de las tecnologías.

Las discusiones sobre la simetría y lo situado, son extremadamente provocativos puesto que retan la posibilidad de la existencia de la simetría y lo situado como posibles cohabitantes. Es decir, no se puede siquiera hablar de simetría dado que ésta concepción es en sí misma una aseveración situada y, por tanto, no simétrica con quien pretenda serlo. Además, la introducción al planteamiento de lo humano y lo no-humano, resulta en una vorágine de las posibilidades de existencia y reta a cualquiera que piense como natural la agencia humana, mientras que descarta cualquier agencia maquínica. El debate resulta sumamente interesante.

El último capítulo de la cuarta parte, está dedicado a aquellos filósofos de la ciencia y del ambiente, a quienes llama a no ser utópicos ni distópicos cuando se refieren al uso de las tecnologías, además de pronunciarse a favor del trabajo del filósofo durante la investigación y el desarrollo (I+D) de las tecnologías, más que anclarse a la pura crítica de sus consecuencias una vez que éstas han sido producidas. Un capítulo más pedagógico que fascinante, más paternal que provocador.

Afortunadamente, el epílogo cumple con su cometido y nos ayuda a dar coherencia a lo que se ha venido leyendo, repasando las tesis principales del autor de una manera clara, en un tono amistoso pero sin caer en puro anecdotario; sucinto, pues.

En general, el libro pudiera ser útil para quien está interesado en la filosofía de la tecnología y/o de la ciencia y sus implicaciones, tanto epistemológicas, como sociales. Sin embargo, me parece que queda para un lector medio, que no sea un principiante en el tema, puesto que requiere de otras lecturas de referencia para tener un mínimo de entendimiento, o por lo menos algún conocimiento de la existencia de las teorías feminista y de la construcción social; de autores como Michel Foucault, Donna Haraway, Andrew Pickering y Bruno Latour, principalmente. Sin embargo, puede implicar que para quien sea más enterado de éstos autores, las propuestas de Ihde no sean tan novedosas.

Don Ihde, consigue ser un buen mediador entre la modernidad pura y dura y la posmodernidad radical, entre aquellos que detestan la ciencia y la tecnología y aquellos que la idolatran. Es en fin, un libro que puede servir para distintos propósitos, pero que puede ser especialmente útil para quienes trabajen la relación del cuerpo y la tecnología en un plano más instrumental que político, aunque no carece de sus puntos incitadores.