Hardt, Michael y Negri,
Antonio (2004) |
Marc Folch
mfolchs@uoc.edu
Universitat Oberta de Catalunya
MULTITUD o el Imperio contra ataca.
Este texto está basado en mi lectura del libro Multitud. Me he centrado en los aspectos más conceptuales que nos proponen. Dejando de lado exposiciones sobre la estructura de gobierno global y otras reflexiones que nos acercan a su propuesta. Una decisión de este tipo viene forzada por el espacio y direccionada por mis preferencias.
El libro Multitud, de A. Negri y M. Hardt, puede ser considerado como la segunda parte de Imperio, en su saga sobre la globalización. Imperio es una propuesta sobre como ha acontecido el cambio en la soberanía en el proceso de la globalización. En su anterior libro ya nos muestra como el Imperio va unido y depende de otra figura Multitud, a la que explota, pretende controlar y dominar. En este justamente la atención esta puesta sobre la caracterización de esta figura y la posibilidad su posibilidad de devenir un proyecto político.
La configuración de estas figuras tanto de soberanía como de vida y acción no es de carácter natural, tiene que ver con el cambio en la forma de producción y en los efectos y sofisticaciones resultantes los conflictos sociales. Son productos históricos en los que las tendencias sobre hacia la hegemonía del trabajo inmaterial y hacia el decaimiento del Estado, como fuente y cristalización de soberanía, son vitales para dar forma a estas figuras que nos proponen.
La hegemonía del trabajo inmaterial no significa que la mayoría de los trabajadores estén dedicados a este tipo de trabajo, ni que vayan a ser estos una vanguardia ni una elite en las nuevas luchas sociales. Lo implica es un cambio o una tendencia de las otras formas de producción hacia las características del trabajo inmaterial. El funcionamiento de este tipo de trabajo es en forma de red, premiando la colaboración y la comunicación. Como efectos tiende a socavar las medidas modernas sobre la producción: los horarios, la localización, relaciones contractuales y sus relaciones con el valor de la producción. La cooperación y la hibridación tecnológica ya no viene dada desde el capital, es emergente. El producto de la nueva “lógica” de producción no supone la desaparición de lo material, ni las singularidades de cada forma concreta de trabajo. La producción son conocimientos, afectos, relaciones... Podemos decir que se produce biopolítica que revierte en lo social, en las condiciones de producción. Dotado de una potencia creativa y constitutivo de las formas de vida y de lo común.
Multitud es un concepto que, coincidiendo con las condiciones, formas y productos de producción inmaterial, es articulado desde la comunicación y cooperación de las singularidades produciendo lo común. Se distingue de conceptos como pueblo que anula las diferencias en pos de una unidad de carácter trascendente. O de masa como ser indiferenciado, carente de voluntad propia y solo capaz de la destrucción. También se desmarca del concepto de clase, todo que mantiene el aspecto de colectividad que lucha en común, pero Multitud es totalmente inclusiva. No se limita al obrero, también esta el agricultor (que difiere del antiguo campesino incomunicado que tiende a la supeditación de la “lógica” de la producción inmaterial pero conservando su singularidad.) También incluye a los no asalariados, la dicotomía entre asalariado y los que no va perdiendo sentido estable con el cambio en las relaciones contractuales: contempla el trabajo domestico (la reproducción y producción se van volviendo más indistinguibles) y al clásico pobre que está afectado por la producción y de la que participa dado su carácter biopolítico.
El concepto Multitud es usado de dos formas distintas: Uno como potencia permanente de carácter ontológico conectado con el concepto de democracia absoluta de Spinoza y la otra, es histórica pero que todavía no se ha dado. Es la materialización o la actualización de la potencia, los autores consideran que las condiciones y tendencias actuales es posible tal advenimiento.
Tal advenimiento es necesario lograr la democracia, la que corresponde literalmente al gobierno de todos para todos, en el escenario global implica todos son todos. Esbozan genealogía denuncia sobre rapto del concepto desde la Atenas clásica donde todos eran unos cuantos hasta la aplicación del sistema ideado para una polis a un territorio más extenso, el Estado moderno. Uso trascendente de representación y constitución de lo social en pueblo al estilo Rosseau presenta una solución viable al problema de la extensión permitiendo la conexión entre gobernantes y gobernados, pero fija una separación entre estos dotando al Estado de autonomía y eficacia para la voluntad soberana que se hace llamar popular. Los planteamientos y acciones críticas emprendidos desde el socialismo fracasaron por no abandonar las leyes capitalistas del trabajo ni un concepto análogo al burgués de representación. Con el proceso de la globalización y la perdida de preponderancia del Estado se plantean nuevos retos para la democracia con el peligro de que la representación, en el caso que la halla, sea más distante y desconexa.
Siguiendo una aproximación a la soberanía moderna, en la filosofía política es descrita la sociedad siguiendo la analogía con el cuerpo humano, De corpore. Donde podemos establecer divisiones según las funciones y jerarquizarlas. La cabeza es la única soberana ya sea por designo divino o por contrato. La globalización con la perdida de los sujetos tradicionales de soberanía nos lleva a un punto de interregno, que no equivale a vacío de poder. Las dos formulas son posibilidades en la globalización o una cabeza puede salir de soberanía por seguridad donde una elite de estados la acaparan o contrato global. Uno de los problemas que plantean esta extensión de la tradición de corpore moderno más allá del estado son que la superación de las medidas y de las categorías modernas hacen que sea necesarias una nueva fisiología de gobierno.
En la analogía del cuerpo y repetidamente en la filosofía política se apunta un solo agente de soberanía efectiva. Desde Platón, y sin tapujos en Schimtt, presentan la disyuntiva entre soberanía única o caos. Todo y que la soberanía se presente como única entra dentro de un juego dual: gobernante y gobernados. No estrictamente dentro de las reglas del juego de De corpore, que enfrentaría la cabeza contra órganos rebeldes. Sino de lo que constituye el cuerpo, la carne. La carne, dentro de la metáfora, sería la Multitud. Cuando las figuras singulares del trabajo convergen con la cooperación y la comunicación producen un ser social común. Carne artificial y amorfa, sin cuerpo. Un potencial productor de exceso que aspira a la vida. Esta carne se presenta y ha sido presentada como un monstruo que socava los viejos postulados, peligro o posibilidad. Ésta puede acabar atrapada en órganos del cuerpo del capital global o organizándose autónomamente, creando un anticorpore, gracias a su capacidad de producción biopolítica.
Relación entre Imperio y Multitud no es dialéctica. De forma esquemática y según mi parecer algo reduccionista: Multitud como productora biopolítica en exceso que sin otra mediación producción incidiría sobre la propia Multitud, deveniendo está autoconstituyente. Imperio depende de la producción de Multitud para su existencia pero esta es amenazante por ese exceso. Esto hace que Imperio tenga que actuar paradójicamente, por un lado potenciar la producción (comunicación y colaboración) pero por otro interrumpir y poner frenos a la autonomía del exceso. La interrupción se práctica: restringiendo, jerarquizando, apropiándose, resignificando o redirigiendo la producción.
Las nuevas formas de producción y el proceso de globalización no desembocan en un fin de la explotación ni las desigualdad. Más bien apunta a lo contrario. A antiguas formas se le añaden la acentuación en cantidad e importancia propiedad inmaterial y la biopropiedad. Estás aparte de ser un acto de apropiación del trabajo en común (como códigos informáticos) o de la vida (como bacterias, plantas usadas por indígenas) también significa un peaje a la comunicación y la cooperación, ataca a la producción de la Multitud.
Las nociones de lo privado y lo público se ve afectada por los “nuevos procesos”. Lo público se ha visto atacado por privatizaciones ya sea de servicios que proporcionaba el estado o por la apropiación inmaterial. Lo privado atacado por políticas de seguridad. Los autores proponen el cambio de público y privado, que implica patrimonio del estado y la reafirmación de la regulación por el Mercado, por común y singular, que son emergentes y puede responder a la falta de sujetos soberanos con el decaimiento de los Estados dentro del panorama.
Pero el principal obstáculo para que consecución de la autoconstituida Multitud en un proyecto de democracia absoluta lo viene dado por la guerra. Es definida como una guerra global, donde la clave está en como afecta al orden imperial, más allá del Estado. También como una guerra permanente, una guerra sin fin, siempre presente, que puede estallar en cualquier lugar y en cualquier momento. Nos lleva al estado de excepción permanente, donde la democracia se ve limitada o anulada por la exigencias de la guerra.
Se diferencia de la guerra moderna, donde los agentes, los que tenían el monopolio de la violencia eran estados o entraban dentro de la lógica de estados (guerras civiles). Ahora no hay distinción entre la guerra y la paz, entre política interior y exterior ni entre frente y retaguardia. Se ve un cambio de la política de defensa (preparación para los conflictos) y la de seguridad (acciones policiales preventivas dentro y fuera de las fronteras). La guerra se vuelve irregulable por la política, no circunscrita a ningún marco legal, se convierte en moral, en una guerra ilimitada. En este contexto se puede usar la inversión de la afirmación de Clausewitz: La política es la continuación de la guerra por otros medios.
Señalan como punto clave del cambio el tratado en 1972? Antimisiles entre US y URSS cuando se llega al punto muerto de la posibilidad de destrucción global. Las armas de destrucción masiva representan la expresión al extremo del poder de muerte, un estatus ontológico, la guerra como absoluta. Se reduce a la acción policial, más de acorde en la acción paradoxal de la gestión del biopoder. La guerra no solo es destructiva, es productiva (por ejemplo las “construcciones nacionales” de Irak o Afganistán). La legitimación viene dada según su resultado en el mantenimiento del orden global dentro de esta guerra global.
Los cambios, como en la economía por estos autores, vienen dados por la insurgencia. Nos esbozan una genealogía de insurgencia donde se ven los cambios desde la guerrillas campesinas (aisladas y apegadas a la tierra) al ejercito popular (forma de cuerpo disciplinario que pretende la toma del poder), la guerrilla (con estructura policéntrica, confundidas en el terreno, ataques indirectos) y finalmente la lucha en red (estructura reticular, sin centro, con posibilidad de horizontalidad). Estas formaciones van parejas a la forma de producción, analizan su efectividad histórica y sus consecuencias para la democracia dentro de estas estructuras.
La insurgencia como motor, teoría de la primacía, provoca la sofisticación de la respuesta la contrainsurgencia. La contrainsurgencia intenta dar respuesta a los nuevos desafíos planteados por la insurgencia. Dada la abstracción necesita producir una dominación de amplio espectro: crear, controlar o privar de terreno (en todos los aspectos). Se hace necesaria la estructuración en red para enfrentarse a una red.
La guerra actualmente viene marcada por una clara asimetría en fuerza y tecnología a favor de US. Esta asimetría da sentido a estrategias de insurgencia en la guerra global. La tecnología permite o tiende a la virtualidad de la guerra y permite la incorporeabilidad. El soldado se vuelve una pieza preciada, un cyborg que tiene que ejercer el gobierno biopolítico en la población. La guerra estalla en cualquier momento en la población, en la zona gris. La lucha se ha vuelto plenamente biopolítica, esta en la producción de vida y engloba todos sus aspectos.
Los autores anuncian que la constitución de la Multitud con las formas actuales de producción es posible, que otro mundo es posible. Pero el principal obstáculo para el advenimiento de la democracia es la guerra. Ante la cual plantean la guerra a la guerra. También el éxodo, salir del movimiento que interesa al Imperio. Un salir, pero sin ir a ningún otro sitio, ya que no es posible, no hay otro terreno. Evidentemente nos señalan ningún camino, ni receta a seguir. Eso tiene que emerger de la colaboración y comunicación singularidades en un proyecto común, la conformación de una Multitud en democracia.
Hardt y Negri en su exposición, como ya he comentado continúan con las tesis planteadas en su anterior obra. Nos ofrecen varias aproximaciones del concepto Multitud y el obstáculo que plantea la guerra. No nos sorprenden con su alusión y uso de “sus autores preferidos”, que ya aparecían en Imperio, de los que destaco a: Maquiavelo, Spinoza y Marx. Se declaran continuadores de la obra de Marx, adaptada al nuevo objeto siguiendo las líneas del método que se expone en el Gruñidse, contemplando: La tendencia histórica, abstracción real (relación del trabajo con el valor), antagonismo (explotación) y constitución de subjetividad.
Para concluir he de decir que el subtítulo que le he puesto al artículo no es totalmente gratuito. Los conceptos Multitud e Imperio explícitamente los definen como extendidos o superpuestos en un mismo lugar que contienen una valoración estrictamente ontológica. Pero el libro en el plano de estrategia política se insinúa y se define una Multitud en o hacia una democracia absoluta con una valoración política positiva (parecido a la Multitud como la buena e Imperio como el villano de la película). Claramente apuestan por la Multitud, pero por un tipo muy concreto de Multitud dentro de la definición, sin concretar, que pueden esbozar.