Maluco, una aproximación a la noción del inter-sujeto y sus aportes desde el socioconstrucionismo

Reading “Maluco”: socio-constructionist account

  • Luis Felipe González Gutiérrez
En este artículo de reflexión describo las relaciones que ofrece el enfoque socioconstruccionista a la lectura de la novela Maluco, del escritor uruguayo Napoleón Baccino Ponce de León, como expresión de la Nueva Novela Histórica Latinoamericana y, con este pretexto, doy cuenta de la importancia de considerar el sentido de lo intersubjetivo como la característica fundamental a la hora de construir críticas literarias diferentes y pertinentes sobre la novela histórica en América Latina. Asimismo, intento actualizar y renovar la identidad y sentidos del narrador como una experiencia concreta de construcción de la realidad y mostrar cómo la ficción es una opción real para la invención de realidades intersubjetivas.
    Palabras clave:
  • Socioconstruccionismo
  • Nueva novela histórica latinoamericana
  • Intersubjetividad
  • Subjetividad
This article offers a socioconstructionist reading of the novel Maluco, by the Uruguayan writer Napoleon Baccino Ponce de Leon. The book can be seen as an expression of the New Historical Novel in Latin America. I argue that intersubjectivity is the key feature in building a different and more appropriate literary critique of the historical novel in Latin America. I also attempt to update and renew the importance of the narrator’s identity and experience in the construction of reality, and to show that fiction is a real option for the invention of intersubjective realities.
    Keywords:
  • Latin America new historical novel
  • Intersubjectivity
  • Subjectivity

1 Introducción

Al revisar el texto de Luz Mary Giraldo, En otro lugar, un libro en el que se muestran de forma comprensiva las narraciones sobre el desplazamiento y el exilio, a partir de novelas contemporáneas, ancladas a problemáticas sociales y políticas como es la violencia, se deja ver una tesis fundamental a propósito de la relación de las novelas La Ceiba de la memoria, de Roberto Burgos Cantor y La cantata del Mal, de Fernando Toledo. La autora lo resume de esta forma: “…el discurso narrativo y la memoria imponen el fluir de yo, tú, él o nosotros, según el caso, construyendo enunciados que implican una relación de inter-sujetos” (2008, p. 134).

Este concepto, el de intersubjetividad, o de inter-sujeto, es crucial a los objetivos de este artículo pues el abordaje de la novela histórica y la nueva novela histórica, deben tener en cuenta la noción de lo inter, la posibilidad de comprender las relaciones cotidianas, expresadas en la ficción, a partir de las relaciones con otros y consigo mismos. Este hecho se considera fundamental pues para la lectura de la novela Maluco. Se hace necesario expresar el sentido de las relaciones que tienen los protagonistas no sólo con sus particulares visiones de mundo sino con la expresión de estas mismas visiones sobre la historia en sí misma y las apreciaciones que hacen los lectores sobre las relaciones entre la historia y la ficción.

Por lo anterior, en este artículo intento abordar las relaciones de la novela con los postulados de la novela histórica y la nueva novela histórica a partir de los principios del socioconstrucionismo, ya que esta perspectiva teórica en psicología, como se verá más adelante, ofrece perspectivas de estudio valiosos para comprender conceptos tan importantes en la novela histórica, como son la noción de borde, el sentido de la intertextualidad y la aparición y movimiento de las voces narrativas que dan fuerza a la relectura de los hechos históricos. Todo ello con el fin de contar versiones alternativas sobre el devenir del ser humano, en especial, la caracterización de la identidad social en América Latina.

Por consiguiente, el texto se inicia con la descripción general de algunos criterios para el abordaje del género literario de novela histórica -Novela histórica y nueva novela histórica-, plasmando el por qué se debe hablar de un género literario y cuáles son sus consecuencias en la construcción de la identidad latinoamericana. Posteriormente, se hará un acercamiento general a algunos estudios relacionados con la novela de Napoleón Baccino Ponce de León, -Acercamientos literarios y críticos de Maluco-, en el que se condensan estos principios de la novela histórica y su adecuación al discurso novelesco. Y finalmente se hace una lectura socioconstruccionista de la noción de intersubjetividad a la novela, -Maluco y su lectura construccionista social-, con el fin de establecer algunas constantes narrativas y ofrecer conclusiones que fortalezcan las bases para posteriores estudios interdisciplinarios entre psicología y literatura.

2 Novela histórica y nueva novela histórica

Hablar de Novela histórica es, necesariamente, un ejercicio de interpretación y de comprensión de la vida social, unida a una suerte de libertad literaria que permite la invención y la construcción de mundos alternos, transformados, pero críticos de las realidades que inventan y construyen.

Por ello, el definir la novela histórica parte de la premisa de entablar su lectura desde del concepto de género literario, que si bien no es una camisa de fuerza para encasillar obras y autores, sí permite entender el curso de su creación y transformación dentro de la literatura actual, más si se trata de algo tan difícil de abordar como es la novela. En este sentido, vale la pena rescatar el siguiente argumento de Miguel Garrido sobre la permanencia e importancia que tienen los géneros en la producción y comprensión de la literatura contemporánea. Afirma el autor:

“No son, pues, ‘los’ géneros los que han desaparecido, sino los géneros-del-pasado, y han sido reemplazados por otros. Ya no se habla de poesía y prosa, de testimonio y de ficción, sino de novela y de relato, de lo narrativo y de lo discursivo, del diálogo y del diario” (1988, p. 33).

Resulta valioso, dentro del argumento de Garrido la doble postura de pensar los géneros como una estrategia de abordaje de los textos literarios, que no se encasilla ya a las formas tradicionales de escritura. Por el contrario, con la aparición de géneros como la biografía, el diario, el microrelato, se da fuerza de participación a la novela histórica y a la nueva novela histórica para que sean constituyentes de nuevas maneras de describir y comprender el mundo. La transformación que tienen los géneros, como afirma el autor, es diciente de la transformación misma de la sociedad y sus visiones de mundo y de realidad. Asimismo el autor ofrece la posibilidad de la crítica constante dentro de los mismos géneros y la posibilidad de actualización de lo escritural por medio de sus permanentes reorganizaciones ideológicas y sociales. Afirma:

“Que la obra «desobedezca» a su género no lo vuelve inexistente; tenemos la tentación de decir: al contrario. Y eso por una doble razón. En principio, porque la transgresión, para existir, necesita una ley, precisamente la que será transgredida. Podríamos ir más lejos: la norma no es visible –no vive- sino gracias a sus transgresiones” (1988, p. 33).

De este modo, para el caso que nos ocupa, la novela histórica, como se verá en algunos de los aportes de Maluco, da cuenta de ciertas transgresiones al género de la novela convencional, por su sentido de transformación de sus puntos de referencia con la verdad histórica y con el paso a nuevas sensibilidades poéticas y literarias que van más allá de los cánones establecidos por la literatura oficial. En el caso de la historia, de acuerdo a los planteamientos de Hayden White (1992), se verá que esas mismas transgresiones ofrecen inmensas posibilidades de estudio de la historia, tal como se había considerado hasta ahora.

Definido en pocas líneas la importancia que tiene el concepto de género literario para la novela histórica, este tipo de escritura permanece actual en su sentido de las formas como la narrativa contemporánea ofrece versiones alternativas sobre la realidad hasta ahora contada por la historia oficial. Una de sus características fundamentales es la posibilidad de la manifestación de múltiples discursos sobre un objeto en apariencia inmóvil como lo es La Historia. Luis Britto (2008) ofrece una definición de nueva novela histórica muy pertinente para el abordaje de la intersubjetividad dentro del marco de la lectura de Maluco. El autor sostiene:

“En este sentido, parece obvio que la Nueva Novela Histórica expresa algunos de los rasgos más insistentemente señalados como propios de la narrativa contemporánea: alteración o puesta en duda de la realidad por razones estéticas o filosóficas, multiplicidad de discursos, de hablas y de puntos de vista, crítica del texto desde el texto mismo. La Nueva Novela Histórica, valga el oxímoron, es enteramente contemporánea. Es una mirada sobre el pasado no necesariamente verdadera, pero sí inevitablemente actual” (2008, p. 2).

Esta definición tiene como factor importante la decisiva inserción de la novela como género contemporáneo en tanto su forma de contar la historia por recursos que van más allá del discurso moderno, centrado en la objetividad y dispuesto a un análisis monotemático, explicativo y sin implicaciones para la vida de la sociedad. Por el contrario, la forma como es descrita la realidad y el permanente juicio a las ideas expuestas como centradas, permite entender cómo, por el concepto de subjetividad, la realidad se convierte en un pretexto que abre posibilidades de interpretación no-centradas. Por ello, como Britto (2008) afirma, la mirada del pasado que tiene la novela histórica no es verdad (como quisiera el discurso tradicional de la historia) sino actual, verosímil. Una verdad matizada, actualizada e interpretable.

En este orden de ideas, Miguel Nicasio (2001), al referirse a la nueva novela histórica trae a colación algunas características que resultan útiles a los propósitos de este capítulo:

“Así las cosas, para calificar una novela como histórica debería [sic] cumplir unas normas mínimas que, a mi juicio, cabría esquematizar en tres puntos.

Primero, una novela histórica debe ser, ante todo, una novela, es decir, una obra de ficción, de imaginación.

Como segundo rasgo, la novela histórica debe caracterizarse por estar ambientada en un fondo histórico que no puede ser el resultado de unas pinceladas mal hilvanadas. Los personajes pueden ser históricos, inventados o existir una combinación de ambos y han de desenvolverse en situaciones reales o inventadas, pero que no resulten inverosímiles.

En tercer lugar, un rasgo ineludible de la novela histórica debe ser la verosimilitud, para cuyo logro se necesitan suficientes conocimientos sobre la época y el personaje (o personajes)” (p. 308).

Como se observa del argumento anterior, el sentido de la novela histórica para este autor enfatiza el sentido de la caracterización de un tiempo histórico en el que se debe desenvolver la trama de acontecimientos y sobre todo, más si estos personajes son reales o imaginados, en vez de transferir en sentido de una verdad última de su creación, lo importante es la forma como está escrito; en otras palabras, debe existir un sentido de verosimilitud dentro de esa situación. Si bien la definición antes expuesta es muy centrada al concepto de la historia como telón de fondo resulta útil en el sentido que ofrecía anteriormente Britto (2008), cuando manifestaba su sentido de subjetividad a la hora de la construcción del relato novelesco. Para seguir con la idea, de acuerdo a los planteamientos de Noé Jitrik (1995), aparte de la necesidad de tener la relación histórica en la producción del discurso es preciso que el novelista histórico, al traer en la novela el referente como viene, en el sentido de su adecuación al sentido histórico, debe matizarlo y actualizarlo, mediante la crítica y la parodia, para que hayan nuevas formas de lectura y nuevas maneras de construir y leer dicha producción discursiva.

Acercamientos literarios y críticos de Maluco

Para introducir el tema de la subjetividad en Maluco, como una forma de transgredir el discurso hegemónico de la historia del viaje de Magallanes, es necesario tener en cuenta otras miradas literarias sobre la obra literaria y cómo esos aportes que pueden ser leídos desde el enfoque construccionista social. Como primer ejemplo, se retoma el texto de Malva Filer (1992) sobre la reescritura de los relatos de la expedición de Magallanes. La cita que se transcribe a continuación permite ver cómo el sentido de la voz narrativa es el punto de entrada para la construcción de la intersubjetividad en Juanillo, protagonista de la novela, y la manera en las que, por su discurso particular, cuenta la expedición de Magallanes y ofrece vías de interpretación no sólo del hecho histórico sino de la condición humana dentro del contexto histórico de la conquista. Afirma Filer:

“Maluco se distingue de otras re-escrituras del pasado porque no sólo incorpora información histórica y evoca el contexto social y cultural contemporáneo de los hechos narrados, sino que se apropia de las formas discursivas de la relación y de la crónica, así como de las del género picaresco, propias de la época, y las subvierte mediante la visión anacrónica de su voz narrativa. La trasgresión del texto reside, no en las ocasionales exageraciones y en los detalles ficticios que realzan su calidad novelesca, sino en que su reproducción de las viejas formas discursivas explícitamente niega la visión de la vida, las jerarquías y los valores que les dieron origen” (1992, p. 293).

El hecho de la trasgresión por la voz narrativa y la migración de un género a otro es elocuente por dos sentidos; el primero, en tanto adecuación constante a la realidad actual de los lectores de literatura (invadida de textos que se enlazan unos con otros y producen nuevas formas de escritura y lectura); el segundo sentido, por el mismo desdoblamiento de Juanillo en tanto su propiedad de contar historias y hacerlas creíbles por otros y por sí mismo.

Por lo anterior, se muestran dentro de estos ejemplos de aproximación a Maluco, el sentido y la noción de borde, que para el caso, es importante en la distinción de los procesos de subjetividad propios de la nueva novela histórica latinoamericana. Por ello, es preciso tener el concepto de borde como una forma de no-resolución de las visiones particulares de mundo y que enfatizan el sentido de lograr la interpretación de texto por la integración de múltiples perspectivas que no se resuelven en una sola. Este hecho es fundamental por la voz de Juanillo, toda vez que su voz, atravesada por las voces de Magallanes, de los marineros que emprendieron la travesía y de todos los rincones del Nuevo Mundo explorado, se yuxtaponen en la diversidad de relatos, como es la condición de la novela, aquella expresión que no se resuelve en una trama definida estáticamente sino a través de sus vericuetos y sus distorsiones. En este orden de ideas, vale la pena destacar el siguiente argumento de Ferro frente a la noción de límite:

“En la novela de Napoleón Baccino, el dispositivo narrativo sobre el que se tiende el cruce entre los bordes que asedian el recorrido interpretativo exhibe los procedimientos a partir de los cuales se va constituyendo. Su funcionamiento está sustentado en la proliferación del desplazamiento que no resuelve las oposiciones en términos de disyunción exclusiva -esto u otro pero no ambos a la vez- sino que suspende la alternativa, la difiere transformándola, contaminándola tanto con el mutuo rechazo como con los pasajes elípticos de un extremo a otro” (2001, p. 33).

El sentido de desplazamiento se muestra en distintos pasajes de la novela, en sus formas narradas, en la correspondencia con el Rey Carlos V, en los diálogos con Magallanes y en la construcción conjunta de historias a partir de las pequeñas historias de los integrantes de la expedición. Otro elemento que recoge bien Ferro es el sentido de la autobiografía como dispositivo narrativo que sustenta la multiplicidad de voces, expresadas en la del bufón y puestas como crítica a las formas tradicionales de contar la historia del descubrimiento del Nuevo Mundo. Sostiene el autor:

“La autobiografía presenta un núcleo básico de cuestiones que se articulan en torno al eje texto-mundo; la imposibilidad de definirla como género, la dificultad de distinguirla de la novela, provienen del error básico de considerar la autobiografía como el producto mimético de un referente; por el contrario, la escritura autobiográfica produce y determina la vida que repone. La especificidad de la autobiografía, aquellos rasgos distintivos que permiten distinguirla de otras modalidades narrativas, no radica en que produce saber sobre un sujeto que cuenta su vida, sino por una estructura especular en la que dos sujetos se reflejan mutuamente y se constituyen a través de esa reflexión mutua. Esa reflexión especular, por la que el "narrador" y el "personaje" de la autobiografía se recomponen, está sustentada por una estructura tropológica, y esa misma especularidad se encuentra en la lectura” (2001, p. 39).

La posibilidad de contar historias a través de la autobiografía se constituye como elemento fundacional para que la interpretación del hecho histórico deambule por otros caminos. Un ejemplo fundamental de ello es la alusión del viaje como una suerte de incertidumbre que marca el destino de sus integrantes, pues el pretexto del viaje a ultramar es el inicio de una vida alterna a la que se podría vivir en tierra. La oposición de estabilidad (tierra firme) y caos o precariedad (mar abierto), son referentes que se insinúan como partícipes de una voz que deba articular esos dos mundos, esas dos experiencias.

Frente a esta postura de la conexión de voces narrativas por la intersubjetividad de la voz de Juanillo es que cobra fuerza un argumento importante que describe Mercedes Ortega (2003) sobre la lectura de Maluco a partir de los principios de la modernidad tardía o postmodernidad. Esta idea se puede resumir en el siguiente argumento que resume su postura. Afirma:

“Así, la novela es consecuente con los planteamientos de la posmodernidad sobre, la relatividad de la Historia. No es que no haya realidad, sino que está constituida por múltiples perspectivas. La desmitificación de la Historia oficial no se realiza anulándola completamente, sino llamando la atención sobre las perspectivas individuales, mucho más humanas” (2003, párrafo 16).

La decisión por la apuesta de considerar la novela Maluco como postmoderna implica pensarla en el sentido de no contar la Verdad que ofrece la modernidad como punto de referencia para el desarrollo de los conceptos, nociones, puntos de vista o sentidos de vida de las personas sino lo importante de la afirmación es develar el sentido de las múltiples miradas sobre un mismo objeto e, incluso, considerar ese mismo objeto de referencia como construido, dinámico, anclado a formas históricas sociales cambiantes. Este hecho muestra que el sentido de la historia no puede ser descrito en términos de su propiedad o autoridad en sí misma sino por las versiones, a veces contradictorias, en la forma como se da cuenta del objeto descrito.

Como ejemplo final de algunos estudios relacionados a la lectura de Maluco, se encuentra el sentido de la invención de historias y sus características inherentes a la formación de un yo inestable y una propiedad en la construcción de historias conjuntas, verosímiles y sentidas por los protagonistas del relato. Maria Zandanel (2001) ofrece un argumento que expresa la propiedad y riqueza de las historias inventadas, reinventadas y aisladas de una razón única. Así:

“La permanente actividad fabuladora de la que hace gala Juanillo es uno más de los rasgos distintivos que comparten ambos registros. El narrador de Maluco imagina o inventa lo que no puede saber, deja volar su imaginación y, para ello, en algunos casos abandona la primera persona, quiebra la diégesis para focalizar desde ángulos diversos la configuración misma de su relato. Los episodios en los cuales Magallanes, desolado por la nostalgia, le pide evoque por medio de su fantasía, que para eso es poeta, a su mujer y a sus hijos, son pasajes absolutamente imaginados y transidos de poesía, donde el acento está puesto en resaltar el sesgo lírico del improvisado poeta” (2002, p. 149).

El sentido de la fabulación que recoge el autor no solamente da cuenta de una licencia poética para hacer el discurso atractivo o divertido para los lectores sino que muestra una de las condiciones más significativas de la novela: su propiedad de construir nuevas versiones sobre la historia que va más allá de los textos clásicos. Esta condición es suficiente para mostrar, como se verá en el siguiente capítulo, de la importancia de considerar el sentido de lo intersubjetivo como la característica más importante a la hora de construir críticas serias y pertinentes sobre la novela histórica en Latinoamérica.

3 Maluco y su lectura construccionista social

Milan Kundera recoge en su libro, El arte de la novela, una característica que se transforma en definición de la novela moderna. Afirma: “Cuanto más atentamente se lee la novela, más imposible resulta la respuesta porque, por definición, la novela es el arte irónico: su «verdad» permanece oculta, no pronunciada, no-pronunciable” (1987, p. 147). La novela, al estar anclada en el sentido de su ironía constante ya devela una conclusión anticipada a este texto: la propiedad del novelista histórico es contar siempre la versión alterna, el lado oscuro, lo no perceptible. La ironía puede expresar ese sentido de silenciamiento a través de múltiples recursos, como es el humor negro, las manías y compulsiones de los personajes, la inversión de tiempos y distancias para contar una historia y sobre todo, cuál es el sentido de comprensión del yo que se quiere manifestar; por ello el mismo autor ofrece una definición del yo que es útil a los propósitos de este apartado, encontrar las relaciones del enfoque socioconstruccionista para comprender la noción de subjetividad involucrada en Maluco:

“En cuanto se crea un ser imaginario, un personaje, se enfrenta uno automáticamente a la pregunta siguiente: ¿qué es el yo? ¿Mediante qué puede aprehenderse el yo? Esta es una de las cuestiones fundamentales en las que se basa la novela en sí” (1987, p. 33).

La respuesta del autor implica un primer acercamiento a la noción de intersubjetividad: “¿Dónde comienza y dónde termina el yo? Ya ve: ningún asombro ante el infinito insondable del alma. Más bien un asombro ante la incertidumbre del yo y su identidad” (1987, p. 39). El problema de la identidad que se muestra en Maluco es diciente de las formas actuales como la novela histórica se enfrenta a contar los acontecimientos históricos y la variedad en la que sus interpretaciones pueden tener sentido para los lectores y críticos de la literatura. Por las razones que se han expuesto hasta ahora, las siguientes líneas están enfocadas a traer extractos de la novela, referidas a la noción de intersubjetividad y cómo el enfoque socioconstruccionista pueda dar vías posibles de interpretación para comprender las relaciones cotidianas, la historia de Latinoamérica y las formas como la novela contemporánea tiene argumentos qué decir para encontrar nociones de sujeto, de historia y de identidad.

Para comenzar, en la novela Maluco, se delinea un propósito claro en la narración de Juanillo y su travesía narrativa por Suramérica. Él intenta mostrar en su relato cómo: “…las ambiciones y caprichos de los príncipes afectan a la vida de quienes andan por el mundo a ciegas, siempre sujetos al arbitrio de los poderosos” (1990, p. 8). Esta oposición de las formas de estar orientados por los mandatos de otro, como sería el caso del Rey Carlos V, tiene su sustento por el objeto del viaje de Magallanes; es decir, encontrar otras vías de transporte para las especias. El objetivo del viaje, es tomado como una promesa de mejores condiciones de vida para quienes participan en la empresa, más que considerar los problemas de poder y económicos de las grandes potencias europeas. En este sentido los objetivos vitales de sus integrantes son diferentes y muestran hasta qué punto los objetivos de las narraciones y los relatos de vida pueden ser significativamente diferentes de acuerdo a las experiencias subjetivas.

Para colocar ejemplos concretos del viaje, relacionados a la vida cotidiana de las narraciones, está en sentido de las historias y relatos entrecruzados de sus integrantes. Dentro del viaje, tras haber recorrido cientos y cientos de kilómetros, la tripulación, ya cansada y hambrienta ante las penurias del viaje, no tiene otra opción que escucharse y actualizar su lenguaje de la tierra prometida, ante las ilusiones y sueños de sus hogares originales. Se esperaba a que nada ocurriera. El silencio se sostenía por momentos eternos, a la vez que eran rotos por la furia del mar o el hambre y la enfermedad. En el relato se cuenta:

“De pronto se rompía el cristal de las aguas y era como si se elevasen de la nada, como en un sueño, varias catedrales chorreando espuma. Entonces todos enmudecíamos. Pero al cabo de un rato, volvíamos a nuestras pláticas. Si, es verdad, hablábamos mucho entonces, pero como no había mucho de qué hablar, la gente no sólo se prestaba o se robaba las historias, sino que también se las intercambiaban a falta de otros objetos de trueque” (1990, p. 196).

La recreación de las historias de los tripulantes de los navíos expresa con fuerza los argumentos de Kenneth Gergen sobre el sentido de las autonarraciones dentro de la vida social. El autor define las autonarraciones de esta forma: “Son recursos culturales que cumplen con este tipo de propósitos sociales como son la autoidentificación, la autojustificación, la autocrítica y la solidificación social” (1996, p. 234). Así, no es sólo un préstamo de historias sino que al ser tomadas se actualizan en la identidad del narrador como la forma de constituirse en tanto ser que vive y experimenta sensaciones, dolores y penurias, así como alegrías y emociones. Los tripulantes, Magallanes, el mismo Juanillo son el producto de las narraciones contadas en esos momentos de zozobra, cuando no hay nada que perder, cuando la estabilidad se difumina ante la crisis de la identidad. Y es la misma crisis de la identidad, del no-saberse en medio de las aguas del Atlántico, lo que impulsa a ir más allá de los límites de lo considerado como central en la identidad humana y se decide, invariablemente, ir al margen, a nuevas formas de contarse, a nuevas formas de observar la realidad, esa que los historiadores ven como un cuerpo de conocimientos inmodificable. Pues lo que hacen los historiadores, para seguir con Gergen (1992, p. 147): “...es seleccionar o interpretar los datos de un modo que se adecue a las exigencias culturales en materia narrativa”.

Se podría decir entonces que el ser humano moderno se ha habituado a contar historias que tengan sentido y coherencia y en las que las crisis no sean tenidas en cuenta como puntos de desarrollo para historias futuras. Las exigencias culturales modernas no permiten que se cuenten historias en las que se pierda la identidad del personaje principal o donde los acontecimientos no guarden un sentido heroico o romántico para dichos personajes, más si se trata de un personaje principal o un héroe. El relato de Maluco, al estar contado por un bufón que refiere la historia del gran explorador Magallanes, ofrece la perspectiva inversa y en cierto punto, como los argumentos desarrollados por Sheila McNamee (1996), permiten entender cómo las narraciones tienen sentido dentro de las comunidades que emiten los relatos generales y consensuados de sus integrantes. El margen y el centro de las historias son ahora considerados como elementos que no se yuxtaponen; por el contrario, ofrecen miradas alternativas sobre la realidad y las formas particulares de narración de quienes dan sentido a esas mismas historias. El mismo Juanillo sabe de esto cuando, en una de sus numerosas conversaciones con su Alteza, el rey Carlos V, desvela el sentido de lo arbitrario de las narraciones: “Por eso, Alteza, a veces me dan unas ganas locas de interrumpir mi discurso como ahora y dejar que se vuelva tan accidentado como la vida misma” (1990, p. 207).

Las narraciones de la vida son accidentadas; tienen intersticios, quebraduras, oposiciones, vericuetos que no merman su sentido sino que ofrecen una gama más amplia de interpretaciones posibles. No son, como es de sabido cultural, esquemas románticos en donde se le pueden atribuir al sujeto características inherentes, cerradas y fieles. Este ha sido un problema de interpretación que el mismo Gergen propone en su libro El yo saturado. Afirma el autor:

“Hemos heredado, principalmente del siglo XIX, una visión romántica del yo que atribuye a cada individuo rasgos de personalidad: pasión, alma, creatividad, temple moral. Este vocabulario es esencial para el establecimiento de relaciones comprometidas, amistades fieles y objetivos vitales” (1992, p. 25).

Todas estas nociones sobre el yo, que en la narración de Maluco se distorsionan de forma sutil, permiten entender cómo la tradición sobre contar historias con sentido se ha transformado en una adecuación sin conciencia a estructuras literarias, sociales y culturales que distan de la naturaleza discursiva de las personas. Se puede decir que en términos de estabilidad de las sociedad, las nociones del yo equilibradas, permanentes, son mucho más útiles para ejercer acciones de poder y omnipresencia que, para Maluco, tiene una fuerte referencia a la Monarquía y cómo pequeñas decisiones de los poderosos, pueden afectar de forma profunda las vidas cotidianas de quienes le sirven, a veces sin saberlo, obligados por sus preocupaciones vitales. Aislados de los intereses de poder y de jerarquía. Es esta misma relación con el poder la que tiene de base el concepto de verdad, concepto que ha transitado todas las sociedades y su ilusión es más fuerte que el sentido de lo verosímil, de lo que se acerca a la verdad, de las versiones posibles sobre el objeto que se cuenta. El mismo Juanillo lo discute: “¿La verdad? La verdad es algo en que sólo los tontos y los niños creen. Un espejismo tras el que corren algunos insensatos. La quimera de los débiles. Pero a un poderoso como tú, qué le importa la verdad” (1990, p. 169).

Todas las historias que cuenta el bufón de la aventura por tierras americanas muestra hasta qué punto es importante contar las versiones alternativas de la verdad y no su sentido último. Es preciso, por consiguiente, para hablar de la relación que tiene la intersubjetividad en la construcción de la nueva novela histórica, tener en cuenta las siguientes características:

Como primer aspecto, es preciso sentar las bases de una teoría relacional que ancle los sentidos de participación en el mundo a partir de las relaciones cotidianas, centradas en el discurso sobre el yo, que va más allá de las categorías modernas sobre lo intrasubjetivo. Gergen lo propone en estos términos: “Quiero proponer un enfoque relacional que considera la autoconcepción no como una estructura cognitiva privada y personal del individuo sino como un discurso acerca del yo: la representación de los lenguajes disponibles en la esfera pública” (1996, p. 231). Los lenguajes de la novela moderna, como es el caso de Maluco, muestran la posibilidad de construir realidades alternativas que expresan, a su vez, el sentido de los relatos de vida de sus protagonistas, y como telón de fondo, el sentido histórico que ambienta las actuaciones particulares. De acuerdo a lo que se había venido manejando hasta ahora, era la historia la única versión y las actuaciones particulares se consideraban anécdotas, puntos de vista sencillos, sin implicaciones a esa historia tratada y estereotipada.

En un segundo aspecto es necesario desplazar la noción de un único narrador o incluso, de varios narradores atados a esquemas conceptuales rígidos; por el contrario, es imprescindible pensar la narración como inteligible en el seno de las narraciones cotidianas. Gergen lo enuncia de esta forma: “Sustituyo la preocupación tradicional en torno a las categorías conceptuales (autoconceptos, esquemas, autoestima) por el yo como una narración que se hace inteligible en el seno de las relaciones vigentes” (1996, p. 231). El ser comprensible dentro del seno de las relaciones sociales implica la puesta en escena de posibilidades de contar relatos e historias que tengan sentido para la comunidad de donde surgen, así como criticar las formas tradicionales de narración. Maluco, por consiguiente, está adscrita a esta experiencia, pues establece la cercanía necesaria con el lector para que haga una mirada de conjunto sobre la realidad que le rodea y cómo la experiencia de ficción es una opción real de construcción de la realidad, no la ensoñación privada de un escritor. Esta tesis, que ya ha tenido expresiones contemporáneas en muchos escritores, ofrece vías de comprensión muy útiles a la literatura y a la crítica literaria, pues no se van a considerar como ejercicios de poder del letrado sino que expresan críticas profundas a la manera como la sociedad ha creado sus propios demonios y sus propios problemas.

Por lo anterior, como tercer aspecto de la subjetividad dentro de la nueva novela histórica, es la necesidad que se le abre al escritor para que sea un investigador de su propia realidad. Ya es imposible pensar en la esfera de la literatura, por un lado, y la historia, las ciencias sociales, por otro; la interdisciplinariedad se constituye como una característica inherente no solo para la novela histórica sino para cualquier tipo de escritura. En este sentido vale la aclaración que hace Jerome Bruner sobre el relato como intención:

“Creo que lo mejor es adoptar la definición menos rígida posible para determinar cuando un relato “es” un relato. Y la que se me ocurre más útil es la que mencioné al principio: la narrativa se ocupa de las vicisitudes de la intención” (2004, p. 29)

Por último, como conclusión de este artículo, vale una reflexión y una apuesta. La reflexión está orientada a definir nociones que dejen a la novela histórica como una posibilidad actual para expresar los sentidos de quiénes somos y a dónde vamos en esta realidad. Si se esgrimen apreciaciones críticas sobre la historia de Latinoamérica es por la posibilidad de decir algo más, no sólo de una crítica por la crítica; por el contrario, es necesario dejar claro que este ejercicio de escritura es una forma de contar versiones alternativas sobre la realidad que se vive, sobre las relaciones del pasado que actúan en el presente.

La apuesta de este artículo es proponer una serie de estudios e investigaciones interdisciplinares que puedan dar cuenta de la subjetividad propia de las personas frente a lo que leen, a lo que escuchan en noticias y a lo que viven en su cotidianidad. Las novelas, los relatos de vida, la literatura en general, debe estar en el centro de los estudios disciplinares que den cuenta de las formas de construcción de lo subjetivo (sin caer en generalizaciones poco argumentadas, como sería el caso de los estudios culturales) sino como ejercicios de una crítica literaria que dé cuenta de las formas como el yo, con el paso del tiempo, se transforma y vive en las páginas de las novelas. Por otro lado, la apuesta por la literatura debe ser, sobre todo, un ejercicio de placer por el texto, por la complejidad del ser humano que vive y padece la historia; es un ejercicio en el que el lector debe estar más comprometido, más aguzado en sus interpretaciones. Este será el objeto máximo de la literatura: que el lector pueda ir más allá de sí mismo cuando se enfrenta a una novela, a un cuento, a un poema.

4 Referencias

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Bruner, Jerome. (2002). Actos de significado: más allá de la revolución cognitiva. Madrid: Alianza Editorial.

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Ferro, Roberto. (2001) Maluco, la novela de los descubridores de Napoleón Baccino. Cuadernos del CILHA. Revista del Centro Interdisciplinario de Literatura Hispanoamericana, 2(2-3), 31-62.

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