Medina, R., Linares, J. L., y Ceberio, M. R. (Eds.) (2007). La Terapia Familiar desde Iberoamérica. Buenos Aires: Tres Haches. ISBN: 987-9318-39-7
“Es imposible definir en una sola frase la Terapia familiar sistémica”, con dicha afirmación Raúl Medina, Juan Luís Linares y Marcelo R. Ceberio, editores del libro, inician el prólogo de esta obra titulada: “La terapia familiar desde iberoamérica”, la cual queda constituida como publicación inaugural de RELATES (Red Española y Latinoamericana de Escuelas Sistémicas), una red de centros de formación que tiene el objetivo de expandir la Terapia familiar y las prácticas sistémicas en España y Latinoamérica y que, desde su actividad clínica y de investigación, intenta crear y consolidar un pensar, un sentir y un hacer sistémicos acordes con las realidades hispanoamericanas.
Los editores de este texto, al observar que actualmente en la terapia familiar convergen una riqueza de estilos de pensamientos y prácticas clínicas, señalan que: “…su riqueza radica en la creatividad e investigación clínica que todo paradigma maduro muestra como parte de su consolidación. Es decir, la Terapia familiar es una clase de conocimiento que va más allá de la aplicación de técnicas para resolución de problemas, implica un modelo epistemológico, estrategias clínicas, tácticas y técnicas que se amalgaman en una variabilidad de destrezas”. Tales enunciados encuentran argumentos a lo largo de las doce exposiciones que constituyen esta obra. La primera corresponde a Juan Luís Linares, quien desde su experiencia clínica como psiquiatra, profesor e investigador en Barcelona, presenta: “La nutrición relacional en terapia sistémica: carencias familiares y proceso terapéutico”, exposición en la que aborda una serie de reflexiones sobre el tema del amor, al cual hace referencia como: “…un concepto tan fascinante como de difícil manejo…”, y señala que surge del juego, de la curiosidad y del placer. Afirmaciones que nos llevan a reflexionar sobre este tema con una visión crítica, invitación que dicho autor realiza desde un escenario clínico y de investigación en el que se acude a la terapia familiar sistémica como estrategia de intervención terapéutica.
Asimismo, este autor señala que el amor en la nutrición relacional: “…es el más importante fenómeno relacional, hasta el punto de constituir la base, no sólo de la construcción de la personalidad individual, sino también de la cultura”. Sus reflexiones toman distancia de las atribuciones de significado románticas o literarias que se adjudican al amor, y más bien lo entiende reconociendo que no se reduce a un fenómeno afectivo, sino que posee componentes cognitivos, emocionales y pragmáticos, “…es decir, que existen un pensar, un sentir y un hacer amorosos”. La importancia de dichos elementos queda plasmada en un ejemplo clínico que este autor presenta y en el que pone en práctica los componentes de la nutrición relacional, tales como el reconocimiento (componente cognitivo), dar y entregarse (componente pragmático), el cariño y la ternura (componentes emocionales). Dichas reflexiones dan paso a las de Roberto Pereira, psiquiatra y Director de la Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar, quien en: “Trabajando con los recursos de la familia: Factores de resiliencia familiar”, comparte su experiencia en el ámbito clínico y reconoce la dificultad de hacer pronósticos en psiquiatría, reflexión que le ha llevado a interesarse por los factores de resiliencia familiar. Señala este autor que el término de resiliencia proviene de la Física y de la Ingeniería de Materiales, donde se le ha definido como la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. Asimismo, nos recuerda que dicho término llegó al campo de la psicología gracias a Emmy Werner, psicóloga estadounidense aceptada como la creadora del concepto de resiliencia humana y que inició su uso para explicar lo que sucedía con niños y jóvenes a los que dio seguimiento longitudinal por un período de aproximadamente 30 años. Después de aquella breve exposición, Pereira presenta algunas definiciones que se han dado al concepto de resiliencia, como las propuestas por Cyrulnik y Rutter, a la vez que presenta un listado de diferencias entre resiliencia y otros términos semejantes como el de coping (hacer frente). Para Pereira, la resiliencia es: “Un proceso dinámico, que tiene lugar a lo largo del tiempo, y se sustenta en la interacción existente entre la persona y el entorno, entre la familia y el medio social. Es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y personalidad de cada individuo, funcionalidad y estructura familiar, y puede variar con el transcurso del tiempo y con los cambios en el contexto”. Desde esa reflexión, señala que confrontar circunstancias adversas permite que las personas encuentren en sí mismas los recursos para hacerles frente. Asimismo, menciona que dicho proceso es formativo y ha sido utilizado y reivindicado por diversas escuelas filosóficas y educativas.
Sin alejarse de este interés por la intervención sistémica con familias, en líneas posteriores encontramos las reflexiones de Raúl Medina, psicólogo, terapeuta familiar e investigador de la Universidad de Guadalajara (Jalisco, México), quien presenta: “Terapia familiar e historia. El recuerdo y el olvido terapéutico”, cuya reflexión realiza entorno a la pregunta de si los síntomas (enfermedad mental) de una persona son fenómenos ahistóricos universales o fenómenos históricos contextuales. Planteamientos que parten de la premisa de que el método histórico es crucial en la terapia familiar, pues permite un análisis de experiencias, relaciones prácticas y perspectivas pretéritas matizadas por los recursos que se dan en los contextos y circunstancias particulares del presente. Comulgando con tal afirmación, Medina propone una metodología que denomina como: “…entrevista sistémica por mutua comparación entre el pasado y el presente…”, la cual tiene como objetivo que los individuos hagan una diferenciación con “…los fantasmas del pasado y les permita crecer en el presente”. Con ella se intenta que en la situación presente la persona encuentre recursos materiales, racionales y emocionales que permitan hacer del análisis de las experiencias pasadas de la familia un recurso psicológico, o como literalmente lo menciona este autor: “...convierte el recuerdo y el olvido en una cualidad terapéutica”.
A lo largo de sus líneas, Medina hace de la historia una herramienta fundamental en el proceso terapéutico, el cual matiza y ejemplifica en el “Caso Lalo”, en el que detalladamente presenta la práctica clínica derivada de sus argumentos teóricos. Asimismo, en sus conclusiones, nos recuerda que en el análisis histórico es necesario partir de las explicaciones de la familia, establecer enlaces históricos, buscar recursos (el interrogatorio de mutua comparación entre pasado y presente), buscar una historia progresiva-constructiva (visualización del futuro), y recuperar al individuo como actor. La visión histórica que este autor propone, para abordar la terapia con familias, resulta sumamente interesante y lo es aún más al provenir de reflexiones que subrayan una práctica terapéutica donde: “… la palabra, se convierte en el instrumento por excelencia para el conocimiento, el análisis y el cambio”.
Dichas reflexiones estimulan la atención del lector para continuar con la siguiente exposición que corresponde a Claudio Daniel Des Champs, psicólogo, terapeuta, docente e investigador de Buenos Aires, Argentina, quien presenta: “Intervenciones sistémicas. De intervenciones a invenciones”, autor que en sus primeras líneas expresa que no comulga con el uso del término intervención. A este respecto, argumenta que tal término: “…no describe el proceso de colaboración que buscamos sostener entre terapeuta y cliente. Intervenir es interponerse por medio de una obstaculización o una modificación…”. Algo semejante señala que sucede con el término entrevistar, ya que para él tiene una connotación que implica: “…hacer algo a los clientes más que con ellos…”, por tal motivo se decanta por el uso del término conversar. Argumentando los porqués de sus exposiciones comenta que el término intervención no incluye la idea de que la técnica terapéutica depende de los recursos e ideas del cliente. Asimismo, comenta que la técnica tiene éxito si el cliente realiza una evaluación positiva de la relación terapeuta/cliente y si se acomoda a la teoría del cambio de éste último, razones por las cuales se decanta por usar el término de inventar o invención, en lugar de intervención. Una vez aclarado el uso de los términos a los que acudirá en sus líneas posteriores, recurre a éstos para presentar: “Las voces de Gustavo”, caso clínico en el que nos recuerda que el terapeuta nunca puede colocarse como agente exterior, ya que pertenece al sistema terapéutico y es siempre parte del sistema en el que opera. En otros casos como: “La graduada” o “La paciente que no quería ser paciente”, deja claro que sus construcciones de atribuciones causales suelen basarse en un lenguaje no psicopatológico y buscan devolver la responsabilidad de las acciones y el protagonismo a quienes le consultan.
Dichas reflexiones dan paso a las de Sylvia Sánchez Oller, psicóloga y terapeuta en Costa Rica, quien en: “La depresión juvenil: cuando siento que no me quieren”, presenta diferentes casos clínicos en los que utiliza como estrategia de análisis el establecimiento de límites entre los subsistemas parental y filial. Reflexiones seguidas por las de Juan Antonio Abeijón, médico psiquiatra del País Vasco, cuya reflexión encontramos en: “María está enfadada: Un caso sobre el consumo de drogas”, en el cual expone detalladamente el caso clínico de una adolescente cuya historia se caracteriza por la violencia y el consumo de drogas, caso que utiliza para recordarnos que desde la práctica clínica el cambio es posible.
En líneas posteriores, encontramos reflexiones de autores como Jaime Inclán y Julia Albores; el primero es fundador y director del Centro Roberto Clemente, institución que tiene como objetivo atender las necesidades de orientación y salud mental de familias al este de la ciudad de Nueva York. La segunda autora es terapeuta familiar en dicho centro y trabaja con parejas, familias y grupos. Ambos autores, presentan: “Terapia de parejas: Ajustes a inmigración y roles de género”, e inician su apartado señalando que: “…una relación de pareja es una unión entre dos historias complejas, vivas, en evolución...”, afirmación que matizan y ejemplifican acudiendo a la exposición de casos clínicos en los que plantean la utilidad de “…expandir el lente de observación clínica a uno que incluye la dimensión ecológica...”, a la vez que consideran los problemas en su dimensión personal.
La riqueza del contenido de este texto se confirma, también en las páginas posteriores en las que se plasman reflexiones de autoras y autores como: Ricardo Ramos, psiquiatra y terapeuta sistémico en Barcelona, autor de: “Del sistema familiar al sistema social. La terapia en la red”, seguida de las realizadas por Isabel Cárdenas y Dora Ortiz, psicólogas y terapeutas que también se dedican a la práctica clínica en Barcelona, y cuyas reflexiones cobran vida en: “Entre el amor y el odio: Violencia en la pareja”, o las reflexiones de Regina Giraldo, psicóloga de la Universidad de Santo Tomás en Bogotá, investigadora que trata el tema de las “Familias con problemas de violencia intrafamiliar: Entre el control de la justicia y la psicoterapia. La experiencia de la casa de justicia”. A los referidos trabajos se unen los de Esperanza Vargas y Remberto Castro, profesores e investigadores del Centro Universitario de la Costa, Campus Puerto Vallarta, de la Universidad de Guadalajara (Jalisco, México), autores de: “Consideraciones prácticas en la formación de terapeutas: Un modelo cualitativo para la supervisión clínica”, quienes mencionan que cuando se inicia un proceso formativo en psicoterapia, aparecen dos grandes dificultades: el terapeuta debe resolver la demanda del cliente y atender su problema con respecto al problema. Por tal motivo, estos psicólogos nos recuerdan la importancia de la figura del supervisor, cuya aparición completa el triángulo terapéutico, y cómo bien señalan: “…si se obviara alguno de estos personajes en el proceso formativo los resultados serían desalentadores…”. Con esto también nos recuerdan que no ha sido hasta épocas recientes donde terapeuta y supervisor han ocupado espacios protagónicos como sujetos de investigación. El objetivo de dichas reflexiones busca que el lector se beneficie de las propuestas que estos autores presentan, y que a la vez pueda encontrar referentes de cómo vincular el aprendizaje de la teoría sistémica a la práctica e investigación en psicoterapia.
Estas reflexiones culminan con la exposición de otro autor cuya investigación se realiza también en el contexto mexicano; nos referimos a Ricardo Romo Torres, cuya exposición podemos encontrar en: “Los colores del Laberinto. Entre recursos y discursos en la formación de terapeutas familiares desde América Latina”. Este autor expone los componentes que considera implicados en la formación de terapeutas familiares, reflexiones que provienen de su experiencia docente en diversos postgrados enfocados a la Terapia Familiar. En dichas reflexiones encontramos el punto final de este libro titulado: “La terapia familiar desde Iberoamérica”, obra en cuyas líneas se hace evidente la calidad de su contenido y que proviene de la amplia experiencia de sus autoras y autores, quienes ejercen la terapia familiar en diferentes países en los que se gestan y desarrollan realidades, necesidades y contextos con matices diferentes, motivos que enriquecen el contenido de este libro y que nos invitan a calificarlo como excelente material para estimular el debate crítico y fomentar una visión amplia sobre la terapia familiar. Sirvan pues estas líneas para reconocer el excelente trabajo realizado por estas autoras y autores iberoamericanos.