Los movimientos migratorios, sus efectos sociales, y las relaciones que tienen con las nuevas tecnologías, están haciendo imperiosa la necesidad de considerar seriamente la re-estructuración de las ciencias sociales. El fenómeno migratorio es gigantesco en su aspecto cuantitativo, ya que de acuerdo a las estadísticas de la División sobre Población de las Naciones Unidas, de un total de 6,464,750,000 habitantes en el mundo en 2006, el número total de inmigrantes el mismo año fue de 190,634,000. Es decir, el 3% de la población mundial es emigrante (United Nations Organization, 2006). Esta inmigración a gran escala no puede ser detenida (Castells, 2004) debido al creciente desfase entre los niveles de vida del denominado Primer Mundo y el Tercer Mundo -al menos para la mayoría de su población- así como a la necesidad que tienen Europa y otras regiones del mundo -Oceanía, por ejemplo- de mantener una estabilidad demográfica para poder sostener su economía. Para muchos migrantes, la atracción por vivir y trabajar en lugares donde se percibe una mayor calidad de vida y mejores índices de seguridad es mayor que los esfuerzos de cualquier policía fronterizo, más aún cuando se han establecido fuertes redes de inmigrantes y de apoyo a los mismos en los lugares de acogida. Redes que son consecuencia y motor de desarrollo de las nuevas TICs.
Desde ésta perspectiva surgen preguntas sobre el papel que las TICs juegan en proceso migratorio y en la vida cotidiana de los inmigrantes. Muy poco se sabe realmente del uso que hacían de las TICs en sus lugares de origen los inmigrantes que vienen de lugares más apartados tecnológicamente del “Primer Mundo”. Esto se puede deber a múltiples razones, siendo una de las más importantes que dichos inmigrantes, tanto aquellos que tienen permiso de trabajo como los “sin papeles”, son asignados a las tareas más alejadas del uso de tecnología de punta, tanto mecánica como comunicacional, con poco contacto con la investigación y el desarrollo científico en los trabajos que desempeñan.
Aun cuando siempre han existido las redes sociales de apoyo en los procesos de migración, hoy en día la velocidad e intensidad de las redes de comunicación crean dinámicas muy diferentes tanto en el contexto de origen como en el de acogida. Horst (2006) muestra cómo el aumento de las comunicaciones internacionales entre migrantes y sus familias y amigos en el país de origen permite una evaluación más realista de las condiciones y requisitos necesarios para emigrar. En mi propia experiencia como emigrante en varias ocasiones, he visto cómo el desarrollo y accesibilidad de las comunicaciones electrónicas permite el estar lejos físicamente, pero cerca, emocionalmente de las personas que están en el lugar de origen. Así, la difícil experiencia de dejar un lugar en el que se ha crecido e invertido tanto, se vuelve si no más fácil, sí más soportable.
Aunque el uso del concepto de brecha digital entre países y dentro de los mismos ha sido muy reciente, éste denota el ya añejo asunto de la dependencia económica, política y cultural de los países “en vías de desarrollo” con aquellos países “desarrollados” (Chen y Wellman, 2004). Cuando hablamos de brecha digital, en abierta oposición al discurso tradicional/oficialista sobre la adopción de innovaciones tecnológicas1, no podemos decir que hay ganadores y perdedores. Claramente, todos somos perdedores mientras exista una división abismal entre el acceso de una minoría y el impedimento del uso de las TICs por gran parte de la humanidad. Esto afecta en especial a grupos que ya conllevaban consigo serias desventajas sociales, económicas, y políticas, como lo son los grupos minoritarios en las sociedades con mayor desarrollo tecnológico, y en especial los inmigrantes procedentes de países del mundo mayoritario (comúnmente conocido como Tercer Mundo, o países en desarrollo).
En las sociedades capitalistas altamente tecnificadas el acceso a las TICs se entiende como un factor económico dentro del dominio privado (Rubinoff, 2005), mientras que en las sociedades no tecnificadas éste acceso se ve complicado por múltiples condiciones que afectan o estratifican la participación ciudadana. Estos factores pueden comprender aspectos estructurales de índole física, tales como la falta de redes telefónicas, electricidad, y costos de hardware. También las limitaciones pueden ser de naturaleza social o cultural, como son los sesgos y discriminaciones en el sector educativo por cuestiones de género, raza o etnia, y la falta de distribución al acceso de redes existentes por las políticas internas existentes en el sector burocrático, lo cual puede desalentar a los usuarios potenciales de las nuevas tecnologías (Akhtar y Gregson, 2001).
Esto nos lleva a reflexionar sobre la brecha digital a nivel local y más individual de lo que el discurso oficial hace parecer. Por ejemplo, Bertot (2003) menciona cómo la actual Administración Bush del gobierno norteamericano considera que no existe tal brecha digital, e incluso cambian el término por el de closing gap, cuya traducción sería “franja que se cierra”, con lo cual se estimula otro imaginario, y se justifica la negación de asignación de medios y financiamiento para programas sociales y educativos que ayuden a que la población tenga un contacto más directo y cotidiano con las TICs. Otra barrera para el desarrollo de la relación entre comunidad y TICs de manera abierta y democrática es que en muchos casos se deja el manejo de las TICs a las mismas compañías transnacionales de comunicación o a agencias similares. Tierney (2004) relata como días después de realizar un taller sobre la definición de la brecha digital se abrió el primer restaurante McDonald's con acceso gratuito a Internet. Me pregunto si, y además cuantos, de los inmigrantes recién llegados de África usarían el servicio “gratuito” que McDonald's u otra compañía les ofreciera, siendo que la mayoría de estos establecimientos se encuentran localizados en puntos estratégicos de la ciudad con mayor tránsito de personas de clase media a media alta, o de turistas.
De acuerdo a Gozzi (1999) la importancia del estudio de las metáforas sobre tecnociencia en inmigrantes se basa en el precepto de poder comprender los procesos de pensamiento, predominantemente analógicos, que tienen las personas en sociedades que pudiesen ser consideradas como pre-literarias. No es que me adhiera al discurso colonialista que considera a toda cultura no-occidental como inferior en sus cualidades culturales e intelectuales a las denominadas como del Primer Mundo, sino que sostengo que los procesos neoliberales que conllevan a los denominados ajustes presupuestarios en la mayor parte de los países mayoritarios -o colonialmente denominados como del Tercer Mundo- producen una reducción presupuestaria en todos los programas educativos, sociales y culturales que terminan por poner en mayor desventaja a la proporción mayoritaria de la población, dejando a la misma en una situación similar al analfabetismo funcional, ya que queda relegada en sus capacidades y competencias con respecto a quienes sí tienen acceso a las nuevas tecnologías de comunicación e información. Siguiendo con éste razonamiento, las sociedades que se encuentran en una situación similar a las de las culturas primordialmente orales hacen uso muy limitado de conceptos abstractos, usando en su lugar metáforas, pues éstas les permiten el uso de un imaginario concreto para así poder entender su mundo (Balkin, 1998).
En el ámbito de las TICs el lenguaje utilizado determina cómo se entiende la difusión y el uso de éstas. Poco o nada sabemos acerca de cómo han usado las TICs los inmigrantes en sus lugares de origen, ni tampoco de cuales son las representaciones que se tienen de la tecnociencia involucrada en los procesos de comunicarse usando las TICs. El imaginario sobre la tecnociencia que tienen las personas que arriban de lugares lejanos y muy diferentes en cuanto al uso cotidiano de tecnologías electrónicas de información y comunicación puede ser variado en relación al nuestro, pero esto aún no lo sabemos. Si en las sociedades orales, o semi-orales, como yo denominaría a las sociedades del mundo mayoritario, la metáfora permite el uso de un imaginario concreto para poder llegar a la abstracción, en las sociedades altamente tecnificadas la metáfora lo que hace es romper con los embalajes conceptuales que el lenguaje cotidiano usa. De acuerdo con Lecercle (1990), la metáfora es una expresión importante de aquella parte del lenguaje cotidiano que cae fuera de las fronteras de la búsqueda científica, o lo que es lo mismo, es “el remanente”. Cuando falta un significado exacto para designar un nuevo objeto, sea tecnológico o no, o un nuevo procedimiento o concepto, se recurre a la metáfora. Toda idea o experiencia que es nueva, en su principio evoca una metáfora. Ahora bien, para que los conceptos e ideas relacionadas a las TICs puedan ser internalizadas por personas que no han tenido suficiente formación o contacto cotidiano con la tecnología, es necesario el considerar los “símbolos presentativos” que se usan mediante la analogía lógica (Davidzuik, 2002). Es importante el considerar los aspectos imaginativos que performan en la analogía, los cuales pasan casi siempre desapercibidos en el discurso “objetivo” sobre la adopción y el uso de las TICs.
Para poder llevar a cabo un análisis a profundidad de estas metáforas, será preciso establecer las relaciones que puedan tener entre sí, y con otros conceptos de la vida cotidiana, así como con los que son relevantes para los inmigrantes y que procedan de los lugares a donde arriban. Mi propuesta es la de examinar las conexiones que se establezcan entre los conceptos que se usan con respecto a todo tipo de TICs, en tanto a su uso, sus imaginarios, y sus metáforas.
Es mediante metáforas que podemos encajar nuestros conocimientos previos sobre la realidad con aquellos que surgen por nuevas interacciones con actores sociales, humanos o no humanos (Lakoff y Johnson, 1980). Pero las metáforas no se quedan solamente como elementos aislados que se pueden analizar independientemente del contexto en el que actúan, así como es de mayor interés investigativo y de comprensión para la construcción del conocimiento el entender la forma en la que las metáforas se relacionan entre sí y con otros elementos no metafóricos del discurso, en lugar de centrarse sólo en sus atributos y características definitorias. En la base de todo análisis sobre metáforas se encuentra el reconocimiento de la importancia de establecer el discurso en el que se sustentan (Lemke, 2001). Anteriormente he mencionado, de acuerdo a la pragmática, que cuando hablamos (o escribimos) hacemos cosas. Además, cuando elaboramos discurso no lo hacemos en lo individual, sino que lo llevamos a cabo en el contexto de una construcción determinada por actores y actrices sociales en la cual lo que interesa es el énfasis en la construcción del conocimiento, en cómo es que se produce, en cómo se puede hacer legible y tangible la realidad y en cómo podemos construir interpretaciones de la misma (Íñiguez, 2003).
La perspectiva hegemónica de la investigación social ha sido el análisis centrado en las variables o atributos de las unidades de análisis, mayormente en estudios correlaciónales y de tipo causal, lo cual ha desembocado en su presentación como la única alternativa cuantitativa para los estudios sociales (Lozares Colina, Verd Pericàs, Olivé, y Roldán, 2002). Sin embargo, estos estudios aíslan al sujeto y lo ponen fuera del contexto de las relaciones sociales que pueda tener con otros miembros de su entorno, sean éstas relaciones directas o indirectas por medio de la aleatorización, como si sus acciones o respuestas no fuesen interdependientes de las relaciones sociales que forman parte de la misma identidad de la persona.
Alternativamente existe la perspectiva relacional, la cual considera la interacción y la relación como resultado y unidad básica de la investigación social, en la cual se considera que los atributos y las propiedades individuales son resultado, no el antecedente, de la relación social. El Análisis de Redes Sociales (ARS) se ha presentado como una posibilidad metodológica con amplia perspectiva de aplicación y de contribución al desarrollo del entendimiento de diversos procesos sociales. Esto permite a los investigadores el poder representar datos relacionales al tiempo de explorar las características de dichas relaciones (Monge y Contractor, 2003).
El ARS es un enfoque de entendimiento de la realidad social que conlleva en su naturaleza relacionista el planteamiento investigativo a tres niveles, micro, macro, y meso-social. No sólo el ARS nos puede mostrar las relaciones e interconexiones entre instituciones, o entre componentes de las mismas, sino que a partir del estudio de las redes personales, puede ayudar a comprender fenómenos de naturaleza tanto individual o micro, es decir, a nivel de interacción de díada o triada, como a nivel y a nivel intermedio o meso, o sea, aquellas en las “que se presentan simultáneamente interacciones individuales, instituciones y estructuras sociales observables empíricamente” (Molina, 2005, p. 71). Esto es posible porque las interacciones diádicas unen redes de personas con redes de organizaciones, en las que los individuos se desenvuelven en todo tipo de interacciones, pudiendo tener atributos de índole económica, cultural, política, etc.
El ARD surge con el propósito explícito de tratar un conjunto concreto de enunciados, es decir, considerar todo un texto como una unidad de análisis, traduciendo en términos reticulares las relaciones que se llevan a cabo entre los enunciados del mismo. Difiere del análisis de contenido en que considera de manera holista el discurso, entendiendo el mismo como “los contenidos superiores a la frase o proposición dentro de un texto” (Verd Pericàs, 2005, p. 143). En un principio el ARD surge como una estrategia de análisis de entrevistas, cuya meta principal era el utilizar lo más posible de información proveniente del contexto textual para su codificación de todos y cada uno de los textos.
La base teórica del ARD se encuentra en la idea básica de “considerar una interfaz entre un nivel macro del lenguaje (las ideologías) y un nivel micro (los discursos)” (Martí, 2006, p.2). Es así que uno de los mayores propósitos del ARD es el diferenciar las dimensiones más situacionales y dinámicas de una enunciación, es decir, lo pragmático, de aquellos posicionamientos que van más allá de una producción discursiva concreta, considerando que tanto las creencias que surgen en el discurso contribuyen a la reproducción y transformación de relaciones de poder. Al igual que otros enfoques reticulares de análisis de texto, el ARD busca “traducir a una red de relaciones un conjunto concreto de enunciados, caracterizando diferentes tipos de relaciones y tomando el conjunto del texto como unidad de análisis (Verd Pericás, 2005, p. 142). Sin embargo, el ARD surge de la búsqueda por considerar todos y cada uno de los enunciados de una entrevista, es decir, tiene un enfoque más holístico hacia el discurso, el cual es entendido desde éste enfoque como “los contenidos superiores a la frase o proposición dentro de un texto” (Verd Pericás, 2005, p. 143). El ARD codifica todos y cada uno de los enunciados del texto a analizar, minimizando de ésta manera las pérdidas de información (Verd Pericàs, 2005). Al mismo tiempo busca maximizar el potencial de interpretación mediante la reconstrucción del texto discursivo en forma de red, logrando con ello que la representación reticular del discurso no destruya la esencia del mismo, pudiendo así volver a considerarlo en su formato unitario original (Lozares y cols. 2002; Verd Pericás y Lozares, 2000).
Debido a que el ARD presta atención a los elementos factuales del discurso, se puede enfocar a la reconstrucción de secuencias biográficas a partir de entrevistas narrativas, y puede ser útil en un análisis longitudinal de los cambios en las mismas. La red textual en este enfoque consiste básicamente en relaciones de causalidad y de identidad, siendo los nodos acontecimientos o hechos que forman parte de la biografía de la persona entrevistada. Así, se puede desarrollar una red de las metáforas utilizadas por los inmigrantes para referirse a la interacción con las TICs, y luego realizar una nueva red a partir de posteriores entrevistas, logrando así el poder observar la evolución de las mismas, al tiempo que mediante el ARS se lleva a cabo un proceso longitudinal de análisis de las redes personales y de apoyo de cada persona, considerando al mismo tiempo su contexto biográfico.
Ciertamente la inmigración es uno de los temas principales en las sociedades occidentales en la actualidad. Es un tema complicado que se encuentra asociado a muchos otros fenómenos y problemáticas tales como la pobreza, la discriminación, la explotación, la delincuencia, las políticas gubernamentales hacia los refugiados, los programas de desarrollo de gobiernos y ONGs, etc. Sin embargo, es un tópico que en la mayor parte de las veces se ha sintetizado al extremo, reducido a sus dimensiones más a grosso modo, dejando de lado la observación y el estudio de muchos puntos focales que terminan siendo ignorados completamente por quienes tienen el poder de decisión para ejercer cambios que afectan la vida de muchas personas que llegan a tierras europeas en busca de mejores condiciones de vida para ellos y los suyos.
Una de las áreas que se ha dejado de lado es la que trata sobre los conocimientos, creencias y usos que los inmigrantes de países en desventaja económica tienen y hacen de las TICs, tanto en sus países de origen como en los de arribo. Considero que esta área de conocimiento olvidada es de gran importancia en un contexto en el cual se amplía la brecha digital para ciertos grupos étnicos más que para otros. En la literatura reciente sobre inmigración a Europa se destaca que la mayoría de los inmigrantes subsaharianos llegan de regiones con algunos de los niveles más bajos en logro académico e interacción con TICs, y son ellos quienes, en las sociedades de acogida, llevan a cabo los trabajos más alejados del contacto con las nuevas tecnologías de comunicación. También son ellos quienes hacen menos uso de las mismas.
Los estudios sobre el desarrollo, uso, percepción y conducta hacia y en las TICs proliferan, pero pocos se enfocan a los aspectos interculturales implicados en este espacio de estudio. Si el número de los estudios sobre el contacto con las TICs por parte de inmigrantes de países pobres es mínimo, el que explora los aspectos más subjetivos relacionados con el contacto con las TICs es prácticamente no existente. Se ejerce así una vez más una imposición postcolonial de ignorar al Otro. La evidencia es clara de que las TICs no son la panacea para la solución de los problemas sociales, pero quienes estén fuera de contacto con ellas estarán sufriendo una doble situación de exclusión, en la cual la escapatoria es extremadamente difícil, por lo que conocer lo que se dice y lo que ello conlleva en posibilidades de acción de es extrema importancia.
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