Este trabajo es un ejercicio que pretende, visibilizar las dificultades metodológicas que tiene el abordar el estudio de las nuevas tecnologías, dependiendo del enfoque teórico desde el que se parta.
En este caso, la idea es acercarnos al estudio de Internet considerando las propuestas mencionadas por la Hine (2000), abordándolo como “cultura” o como “artefacto cultural”. Tratando de articularlo además, con los temas “emoción” y “consumo. Se nos propuso que lo hiciéramos a partir de una autoetnografía, que para mi es el primer acercamiento a esta metodología; que confieso que fue un ejercicio autoetnográfico “asistido”, ya que fue un proceso en el que me introduje tímidamente, y cuyas reflexiones desde el inicio las compartí con mi maestra, buscando encontrar los limites que me permitieran desarrollar un trabajo académico.
Explorar la emoción y consumo de nuevas tecnologías, conjuga tres temas complejos, que se han identificado como importantes en el proceso de creación y mantenimiento de nuestra sociedad actual (Gil, 2004; Callon, 1998).
A manera de síntesis y en función de los objetivos de éste trabajo, de acuerdo con Hine (2000), existen diferencias en las dificultades metodológicas que se enfrentan al estudiar Internet o como cultura o como artefacto cultural, diferencias que de manera muy general, tienen como punto de partida el contexto en que se realizan las observaciones, ya que si nos acercamos a estudiar Internet como cultura, el contexto en que se realizan dichas observaciones es un entorno virtual, mientras que si lo hacemos considerando Internet como artefacto cultural será, un entorno físico. O dicho en otros términos, la diferencia entre contexto online y el offline.
Así, para Hine (2000), concebir Internet como una cultura implica representar un espacio donde ésta se gesta: el ciberespacio; lugar en el que se desarrollan interacciones relevantes. Dicha concepción tuvo como punto de partida una serie de estudios sobre las comunicaciones mediados por ordenador (CMO). Afirma además dicha autora que desarrollar una investigación etnográfica desde esta perspectiva, permite “…la posibilidad de enriquecer las reflexiones acerca de lo que significa ser parte de Internet.”, por lo que inicialmente fue un tema central de interés los procesos grupales que la psicología social, ya venia trabajando. Sin embargo para Hine, estudiar esta dimensión de Internet “…ha exacerbado cierta tendencia a ver los espacios de Internet como culturas contenidas en sí mismas, como si se tratara de observaciones de rasgos típicos de las organizaciones sociales.”.
En cuanto acercarse a Internet como artefacto cultural, Hine (2000) menciona, que en su caso, al acercarse desde esta dimensión, tiene el interés de revelar “…lo que cuentan quienes usan Internet acerca del tipo de tecnología que es, y de la clase de personas que ellos o ellas son. Lo cual hace considerando algunas perspectivas que favorecen entender la naturaleza construida de las tecnologías, ya que para ella al fin de cuentas Internet es “…un objeto construido discursivamente, como si fuera un único artefacto, un objeto más.”, por ello su interés de explorar algunos discursos que le dan forma. Señala además que “Decir que Internet es un objeto o un artefacto cultural como cualquier otro, no implica que sea el mismo objeto para todas las personas.”, ya que los significados culturales son diferentes de acuerdo en el contexto que se emplea.
Dando un salto muy apresurado, debido al escaso tiempo del que dispongo [que entre paréntesis, sea cual sea éste, ante una tarea de ésta naturaleza, siempre siento que es insuficiente], podemos ver algunas de las dificultades metodológicas iniciales si buscamos relaciones entre los temas citados, siguiendo el ejemplo de Gil y Feliu (2004), podríamos decir, más allá de lo que pareciese un juego de palabras: “La emoción del consumo de nuevas tecnologías” o “El consumo emocionante de las nuevas tecnologías”, “Las nuevas tecnologías del consumo y la emoción”, “Las nuevas tecnologías del consumo de las emociones”, etc. Relaciones que abren una gran diversidad de problemas de investigación a través de cuyo estudio pudiéramos dar “…cuenta del proceso de creación y mantenimiento de nuestra sociedad” (Gil, 2004), pero que ha su vez nos advierten de la necesidad de focalizar nuestra investigación. Proceso que iniciamos al identificar Internet como nueva tecnología, para explorar brevemente las dificultadas metodológicas si lo abordamos como un artefacto cultural o como cultura.
De acuerdo con Reed-Danahay (1997, en Lewin, 2004), la autoetnografía puede considerarse una forma de auto-narrativa, en la que se sitúa el si mismo al interior de un determinado contexto social. Para Lewin, es la autoetnografía, una forma de etnografía, que tiene como peculiaridad que el trabajo de campo y la escritura, se confundan y se fundan en un mismo acto.
Haciendo una extrapolación del estudio de Lewin (2004), diremos que la gran implicación personal, que permite esta metodología, es una característica que nos puede ayudar a comprender el proceso de acercamiento a las nuevas tecnologías y en su momento, a la incorporación a nuestra vida diaria; es decir el consumo de las mismas, sin embargo, en función de mi experiencia, yo diría, que además nos permite escudriñar o reconstruir la historia de su aceptación o de rechazo, en donde ambas posiciones pueden tener variantes; desde una aceptación abierta, una aceptación encubierta a una aceptación forzada; y en cuanto al rechazo, podemos hablar desde “sólo ignorarlas” hasta el abierto rechazo. De acuerdo con Lewin, podemos observar como dichas tecnologías “…entran a nuestra cotidianidad” cuando la persona que realiza la autoetnografía, va mostrando “…sus reflexiones, sus cuestiones, sus dudas, sus interpretaciones”.
Para Esteban (2004), en la autoetnografía “No se trata… de una mera reivindicación de la conveniencia del abordaje de la experiencia, sino de utilizar la propia experiencia como una forma de llegar a la dimensión cultural, pero también a la política y a la económica de los fenómenos estudiados, yendo y viniendo de lo local a lo global, de lo individual a lo colectivo.”
El proceso de trabajo lo organice en función de un guión que me permitiera dirigir mi reflexión, guión que se reduce a unas cuantas preguntas. Como punto de partida tomé la pregunta ¿Que son para mí las nuevas tecnologías?, sin embargo no la contesto directamente [bueno, esta es una de las ventajas de estar jugando un multipapel, que la autoetnografía creo que me puede permitir explorar], recurro a un documento escrito ex profeso que me permitió, primero, poner en perspectiva la relación entre el uso de nuevas tecnologías, la emoción y consumo. Preguntas que presento a manera de subtítulos.
Bueno, puedo decir que nací de acuerdo con lo que mis padres y abuela decían, en una época de grandes cambios en mi pueblo, tecnológicamente hablando la “luz eléctrica” fue el más importante, mismo, que en su momento fue considerado como un gran desarrollo tecnológico. Lo que puso a dicho pueblo hace ya 50 años, a la vanguardia de muchos otros en el Estado de Chihuahua, que incluso, ahora aun carecen de este servicio, tal como lo podemos ver en algunas localidades, tanto en la región de la sierra como en la del desierto.
Aun recuerdo, la emoción con que mi madre me contaba que podía romper las estrictas reglas de sus padres, cuando su abuela llegaba de visita; y podía disfrutar en su compañía de la lectura de algún libro, hasta largas horas de la noche, ya que ella, la abuela, sí podía mantener una lámpara encendida hasta que ella quisiera, “…una lámpara de petróleo [pero de petróleo blanco…transparente, no como el de ahora], siempre invariablemente decía, con eso nos iluminábamos”. Sin embargo, el gozar de ese privilegio transitorio, implicaba, el tener que preparar ella misma, otra lámpara de petróleo, lo cual implicaba limpiar la bombilla, llenarla de petróleo, limpiarla bien para quitar los residuos del petróleo, para evitar entre otras cosas, lo más posible su olor [si es que alguna vez se lograba]. Bueno, creo que es bueno señalar, que además había que conseguir el petróleo, que en su caso, no era “tan problemático” como para otras personas que tenían que ir a comprarlo, ya que mi abuelo, lo vendía, así, que ella sólo tenia que ir al expendio [que estaba adjunto a su casa], buscar una silla [porque no alcanzaba a manipular el dispositivo manual con el que extraían el petróleo de un tambo de 200 litros]; después, era sólo cuestión de acomodar la silla, colocar el depósito que iba a llenar, subirse a la silla, y empezar a subir el émbolo hasta lo más alto que pudiera, y luego empujarlo hacia abajo; así una y otra vez; ¡ah! se me olvidaba mencionar, que antes debía buscar el embudo adecuado para el depósito en el que ella iba a verter el petróleo, porque si no éste se derramaría. Bueno, por fin tenia el petróleo en el deposito, de nuevo, debía colocar la silla y el embudo en su lugar, y ahora si, ha llenar las lámparas; y dejar todo listo, para poder ampliar su tiempo de lectura.
Puedo decir que él año 1957 marca un punto importante para poder iniciar mi reflexión, en torno al titulo de este pequeño relato, ya que la incorporación de la luz eléctrica, es un punto que marca un antes y un después para el desarrollo de la sociedad de Aldama, en donde para los que nacieron y vivieron en él antes de su “llegada”; podemos decir, que es para ellos una nueva tecnología, que vino a cambiar radicalmente su modo de vida, es decir su cultura, sus prácticas cotidianas de organización y distribución del tiempo y de tareas, etc.; tal como pudimos ver brevemente en el relato. La diferencia para los que nacimos estando ella presente, formó y forma parte de nuestra vida cotidiana; de tal manera que cuando ahora queremos leer un libro hasta altas horas de la noche, parece que sólo, basta apretar un botón o mover una perilla, solo es necesario hacer un sólo movimiento, y encendemos la luz. Reflexiono en la serie de dispositivos emocionales, que se desarrollaron y manejaron, para llegar hasta el punto, que fuera tan motivante el consumo de la lectura, para que los niños y niñas de la época de mi madre, estuvieran más que dispuestos a realizar la serie de actividades que describí que ella hacia, para tener luz a través de la lámpara de petróleo, es decir, para consumir a su vez este tipo de luz.
Todo esto me hace pensar, en algunas ocasiones que les pedí a mis hijos encender la “luz” y lo hicieron sin la menor disposición, quizá significando para ellos “un gran esfuerzo”, probablemente, no somos realmente concientes de las implicaciones e importancia que ha tenido y ha tenido lo que en un tiempo fue considerada como una nueva tecnología; importancia que surge de pronto, en el momento en que como dicen en mi pueblo “ya se fue la luz”.
Me imagino toda la emoción que le debe de haber producido el leer a mi mamá, el gusto que por la lectura, considerada por los humanistas de acuerdo con diversos autores entre ellos Sloterdijk (2003), como la antropotécnica por excelencia para domesticar al hombre, sustentada en lo que él considera como su tesis latente: una lectura adecuada amansa. Es decir, la lectura como el dispositivo de control social por excelencia del humanismo.
A través de historias mi madre gustaba de hacer comparaciones entre sus tiempos y los nuestros, para resaltar la cantidad de “ventajas” de las que yo gozaba [al igual que mis hermanos], en comparación con ella. Puedo ahora, rescatar de ellas, como la llegada de “la luz eléctrica”, transformó la vida de mi pueblo, la vida de sus habitantes. Y sobre todo, me ayudaron a ponerme en perspectiva, de manera muy breve, como a través del estudio de temas como consumo, emoción y nuevas tecnologías, nos permiten explorar el proceso de creación y mantenimiento de nuestra sociedad (Gil y Feliu, 2004), así como su proceso de transformación.
Creo que es importante que parta de mi relación con las computadoras personales (PC), ya que sería de acuerdo con Law (1983), el punto de paso obligado para poder tener contacto con Internet.
De entrada puedo decir que ha sido la tecnología que más me he resistido ha utilizar en su momento [superando con muy poco al microondas]; sin embargo, a pesar de mi resistencia a las computadores, puse en contacto a mi hijo mayor, con un XE Game System, el cual era promocionado como una computadora, tenia su teclado, no tenia monitor, se conectaba al televisor y traía un manual para desarrollar programas muy sencillos; sin embargo, tuvo que tomar clases de programación muy elementales, para poderla semi utilizar. Pero a mi no me interesaba ni acercarme a dicha computadora; ahora que he reflexionado sobre ello, era un momento en que aparecieron otros aparatos electrónicos como las “videos”, que empezaron a ponernos en jaque a algunas personas de mi generación y me atrevo a decir que a muchas de las generaciones anteriores; “nos exigían” una suerte de habilidades que “se les daban con más facilidad” a nuestros hermanos menores o a nuestros hijos. Esto quizá, marco el mantener una distancia decorosa entre la video y yo (ya fuera en formato Beta o VHS); distancia que aumenté ante la PC, distancia que incluso llego a ser física, ya que cuando mi hermano me mostró su “maravillosa 286”, recuerdo no haberme acercado bien a ella, la vi “de lejecitos”; y cuantas veces tuve que pasar cerca de ella, era así de lejecitos, “no la vaya yo a descomponer” recuerdo que alguna vez dije; ahora pienso, que realmente detrás de ese comportamiento estaba “No me vayan a pedir que intente usarla y me ponga en evidencia que no tengo la habilidad para poderla manejar”, y quizá lo más difícil era tenerlo que aceptar yo misma. Recordaba con frecuencia la frase que decía una tía [que me imagino que más o menos le pasaba lo mismo] a “manera de broma” refiriéndose a las PC’s “esas son cosas del diablo”; y que por cierto, ahora a sus ya 80 años, es una usuaria cotidiana y además apasionada de las “maravillosas computadoras”, así como de Internet.
Me vi en la necesidad de tener que aprender a utilizar la PC, porque en un tiempo relativamente corto, la incorporación de estas al mundo académico, empezó a generar cambios importantes, hasta el punto de impactar la administración del tiempo, los trabajos durante la maestría me los pedían con una celeridad y con una calidad que no podía lograr utilizando una maquina de escribir mecánica, en esos momentos recién me había divorciado y cambiado de lugar de residencia, por lo que no contaba con recursos para adquirir al menos una maquina eléctrica. Así, que tuve que enfrentarme al “doloroso” y “sinuoso” proceso de aprender a utilizar las PC’s, ya que a estas tenía acceso gratuito en la escuela.
En una de mis versiones iniciales de esta ejercicio inicial de autoetnografía, que cada vez, que la compuse, la rehice y la remendé, me venía a la cabeza la ley de la cobija pequeña, que al intentar tapar un lado, se destapa otro; así fui de un relato, a un intento de reflexión, de recomponer el relato, a partir de la nueva reflexión, en fin, creo que si bien en momentos me fui alejando de hacer las reflexiones teóricas que me permitieran articular los temas de nuevas tecnologías, emoción y consumo; sin embargo, guiaban mi reflexión, para realizar mi relato, sin embargo, esperando poder en su momento dar cuenta de ello.
Pase de una resistencia al uso de las computadoras al placer de usarlas y al asombro casi permanente de las nuevas posibilidades que brinda Internet. Trabajar en el Centro de Investigaciones Sobre la Sequía, A.C. (CEISS), diseñado para que fuera un centro de inteligencia sobre la sequía, me puso en contacto y de lleno con él; una de las que más me apasionó inicialmente fue la comunidad virtual, soy psicóloga comunitaria con terminación en el área social, así, que la provocación que implicaba esa nueva tecnología para mi era demasiada, me vi en la necesidad de familiarizarme con nuevas conceptualizaciones respecto a “comunidad”; las posibilidades que ofrecía un ejercicio de esta naturaleza, incluso tuve la oportunidad de participar en el diseño de un proyecto que se llamo “Comunidad Virtual del Desierto Chihuahuense”, proyecto que se desarrolló, entre 1998 y 1999, mismo que se presentó en algunos espacios académicos, se pueden aun revisar al menos dos variantes del resumen del proyecto en la página http://www.mexnor.org/Conference/Abstracts.htm; y en la página http://museum.utep.edu/chih/pdf/cdriabs99.pdf.
Otra de las posibilidad de Internet que también se me hizo muy interesante, es la gestión que se podía realizar a través de las páginas web, el CEISS, tenía una página, que teníamos especial cuidado de atender, respondíamos y atendíamos a la brevedad los comentarios que se hacían a través de ella, buscabamos que fuera realmente un espacio interactivo, que nos ayudara a cumplir con su función de vinculación con los diversos sectores de la sociedad.
El correo electrónico, herramienta que estuve realmente en contacto a partir de mi trabajo en el CEISS, y al igual que la Comunidad Virtual y la página web, me dio la oportunidad de realizar actividades que de otra manera no hubiera sido posible, como el realizar un proyecto de investigación a través de él, proceso que tengo documentado de principio a fin, dicho proyecto fue seleccionado en la convocatoria CONACYT-CNA.
Curiosamente siento que he tenido de alguna manera, alguna resistencia a utilizar algunas nuevas posibilidades que ofrece Internet; incluso a explorarlas, no se, quizá es la falta de tiempo, o no a existido algo que “me provoque” al consumo de estas. Tal como me sucedió con el uso de Skype, conocí dicha tecnología a través de un compañero del Master de Investigación en Psicología Social, que me recomendó como una forma económica y accesible para comunicarme con mi familia que esta en México, sin embargo, a pesar de que esta presentaba una muy buena alternativa para solucionar mi problema de comunicación, tarde en iniciar la gestión con mis hijos para utilizarla al menos dos meses desde que me comentaron de su existencia. Nuevamente identifico un nuevo desfase entre la autopercepción de mis habilidades y esta nueva generación de tecnologías, que aunque no fue tan evidente como con el uso de las PC’s, es un evento que me alerta, para estar más pendiente de actualizarme para evitar en lo posible, generar las condiciones que me dificulten en el futuro el acceso a las nuevas tecnologías que pasar en su momento a trasformar nuestro modo de vida.
Skype se ha convertido en algo tan común en la comunicación con mi familia, ya que me permite tener un acercamiento mucho más estrecho que con el teléfono por sus altos costos, a pesar de que aun no utilizamos cámaras para hacerlo. Y lo logramos, accidentalmente, dejando abierto el canal de comunicación, ya que mi nieta de tres años utiliza en nuestra comunicación un micrófono y las bocinas de la computadora, porque se le dificulta usar la diadema; cuando ella quiere hablar conmigo, le pide a alguno de sus papas que la comuniquen conmigo, revisan si estoy conectada, y si es así, entonces me llaman y la dejan hablando conmigo el tiempo que ella quiere, que puede ser desde decirme hola abuelita y adiós, hasta quedarse a jugar cerca de la computadora y platicarme lo que esta haciendo, esto alternado en ocasiones, con breves monólogos de mi nieta, o con breves diálogos muy cotidianos, como “voy a tomar agua abuelita”, “muy bien aquí te espero”; “te gusta mi dibujo”, “no lo puedo ver, pero debe estar muy bonito”, cuando vaya me lo enseñas; “mira mi muñeca“, “no la puedo ver, dime que tiene tu muñeca”; o con períodos de silencio, a los que pongo fin preguntándole “en donde estas Ana Victoria”, así que puedo estar “junto a mi nieta”, de una nueva manera, de una forma que en ningún momento pude siquiera llegar a imaginarme, en mi época infantil ante el estimulo de las caricaturas de los supersónicos, con su mundo computarizado, en donde su máxima expresión era para mi robotina. Así, a través de Skype, inició una nueva etapa de mi vida familiar, relaciones mediadas por nuevas tecnologías, que me permiten vivir y recrear nuevas formas de vida cotidiana. Esto coincide con la perspectiva de Hine (2000), cuando dice que Internet en lugar “…de constituir una amenaza para las relaciones sociales, podría decirse que Internet aumenta sus posibilidades de reestructuración en términos tempo-espaciales"
A pesar de que en los momentos iniciales de este trabajo, consideré que no entendía mi resistencia a las PC’s, ya que se me hacia contradictorio, haber estado en contacto con “nuevas tecnologías” menos comunes, como un simulador de vuelo, equipos médicos de ultrasonido, rayos X y de tomografía; de alguna manera, me facilitaban la aceptación de nuevas tecnologías; sin embargo esto no fue así. Si bien mi acercamiento a estas últimas fue de manera indirecta, creo que nunca estuvo cerrada la posibilidad, de que en un momento hubiera podido aprender a manejar al menos a nivel “técnico” el equipo de ultrasonido y de rayos X, posibilidad que nunca me causó la tensión que me causó las PC’s.
A través de este ejercicio autoetnográfico, como ya lo he señalado, he pretendido tratar de visibilizar las implicaciones metodológicas que tiene considerar Internet como cultura o como un artefacto cultural, cuando nos acercamos a explorar como se le usa cotidianamente, prestando especial interés como señala Hine (2000), en “…la comprensión que los usuarios tienen sobre sus verdaderas utilidades.” Ya que para esta autora la etnografía, nos puede ayudar para conocer los ricos significados que adquiere la tecnología en las culturas que analicemos o como dichas culturas se conforman gracias a ella.
En este trabajo a través de analizar mi reflexión sobre nuevas tecnologías y mi acercamiento a ellas, acercamiento a las nuevas tecnologías, me vi saltando de la dimensión cultural a la de artefacto cultural, sin embargo, en función de no perder hilaridad en el relato y por lo tanto en mi interpretación del proceso, no lo evite. Lo que me permitió llegar entre otras cosas a pensar en la utilidad explicativa que tiene analizar la tecnología como texto.
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