Athenea Digital - num. 0 abril 2001-
Conocimientos, agentes y articulaciones.
Una mirada situada a la intervención social
|
Marisela
Montenegro
Programa de Doctorado en Psicología Social. Universidad Autónoma de Barcelona |
Una investigación sobre la intervención social puede tener muchas formas: puede
evaluar un programa concreto de intervención, puede reflexionar acerca de las
características de colectivos definidos como 'intervenibles' o puede trabajar
sobre problemáticas específicas (como por ejemplo la pobreza, el desempleo, etc.).
Todos estos caminos son posibles dado que la intervención social abarca una gran
amplitud de prácticas (profesionales) relacionadas con promover acciones sistemáticas
sobre "la realidad", a partir de demandas provenientes de diferentes
entes sociales. Por tanto, el ámbito de la intervención produce espacios que buscan
tomar acciones, desde las capacidades teóricas, técnicas y profesionales, para
transformar estados de cosas que son vistas como problemáticas. Esta amplitud
permite hacer investigaciones que tengan que ver con las técnicas de intervención,
con los/as beneficiarios/as o con los problemas sociales que se atacan, entre
otros.
Sin embargo, nosotros/as
hemos elegido un camino algo distinto, nos hemos propuesto una investigación
con dos objetivos: 1) La revisión de desarrollos en las teorías sobre intervención
social, para analizar los conceptos y principios que fundamentan la idea de
intervención social de algunos sistemas y modelos de intervención; y 2)
La construcción de una mirada para la reflexión sobre la intervención
social basada en discusiones en el ámbito de la definición de problemas sociales,
agentes de la acción de transformación y posturas sostenidas en torno al conocimiento. Para esta investigación,
nos han preocupado los fundamentos teóricos de la intervención social a partir
de las ideas que sostienen la necesidad y posibilidad de transformaciones
sociales en las que se involucran diferentes agentes para atacar situaciones
definidas como problemáticas. En este sentido analizamos textos que trabajaran
con las diferentes nociones asociadas a la intervención social. En primer lugar,
comenzamos a investigar desarrollos teóricos que trabajasen el tema del cambio
social. Buscamos en lecturas de las tradiciones funcionalista, marxista y
anarquista cuál era la idea de cambio que se sostenía, para así delimitar
qué entendíamos como intervención social y cuáles eran los aspectos de estas
teorías que se han tomado para pensar y practicar la intervención social. En el pensamiento
de la sociedad vista como sistema social (Parsons, 1951; Merton, 1957) se
estudia la función que tienen diversas prácticas sociales e instituciones
en el mantenimiento de la sociedad. En este sentido, el cambio social es posible
porque las cosas varían para establecer el equilibrio del sistema. La intervención
es posible o bien para la integración de lo desviado a la norma general, o
bien, para hacer planes de transformación con el objetivo de que ciertas instituciones
puedan equilibrar los desperfectos del sistema. Así, la
intervención no está planteada como transformación del sistema sino
como transformación de elementos (personas, grupos, instituciones...), disfuncionales
a él, que deben ser estudiados y tratados para que se vuelvan funcionales.
La sociedad como
conflicto de clases de la tradición marxista (Marx y Engels, 1848; Althusser,
1965) se presenta más bien como una sociedad que está basada sobre las relaciones
de dominación y explotación que, además, son mantenidas y reproducidas a través
de sistemas político jurídicos e ideológicos (en el sentido que dichas
relaciones de explotación son vistas como naturales para la mayoría de la
población). La clase trabajadora, justamente por su condición de grupo explotado,
es la que puede emprender la transformación social hacia una sociedad sin
relaciones de dominación. Existen discusiones dentro del contexto teórico
marxista si ese cambio debe ser violento o pacífico; revolución o reformismo,
etc. (Lenin, 1897; Kautsky, 1917) En todo caso, el cambio social es posible
a partir de un movimiento político organizado, desde la clase trabajadora
y con intelectuales que acompañan su causa. Este movimiento tiene como objetivo
principal el cambio en el modo de producción capitalista y las relaciones
de dominación propias de éste. La sociedad planteada
como sistema de dominación y autoridad de las tradiciones anarquistas, como
los desarrollos marxistas, muestra que la sociedad capitalista está basada
en una serie de relaciones de explotación. La propiedad privada, la familia
y el Estado son producto de relaciones injustas y perpetúan ese tipo de relaciones.
La transformación social debe tener como objetivo fundamental la abolición
de la propiedad privada y del Estado como formas de explotación de las mayorías
por parte de una minoría dominante. Esta transformación, violenta o no (según
las diferentes versiones), proviene
del descontento de las masas con ese estado de cosas. La sociedad ideal se
caracteriza por formas de auto organización, bien sea en cooperativas de trabajo
o en negociaciones entre individuos libres de la autoridad. Con relación al
ámbito político, tanto Proudhon (1840) como Bakunin (1871), por ejemplo, abogan
por un sistema descentralizado y federativo de organización en el que se pueda
dar la auto organización local. Ahora bien una vez
estudiadas diferentes formas de comprender el orden y cambio social, pasamos
a analizar cuáles ideas son fundamentales para la posibilidad de pensar en
la intervención social. Éstas son: Cierto descontento con el orden social: Para poder
intervenir hacia la transformación social; es necesario pensar en que existe
algún desperfecto con el orden social que debe ser transformado. En las tres
versiones estudiadas, está presente este elemento o bien como desequilibrio
del sistema o bien como una sociedad vista como sistema de explotación de
unos grupos sobre otros. Posibilidad y deseabilidad del cambio social: La
intervención social se basa también en la idea de que es posible lograr cambios
a partir de acciones humanas sistemáticas y, además, que es deseable que ocurra
dicha transformación (como hemos visto, en cuanto a la dirección de este cambio
existen grandes diferencias entre los sistemas de pensamiento estudiados).
Acción colectiva: Las transformaciones a las que
hacen referencia los sistemas teóricos estudiados aluden a la acción colectiva
como motor de la transformación social. Una de las bases de la intervención
social es que la acción hacia transformaciones concretas se haga colectivamente.
El conocimiento como guía de la acción: Una idea
necesaria para pensar en la intervención como ámbito profesional y no sólo
como acciones de grupos humanos hacia el cambio, es que el conocimiento puede
servir como guía de la acción. Tanto en las versiones funcionalistas como
en las versiones marxistas estudiadas, el conocimiento guía definiciones de
problemas y de acciones hacia la transformación (en el primer caso como forma
de detectar desperfectos en el sistema social y en el segundo a través del
desenmascaramiento de los mecanismos ideológicos de conciencia). En la tradición
anarquista, en cambio, el conocimiento no toma especial relevancia para las
acciones de transformación. Intervención
como diálogo entre diferentes actores: Las propuestas que sostienen que hay ciertas personas que por su conocimiento,
como por ejemplo los equipos interventores o los/as intelectuales en el caso
de algunas versiones del marxismo, son diferentes a quienes sufren los problemas
o aquellos grupos privilegiados para promover el cambio social, se produce
un espacio vacío entre los diferentes niveles de intervención en la realidad.
Es necesario el diálogo entre estos dos entes colectivos para poder lograr
una acción efectiva de transformación. A partir de estas
premisas fundamentales sobre el orden social y las formas de transformación
social posibles, estudiamos diferentes formas de entender la intervención
social. Para esto, distinguimos dos grandes líneas de desarrollos en intervención
social: 1) 'Intervención social dirigida' porque son intervenciones que mayoritariamente
son planificadas y llevadas a cabo por parte de quienes son definidos/as como
profesionales o expertos/as; y 2) 'Intervenciones participativas' porque explícitamente
incorporan dentro de sus planteamientos la participación de las personas afectadas
en la solución de sus propios problemas y enfatizan en la importancia del
trabajo conjunto entre personas que intervienen y personas de las comunidades
o grupos afectados por los problemas sociales identificados. Para estudiar la
intervención dirigida hemos elegido desarrollos relacionados con sistemas
institucionales tales como los servicios sociales (Casas, 1996) y la cooperación
internacional (Corsino, 1998) y con posturas que teorizan sobre el apoyo social
y los grupos de ayuda mutua (Barrón, 1993). Estos materiales nos han dado
un amplio abanico de textos en los que se tratan principios fundamentales,
relaciones institucionales y formas de actuación de estos ámbitos. A partir
de aquí hicimos un análisis conjunto para estos tres ejemplos guiado por los
siguientes ejes de análisis: 1) Cómo se construyen los problemas sociales
(diagnóstico de la sociedad), 2) Cómo se construyen las soluciones, 3) Cuáles
son los entes relevantes para la solución, y 4) El cambio social posible y
deseable. El diagnóstico que se presenta desde los
modelos de 'intervención dirigida' es el de la desigualdad social. Hay colectivos
que se encuentran excluidos o en riesgo de exclusión de los recursos económicos,
sociales y culturales de la sociedad. Es necesario intervenir en los problemas
sociales para lograr mayores niveles de calidad de vida para estas personas
y colectivos. Esta intervención se hace a partir de demandas sociales (hechas
por los/as usuarios/as de los servicios, por organizaciones que funcionan
como interlocutoras de los grupos con problemas sociales o a partir de demandas
definidas desde los diferentes niveles de administración local o internacional).
La transformación social se da
a través de la injerencia en ciertos contextos definidos como problemáticos,
a partir de la lectura hecha por parte de los sistemas de intervención, de
dichas demandas. Estos sistemas incluyen agentes financiadores, personas definidas
con conocimiento teórico y práctico adecuado para la intervención, instituciones
de servicios sociales, políticas sociales, contenidos académicos, etc. La
intervención busca adecuar o normalizar los espacios problemáticos haciendo
uso de los conocimientos y técnicas desarrollados en los ámbitos científicos
y de experiencia profesional (Rose, 1996; Burman, 1999). Las intervenciones
dirigidas no se plantean la transformación de la lógica de la sociedad donde
se desenvuelven, sino la de integrar a colectivos con carencias. Los principales
agentes involucrados son, por un lado,
el proceso, persona, grupo o institución que necesita de una transformación
(definidos como problemáticos); y, por otro lado, los sistemas de intervención
definidos como capaces de planificar y ejecutar acciones sistemáticas con
la finalidad de provocar esta transformación en el primero. El cambio social deseable, desde estas perspectivas
de intervención social, es lograr una mayor calidad de vida para las personas
beneficiarias de la acción interventiva. Se propone ayudar a integrar a quienes
están excluidos/as - o en riesgo de exclusión - a los mecanismos de la sociedad.
Por esto, se interviene dentro de los espacios problemáticos conformados por
colectivos necesitados, definidos como carentes. No se interviene en aquellos
espacios que funcionan con rentabilidad probada y productividad aceptable.
Se interviene en lo imperfecto, lo marginal. La posibilidad
de este cambio es a través de la intervención en diferentes contextos
locales. Se hacen intervenciones a través de proyectos de escala micro social
en las que se definen las acciones necesarias para paliar algún problema social
o para ayudar a algún colectivo o persona en desventaja. Estos proyectos son
planificados desde los centros de decisión y conocimiento (ámbitos políticos
y técnicos de la intervención por esto hemos designado a estas formas
de intervención como dirigidas) a partir de la lectura de las demandas de
diferentes entes sociales y afectan a colectivos específicos definidos como
problemáticos desde aquellos centros de decisión. En estos modelos,
el cambio social es posible siempre que sea a pequeña escala y funcional para
la sociedad. Las intervenciones 'dirigidas' están relacionadas con un marco
funcionalista de entendimiento de la sociedad porque no buscan una transformación
de la sociedad en su conjunto sino atacar aspectos que son vistos como problemáticos
de modo que se puedan equilibrar los desperfectos ocasionados por el sistema
a través de mecanismos e instituciones sociales preparadas y legitimadas para
realizar esta intervención. Se busca incidir en los espacios y colectivos
que tienen problemas (según la definición que quien está en posición de legitimidad
para hacer esta definición: políticos/as y técnicos/as). Es como una reforma
en la que se ajustan las partes disfuncionales del sistema. La principal diferencia
entre las perspectivas participativas y las de 'intervención dirigida' es
que las participativas conceptualizan al grupo afectado por algún problema
social como interlocutor y actor privilegiado para la transformación social.
Ellas hacen énfasis en que las personas que están afectadas por los problemas
sociales deben ser parte de la solución de aquellos problemas. Por lo tanto,
el diseño, ejecución y evaluación de los programas y acciones se hace a partir
del diálogo entre aquellas personas que intervienen y las personas afectadas
por problemas concretos. Para el análisis de estas perspectivas hemos elegido
desarrollos de la educación popular (Freire, 1970), la teología de la liberación
(Martín Baró, 1990), la investigación acción participativa (Fals
Borda, 1959) y la psicología comunitaria (Serrano García, 1989; Montero, 1994;
Wiesenfeld, 1998). Estas perspectivas han sido analizadas sobre la base de
los ejes mencionados: construcción del diagnóstico de la sociedad, construcción
de las soluciones, entes relevantes para estas soluciones y cambio social
posible y deseable. En estas perspectivas
los problemas sociales están definidos
como producto de estructuras sociales donde se dan relaciones de opresión
de ciertos grupos sociales por parte de otros grupos (propietarios/as de los
medios de producción, entes gubernamentales, países 'desarrollados', etc.).
Esta opresión está enmascarada por mecanismos de ocultación que funcionan
como contenidos ideológicos que hacen ver las relaciones sociales desiguales
como naturales, cosa que permite, a su vez, la reproducción del sistema social
opresivo. Para la solución de los problemas derivados
de este sistema social, las perspectivas participativas parten de la necesidad
de que las personas afectadas con problemas concretos deben tomar parte en
la solución de dichos problemas; en este sentido, se busca promover la participación
de dichas personas en trabajos en los que, conjuntamente con profesionales
comprometidos/as con la transformación social, se busquen vías de acción para
trabajar sobre estas problemáticas.
Los temas tratados en procesos de intervención social, están definidos en
el seno de este trabajo conjunto. Esta característica responde a premisas
epistemológicas y políticas que sostienen los diferentes desarrollos en estas
perspectivas. En cuanto al aspecto epistemológico, las perspectivas participativas
proponen que tanto el conocimiento científico (propio de los/as agentes externos/as)
como el conocimiento popular (de grupos comunitarios o colectivos con los
que se trabaja) debe ser igualmente relevante en procesos concretos de acción
social que se emprendan. El diálogo en el que se comparten los diferentes
conocimientos permite elaborar una comprensión de las formas de vida de las
personas con las que se trabaja y, al mismo tiempo, producir procesos de concientización
en el que estas personas se den cuenta de las relaciones de opresión que sostienen
estas situaciones. Este diálogo, a su vez, funciona como movilizador de las
acciones de transformación. El principio de participación que sostienen las
perspectivas participativas también es un principio político porque incorpora
la voz de aquellas personas que usualmente están al margen de las decisiones
políticas y económicas de la sociedad, con el fin de incorporarlas en la solución
de los problemas que les aquejan siguiendo así un fundamento de democracia
participativa en el que estas personas, a partir de las intervenciones que
se realicen, logren cada vez mayores grados de control y poder sobre sus vidas
y el medio ambiente que las rodea (empowerment). Los agentes sociales relevantes dentro de
las perspectivas participativas son, por un lado, las personas de la comunidad
o grupo con el que se trabaja y, por otro, los/as interventores/as o intelectuales
comprometidos/as con los procesos de transformación social. Los miembros de
la comunidad no son necesariamente personas que son parte de algún colectivo
'problemático' como en las intervenciones 'dirigidas'; se trata de personas
que son parte (y se sienten parte) de algún grupo o comunidad y que quieren
participar (y muchas veces ya lo está haciendo) en procesos de transformación
social. El concepto de participación, en estas perspectivas, incorpora la
toma de decisiones por parte de quien participa en el grupo a partir del proceso
de diálogo entre profesionales (o agentes externos) y personas del grupo.
Los/as profesionales que intervienen a partir de modelos participativos se
alejan del encargo de control social del cual acusan a las 'intervenciones
dirigidas', más bien hacen una fuerte crítica a los efectos de dominación
de aquellas y actúan como 'catalizadores sociales' (Fals Borda, 1959) de procesos
de transformación. Ahora bien, estas
perspectivas al proponer una comprensión conflictivista de la sociedad, no
buscan que las personas con las que se trabaja se adapten a las situaciones
de opresión, sino que buscan pequeñas transformaciones en aspectos relevantes
de la vida de estas personas para lograr cada vez mayores grados de control
sobre sus vidas. Aunque el cambio social
deseable sea la transformación de las situaciones de injusticia estructural
y asimetrías de poder presentes en la sociedad, se hacen intervenciones en
escala micro social para la transformación de situaciones que son vistas como
problemáticas por los grupos con los que se trabaja. En este sentido, encontramos
que en las perspectivas participativas se plantea la posibilidad de la transformación social
a pequeña escala, mientras que se propone que la fuente de los problemas sociales
actuales tiene que ver con las formas en la que están estructurados los sistemas
sociales y la distribución de recursos dentro de ellos. Sólo la confianza
en que diferentes movimientos populares se organicen en torno a los procesos
participativos y logren participar en procesos de decisión puede ser la vía
de una transformación que incida en
las formas de organización social actuales. A partir de la relación entre
agentes externos/as (profesionales, voluntarios/as, etc.) y personas de la
comunidad, es posible actuar conjuntamente, a partir de los recursos diferenciados,
para la transformación social. Una 'perspectiva
situada' para la intervención social El estudio de las
teorías sobre los sistemas sociales y los análisis de las formas de intervención
revisadas, nos llevaron a una serie de reflexiones críticas sobre la intervención
social y los conceptos trabajados en estos ámbitos. A partir de la revisión de literatura en el
ámbito de perspectivas críticas, tales como el socioconstruccionismo (Gergen,
1994 Ibáñez, 1996), desarrollos feministas (Haraway, 1991; Harding, 1993),
ideas del 'postmarxismo' (Laclau y Mouffe, 1985), entre otras, desarrollamos
reflexiones que podían cuestionar estos conceptos y mostrar formas alternativas
de entender los ámbitos de definición de situaciones problemáticas, los agentes
sociales para la transformación y las formas de entender el conocimiento.
De este modo, nos planteamos la producción del capitulo 5 que, a diferencia
de los dos precedentes, no busca analizar desarrollos relacionados con la
intervención social sino que tiene como objetivo plantear una mirada situada
para la intervención. En primer lugar,
para trabajar sobre la definición de problemas
sociales acudimos a la literatura que critica las formas en las que es
entendido el conocimiento científico como representación fiel de la realidad
(a partir de métodos especializados para descubrir las verdaderas relaciones
sociales). Apoyándonos en esta literatura desarrollamos una forma alternativa
de definir aquello que es necesario transformar; ya que consideramos que una
perspectiva situada para la intervención social debía dar cuenta de los aspectos
de las vidas de las personas, de las relaciones, discursos y prácticas sociales
que es necesario transformar. Esto implicaría acciones colectivas que buscan
un objetivo. La principal crítica que formulamos a las propuestas de la intervención
social estudiadas (intervenciones dirigidas y participativas) es que los problemas
sociales se definen básicamente a partir del conocimiento experto. En las
intervenciones dirigidas, la definición de qué es un problema social se da
a través de la lectura/definición de políticos y equipos de intervención de
las demandas de diferentes entes sociales. En las perspectivas participativas
el concepto de ideología, en tanto contenidos de conciencia que naturalizan/ocultan
las relaciones de opresión, legitima ciertas lecturas de las causas de las
situaciones problemáticas en las que viven las personas de la comunidad. La
necesidad de concientización de estas personas, necesaria en estas propuestas
para la movilización a la acción, asume la posibilidad de un 'meta' conocimiento,
por parte de quien interviene, de las condiciones 'reales' de opresión de
los grupos con los que se trabaja. En una perspectiva
situada para la intervención social aquello digno de transformación se define
en fijaciones (temporales y precarias) de significados a partir de las articulaciones de diferentes
posiciones de sujeto. Estas articulaciones emergen como antagónicas a otros
espacios sociales y adquieren su significado en contextos específicos. En
este sentido, la definición de aquello digno de transformación se da en las
alianzas, negociaciones, posiciones contrarias, etc. de diferentes agentes
sociales tales como equipos de intervención, personas afectadas, asociaciones
con intereses en juego, instituciones, etc. imbuidas en relaciones de poder,
autoridad y legitimación. Esta propuesta difiere de otras formas de intervención
social en que cuestiona la propia definición de condiciones problemáticas
proponiendo que es un asunto político en tanto que configura y es configurado
por las relaciones sociales en contextos dados. Con esta propuesta, intentamos
pensar en la involucración de agentes sociales de diferentes ámbitos en la
definición de lo que es digno de transformación y no sólo en quienes forman
parte de los sistemas de intervención (tales como equipos interventores e
instituciones que les dan soporte). Con relación a los
agentes sociales de cambio, a partir de
los análisis hechos sobre las perspectivas de intervención social, hemos visto
que se definen básicamente dos agentes de la acción: quienes intervienen (que
poseen las herramientas adecuadas para dicha acción) y quienes son intervenidos/as
(que son las personas que tienen ciertos problemas sociales o viven en situaciones
de exclusión o riesgo de exclusión); también, en algunos casos, se le da importancia
en los textos a las instituciones que le dan soporte a los/as agentes interventores/as
para su acción. En las perspectivas trabajadas cobran relevancia diferentes
agentes dependiendo de las bases teóricas que las sostienen. Así, en las perspectivas
dirigidas el peso de la intervención se encuentra sobre todo en los sistemas
de intervención definidos por las políticas que se quieren llevar a cabo,
los problemas que se definen y la acción de los equipos interventores, mientras
que en las perspectivas participativas quienes tienen el peso de llevar a
cabo la transformación social son las personas con las que se trabaja. Para hacer la reflexión
sobre agentes de cambio social hemos recurrido especialmente a la literatura
sobre los agentes de cambio social definidos por el marxismo tradicional (la
clase social trabajadora) y los agentes definidos en las teorías sobre nuevos
movimientos sociales (agentes identitarios tales como mujeres, homosexuales,
pertenecientes a una raza determinada, etc.). A partir de aquí, revisamos
posturas críticas hacia estas dos formas de entender los sujetos que deben
promover o llevar a cabo ciertas transformaciones sociales (Fuss, 1989; Haraway,
1992; Mouffe, 1992; Butler, 1993). En la perspectiva
situada para la intervención que hemos desarrollado cobra relevancia la noción
de 'posición de sujeto' como concepto que, por un lado, critica la idea de
sujeto unitario y coherente y, por otro, trabaja con las posiciones que se construyen a través de articulaciones enmarcadas
en contextos sociales. En esta perspectiva, las posiciones de sujeto no sólo
se referirían a la posición de interventor/a o intervenido/a, sino que se
referirían a múltiples posiciones que diferentes individuos o grupos pueden
ocupar en dichas articulaciones. En estas articulaciones se construyen parcialmente
dichas posiciones y, a la vez, se define qué es digno de transformación; es
decir, se dan procesos en los que se fijan significados con relación a las
propias posiciones y también a los contenidos a tratar. Las consecuencias
de este movimiento teórico son que: Aquello que es digno
de transformación no sólo afecta a un grupo definido como carente o deficitario
sino que es de interés de/transforma a todas las posiciones de sujeto involucradas
en momentos determinados. Una propuesta como
esta permite reflexionar sobre las diferentes constituciones de los grupos
que se involucran en acciones de transformación social, criticando la visión
de que tanto los equipos interventores, como los miembros de la comunidad
o colectivos específicos son homogéneos entre sí. Se propone que hay
multiplicidad de voces y posibilidades de relación y que las formas de relación
tienen que ver con inclusiones/exclusiones, negociaciones, alianzas y también
alejamientos dependiendo de los diferentes contenidos que se traten en procesos
de intervención/articulación. Quienes se conforman
como agentes de acción social en las diferentes articulaciones toman acciones
y fijan significados temporalmente en las conexiones a las que acceden. Con respecto a las concepciones de conocimiento, dado
que en el apartado de problemas sociales trabajamos las críticas relacionadas
con las formas de conocimiento que se erigen como representaciones de la realidad,
en el apartado de formas de conocimiento que subyacen a las formas de intervención,
nos dedicamos a una crítica a la concepción de ideología de la tradición marxista
por la fuerza que tiene esta noción en las perspectivas participativas. Las
críticas propuestas, inciden en la erosión de un punto de vista privilegiado
desde el que se puede conocer la verdadera naturaleza de las relaciones sociales,
o bien por medio de tecnologías de investigación científicas o bien por medio
de los constructos asociados al concepto de ideología entendido como formas
de ocultamiento de las relaciones sociales opresivas. En este sentido, hemos
utilizado sobre todo la noción de conocimientos situados (Haraway, 1991) para
proponer que en las articulaciones de posiciones de sujeto cada una de estas
posiciones entra en relación con las otras a partir de un conocimiento situado
que luego es transformado por efecto de dicha articulación. Este conocimiento
es contingente a cada una de las posiciones involucradas, lo cual trae como
consecuencia que cada agente se debe responsabilizar por este conocimiento
parcial; por tanto, lo que se busca en articulaciones concretas es la discusión
en torno a acuerdos y fijaciones momentáneas más que procesos de descubrimiento
de la realidad o de concientización (propios de los sistemas de intervención
estudiados). De esta manera, la creación de los espacios de intervención/articulación
se hace a partir de las conexiones parciales y no inocentes posibles, imbuidas
en contextos donde se definen relaciones de poder y posibilidades de alianzas. Para finalizar la
perspectiva situada para la intervención propusimos una serie de puntos de partida que implican que la
propuesta de la perspectiva situada para la intervención social pretende,
más que dar una respuesta acabada sobre las formas en las que se debe intervenir,
servir de posición desde la cual establecer diálogos, conversaciones, desacuerdos,
etc. con otras posiciones de sujeto que quieran, puedan o deban pensar en/involucrarse
en procesos de intervención/articulación. En estos puntos
se enfatiza en el carácter situado del conocimiento de los agentes sociales
involucrados en articulaciones concretas, criticando la posición de saber
presente en las perspectivas estudiadas de intervención social y proponiendo
una idea de articulación que permitiría por un lado, cuestionar la idea de
grupos homogéneos y, por otro lado, acceder a prácticas de conexión en las
que se pueda definir, conjuntamente con otros agentes, aquello que es digno
de transformación en ciertos momentos y contextos. Todo esto con la esperanza
de tomar acciones menos centradas en torno a ejes de poder en las relaciones
a las cuales podamos acceder desde esta posición situada y 'peligrosa' que
actualmente ocupamos (como trabajo académico cuyo objetivo es reflexionar
sobre la intervención social y como potenciales agentes de intervención).
Referencias Althusser, L. (1965) La Revolución Teórica de Marx. México:
Siglo XXI.1969. Bakunin, M. (1871) Escritos de filosofía política. Crítica
de la sociedad. Madrid: Alianza. 1978. Barrón, A. (1993) Modelos teóricos del apoyo social. En
M. Martínez (Comp.) Psicología comunitaria. Sevilla: Eudema. (137
152). Burman, E. (1999) Rhetorics of psychological development:
From complicity to resistance. En La Psicología de fin de siglo. XXVII Congreso
Interamericano de Psicología, Caracas - Venezuela. Sociedad Interamericana
de Psicología (39 56). Butler, J. (1993) Bodies that matter. On the discursive
limits of "sex". New York: Routledge. Casas, F. (1996) Bienestar social: Una introducción psicosociológica.
Barcelona: PPU. Corsino, D. (1998): La part des ONG dans la coopération
internationales. En CETRI: Les ONG: instruments du néo-libéralisme ou alternatives
populaires?. París: LHarmattan. Fals Borda, O. (1959) Acción comunal en una vereda colombiana.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Monografías sociológicas. Freire, P. (1970) Pedagogía del Oprimido. Madrid: Siglo
XXI Editores. (1979). Fuss, D. (1989) Leer como una feminista. En N. Carbonell
y M. Torras (Comp.) Feminismos Literarios. Madrid: Arco/libros. (1999). Gergen, K. (1994) Realidades y relaciones: Aproximaciones
a la construcción social. Barcelona: Paidós (1996). Haraway, D. (1991) Conocimientos situados: La cuestión
científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial. En
D. Haraway Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Ediciones
Cátedra, Madrid 1995. (313 345). Haraway, D. (1992) Las promesas de los monstruos: Una política
regeneradora para otros inapropiados/bles. Política y sociedad 30 (1999).
(121 - 163). Harding, S. (1993) Ciencia y feminismo. Madrid: Morata
(1996). Ibáñez, T. (1996). Fluctuaciones conceptuales en torno
a la postmodernidad. Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela,
Facultad de Humanidades y Educación. Comisión de Estudios de Postgrados. Kautsky, K. (1917) La Dictadura del proletariado. Madrid:
Editorial Ayuso. (1976). Laclau, E y Mouffe, C (1985) Hegemonía y estrategia socialista:
Hacia una radicalización de la democracia. Madrid: Siglo XXI editores (1987). Lenin, V. (1897) ¿A qué herencia renunciamos?. En Obras
Escogidas Tomo I. Buenos Aires: Editorial Cártago. 1965. Martín-Baró, I. (1990) Religion as an instrument of psychological
warfare. Journal of social issues. Vol 46 (3) (93 107). Marx, K y Engels, F (1848) The Manifesto of the communist
party. En The essential left: Four classic texts on the principles of socialism.
London: Unwin Books 1962 (2nda edición) Merton, R. (1957) Social Theory and Social Structure. New
York: Free Press. Montero, M. (1994) Investigación - acción participante.
La unión entre conocimiento popular y conocimiento científico. Revista de
Psicología, Universidad Ricardo Palma, VI (1) (31-45). Mouffe, C. (1992) Feminism, citizenship and radical democratic
politics. En J. Butler & J. Scott (Eds.) Feminist theorize the political.
New York: Routledge (369 384). Parsons, T. (1951) The Social System. London: Routledge
Proudhon, J. (1840) ¿Qué es la propiedad? En G. Gurvitch.
Proudhon: Su vida, su obra y su filosofía. Madrid: Guadarrama (1974). Rose, N. (1996) Inventing our selves: Psychology, power
and personhood. Nueva York: Cambridge University Press. (1998). Serrano-García, I. (1989) Bases Ideológicas de la Investigación
Participativa. Ponencia presentada en el Congreso Interamericano de Psicología,
Buenos Aires, Argentina. Wiesenfeld, E. (1998) Paradigms of community social psychology
in six Latin American nations. Journal of community psychology. Vol. 26 (3)
(229 242).